T R E S

JungKook caminó hacia el interior de las instalaciones, mirando hacia las personas que se encontraban alrededor en búsqueda de una cara conocida que le diera la bienvenida y que le quitara la cara de amargado que cargaba consigo. Después de los días de castigo cumplidos, él ya podía regresar a estudiar y aunque la idea no le encantaba, tampoco le encantaba perder exámenes que luego iban a repercutir en su nota final, por el momento debía concentrarse en recuperar la nota que había perdido el lunes.

No es que JungKook se obsesionara con tener buenas calificaciones, sus padres nunca fueron exigentes en ese aspecto, pero a él le gustaba tener la satisfacción de presumir al resto que era uno de los mejores de la clase sin siquiera intentarlo. En el pasado él había sido defendido por varios de sus profesores por esto mismo, pero ahora no tenía el mismo apoyo. Consecuencias de meterse en peleas, tal parecía ser.

Entre el barullo de todos los alumnos, se encontró con su grupo de amigos conversando cerca de los casilleros. Con una sonrisa, trotó hacia ellos y colocó su brazo alrededor del cuello de TaeHyung de manera descuidada, provocando una queja de parte de su amigo. Con una sonrisa, saludó a los chicos que iban en su mismo curso llamados JaeBeom y YoungJae.

Aish, estás pesado —TaeHyung le dio un pequeño codazo, pero eso no logró que el pelinegro se moviera ni un centímetro, así que largó un suspiro de resignación mientras colocaba su brazo alrededor de la cintura ajena para corresponder la aparente muestra de afecto.

—¿Qué hiciste estos días? —preguntó JaeBeom, levantando su mano para saludarlo con un choque de puños.

JungKook sólo respondió al saludo y se encogió de hombros.

—Sólo dormí —dijo como si nada, pero sintió la mirada juzgadora de TaeHyung sobre él.

—Jodido suertudo...

—Tu labio se ve mejor —comentó YoungJae.

—Gracias —le sonrió ladino—. Supongo que ustedes me extrañaron, sé que no pueden vivir sin mi. Perdí la cuenta de cuántos mensajes mandaron al grupo preguntando cuando volvía.

—Pues sí nos hizo falta que alejes a los idiotas, pero aparte de eso ni recordábamos que existías —hizo un ademán con su mano mientras reía.

Luego de que JungKook virara los ojos, apretó con su mano el hombro de TaeHyung. Él no respondió al gesto más que con un movimiento de caderas, empujando al otro.

—Bueno, tengo un asunto pendiente con los amigos de Jae, ¿no? —miró a Tae y este le dio un codazo.

—Claro que no.

—Le quitas lo divertido a la vida —se quejó JungKook.

La campana sonó para interrumpir su conversación y todos comenzaron a caminar hacia sus respectivos salones.

—Me imagino que fue divertido cuando trabajaste con tus padres, ¿uh? —cuestionó TaeHyung con un tono casi burlón—. Si no quieres ir de nuevo, deberías dejar de pensar en que es divertido golpear personas.

JungKook bufó por lo serio que estaba siendo TaeHyung al respecto. Sabía que su amigo se preocupaba por él, así que quedó con la boca cerrada después de eso porque no quería que el contrario se enojara.

Después de que SeokJin lo llevara a pasar un trabajoso día en sus restaurantes, a NamJoon también se le había ocurrido que sería una buena idea hacer lo mismo que su esposo, por lo que arrastró a JungKook fuera de casa el segundo día de su castigo y le enseñó el establecimiento del cual era casi el dueño, ya que trabajaba en colaboración con el CEO. Ese día no fue tan malo realmente, ya que sólo observó el proceso creativo detrás de las canciones, coreografías y demás, incluso lo confundieron con uno de los trainees y en el segundo que NamJoon lo perdió de vista ya estaban anotando sus datos para comenzar con prácticas de baile, lo bueno era que HoSeok lo reconoció y lo sacó de ahí entre risas mientras JungKook procesaba lo que había sucedido, incluso obtuvo el número de alguien.

TaeHyung no pudo visitarlo ese día, pero si lo hizo en el siguiente; el último día de su castigo, en el cual JungKook lo pasó sólo en casa, pero fue igualmente obligado a levantarse temprano para limpiar. Ese día no fue tan malo ni tan agotador, la culpa seguía ahí claramente, pero podía lidiar con ella mientras estaba dormido. Su mejor amigo llegó un poco más entrada la tarde y se fue antes de que alguno de sus padres regresara, por lo que jugaron un poco y él ignoró todo ese tiempo aquellos pequeños momentos de duda y de tentación que calaban dentro de él, porque definitivamente era raro ver a tu mejor amigo con otros ojos y sentirse acalorado cuando lo tenía tan cerca de la cara.

Para aquel lindo día de viernes en la mañana, en donde se veía obligado a ver clases como sus demás compañeros y en donde sufrió un par de miradas de más por lo ocurrido el lunes, decidió que iba a estar relajado al respecto y que iba a prestar la suficiente atención en la clase del profesor Jung como para que este considerara ayudarlo con las notas al final de semestre.

—¿Hablaste con tus padres sobre el cine?

JungKook detuvo todo movimiento y la barra de chocolate que había comprado en aquella casi abandonada máquina cercana al patio de comidas se quedó a mitad de camino hacia su boca, sus ojos se congelaron en un solo punto en la pared y recordó qué era aquello que lo había estado molestando últimamente y que sentía que se le había estado escapando toda la semana.

—Mierda —se golpeó la frente con su mano libre y TaeHyung suspiró.

—Creo que les daré las entradas a JaeBeom para que vaya con su novia —viró los ojos y JungKook levantó su mano, dándole un golpe en el hombro a TaeHyung, quien respondió con una mala cara—. ¡Aish! ¿Tú eres el que se olvida de pedir permiso y yo soy el agredido?, ¿qué te pasa? —le devolvió el golpe y JungKook no hizo un esfuerzo por evitarlo, sabía que se lo merecía.

—No le darás las entradas a nadie, te costó mucho conseguirlas —se quejó, sintiéndose culpable—. Es el final de la trilogía, obviamente necesitamos ir al cine el día del estreno.

—Sí, pero no hay chiste de ir si no voy contigo, podemos verla en otra fecha, sólo necesito pedir el reembolso... —se encogió de hombros y dio un paso hacia adelante para pasar su tarjeta en la máquina y pedir una barra de granola—. Es imposible que te dejen salir a último minuto, necesitas un milagro.

—No me tengas tan poca fe —se quejó y siguió a Tae cuando este se dio media vuelta para caminar por el pasillo en dirección a la cancha para pasar su receso—, voy a conseguir el permiso e iremos.

—¿Sí? ¿Cómo se supone que lo harás? —enarcó una ceja, una de sus mejillas estaba rellena con la barra y sus cejas se encontraban medianamente fruncidas, luciendo indudablemente tierno para los ojos de JungKook—. Todos estos días te lo he estado recordando, tienes la memoria de un pez, Jung —finalizó, mirando hacia adelante y quejándose otra vez del origen del problema.

—No me digas Jung —soltó quejumbroso y caminó a su lado—. Escucha, solo debo cumplir todas las tareas que me pidan mis padres por el resto del día y al tenerlos contentos, ellos me dejarán ir, es fácil.

—Le rompiste la nariz a Jae, creo que es más que sólo limpiar la casa o lavar el auto —razonó Tae, dándole esa típica mirada de «esto no va a funcionar» que parecía ser una combinación entre sonrisa y dolor, pero JungKook realmente quería ser positivo al respecto—. Si te dicen que sí, voy a declararte como el nuevo mesías —junto ambas manos—, y te rezaré todas las noches, ¿te parece?

JungKook viró los ojos.

—Ja-ja —rió con sarcasmo—. ¿Por qué me tienes tan poca fe?

—Porque tienes la amabilidad de un oso hambriento —respondió sin dudar—, y la delicadeza de un cocodrilo con tutú —agregó, provocando que la mueca ofendida en el rostro de JungKook se frunciera un poco más—. Es probable que aunque logres hacer todo lo que te propongas, termines metiendo la pata con algún comentario o actitud altanera, no lo sé, a veces creo que tienes problemas de ira. ¿No quieres hablar de eso? —enarcó una ceja en dirección a su amigo y este sólo viró los ojos.

—No me psicoanalices —bufó.

—Supongo que hasta ahí llegó tu positivismo, porque no te he visto negando lo que dije —rió, colocando su brazo alrededor de los hombros del contrario para acariciar su cabello.

JungKook no lo iba a negar, ya que quien era el positivo la mayor parte del tiempo era TaeHyung y él definitivamente no iba a tomar su lugar, así que sólo se metió a la boca la última porción de chocolate que tenía y lanzó la envoltura dentro de un bote de basura a las afueras del instituto, maquinado un plan en su cabeza que le permitiera lograr su cometido.

—¿Vamos con los demás? —preguntó TaeHyung, masajeando la nuca de JungKook con naturalidad.

—¿Tengo opción? —preguntó con un ronroneo y una pequeña sonrisa de satisfacción en su rostro.

TaeHyung palmeó su nuca. JungKook se rió entre quejas.

Frente a ellos yacía la gran zona verde que usaban para los eventos deportivos que se realizaban al aire libre y TaeHyung alzó su mano libre, saludando al grupo que los esperaba en la zona designada para jugar fútbol.

JungKook metió ambas manos en sus bolsillos y formó una mueca con sus labios al darse cuenta de que habían más personas de las que conocía; el número debería ser dos y habían cuatro. Los nuevos integrantes eran una chica y un chico, personas que fácilmente reconoció como ChaeYoung y su primo un año menor que ellos, ChanSeok.

JaeBeom jugaba a hacer dominadas con un balón de fútbol que seguramente había traído de su casa porque estaba obsesionado con ese deporte y el resto sólo estaba sentado alrededor comiendo snacks que habían comprado en alguna máquina o en la cafetería. Aún faltaban un par de horas para que almorzaran y el receso culminaría en al menos media hora más, por lo que podrían descansar un poco del horario mañanero.

TaeHyung se sentó en el pasto artificial y JungKook no dudó en sentarse a su lado, metiéndose entre él y ChaeYoung de manera casi compulsiva, pero nadie pareció notar la determinación en su cara. Sin embargo, él sí notó que la chica bufó por lo bajo y se acomodó nuevamente en su puesto.

Ella le daba mala espina.

—¿Ninguno quiere jugar fútbol conmigo? —preguntó Beom pisando el balón, pero todos negaron con la cabeza—. ¿JungKook?

—No, no tengo ganas —respondió con cansancio fingido y se recostó sobre TaeHyung.

Aish —con un movimiento rápido logró poner la pelota nuevamente sobre su pie y continuó haciendo dominadas, saltando un poco y estirando la pierna cuando la pelota se alejaba demasiado de él.

—Si la pelota me cae en la cara te la voy a meter en el culo —advirtió JungKook cuando vio la cercanía del contrario y este se alejó un par de pasos entre risas.

—Eres asqueroso —murmuró TaeHyung.

—No, ese eres tú —contraatacó sin pensarlo y cuando TaeHyung lo miró ofendido, decidió seguir—. ¿Te bañaste hoy? A ver —olfateó juguetonamente su cabello y aunque el contrario trató de apartarlo, el pelinegro solo sostuvo sus manos y le arrancó carcajadas apenadas por las cosquillas—. Uff, no huelo shampoo por ningún lado, ¿cuánto llevas sin bañarte?

—¡JungKook! —le reclamó, avergonzado—. Me bañé hoy, pero no me lavé el cabello —le dijo con voz quejumbrosa—. Y yo no tengo que darte explicaciones tampoco, seguro el que lleva días sin bañarse eres tú.

—Ah sí, claro —ignoró las acusaciones y volvió a inclinarse para olfatearlo, pero esta vez TaeHyung se resistió un poco más mientras le decía que era un inmaduro—. Ven aquí —hizo más esfuerzo, riéndose y provocando que ambos cayeran acostados en el suelo.

—¡Aish! —TaeHyung jaló su cabello, tratando de quitárselo de encima, carcajeandose sin ataduras.

—¿Se supone que siempre son así? —se escuchó la pregunta de un tercero y ambos se giraron hacia el primo de ChaeYoung, quien los observaba con una ceja alzada y una sonrisa torcida.

—Ciertamente —respondió YungJae sin prestar atención realmente, concentrándose más en su celular mientras comía papas fritas de la bolsa—. Así son ellos —se encogió de hombros.

—¿Por? ¿Te molesta o algo? —preguntó JungKook mientras volvía a sentarse y TaeHyung golpeó costado con su codo una vez que regresó a su lugar, esperando que entendiera lo maleducado que estaba siendo.

Chan sólo levantó ambas manos en señal de rendición y rió un poco.

—No pasa nada, hombre. Sólo preguntaba, no me molestan las parejas homosexuales —hizo un ademán con su mano como si espantara un mosquito.

De repente, antes de que alguno de los dos pudiera negar dicha suposición, ChaeYoung se carcajeó a su lado, luciendo realmente divertida por la afirmación de su primo e ignorando la mirada de extrañeza que le dedicó JungKook.

—No seas tonto, no son novios —por la cercanía, ella pudo estirar su brazo y darle un golpecito en la frente—, si son homosexuales o no, no tiene nada que ver —viró los ojos y le dedicó una mirada sonriente a TaeHyung—. Sin embargo, ahora que entramos en tema, ¿no son homosexuales, o si? Pregunto sólo por curiosidad, espero no estar sonando grosera —jugó un poco con la punta de sus dedos.

JungKook frunció un poco sus labios y miró a TaeHyung, este no pareció entender la mueca de incomodidad de su amigo o la pregunta en sus ojos de «¿por qué están aquí?» y sólo se encogió de hombros antes de regresarle la mirada a ella.

—Honestamente, no me identifico con ninguna orientación, lo que venga lo acepto. Creo que podría tener una relación romántica con quien me guste y me corresponda —respondió con una expresión simpática, en absoluto molesto por el tema o por la aparente pregunta fuera de lugar.

—Ah, ¿sería algo así como bisexual? —cuestionó.

JungKook frunció sus cejas.

—No, yo soy bisexual —corrigió JungKook—. Por si no lo escuchaste, TaeHyung dijo que no usa etiquetas —hizo un poco más de énfasis en aquella oración, esperando que esta vez la chica entendiera—. Es diferente.

Ella pareció comprender el tono no muy paciente de Jeon, porque apretó sus labios y asintió rápidamente.

—Claro, entiendo... sólo quería sacarme esa duda —rió nerviosamente.

JungKook estuvo a punto de cuestionar el por qué, pero TaeHyung abrió la boca antes que él, asegurándole a la chica que no estaba mal que preguntara y afirmando que no se le hacía incómodo hablar al respecto.

JungKook decidió concentrarse en su celular luego de eso y se recostó sobre la rejilla que los separaba del resto de la zona verde del instituto. TaeHyung mantuvo una conversación amistosa con el resto de las personas y todos parecieron ignorar el momento que había acabado de ocurrir, pese a que JungKook no dejaba de pensar en lo molestos que le parecían ambos individuos.

Quizás estaba siendo ridículamente inmaduro, pero él no lo veía así.

SeokJin enarcó una ceja cuando vio a JungKook mirarlo con aquellos ojos de perrito a los que se había acostumbrado con el pasar de los años. A diferencia de la época en la que JungKook era un niño mimado y berrinchudo que recibía todo lo que un padre protector le podía brindar, SeokJin no estaba en absoluto dispuesto a aceptar pequeñas rabietas o berrinches pidiendo cosas que definitivamente eran un completo «no», considerando las circunstancias.

—Supongo que te das cuenta de lo mal que está que yo te deje ir al cine sabiendo que estás castigado —fue lo que dijo después de que el adolescente le expusiera todas las razones por las que debería darle una respuesta afirmativa a su pedido—. Castigo que, por cierto, tienes muy merecido.

—Pero limpié el baño —señaló lo que había hecho ni bien llegó a casa—, y mi cuarto y el de ustedes —agregó, luciendo casi indignado.

—En primer lugar, no te pedí que lo hicieras —comenzó Jin, sentándose en el sofá mientras suspiraba—. Y, en segundo lugar, hacer las labores domésticas no te exenta de tu mal comportamiento ni de tu castigo, no vas a ir al cine.

JungKook suspiró con agotamiento, frustrado y enojado por todo el asunto. Quedaban menos de dos horas para la película y TaeHyung le dijo que le avisara si las cosas salían bien para comenzar a vestirse, así como lo amenazó con matarlo si no llegaba a su casa porque ya no tenía tiempo de hacer reembolsos ni de revender sus entradas.

NamJoon estaba en el trabajo, llegaría en al menos tres horas más y JungKook estaba un poco desesperado por recibir una respuesta afirmativa de su papá antes de que él llegara porque una cosa que definía a NamJoon era la terquedad y él no solía echarse para atrás cuando de castigos se trataba. Además, NamJoon había dejado muy en claro su posición al respecto y él estaba perfectamente consciente de que no se había comportado de la mejor manera en el auto cuando regresaron a casa del instituto, así que su única opción era SeokJin. Sin embargo, su papá era casi igual de terco, su cabeza dura solo reemplazada por la inherente capacidad de crear terror en su hijo con una sola mirada.

—Papá...

—Ya te dije que no, JungKook —insistió.

—Quedé con TaeHyung desde mucho antes, no puedes hacerme esto —lucía un poco más desesperado y el hombre no podía creer que en serio le estuviera diciendo eso—. Cuando termine la película puedo continuar con el castigo —razonó.

—Así no funcionan los castigos, JungKook —anunció Jin para el desespero del pelinegro—. Aparte, ¿en serio vas a decir "no puedes hacerme esto"? ¿No entiendes lo terriblemente mal ubicado que estás ahora mismo? —y tuvo que retener las ganas de reír por lo hilarante del asunto.

—Por favor... —pidió más estresado—. TaeHyung va a matarme si no voy —extendió su brazo hacia la puerta principal y dio un par de brincos en su lugar.

SeokJin suspiró.

—Debiste pensar en eso antes de meterte en una pelea.

—Papá —esta vez, su tono rozaba el enojo.

—No te vas a enojar ahora porque no tienes ningún derecho a enojarte por esto, si quieres discutir con alguien, entonces que sea contigo mismo —razonó, completamente reacio a la idea de discutir con su hijo por este tema y de recibir todo el malhumor del adolescente por algo que no era en absoluto culpa suya—. No entiendo cómo esperas que te deje ir sabiendo que fuiste capaz de golpear a alguien sin razón.

—No fue sin razón —se defendió.

—¿Entonces cuál fue? —cuestionó, frunciendo sus cejas.

JungKook abrió la boca, pero la volvió a cerrar. Por alguna razón no quería explicar por qué se acercó al idiota de Jae a darle una paliza, pero por otro lado quizás su padre entendería y quizás haría menos largo el castigo, así como no defraudaría a TaeHyung ni lo dejaría plantado en el cine. Sin embargo, tener que admitir la razón detrás de todo seguía siendo difícil para él porque posiblemente lo llenarían de preguntas y las cosas se volverían más tangibles y reales, sus sentimientos podrían ser revelados, sentimientos que para él no tenían nombre ni sentido y que no quería que nadie más supiera porque le daba miedo.

—¿Y bien? —insistió SeokJin, viendo cómo su hijo bajaba la mirada al suelo y se tensaba un poco más en su puesto. Pese a todo, se dio cuenta de que quizás había algo importante detrás como para ponerlo así y esperaba de todo corazón que no fuera solo porque quiso golpearlo y ya—. Sólo dime qué fue, y realmente espero que no sea una razón como "es un idiota" porque de ser así le agrego una semana más al castigo.

JungKook lo cuestionó con la mirada, luciendo indignado por eso, y SeokJin solo se cruzó de brazos, esperando una explicación. Realmente debía ser algo lo suficientemente bueno porque estaba perdiendo poco a poco la paciencia y no es como que JungKook no tuviera antecedentes de ser impulsivo y malhumorado al punto de hacer a ambos padres explotar.

—Molestaba a TaeHyung —dijo por lo bajo, llamando la atención de Jin por lo repentino de la confesión—. Tiraba sus cuadernos, se burlaba de él y una vez hizo que se le cayera su almuerzo, esta vez sólo me harté y... lo golpeé —resumió—. Quería que parara y TaeHyung me detuvo muchas veces, esta vez no lo aguanté —explicó, para sorpresa de su padre quien no dejaba de mirarlo estupefacto—. Siempre molestan a Tae y no entiendo por qué, no sé si es porque les parece el más débil o algo, pero me tienen harto.

Jin recordó los días anteriores, específicamente cuando JungKook llegó a casa con su mejilla lastimada y su labio roto, en ese momento NamJoon mencionó que su hijo podría tener más sentido de la justicia del necesario y él entendió aún más aquella referencia, no sólo por lo sobreprotector que había sido cuando conoció a NamJoon, sino que también ahora se había dedicado a proteger y defender a su mejor amigo. A diferencia de antes y ahora, su cuerpo era más grande y sus músculos igual, le gustaban los deportes y había practicado karate cuando tuvo doce años, ahora JungKook podía defenderse y defender a los otros de maneras nuevas que, aunque no encantaran a SeokJin, funcionaban mucho mejor.

Aun así, no podía evitar preocuparse al respecto. De por sí, la idea de que JungKook pudiera meterse en problemas mucho más grandes que él por haber recurrido a la violencia eran una amenaza constante que no dejaba de perseguirlo.

Sin embargo, no podía darse el tiempo ni el lujo de pensar en eso ahora, debía concentrarse en darle una respuesta a su hijo en ese momento y estaba en duda sobre si aceptar que fuera al cine o si insistir con respecto al castigo. Por un lado, SeokJin no quería que JungKook pensara que mientras tuviera una "buena excusa" sus peleas serían justificadas, pero tampoco quería que recibiera un castigo por haber hecho algo con una buena intención.

Suspiró, rendido al respecto, y se levantó del sofá para encarar al adolescente, quien estaba preocupado por la respuesta y por haber revelado demasiada información.

—Escucha —comenzó su padre—, no está bien golpear a las personas y no está bien que esa sea una de tus opciones para resolver conflictos —explicó por enésima vez en el año, notando como la expresión de JungKook se tensaba, así que tomó sus hombros para llamar su atención—. Está bien que hayas defendido a Tae y me alegra que me hayas dicho la verdad, pero por favor, piensa bien las cosas cuando te veas envuelto en una situación similar.

JungKook asintió con sus cejas fruncidas por la culpa que aún burbujeaba en su interior, ocasionada por haber provocado preocupación en sus padres más que por una culpa real de haber golpeado a alguien.

—Entiendo eso, voy a tener más cuidado...

En ese momento, SeokJin acarició los hombros de JungKook, esperando que aquel fuera un consejo que JungKook tomara en serio y que no lo olvidara con el pasar de los meses, aunque él ya había pensado cómo hacer que fuera mucho más contundente esta vez.

—Bueno, tienes algo que hacer para más tarde, así que anda a vestirte —lo soltó, observando la sonrisa emocionada en el rostro de su hijo—. Otra cosa que te hemos enseñado es a cumplir con tus planes, supongo que no puedo ser tan contradictorio, ¿uh? —JungKook dio un brinco contento y abrazó a Jin.

—Gracias, gracias, gracias —lo apretujó con fuerza, haciéndolo reír—. Iré a darme una ducha, ¡gracias! —se apartó y corrió escaleras arriba.

Jin se mordisqueó el labio inferior mientras lo veía desaparecer por las escaleras y se cruzó de brazos, preguntándose si había hecho lo correcto.

Cuando TaeHyung llegó a la planta baja de su edificio, él no podía creer lo que estaba viendo, y su mejor amigo seguramente lo acusaría de no tenerle la fe suficiente, pero es que de hecho no la tenía.

—¿Estás seguro de que te dieron permiso y no fue que te escapaste de casa? —fue lo primero que preguntó cuando abrió la puerta del edificio. No lo había creído cuando JungKook le mandó un mensaje avisando de su inminente llegada y no lo creía ahora que lo estaba viendo en frente de él—. No voy a prestarme para engañar a tus padres porque ellos prácticamente pueden leer mi mente.

—¿Por qué siempre supones lo peor de mi? —cuestionó al otro lado de la reja de metal que lo separaba por unos cuantos metros de la entrada al edificio en donde vivía su mejor amigo.

TaeHyung suspiró, virando los ojos para acercarse y salir de una vez por todas.

—¿Me has dado razones para no hacerlo? —JungKook trató de defenderse—. Ni lo intentes —abrió la puerta y salió, parándose a su lado para mirarlo como si de verdad no pudiera creer que estaba ahí—. ¿No te escapaste?

—¡Que no! —insistió, riéndose con indignación—. ¿Por qué creerías eso? Nunca me he escapado.

—¿Y esa vez en mayo para la fiesta de JaeBeom?

—No fue escaparme —levantó su índice—. Me regresé mucho antes de llegar al final de la cuadra porque me arrepentí.

TaeHyung lo observó un par de segundos con ojos entrecerrados, luego revisó su historial de llamadas por si los padres JungKook estaban tratando de localizarlo y asintió cuando lo encontró vacío.

—Bien, vamos.

JungKook bufó y caminó junto con TaeHyung hacia la parada de autobús que los iban a dejar frente al cine, antes de eso el pelinegro había tenido un viaje de al menos de quince minutos hasta la casa de Tae y aunque no estuviera realmente lejos de su propia casa, sí recordaba con melancolía el día en el que él se había mudado un poco más lejos de lo que había estado antes y es que después de que sus padres se casaran oficialmente ambos habían decidido empezar en un lugar nuevo, así como los propios padres de TaeHyung, pero por razones diferentes.

Que los padres de su mejor amigo se dirvociaran había sido un evento complicado en su juventud. Hubo meses en los que TaeHyung se perdía por semanas para visitar a su padre, quien ahora vivía en Daegu, y otros tantos que su madre no dejaba que fuera a casa de JungKook por la cantidad de atención que estaban recibiendo de los medios. NamJoon seguía siendo famoso después de todo y muchos querían la premisa de la nueva y encantadora familia, pero eso sólo aislaba mucho más al pequeño JungKook, quien sólo quería jugar con su mejor amigo.

Ellos lo pasaron realmente mal durante unos cuantos años hasta que finalmente las cosas se estabilizaron al inicio de la secundaria. Tener a TaeHyung de vuelta había sido revitalizador para su humor y desde entonces se volvieron mucho más cercanos.

—¿Qué se supone que le dijiste para que te dejara venir? —preguntó TaeHyung cuando estuvieron en la parada y JungKook sólo se encogió de hombros, sentándose en el banco para esperar cómodamente.

—La verdad nada, sólo limpié la casa, te dije que iba a funcionar —mintió, desviando la mirada hacia la carretera mientras mordisqueaba su labio y, al notar esto, el castaño le dio un golpecito en la cabeza—. ¡Aish! ¿Eso por qué?

—Eres terrible mintiendo —acusó y aunque JungKook trató de defenderse, él continuó—. Lo que sea que hayas hecho, pues qué bueno que funcionara, pero no trates de engañarme a mí porque conozco literalmente cada cosa de ti, hasta cuando mientes —se acercó a su lado un poco más, reposando su mano sobre el cabello del contrario.

JungKook sólo soltó un sonido de fastidio y desvió la mirada de nuevo, sintiendo su cara calentarse un poco al notar la manera en la que el tacto de TaeHyung se había transformado en pequeñas caricias sobre su cabello. El gesto era natural y tranquilo, probablemente no había nada detrás de aquello y aún así JungKook lo estaba disfrutando como si así fuera.

Quiso reírse y decirle a TaeHyung que en absoluto conocía cada cosa sobre él, pero no lo haría porque sería una enorme mentira. TaeHyung podía leerlo en dos segundos, a veces él ni siquiera tenía que decir palabra alguna, y a JungKook le parecía increíble que a pesar de eso, TaeHyung no pudiera notar la manera en la que su cara se calienta y su corazón se acelera cuando él lo ve por más tiempo del necesario.

La llegada del autobús interrumpió las caricias de su amigo, así que JungKook se concentró en pensar en la película y en lo aparentemente emocionado que debía estar al respecto, más de lo que estaba por verla con TaeHyung.

JungKook simplemente actuó con normalidad, como siempre había hecho y como debía ser.

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