Extra ll

Hoseok se dispuso a leer un libro mientras tomaba una taza de té, cuando de repente dejó caer el libro y puso la taza en la mesa de manera brusca al recordar algo.

Unió cabos... No había ruido. Tampoco estaban ellos ahí encima de él como siempre, ni Seokjin molestando a los gemelos diciéndoles que Hoseok era suyo.

Se levantó rápidamente y comenzó a buscar por toda la mansión a la niñera que lo ayudaba a cuidar de los gemelos. Pasó por una habitación y sintió un aroma conocido, aunque muy leve, así que no le tomó importancia y siguió caminando por el desolado pasillo.

Cada paso resonaba en los pasillos silenciosos, algo extraño para él, ya que usualmente se escuchaban risas, el llanto de los gemelos y las bromas de Seokjin.

Al llegar a la habitación de los niños, se encontró con la niñera, quien parecía visiblemente nerviosa. Su expresión revelaba algo más que una simple casualidad. Hoseok, con mirada rígida, se dirigió a ella.

—¿Dónde están los gemelos y Seokjin? —La mirada de Hoseok se endureció cuando la niñera se negó a responder—. Responde... ¿Dónde están?

La niñera titubeó antes de responder.

—El señor se llevó a los gemelos porque le están preparando una sorpresa.

—¿A dónde fueron? —La niñera le mostró una sonrisa y sacó un pañuelo negro.

—Lo siento, señor Hoseok, pero fue la orden del señor Seokjin. —Se acercó a Hoseok con el pañuelo en la mano y Hoseok bufó mientras asentía.

—Dormirás en el sofá, eso tenlo por seguro, Kim Seokjin —murmuró visiblemente irritado.

Después de que la beta, que era la niñera de sus hijos, le tapara los ojos, lo tomó del brazo y lo llevó por el pasillo hasta detenerse. Hoseok quiso seguir caminando pero topó con lo que parecía ser una puerta.

—Esperemos un poco, señor Hoseok —dijo la niñera. Solo bastaron unos minutos para que se escuchara el rechinar de una puerta siendo abierta y sintió cómo era jalado al interior de la habitación. Suspiró con tranquilidad porque sabía que quien lo había jalado al interior era Seokjin, lo supo por el aroma de su esposo.

Sintió cómo las manos de Seokjin se pasaban por su cabeza hasta llegar al nudo del pañuelo y, segundos después, fue quitado.

Su vista era borrosa y la luz le calaba mucho por haber tenido los ojos tapados, pero cuando su vista volvió a la normalidad, sonrió por lo que sus ojos veían.

—Amor, me traje a los gemelos aquí conmigo para que estuvieras un rato tranquilo mientras yo preparaba todo —sonrió—. Estabas tan sumergido en tu lectura que no te diste cuenta de nada.

Hoseok vio con cariño a Seokjin y después se acercó plantando un beso en los labios de este.

—Te amo mucho, Seokjinie. Gracias —sonrió una vez más y miró todo lo que Seokjin había preparado.

Seokjin había organizado algo especial para Hoseok. Guiándolo a una habitación que previamente había pasado por alto, Hoseok descubrió una sorpresa preparada con cariño: un ambiente acogedor con velas, música suave y una comida humeante que esperaba ser comida pronto, además de un delicioso postre.

Resultó que el silencio y la ausencia de bromas eran parte de una sorpresa para darle a Hoseok un momento de tranquilidad y sorprenderlo con muestras de aprecio. La sorpresa dejó a Hoseok entre asombrado y agradecido.

Hoseok giró su rostro y vio a sus pequeños dormidos. Los pequeños, de 2 años, vestían unos pequeños trajes a juego con el de Seokjin que los hacía lucir adorables a la vista de Hoseok.

—Ya se durmieron —dijo Seokjin—. Iré a dejarlos a su habitación y regreso —dejó un beso en los labios de Hoseok y después se alejó para tomar a Soobin y Minjun en brazos sin que se despertaran y después salió de ahí, regresando unos minutos después.

Cuando Seokjin volvió a ingresar, cerró la puerta y se acercó a Hoseok besándole la mejilla.

—Jini, se miraban muy tiernos en los trajecitos —sus ojos se iluminaron al recordar a sus cachorros.

—Sí, lo sé —tomó con delicadeza la mano del pelirrojo—. Vamos, cariño... La comida se enfría —Hoseok asintió y se acercaron a la pequeña mesa que había sido colocada ahí antes.

Seokjin sacó una botella de champaña y sirvió dos copas antes de sentarse frente a Hoseok. Ambos comenzaron a comer con la suave música de fondo mientras se dedicaban sonrisas.

Ante los ojos de Seokjin, Hoseok debía ser tratado como un hermoso diamante, con delicadeza y cariño, y eso es lo que hacía... demostrarle el gran amor que sentía por él.

Y los pensamientos de Hoseok hacia Seokjin no eran muy diferentes.

Después de terminar con su cena, Seokjin sirvió dos copas de vino y dejó una frente a Hoseok, quien la llevó a sus labios dando un pequeño sorbo y después la volvió a dejar en la mesa.

Seokjin acercó su rostro al de Hoseok, besando sus labios y probando el sabor de las gotas de vino que habían quedado en los labios del pelirrojo.

—Delicioso.

Hoseok tomó una fresa rellena de Nutella y cubierta en chocolate blanco y la llevó a los labios de Seokjin, quien la comió.

—Deliciosa... pero aun creo que lo son más tus labios.

—Ay, Seokjinie... aunque pienso lo mismo de tus labios —dijo Hoseok mientras escondía su cara en el cuello de Seokjin y aspiraba el olor de este.

Seokjin sonrió.

—Te amo, Hoseok... eres esa luz que me da vida —suspiró y acercó su rostro lentamente a Hoseok—. Eres mi todo, el toque de magia que transforma cada día. Contigo, la vida se llena de colores vibrantes y risas contagiosas. Tu amor es mi refugio, la razón por la que mi corazón late con alegría. Cada instante a tu lado es una aventura emocionante, un viaje lleno de descubrimientos y risas compartidas. Te quiero más de lo que las palabras pueden expresar —juntó sus labios con los de Hoseok en un lento beso.

(....)

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