U N O
NamJoon caminó ansioso por los pasillos de la institución hasta que llegó a la sección de las oficinas, su corazón latía con nervios y aunque quería apresurar el paso, el secretario que lo estaba escoltando hasta su destino final parecía tener toda la calma del mundo, ignorante de la ansiedad que carcomía en el pecho del hombre mientras le comentaba que estaba seguro haberlo visto en otro lado y él solo quería que la tierra lo tragara.
El aire volvió a sus pulmones en el instante en el que el despacho del director abrió sus puertas, ya que vio al dueño de su agonía sentado de espaldas a él y de brazos cruzados, sano y salvo, pero también había un hombre muy enojado esperando a que NamJoon entrara a la oficina para darle una para nada agradable charla sobre la gran pelea en la que se había involucrado JungKook hacía tan solo una hora. Claro que la larga conversación no fue divertida en absoluto, mucho menos la parte en la que se enteró de que la nariz de un chico había resultado comprometida en el incidente.
Se suponía que ese era su día libre, el cual había querido aprovechar para pasarlo con su esposo SeokJin, pero en cambio estaba ahí sentado, oyendo al director de la institución decir que no podía soportar un comportamiento así y que debían castigar a JungKook. El joven adolescente se merecía un castigo que iba a durar tres días, tres largos días para que él pensara en lo que había hecho y, como punto extra, se perdiera los exámenes que tenía entre esas fechas.
Mientras subían al auto, NamJoon se replanteó la idea de ser positivo, ya que no había nada positivo en tener a un hijo con un moretón en la mejilla y un labio roto.
—Le... le rompiste la nariz —dijo sin creérselo, mirando hacia el frente con una expresión incrédula—. ¿En serio le rompiste la nariz? —lo miró.
JungKook mordió el interior de su mejilla y desvió su mirada hacia la ventana.
No dijo nada para defenderse.
—No, no me vas a ignorar, jovencito —se quejó con exasperación, encendiendo el auto en el proceso—. ¡Esto es ridículo! —alzó sus manos y las dejó caer sobre sus muslos—, ¿una pelea? ¿Otra vez? Ya van, ¿cuantas? ¿Tres en el mes? —no podía creerlo y JungKook seguía sin decir nada—. ¡Y esta fue la peor! ¿Qué está pasando, JungKook?
—Nada —murmuró con rabia.
—¿Nada? ¿De verdad crees que me voy a tragar ese cuento? —preguntó con ironía—. No dijiste ni una sola palabra en la oficina del director, ahora me vas a explicar por qué le rompiste la nariz a uno de tus compañeros de clase —sentenció, apretando la mandíbula.
JungKook hizo el mismo gesto, quizás por la costumbre que se le había producido a través de los años, pero es que estaba jodidamente enojado y obviamente su papá no lo entendería. Sin embargo, ahí estaba, exigiendo que hablara cuando él sólo quería meter su cabeza dentro de su almohada.
—JungKook, me vas a responder o...
—Es porque ese tipo es un idiota —soltó como si fuera obvio, haciendo un ademán de exasperación con su mano antes de cruzar los brazos otra vez—. Es el imbécil más grande de toda el instituto y merecía que le rompieran la nariz.
—¿Ah sí? ¿Esa va a ser la excusa que me darás? —preguntó sin creérselo—. Pues imbécil o no, ahora tengo que pagarle los gastos médicos y SeokJin...
—Papá no puede enterarse —lo miró de inmediato, luciendo asustado.
NamJoon no podía creer que le tuviera más miedo a SeokJin que a él.
—Ya lo sabe, ¿quién crees que estaba conmigo cuando contesté el celular? —respondió, ignorando la expresión que había formado el pelinegro y se dispuso a conducir porque necesitaban llegar a casa lo más pronto posible—. Esto es ridículo —murmuró entre dientes, saliendo del estacionamiento de la institución—. SeokJin y yo estamos hartos de que siempre...
—Ya entendí —bramó.
—No, no lo entiendes —respondió molesto—. Si lo entendieras no estaríamos aquí, pero lo estamos, así que no lo entiendes. ¿Por qué pelearte con todo el mundo parece ser la única respuesta que tienes, JungKook? ¿Acaso te gusta que las demás personas te vean como un violento? ¿Te parece que esto está bien?
—¡Él empezó! —exclamó.
—¿En serio? ¿Él empezó? —inquirió— Y tú lo terminaste, ¿no? —lo miró de nuevo y JungKook desvió la mirada, girándose hacia la ventana de nuevo y soltando una risa sin gracia—. Hey, hey. ¿Qué es eso? ¿Te ríes?
JungKook apretó la mandíbula y frunció sus cejas otra vez.
—Olvídalo.
—No, no. Explícame, ¿qué es tan gracioso?
El adolescente viró los ojos, pero no le contestó.
NamJoon decidió que lo mejor sería tomar aire, pensar un poco más. Odiaba gritarle a JungKook, odiaba pelear con él. Esto no tendría por qué estar pasando y él de verdad quería que se detuviera. Su paciencia estaba siendo puesta a prueba y él quería preguntarle al ser místico todopoderoso que lo puso allí por qué mierda amaba verlo sufrir tanto.
—JungKook, escúchame —su voz bajó un poco su tono, más calmado ahora—, te estás comportando como todo un...
—¿Delincuente? —lo encaró, y aunque NamJoon no podía verlo por estar atento a la carretera, igual notó su expresión.
—¿Qué? No —negó con la cabeza—. No estoy diciendo eso.
—Pues no sería sorpresa —soltó—. Todos lo piensan, los profesores, el director, los idiotas que me molestan... no me sorprendería que papá y tú pensaran lo mismo.
—Pues no es así, déjame terminar —bufó—. No pensamos que seas un delincuente, lo que eres es un inmaduro —dijo con seriedad, moviendo el volante de un lado a otro mientras entraba a su zona residencial—. Es ridícula la cantidad de peleas en las que te has metido, ¿y para qué? ¿Qué ganas con eso? ¿Quedar bien parado frente a todos los demás?
—No —murmuró enojado—. Simplemente quiero que se callen.
NamJoon tomó aire antes de suspirar.
—Cuando seas mayor te darás cuenta de que no importa en absoluto lo que digan de ti, es ridículo hacerles tanto caso, incluso te sentirás como un estúpido cuando lo recuerdes —explicó—. Es decir, está bien que te defiendas, pero no puedes ocasionar peleas tan grandes, hoy es esto, ¿y mañana qué? ¿Le sacarás un diente a alguien? No puede seguir pasando.
JungKook se cruzó de brazos y se recostó sobre el asiento, frunciendo sus labios con enojo y tratando de ignorar lo que NamJoon le estaba diciendo. Él no lo entendía, no quería escucharlo tampoco, lo que hizo estaba justificado y habría sido el hazmerreír en el caso de haberse acobardado, además, con esos imbéciles la situación se resumía a golpear o a ser golpeado.
—Cómo se nota que no sabes lo que es estar en secundaria —murmuró.
—Yo también tuve tu edad, JungKook —dijo, seguía sonando serio, pero su enojo estaba desapareciendo para darle paso a la preocupación de padre que era inevitable en él, después de todo siempre había sido demasiado sensible cuando se trataba de JungKook y el pobre chico estaba todo golpeado—. Y fui un adolescente que cometió estupideces de las cuales me sigo arrepintiendo, solo no quiero que hagas lo mismo.
—A mi edad, estabas casi debutando como un rapero —lo miró con recelo, como si el hombre hubiese olvidado ese detalle.
—Sí —asintió cortamente—, y era mucho peor.
—Lo dudo —viró los ojos.
—JungKook —habló como advertencia.
—Ya llegamos.
NamJoon detuvo el auto y JungKook se bajó sin decir más nada, lanzando la puerta del auto con fuerza.
NamJoon se tomó un momento para recuperarse de la sorpresa que le produjo el portazo y dejó caer su frente sobre el volante. ¿En qué momento las cosas se habían convertido en esto? No podía creer que el pequeño e inocente niño que llegaba todos los días de la escuela emocionado porque iban a comer helado de cena se había convertido en un adolescente tan... complicado.
La primera vez que tuvo una riña con alguien en la secundaria fue en su primer año, con un pequeño castigo y una charla después NamJoon pensó que se resolvería y le dijo a SeokJin que no era la gran cosa, pero un año más tarde lo hizo de nuevo con la excusa de que se habían metido con él y ambos padres entraron en pánico. Las cosas luego de eso parecieron ser una montaña rusa; a veces era tranquilo y de repente estaban cayendo al vacío. NamJoon no sabía si eran las hormonas de la adolescencia o qué, pero JungKook no parecía querer entender que los idiotas estaban por todos lados y que no podía golpear a todos ellos.
JungKook entró a la casa con el ceño fruncido en rabia y soltó una de las correas de su mochila, pero cuando se acercó a las escaleras para subir a su habitación, SeokJin se interpuso en su camino.
Los ojos de su padre brillaban en una mezcla de preocupación y enojo, expresión que para JungKook era definitivamente aterradora porque él era la persona más amable y comprensiva del mundo luego de NamJoon.
SeokJin analizó su rostro y tomó la mejilla de su hijo, aquella en donde yacía la marca de un puñetazo, y él sintió un nudo en su garganta, un amargo recuerdo invadiéndolo repentinamente.
—Papá, él...
—¿Él qué? —se adelantó—. ¿Qué cosa pudo haberte dicho para que llegaras a casa con tu mejilla amoratada y el labio roto? —preguntó retóricamente, un poco más alto de lo que hubiera querido, pero definitivamente tenía los nervios de punta—. No puedes seguir metiéndote en peleas así, puedes terminar realmente herido un día de estos, JungKook.
JungKook se quedó callado, bajando la mirada al suelo, y SeokJin no podía creerlo.
De alguna manera, entendía el sentimiento, él también habría querido moler a golpes a sus acosadores en la secundaria, pero JungKook estaba llegando demasiado lejos porque no solo había iniciado una pelea, sino que alguien había terminado con la nariz rota y con gastos médicos que atender. Él siempre fue un niño que ignoraba a los demás y al que le daba igual lo que pensaran o dijeran de él, ni siquiera era capaz de mantenerse atento a alguien mucho tiempo, así que no entendía de dónde había llegado el cambio tan drástico y tampoco entendía qué tantas cosas le harían sus compañeros para que se sintiera forzado a golpearlos.
—Ve a tu habitación —desvió la mirada—. Después hablaremos de tu castigo, pero por ahora sólo ve a tu habitación —hizo un movimiento con su cabeza y JungKook suspiró.
—Pero...
—JungKook —insistió y el contrario frunció sus labios—. Anda, hablaremos luego —se cruzó de brazos.
El adolescente pareció querer decir algo, pero se mantuvo callado. Simplemente siguió de largo para subir las escaleras y meterse en su habitación. NamJoon entró a la casa justo cuando la puerta de la habitación fue cerrada con otro portazo y ambos padres suspiraron con cansancio.
SeokJin recostó su frente en el hombro de su esposo y él se inclinó hacia el contacto.
—¿Estamos haciendo algo mal? —preguntó con un hilo de voz, NamJoon negó de inmediato y acarició la espalda del otro.
—Kookie es sólo muy impulsivo y quizás tiene más sentido de la justicia del necesario... —se encogió de hombros, no quería darle muchas vueltas—. Él no es malo.
—Claro que no —Jin negó y miró a NamJoon, sus ojos estaban humedecidos—. Pero realmente me preocupa, ¿lo molestan tanto? No lo entiendo —estaba demasiado confundido.
—¿Debería hablar con él? —preguntó NamJoon, pero el mayor negó con la cabeza.
—Dale tiempo hasta mañana —le sonrió con pena y plantó un corto besos en sus labios—, ahora démosle su espacio.
NamJoon asintió con resignación y cuando SeokJin se alejó para ir a la sala de estar, él miró las escaleras hacía el segundo piso, recordando cómo el primer día en esa nueva casa JungKook no había dejado de subir y bajar esas mismas escaleras entre risas estridentes y saltos emocionados.
No quería admitirlo, pero a veces NamJoon extrañaba mucho al pequeño JungKookie.
JungKook pensaba que en cualquier momento alguno de sus padres entraría a la habitación a darle una charla y no estaba seguro de sentirse aliviado cuando eso no pasó. De alguna manera estaba agradecido porque no quería hablar con nadie, pero por otro lado, se sintió un poco solo mientras la tarde se colaba por las ventanas de su habitación, provocando que los colores naranjas del atardecer se deslizaran por las paredes. Su cabeza estaba hecha un revoltijo de pensamientos y se estaba desesperando un poco.
No podía quedarse ahí todo el día, tenía que enfrentar a sus padres de nuevo.
Sin embargo, antes de levantarse de la cama, un sonido repetitivo en su ventana lo hizo girar.
TaeHyung estaba tocando su ventana con su dedo índice, una mochila en su hombro y esta típica sonrisa juguetona en su rostro. JungKook formó una expresión de espanto y corrió a abrir la ventana, jalando al castaño al interior del cuarto. Ambos cayeron a la cama del pelinegro y TaeHyung simplemente trataba de retener las risas mientras JungKook revisaba su cuerpo por si no se había lastimado al subir por la tubería fuera de su casa.
—¿Estás loco? —las risitas del otro no lo hicieron sentir menos preocupado—. ¿Qué te pasa? ¡Pudiste haberte caído y romperte la pierna! —le reclamó, pero TaeHyung seguía sin lucir arrepentido, sólo le sonreía de esa manera que lo hacía parecer brillar frente a sus ojos.
—Cálmate. Como ves, sigo vivo —colocó la mochila entre ambos—, y traje porquerías.
El regaño de JungKook pasó a segundo plano a regañadientes y decidió tomar la bolsa de papas fritas que el castaño sacó de su pequeña mochila, aunque no quitó de su rostro el par de ojos juzgadores.
—¿En serio vas a poner esa cara cada vez que me meto a tu habitación? —le preguntó TaeHyung después de meter un par de gomitas en su boca.
—Nunca estuve de acuerdo con que lo hicieras.
—Pero me amas, así que no puedes enojarte conmigo —rió, picando una de sus costillas, pero JungKook no reaccionó—. Vamos, dilo —insistió, haciendo un mohín.
JungKook desvió la mirada y metió un par de papas fritas a su boca para no contestar a eso.
—Eres un amargado —se quitó los zapatos para acomodarse mejor sobre la cama de su mejor amigo, recostándose sobre una almohada y bostezando sonoramente—. ¿Te castigaron?
—Creo que es bastante obvio que sí —respondió y TaeHyung frunció sus labios, algo decepcionado—. No estoy seguro de cuánto tiempo será exactamente, pero sí, estoy castigado —se encogió de hombros, mirando la mochila a ver qué más había llevado Tae.
—Bueno, sí ha sido tu pelea más fuerte hasta ahora, así que no los culpo... —colocó ambas manos detrás de su cabeza y cerró los ojos, cómodo en la cama ajena.
—¿De qué lado estás?
—Del lado de la no-violencia, claramente —respondió sincero sin abrir ninguno de sus ojos—. Pero ahora sí estoy un poco en desacuerdo con ellos, ya que se suponía que tú y yo íbamos a ver un estreno el viernes, por si lo olvidaste —ahora sí los abrió para mirar al pelinegro y JungKook apretó sus labios en una fina línea, casi como si recién se hubiese acordado de eso.
—Mierda —puso sus dedos sobre el puente de su nariz.
—Sí, "mierda" —repitió, suspirando—. No pienso ir solo y no pienso darle nuestras entradas a nadie más, así que más te vale ser un ángel en tierra esta semana para que nos dejen ir juntos —eso sonó como una amenaza y JungKook sólo pudo asentir—. Eres un idiota —agregó por último y JungKook lo empujó con su pie.
—Yo no tengo la culpa —se excusó.
—Claro que la tienes —le devolvió la patada.
—Es en serio, ¿de qué lado estás? —lo miró ofendido y TaeHyung suspiró dramáticamente.
—Simplemente no quiero que termines con la cara golpeada, idiota —dijo con un tono claramente preocupado y JungKook mordió el interior de su mejilla, regresando su atención a la bolsa de papas fritas—. Estás muy guapo para que te arruines la cara así —le sacó la lengua.
JungKook volvió a patearlo, arrancándole una risa mientras él trataba de ignorar el vuelco en su pecho. Odiaba cuando TaeHyung decía cosas como esas porque nunca sabía cómo reaccionar y tal parecía que eso le divertía a su mejor amigo.
Decidió comer sus papas mientras pensaba en cómo resolvería el problema del estreno y TaeHyung comenzó a decir que no sabía cómo haría en el exámen de mañana sin él porque habían hecho un increíble plan para copiarse.
JungKook miró TaeHyung sin oírlo realmente, perdido en sus pensamientos y en... ¿esa era una camisa nueva? Detuvo su mirada en el pecho de TaeHyung, tratando de encontrar la razón de por qué lo estaba mirando para empezar ya que la camisa no era nueva, suponía que el chaleco de rombos que traía puesto encima era bastante lindo por sí solo y le daba otro toque a la camisa debajo, no es algo que él usaría para sí mismo, pero lucía bien en TaeHyung. Incluso le parecían lindos los pantalones que estaba usando, es decir, eran algo anchos para él, pero lucían diferentes alrededor de sus piernas.
Claro, él sólo estaba admirando las prendas de su mejor amigo.
—No te la voy a prestar —JungKook salió de su cabeza al oír la voz del contrario y sintió su cara ligeramente caliente por haber sido atrapado mirando, aunque él no estaba mirando nada malo, sólo su ropa—. Mi correa, se nota que te gusta, pero no te la voy a prestar.
El pelinegro miró la correa de TaeHyung, dándose cuenta de que la hebilla tenía una pequeña flor estampada que le pareció ridícula, pero lucía muy del estilo de su mejor amigo.
—Ah... bueno, no la necesito —se encogió de hombros, cruzándose de piernas sobre su cama y tratando de sacar su cabeza del anterior escenario.
TaeHyung lo miró con ojos entrecerrados, dudando.
—Bueno, no tienes que rogarme tanto —viró los ojos.
JungKook rió y lo empujó con su pie sólo para molestarlo, acción que repitió TaeHyung y que desembocó en una pequeña pelea de empujones que evolucionó en una lucha de fuerza.
La cama de JungKook era grande para ser para una sola persona, así que fue fácil tener una batalla legendaria sin necesidad de bajar de la cama o de caer de cabeza contra el suelo. Ambos comenzaron a reírse bajito mientras luchaban, empujándose mutuamente mientras peleaban por saber quien podía mantener al otro debajo de ellos por más tiempo.
Era divertido, a JungKook le encantaba jugar de esa manera desde que eran unos niños, le gustaba tomar al otro de la cintura y tirarlo hacia abajo, empujarlo, enredar sus piernas y sujetar sus brazos, TaeHyung también parecía divertirse, así que era perfecto. JungKook suponía que el gusto por aquello era por el recuerdo de su niñez y porque le gustaba humillar solo un poco al otro cuando le ganaba, por supuesto que esa era la única razón.
De repente, JungKook siseó de dolor y se encogió de su lugar cuando TaeHyung accidentalmente golpeó el moretón en su rostro y el castaño jadeó del susto, tomando el rostro de su amigo entre sus manos.
—Mierda, perdón, ¿estás bien? —frunció sus cejas con culpa.
JungKook no podía dejar de pensar en el hecho de que TaeHyung estaba a horcajadas sobre él, tomando su rostro con gentileza, lo suficientemente cerca de su cara como para hacerlo sentir intimidado.
—No fue intencional, yo...
JungKook tomó al otro de la cintura y giró en su puesto, lanzando a TaeHyung a un lado de la cama y colocándose, esta vez, encima de él. La diferencia ahora era que, debido a la posición anterior, él se encontraba entre las piernas de su amigo y aquello no era mejor en absoluto, definitivamente no lo era, mucho menos mientras sostenía su cintura.
—Uhg... bien, me lo merecía —gimió casi adolorido, mirando al otro con una sonrisa culpable y un ojo medio cerrado.
¿Por qué tenía que hacer esa expresión? ¿Es que acaso no se daba cuenta de lo malinterpretable que era toda la situación? Y aun así se atrevía a sonreír de esa manera, ¡era ridículo!
Con su cara roja, JungKook se alejó, sentándose lejos de TaeHyung.
—No puedo creer que aún estando lastimado me hayas ganado —se quejó Kim, ignorando la cara de pánico de JungKook mientras se acercaba a él a gatas—. Igual estoy preocupado, ¿te duele mucho? Creo que no fue buena idea jugar con tu cara así —levantó su mano nuevamente para acunar el rostro de JungKook y este se encogió un poco en su puesto por el contacto—. Oh, lo siento, ya no lo tocaré
Claro, él no quería que lo tocara porque le dolía el moretón, era sólo por eso. Además, su cara se sentía caliente por el esfuerzo del pequeño forcejeo, él definitivamente no estaba entrando en pánico con tener a TaeHyung tan cerca.
La cama era enorme, ¿por qué tenía que sentarse justo enfrente de él?
—Estoy bien —se encogió de hombros, desviando su mirada a su lado donde yacía la bolsa de papas que se había volcado por la lucha, así que decidió comenzar a recogerlas—. Dentro de un par de días dejará de doler, es un estúpido golpe, deberías ver cómo dejé a JaeHyun —rió un poco, tratando de alivianar el ambiente.
TaeHyung mordió el interior de su mejilla y tocó la rodilla de JungKook con su dedo índice para llamar su atención, él solo hizo un sonido para darle a entender que lo estaba escuchando y TaeHyung volvió a tocarlo, insistiendo al respecto. JungKook bufó y lo miró, encontrando la mirada preocupada del castaño.
—¿Por qué lo golpeaste? —preguntó.
JungKook frunció sus cejas.
—Porque comenzó a molestarme —respondió como si fuera obvio.
—¿En serio golpeaste a JaeHyun porque te molestó? —preguntó con un tono más preocupado—. Sólo lo ves en una clase.
—Bueno, es un idiota, no importa en cuántas clases lo vea —volvió a desviar la mirada, recogiendo las papas que faltaban.
—¿Qué fue lo que te dijo? —insistió, bajando un poco el tono de su voz. Estaba sentado de rodillas sobre la cama, mirando a JungKook con ojos que parecían querer atravesar más allá de su alma.
—Estupideces —soltó, mirando a TaeHyung con algo más de seriedad—. ¿Por qué insistes en saberlo? Sabes que hay muchos idiotas en el instituto que se creen comediantes cuando se enteran de que soy adoptado y también el hijo de "RM" —hizo comillas con sus dedos—. Sólo no quería seguir aguantándolo, es todo.
—Sí, pero a los demás no los golpeas —frunció un poco las cejas—. Muchas personas dicen cosas de ti, muchas cosas, pero siempre golpeas a las mismas personas, siempre.
—TaeHyung... —dejó caer su cabeza hacia atrás, recostándose sobre el respaldo de la cama, esperando que su amigo dejara el tema—. No importa, es sólo...
—Sí importa porque justo hoy te conté que JaeHyun había tirado mis cosas al piso y se había burlado del esmalte de mis uñas —se cruzó de brazos, preocupado y serio al mismo tiempo—. ¿Acaso tú...?
—¡JungKook, baja a comer! —la voz de NamJoon resonó repentinamente.
Ambos se giraron hacia el llamado y JungKook no perdió tiempo en levantarse de la cama para huir de la situación. No iba a admitir ni a explicar por qué hizo lo que hizo, mucho menos a TaeHyung quien fácilmente podría tomarlo como algo demasiado personal y sentirse culpable al respecto. Claro que no había mucho que explicar. El imbécil de JaeHyun también lo había molestado a él, sólo era una coincidencia y claro que él iba a estar feliz de tachar de la lista de idiotas a uno que los moleste a ambos.
—Espera aquí.
—¡Dile a TaeHyung que hay comida para él también! —esta vez se escuchó la voz de SeokJin y ambos se congelaron en su puesto.
La cara de TaeHyung se puso roja hasta las orejas y JungKook suspiró, abriendo la puerta para que su amigo pasara. El castaño hizo un pequeño puchero y salió de la habitación junto con JungKook, ambos bajando las escaleras con caras de haber sido atrapados. Aun así, Jin no les dijo nada, simplemente les pidió que lo ayuden a terminar de poner la mesa y ambos aceptaron mientras esperaban no ser regañados por ambos adultos, después de todo uno estaba castigado y otro se había colado a una casa ajena.
—Por cierto, Tae —Jin llamó al contrario mientras se sentaba en la mesa—. Trata de no trepar por fuera de la casa, puedes caerte uno de estos días —aconsejó y TaeHyung se rió nerviosamente, sintiendo su cara un poco más roja ahora.
—Lo siento —murmuró por lo bajo, sonriendo avergonzado—. No lo volveré a hacer —hizo una ligera inclinación como disculpa y se sentó en la mesa a un lado de su mejor amigo.
—JungKook estará castigado por una semana como mínimo, así que no vengas de visita a escondidas, por favor —esta vez intervino NamJoon, mirando al castaño con seriedad y este asintió rápidamente—. Perfecto, buen provecho a todos.
—Buen provecho —respondieron todos al mismo tiempo.
TaeHyung miró un segundo al pelinegro, quien sabía exactamente lo que el otro estaba pensando: la salida al cine. Ninguno iba a mencionar nada ahora porque no era el momento correcto, pero más le valía a JungKook hacer un buen trabajo hasta el viernes porque sino TaeHyung se vengaría y el pelinegro no estaba emocionado por sus berrinches.
—¿Y cómo estuvieron las clases, Tae? —preguntó Jin con una sonrisa.
—¡Bien! Hoy en clase de biología vimos la ley de Mendel —respondió animado, hablando como si la anterior escena no hubiera ocurrido, y todos se sumieron en una conversación tranquila.
JungKook se concentró en comer lo más cuidadoso posible para no lastimar más su labio roto mientras los demás continuaban hablando y, aunque participó un par de veces en la conversación, no estaba muy emocionado al respecto. Además, TaeHyung era bueno para distraer a los adultos y para sacar conversación, por lo que nadie lo molestó mucho.
—Oh, olvidé la salsa y la ensalada —Jin se levantó y NamJoon imitó a su esposo.
—Te ayudo —dijo sin dudar y lo acompañó hacia la cocina, aquella era una terrible excusa para hablar en privado, pero JungKook hizo como si no se diera cuenta, tampoco quería pensar en lo que estarían hablando.
De repente, sintió una pequeña patada en su pie y miró al responsable con cejas fruncidas.
—Tú y yo quedamos un tema pendiente, no creas que lo olvidé —TaeHyung formó una expresión con sus ojos entrecerrados, casi dándole a entender que lo estaba vigilando y poniendo énfasis tanto en su amenaza para que se porte bien, como por el tema que habían dejado al aire.
JungKook arrugó un poco su nariz en una pequeña mueca que TaeHyung entendía como "déjame en paz" y siguió comiendo.
—Uhg, eres un necio —negó con la cabeza y se concentró en su comida de nuevo—. Tienes suerte de que tu papá sea un gran cocinero porque sino no sería tu amigo —comentó para molestarlo y JungKook pateó su pie.
JungKook no quería que llegara el momento en el que la comida terminara y TaeHyung tuviera que marcharse, ya que entonces tendría que hablar con sus padres y estaba agotado; había sido un día pesado, él realmente esperaba que la semana no empeorara y que TaeHyung no decidiera hostigarlo con la verdad detrás de la pelea porque él no tendría palabras para explicar el ridículo impulso que lo llevó a golpear a JaeHyun.
Él había hecho lo correcto después de todo, ¿no es así?
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