C U A T R O

El sol de la tarde iluminaba el cielo con colores naranjas y violetas, dando una imagen hermosa para cualquiera que estuviera saliendo a la calle en ese momento, pero no lo suficientemente hermosa como para hacerle olvidar al dúo de amigos la película de dos horas y media que habían acabado de ver y que resultó ser un fiasco gigantesco.

—Te juro que no entiendo —fue lo primero que dijo JungKook cuando salieron del cine y TaeHyung se rió, apartando el envase de gaseosa de su boca—. ¿En qué estaban pensando? —se agarró el cabello, demasiado indignado como para ser real.

El tumulto de gente que abandonaba las instalaciones parecía estar de acuerdo, ya que todos los grupos y parejas que se habían reunido para el estreno vociferaban tanto como farfullaban por la decadencia de la última película y en lo anonadados que estaban por el desenlace que había tenido la historia.

Al principio ambos estaban emocionados por el comienzo, pero después de treinta minutos entendieron que la película comenzó a carecer de sentido mientras veían a los personajes actuar como si fueran personas completamente diferentes a las que habían planteado en un principio, provocando jadeos indignados y que un par de fieles aficionados abandonaran la sala sin más. Ellos se quedaron hasta el final, esperando una especie de redención en la gran pantalla, pero cuando las luces se apagaron casi quisieron llorar.

—No resolvieron nada y no tomaron en cuenta nada de las anteriores películas, el desarrollo de todos los personajes se fue a la mierda, ¡y metieron una historia de amor que no tenía nada que ver! —JungKook seguía exclamando incrédulo y TaeHyung continuaba riéndose, aunque su mejor amigo suponía que lo hacía para no llorar porque era quien más emocionado estaba de ver el filme—. Por amor de... ¿cómo mataron al mejor personaje de todos de esa manera tan estúpida?

Ambos cruzaron la calle en dirección a la avenida más cercana para tomar el bus, TaeHyung sólo lo escuchaba atento mientras terminaba su bebida.

—Qué horror —JungKook gimió con estrés—. Tiene los mejores reflejos del mundo, pero se distrajo lo suficiente como para que le caiga una piedra en la cabeza, claro...

—Supongo que es porque estaba distraído mirando al "amor de su vida" —excusó TaeHyung con una voz gangosa por lo cursi del momento y volvió a reírse cuando JungKook hizo una expresión de mortificación total.

—¡Dios! —gritó al cielo como si el mencionado pudiera rehacer la película, escuchando las carcajadas de Tae—. ¿No estás enojado?

—Bastante, pero bueno, al menos le dieron fin —se encogió de hombros, tomando otro sorbo de su gaseosa ya casi acabada y le dio una mirada rápida a JungKook—. Lo que más me lamento es que pagué por esto y que hayas tenido que venir hasta acá para ver una película tan decepcionante, habría estado mejor ver, no lo sé, cualquier otra cosa en mi casa.

—Sí, supongo que tendré que decirle a papá que fue lo máximo para que no sienta que desperdicié mi salida —frunció un poco sus labios, metiendo sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón y enarcó una ceja cuando TaeHyung le dio un pequeño codazo.

—Oye, sí valió la pena. Nos reímos de lo mala que fue —excusó, sonriendo—. Por cierto, ¿sí me vas a decir que le dijiste o qué hiciste para que te dejen salir o me vas a dejar en duda?

—Prefiero dejarte en duda, así sentirás más emoción y suspenso que esa película de mierda —señaló a sus espaldas y su mejor amigo se volvió a reír.

En ese momento, JungKook se encontró a sí mismo mirando un poco de más al contrario. TaeHyung tenía una particular manera de reírse y el sonido era contagioso, lucía realmente lindo cuando sus carcajadas se oían con fuerza y la manera en la que aquel sonido culminaba en una sonrisa, que JungKook siempre comparó con la forma de un rectángulo, le alegraba el día por completo.

No estaba seguro de si su mejor amigo sabía la hermosa sonrisa que tenía, pero esperaba que no supiera lo fácil que cualquiera podría caer por ella porque sería el superpoder más grande que tendría a su favor.

—¿A qué hora te dijeron que llegaras? —preguntó luego de lanzar el envase a un bote de basura en la calle y JungKook metió sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, encogiéndose de hombros—. Aish, esa es información importante —recalcó.

—¿Por qué mejor no voy a tu casa? —lo miró con una ceja enarcada y el castaño casi le da una patada, en cambio, optó por otro codazo que lo hizo jadear—. ¡Oye!

—¿Para que tus padres te maten? No gracias —hizo un ademán con su mano—. Vamos a tomar el bus a tu casa para que vean que soy un amigo responsable.

JungKook viró los ojos y dejó que TaeHyung tomara su muñeca para cruzar la avenida hasta la parada de autobús. Ambos continuaron hablando de lo mala que había sido la película y TaeHyung le envió un mensaje al resto de sus amigos para avisarles de que no la fueran a ver si no querían perder horas valiosas de vida.

TaeHyung era quien más hablaba en general, así que él estaba llevando las riendas de la conversación como de costumbre, explicándole a su amigo de los diversos temas que buscaba mucho en internet como historias de misterio, de miedo, o cuestiones más místicas como las cartas y demás. Eran el tipo de cosas que tenía un poco perdido a JungKook, pero le gustaba ver cómo TaeHyung se emocionaba hablándole de lo que sea que fuera su obsesión de la semana.

El castaño siempre había sido muy curioso, desde pequeño, un niño que le encantaba embarrarse de tierra y correr por todos lados, algo entrometido por culpa de su inmensa curiosidad y esta misma lo llevaba a obsesionarse con temas variados durante un tiempo indefinido hasta que encontrara uno nuevo. Así que claro que iba a hablarle a su mejor amigo sobre lo que eran las horas espejo y lo importante que era estar atento a los mensajes que llevaban consigo los números.

—Vamos —avisó Tae cuando el bus se detuvo y ambos bajaron en la parada que habían tomado más temprano. En ese momento JungKook agradeció que llegaran porque casi sentía que podía quedarse dormido por todas las palabras que decía el castaño—. ¿Quieres que te acompañe a tomar el bus que te lleva a tu casa?

—Nah, yo puedo ir solo. Después no quiero que te regreses por tu cuenta, es mejor así —hizo un ademán con su mano como si no fuera la gran cosa y aunque el castaño formó un mohín, él insistió—. En serio. Yo te acompaño a tu casa y de ahí me voy a la mía, es más fácil eso a que tu hagas ese viaje necesario.

—Bueno —se quejó por lo bajo, para luego suspirar dramáticamente—, menos mal, porque me daba flojera venir solo —se rió.

JungKook chasqueó la lengua y rodeó el hombro ajeno con su brazo de manera cariñosa, actuando relajado.

—Te conozco a perfección, esto de ser "caballeroso" no te sale, eres muy flojo para eso —decía con aires de decepcionado, pero no pudo evitar tensarse cuando sintió el brazo de su amigo rodear su cintura con firmeza, complementando el medio abrazo que se estaban dando.

—Es que para eso estás tú, mi amor —decía con gracia mientras caminaban, coordinando sus pasos para no caerse—. Yo soy el chistoso, tú eres el caballero, ¿no te parece una combinación perfecta?

—Más perfecta que coca-cola con doritos —mencionó a lo tonto lo primero que se le ocurrió, provocando una risa corta en su amigo.

—Nunca me había puesto a pensar en que sí combinan bien —suspiró con anhelo, acariciando su estómago con su mano libre—. Ahora quiero Doritos...

—Lamentablemente no cargo dinero.

—Es que si tuvieras dinero ya me lo estarías comprando, ¿o no? Siempre mimas a tu príncipe —lo miró juguetón, inclinándose un poco más hacia él mientras JungKook trataba de no perder el equilibrio por el peso extra.

JungKook pasó saliva y desvió la mirada.

—Ya no te compraré nada —respondió a la defensiva y el castaño se rió, alargando los pasos para molestar un poco al contrario—. Aish, camina bien, harás que nos caigamos... —se quejó, pero siguió al otro quien había afianzado el agarre sobre su cintura.

Aquello era normal en ellos, tontear y demás, pero claro que JungKook se iba a sentir tímido y avergonzado mientras su mejor amigo apretaba su cintura y mantenía el agarre mientras ambos caminaban por la calle, riéndose como un par de tontos. A pesar de su apariencia, TaeHyung tenía fuerza, la suficiente como para hacer sentir pequeño a JungKook cuando lo sujetaba de esa manera, la suficiente como para que JungKook se dejara hacer sin chistar de vez en cuando.

JungKook amaba esos momentos con su mejor amigo, el tiempo de calidad con él siempre le sacaba una sonrisa y la sensación de sentirse en su propio mundo lo intoxicaba como una droga, llevándolo al cielo mismo como si estuviera volando y quizás era taquicardia la que sentía, pero su corazón siempre latía contento y rápido cuando se trataba del castaño con hermosa sonrisa.

Después de despedirse y de dejar a TaeHyung en su casa, el camino a su propia casa fue tranquilo y aburrido. No iba a decir que extrañaba a su amigo porque aquello sería muy tonto, pero era exactamente eso lo que sentía y era un sentimiento al que se había acostumbrado con el pasar de los años. Él sabía que TaeHyung era como un sol que alegraba sus días, y lo aceptaba, pero decirlo era una cosa totalmente diferente, así que lo mantenía en secreto para sí mismo, disfrutando del otro el tiempo que le tocara antes de volver a la soledad, deseando verlo de nuevo pronto.

Él no estaba del todo seguro de lo que iba a encontrar una vez abriera la puerta de su casa, pero lo que menos se esperaba era escuchar las voces de sus padres discutiendo.

Al principio no se había dado cuenta de que estaban discutiendo, pero mientras más se acercaba a la cocina más podía escuchar el fuerte sonar de sus voces. Sus cejas se fruncieron un poco, tratando de agudizar el oído desde su lado de la puerta, curioso por saber la razón detrás.

Las discusiones de sus padres no se acercaban a lo que sus compañeros de clase mencionaban del tema, sus padres no gritaban ni se lanzaban cosas, cuando estaban en desacuerdo no salían de la casa hechos unas furias, simplemente hablaban fuerte de vez en cuando y se les notaba en la voz lo fastidiados que podrían estar con un tema, pero estos nunca resultaban ser demasiado serios en general como para generar una discusión horrible.

Esta no era la excepción, pero seguía siendo raro escucharlos de esa manera. De por si, ellos lo mantenían lejos de sus peleas, así que JungKook no estaba del todo acostumbrado.

—Entonces simplemente lo dejaste ir —aquella era la voz de NamJoon, sonando tan sorprendido como confundido y el adolescente pudo imaginarse al hombre tensando su mandíbula.

—No lo dejé ir sin más, NamJoon —refutó Jin, probablemente de brazos cruzados—, me pareció que tenía sentido lo que estaba diciendo y TaeHyung no es cualquier loco, es su amigo, ellos habían planeado esto con antelación.

—Jin, así no es como funcionan los castigos, por más "buena excusa" que haya sido, no está bien darle la libertad de ir por ahí como quiera —explicó con bastante razón—. Además, ni siquiera me consultaste, pensé que estábamos de acuerdo en esto. Sé que desde siempre te ha gustado mimarlo, pero esta no es la manera.

—NamJoon, no me has dejado explicarte todo y él estaba apurado para llegar al cine. Por otro lado, esto no tiene que ver con que lo esté mimando o no —continuó, defendiendo su argumento—. ¿Qué se supone que hagamos? ¿Castigarlo todo el tiempo sin escuchar su versión de la historia o darle la oportunidad de explicarse? Va a terminar odiándonos.

—Nunca nos explica nada y cuando lo hace, sus excusas son terribles, ¿cómo se supone que...?

JungKook chasqueó la lengua y subió las escaleras a su habitación. Claro que habría querido explicarles si eso implicaba menos problemas, también sabía que ellos iban a entenderlo, entonces, ¿por qué prefería quedarse callado y no decir nada? ¿Para no confesar sus sentimientos sobre TaeHyung? Ellos seguramente lo entenderían también, pero él no quería abrir la boca, si no hubiera sido casi amenazado por su amigo para ir al cine quizás ni siquiera le habría dicho a Jin lo que ocurría y aunque era extraño y no sabía darle nombre, JungKook no quería detenerse a pensar en eso porque era frustrante.

Desde hacía un tiempo había comenzado a pensar que era un sinsentido tratar de resolver las cosas con charlas, era simplemente eso. A veces las personas necesitan un golpe para entender, para quedarse callados. Él lo veía como algo lógico, por supuesto que tenía sentido.

Si alguien te tiene miedo, no te va a molestar.

Si alguien te molesta, haz que te tema.

Simple.

—¡Ya llegué! —anunció desde arriba para que la pareja no se diera cuenta de que había sido escuchada y él cerró la puerta de su cuarto sin ánimos, arrastrándose a su cama para quitarse la ropa y ponerse un pijama.

No esperaba que ninguno entrara a su habitación, pero NamJoon tocó y abrió la puerta unos minutos después. El hombre tenía una expresión seria en el rostro, sus brazos cruzados sobre su pecho mientras parecía esperar a que JungKook hablara, pero este lo miró como si no entendiera lo que quería, dándose el lujo de encogerse un poco de hombros como si nada.

Sí, quizás era un poco engreído.

—¿No tienes nada que decir? —preguntó NamJoon de manera dura, un poco molesto por la actitud que cargaba JungKook consigo. En ese instante no podía pensar en otra cosa más que el adolscente estaba obteniendo lo que quería y sabía que aunque no fuera malo, quizás se les estaba yendo de las manos.

JungKook apretó la mandíbula y se cruzó de piernas sobre la cama sin mirar a NamJoon, probablemente un poco intimidado por la mirada que este le estaba dedicando y es que aunque Jin fuera quien usualmente se encargaba de los castigos, NamJoon enojado era alguien con quien no querías meterte.

—No, habla con papá, él sabe por qué me dejó salir —respondió corto, casi murmurando.

—Estoy preguntándote a ti —insistió, molesto, pero cansado. El adolescente sólo lo miró, pero no respondió al momento, haciendo que NamJoon comenzara a perder la paciencia—. JungKook, supongo que entiendes que no está bien esto, no está bien tu comportamiento en absoluto, mucho menos tus respuestas, ni siquiera te estoy hablando mal.

—Ya lo sé, pero no sé qué más decir —respondió sincero, pero su tono era todo menos amistoso—. Le expliqué a papá, él me dejó ir con Tae. Habíamos planeado esto mucho antes del incidente, simplemente no lo quería decepcionar.

—Sí, entiendo eso, pero las personas necesitan tomar responsabilidad por sus acciones —señaló con calma, esperando que el otro entendiera—. Decepcionar a tus amigos o no, sigue siendo un resultado de tus acciones. Jin habrá visto que valía la pena, pero no es así, ambos debimos hablar de esto antes de tomar una decisión y quiero que entiendas que es necesario que recibas un castigo apropiado por tus acciones, esto no es algo que salió de la nada, fuiste tú. Por más buenas intenciones que tuvieras, sigue estando mal y sigue mereciendo un castigo.

El adolescente bufó y desvió la mirada. No. Él no quería enojarse ahora, tenía sentido que su padre estuviera preguntando al respecto. ¿Por qué se sentía tan a la defensiva? Sólo quería gritar y que lo dejaran solo.

Sus pensamientos se mezclaron y ahora estaba enojado. Las palabras saliendo de su boca sin ningún plan, sólo podía pensar en que quería acabar con la conversación lo antes posible.

—Ya me disculpé por lo que pasó con Jae, ya terminé el castigo en la escuela y ya los acompañé a sus trabajos, entendí todas las lecciones que quisieron darme en la semana, limpié la casa dos veces... —enumeró, mirando a su padre como si estuviera ofendido y NamJoon continuó mirándolo con ojos cargados en seriedad—. ¡No entiendo qué más quieren de mí! —se señaló con ambas manos, sonando un poco más exaltado.

—JungKook, baja la voz —advirtió, haciendo un ademán con su mano—. Nadie te está gritando, no entiendo por qué pareciera que no tuvieras paciencia, pero basta ya —regañó y el chico apretó su mandíbula de nuevo, acatando la orden pese a que se sentía temblar—. ¿Acaso entendiste algo luego de los numerosos castigos que has tenido? No es simplemente disculparse o hacernos favores como limpiar la casa, es aceptar que hiciste mal.

—Es que no lo entiendes —contraatacó con rabia—. Les di su merecido porque molestaban a Tae, algunos incluso lo golpeaban sin razón, no iba a quedarme de brazos cruzados viendo cómo le hacían eso a mi amigo —señaló con voz harta. NamJoon no vaciló en su expresión dura, mucho menos en sus ojos serios que casi parecían juzgarlo, así que el adolescente se sentía más desesperado—. ¿Cómo podría estar mal sabiendo que hice lo correcto?

NamJoon suspiró, acariciando el puente de su nariz.

—JungKook —comenzó de nuevo, el adolescente acomodó sobre su cama, ansioso porque el adulto se fuera de su habitación—, parece que nadie te ha dicho esto, pero, sorpresa, la violencia sólo genera más violencia —razonó y el menor lo miró como si estuviera loco, consternado a más no poder—. No puedes ir por ahí golpeando sólo por tus ideales, que sí, están correctos, pero esta no es...

—¿La manera? —completó—, porque ha sido la única manera que ha funcionado y será la única que va a funcionar con personas como Jae o cualquier otra que moleste a mis amigos —sentenció.

—¿Qué clase de lógica es esa, JungKook? —preguntó con frustración.

El adolescente tomó aire.

—Si te tienen miedo, entonces no te van a joder —espetó con seguridad.

—¡Kim JungKook! —la voz de Jin se hizo presente, seguramente había estado escuchando el regaño desde el pasillo. Ahora, su cara se encontraba consternada y sus ojos sorprendidos mientras miraba a su hijo.

El adolescente se encogió un poco en su lugar, luciendo arrepentido por lo que había dicho. Aquello no era lo que quería, no era parte del plan que ellos estuvieran discutiendo ahora, no quería que ellos se enojaran con él, mucho menos entre ellos. De repente, la culpa lo invadió y se dió cuenta de que no había usado las palabras correctas. ¿Por qué él se sentía tan enojado? Ahora sus padres estaban molestos por su culpa, si no hubiera salido las cosas estarían mejor; él habría terminado su castigo sin complicaciones y ellos no habrían tenido que hablar sobre el tema de nuevo.

Su postura vaciló, ya no lucía como un chico seguro y enojado dispuesto a pelear aunque tuviera las de perder, ahora se veía como un niño arrepentido, su cabeza medio gacha mientras sus padres lo observaban con ojos sorprendidos, incluso decepcionados.

Otra vez se había dejado llevar.

¿Por qué siguen girando alrededor del mismo tema? ¿Por qué no podían simplemente superarlo y seguir? Ya no quería hablar de Jae, estaba harto.

Otra vez quería gritar.

—Papá... —miró a Jin y este suspiró.

—Vamos a acabar de hablar de esto ahora mismo —sentenció el hombre y NamJoon negó lentamente con la cabeza, sus brazos cruzados sobre su pecho mientras desviaba su atención de JungKook para mirar a su esposo, casi como si le estuviera diciendo "te lo dije"—. Tú y yo vamos a hablar, ahora.

La pareja se retiró de la habitación y JungKook logró escuchar una pequeña frase de parte de NamJoon antes de que terminaran de cerrar la puerta, una que hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas:

Es como si me odiara otra vez.

Él no lo entendía, ¿otra vez? ¿A qué se refería? Él jamás había odiado a su padre. Lo amaba. Desde el recuerdo de la boda, sabía que NamJoon había sido el mejor padre del mundo. Ellos no habían discutido tanto en su vida como lo estaban haciendo en la actualidad, pero eso no significaba que no lo amara. Fue por esto que la culpa lentamente creció aún más dentro de su pecho, su respiración tornándose irregular y su cabeza le repetía que no llorara porque no iban a consolarlo. Se lo merecía de todas formas. ¿Por qué irían a consolar a un mocoso engreído que sólo busca problemas?

Él se había divertido con TaeHyung, había tenido un buen día pese al castigo y pese a que la película había sido decepcionante. ¿Por qué se había tenido que arruinar así? Ahora sus padres seguramente estaban discutiendo, todo por su culpa. ¿Por qué no podía sólo responder las preguntas en vez de tomarse todo tan personal? ¿Por qué todo le irritaba?

Entre sus brazos tomó una de sus almohadas, apretando el suave objeto tan fuerte como sentía que quería gritar, descargando sus conflictivas emociones en ella mientras el fuerte sonido de un gruñido de frustración se perdía entre las capas de tela y algodón.

No pudo evitar pensar en que todo estaría mejor si él no existiera.

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