Capítulo 5. Noticia no tan deseada
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
Ya ___ estaba segura en la cabaña. Yo veneraba por su seguridad en todo su esplendor. Ella no tenía que preocuparse por la comida porque Daki se encargaba de eso. No deseaba que ___ trabajase en este mundo infernal. No me agradaba la idea que seres inferiores como los Beta la manoseen. Me daba asco.
Me estaba dando cuenta que me estaba convirtiendo en un ser posesivo con ella. Tal vez sea porque era mi Omega. En ningún momento ha entrado en celo desde la última vez. ¿Significaba que ya estaba preñada? No lo sé con certeza. Yo desconocía ese mundo tan amplio que nos rodeaba. El único que tenía esa información era Muzan-sama, pero ese demonio estaba preocupado en buscar aquella flor.
Yo estaba afuera de la cabaña observando con detenimiento las luces del Distrito Rojo. Ya estaba oliendo a sexo por todas partes. No podía creer que a Daki le gustase esto. Bueno, si le era más cómodo conseguir a sus víctimas pues que así sea. Mi olfato se agudizó porque notaba a ___ moverse por la cabaña preparando su cena. No parecía estar preocupada, más bien estaba tranquila.
Si tú supieras lo que sucederá después del nacimiento de nuestro hijo. Solo esperaba que no te quedaras preñada porque, si eso sucediera, tal vez nunca verás a ese bebé. Bueno, tampoco sé si podrás sobrevivir cuando des luz.
Pasos escuché aproximarse hacia mí y decidiste sentarte a mi lado para admirar también el paisaje. Estábamos en lo alto de la montaña alejados de todo el mundo. Me tensé cuando apoyaste la cabeza en mi hombro. Yo era un demonio. No podía sentir nada, sin embargo, su compañía no me estaba desagradando en absoluto. Tú apoyas la mano en la mía sin miedo acariciando mis nudillos. ¿Por qué me tratas tan bien?
—¿No podemos bajar para ver el ambiente?
—Me temo que no.
—No quiero estar encerrada en estas cuatro paredes —se quejó un poco—. No obstante, no me importa porque sé que estás conmigo.
Un escalofrío recorrió por todo mi ser cuando dijo eso. Es una humana muy confiada. Ella esperaba que yo la amase. Seguramente ella está experimentando esas emociones. Yo no podía. Eso para mí son debilidades.
De pronto, fuegos artificiales hicieron acto de aparición en el Distrito Rojo. Algo se estaba celebrando y no estaba muy seguro de qué. Esto me resultaba familiar. Ladeé la cabeza intentando recordar, pero no me llegaba ninguna imagen.
—¡Es hermoso! —exclamó ___ con ojos brillosos.
Bajo la luz de la luna y ante los fuegos artificiales, se veía hermosa. Ese rostro joven y angelical te invitaba a pecar con ella una vez más. Esa emoción y esa sonrisa me gustaban demasiado. Yo esbocé un poco la sonrisa disfrutando de esta bella imagen.
—A-Akaza…
Me llamó. Su tono se volvió tímido. ¿Por qué? No hice ningún comentario. No. Mi instinto Alfa se activó y la acosté en el tatami con brusquedad quedando encima de ella. Dios, este olor a peonías se intensificó aún más. Eso significaba que estaba en celo de nuevo. Era mía completamente, podía hacer lo que quisiera con ella.
—Eres una chica mala —susurré, esbozando más la sonrisa—. Mira que ponerte cachonda viendo fuegos artificiales —me burlé.
—E-Es que… imaginé que me harías el amor… bajo ellos…
¿Qué? ¿En serio llegó a pensar tal cosa y provocar que entrara en ese estado? Que humana tan ingenua. Me estaba gustando su manera de imaginarse ciertas situaciones juntos. Un gruñido gutural emití en mi garganta ya dispuesto a morder su glándula feromonal ya hinchada. Sí, eres completamente mía, joder. Amor. Qué palabra tan extraña, ¿verdad? Ya ni sé cómo se experimentaba ese sentimiento.
Con mis dedos me deshacía de su obi para abrir su kimono completamente. Su pecho es tan hermoso. No me resisití a morderlos o chupar sus pezones dejando pequeñas marcas mostrando que era definitivamente mía. Ella temblaba debajo de mí gimiendo sin control. Esos sonidos me vuelven loco, joder. Son mi pura fantasía desde que te conocí. Mi olfato detectó el dulce olor de tus flujos vaginales. Con que esas tenemos, ¿eh?
Ya con el kimono fuera, coloqué mi cabeza entre sus piernas para degustar este exquisito sabor. Otra adicción más que añadir. Llevaba unos días sin probarlos desde nuestro primer encuentro sexual. Tú me deseabas en todos los sentidos. En ningún momento me has rechazado. Si tú supieras de las cosas que te podría hacer… Mierda. Me estaba doliendo horrores la entrepierna.
___ no paraba de gemir mi nombre invitándome a que prosiguiera mi labor de estimular su sexo. Me estaba enloqueciendo. Aparté mi cabeza dispuesto a hacerla mía de nuevo. No aguanté más. Ya estaba lo suficientemente dilatada como para recibirme. Me deshice de mis ropas para estar lo más cómodo posible.
—Date la vuelta y ponte en cuatro —le ordené con la voz ronca—. Te voy a follar como un verdadero animal.
Tú me hiciste caso porque estabas excitada. Te diste la vuelta con cierta torpeza porque la excitación era inminente. Mi gran sorpresa era que moviste tu trasero para incitarme a entrar. Joder, ¿desde cuándo te volviste una pervertida? Mis manos agarraron tu cintura y me dispuse a entrar en tu interior. Dios, aún sigues estrecha. Estás muy caliente ahí dentro.
Inicié el vaivén con fuertes estocadas porque el placer se agranda por cada minuto que pasaba. Los fuegos artificiales y la luna llena eran testigos de este acto sexual. Yo agarré tus cabellos tomando el rol de un animal en celo y dominante hacia su pareja. No te quejaste. Solo te estabas dejando llevar por esta exquisita sensación. Mi mano apretaba tu trasero, incluso lo golpeé unas cuantas veces. No podía controlar las ansias de morder esa zona hinchada. Te marcaría todos los días de mi vida si fuese necesario.
Eres mía. Completamente mía. Incliné más mi cuerpo para tener mayor acceso a tus pechos y dejé estar arrodillado para estar de cuclillas con los pies en el suelo, y profundizando más las estocadas. Todo tu trasero estaba expuesto. Esto era una bella imagen para mis ojos. Ahora sí que te estaba follando como cualquier animal en celo. Ya estaba en mi límite. En cualquier momento iba a correrme, pero ella llegó antes causando que sus paredes se contrajeran. ¡Mierda, no lo pude contener! Liberé completamente mi semilla uniendo nuestros cuerpos por el nudo creado en la base de mi pene.
Ya los fuegos artificiales acabaron. Ella estaba agotada. No paraba de jadear continuamente. Su celo estaba desapareciendo poco a poco y mi modo Alfa estaba desapareciendo lentamente. Me acosté a un lado con ella entre mis brazos. El nudo no se romperá hasta pasar unos cuantos minutos largos. Me gustaba estar en su interior. A ella le podrá ser incómodo las primeras veces, pero se acostumbrará.
Sin evitarlo, unos simples ronroneos emití cerca de su oído causando que ella se tensara y se asombrara. Me estaba comportando como un gato queriendo mimos. Mordía y lamía su oreja accesible no dejando de hacer esos sonidos. ___ se encogió, riéndose por lo bajo ante mis tratos. Ella giró un poco su cuerpo para tomar mi rostro y depositar un beso en mis labios. Aún no estoy acostumbrado a ese gesto. Sin embargo, no me disgustaba, era todo lo contrario.
Fue un beso corto. Quería más. Ella, de alguna manera, me leyó el pensamiento y repitió una y otra vez. ¿Estos besos son llamados “besos mimosos”? De alguna manera, me empezaban a gustar hasta que yo correspondía y empecé a seguir el juego queriendo más y más.
Estuvimos así toda la noche.
Luz de la mañana. Lo odiaba. Odiaba estar escondido en las sombras para no desaparecer. Era la gran debilidad de cualquier demonio. ___ aún seguía durmiendo tranquilamente. Mierda, ¿qué me hizo para comportarme de esa manera? Tenía enfrente una bruja capaz de desorientar mis sentidos y hacer lo que quisiera. Mi corazón latía con más fuerza cada vez que la veía.
No podía. Yo no podía estar enamorada de esa humana. Era solo un… ¡No! No, Akaza. No era un objeto. Las mujeres son consideradas como reinas. A mí me gustan las mujeres. Ella es mía. Ella me entregó su cuerpo para que la marcara y disfrutara de esos momentos juntos. Me acerqué lentamente para verla mejor. Mierda, eres tan relativamente hermosa. Haces que despierte ciertas emociones que deseaba ignorar en todos los sentidos.
Estuve a punto de acariciar tu cabeza, sin embargo, despertaste y te levantaste de golpe para correr hacia afuera y vomitar. Ese gesto hizo que me preocupase y socorrí para ver si se encontraba. ¿Me habrá pasado ayer? No pareció molestarla.
—A-Akaza… no me siento bien…
—Siento si fui brusco ayer —me disculpó. Yo no tenía ninguna intención en hacerle daño.
—No… me noto rara en la barriga…
¿La barriga? Mierda, si tuviera cierto conocimiento médico pues ya sabría cual es su problema. No podía salir a la luz del sol. Ardería en llamas.
—¿Podrás aguantar hasta la noche? —pregunté.
—Creo que sí… —Intentó levantarse, pero yo se lo impedí, cogiéndola en brazos cual princesa y la acosté en el futón—. O tal vez no…
—... Tranquila, tengo la solución.
Ella me miró confusa. Solo hay una única persona que podrá saber su estado. Lo único que no me agradaba era la idea, pero no tenía otra opción. Cerré los ojos centrando mi mente en la suya. De vez en cuando, permitía a ese hombre entrar en mi cabeza para ver lo que estaba viendo.
«Muzan-sama, si me escucha, dígale a Nakime que nos teletransporte a mí y la humana hacia el castillo. Pasa algo raro en la Omega».
Un toque de biwa escuché. Mis ojos se abrieron completamente. ___ se asustó tanto que me abrazó con mucha fuerza. Parece que Muzan-sama me escuchó. Su presencia estaba delante de mí. No era un hombre, sino una mujer hermosa. Hice una reverencia delante suya a modo de respeto.
—Gracias por escucharme. —No mencioné su nombre delante de ella porque se activaría la maldición y me mataría.
—Cuando se trata de algo que me interesa, yo aparezco —dijo. Su voz femenina me estaba causando escalofríos.
Ese demonio caminó hacia nosotros bajando por esas escaleras con cierta gracia. ___ estaba impactada y con las mejillas sonrojadas. ¿Será el efecto que causaba Muzan-sama al ser el Alfa dominante de la manada? No estaba seguro, pero me molestaba.
—¿Cuál es tu nombre, jovencita?
—___ —susurró.
—Yo soy Kibutsuji Muzan, el cabecilla de los demonios. Soy el Super Alfa de la manada.
En ningún momento levanté la cabeza no queriendo faltarle el respeto. Mis ojos amarillos se fijaron en ___ quien tenía la mirada fija en la entrepierna de mi señor y sus mejillas se tornaron rosas. Una cara de espanto llevaba. Oh, cierto. Le conté ese tema que las mujeres Alfas pueden tener penes. Muzan-sama empezó a reírse.
—Oh, tranquila. Esta no es mi verdadera forma. En realidad, soy un hombre —aclaró—. Sin embargo, me gusta confundir a mis presas transformándome en mujer o en niño, dependiendo de la situación.
—E-Eso no me tranquiliza —confesó.
Entonces se llevó la mano hacia la boca queriendo vomitar y lo hizo. No sé qué estaba pasando. Necesito respuestas urgentemente. Muzan-sama se puso a su lado colocando la mano en su vientre. Sus ojos rojos se posaron en mí. Yo estaba sudando la gota gorda porque no sé si me matará o qué.
—Enhorabuena —nos felicitó.
—... No entiendo, Muzan-sama.
—Tu pequeña Omega está embarazada.
Esa noticia me impactó demasiado.
—¿Estoy… embarazada? —volvió a preguntar ___ para estar seguros. Él asintió—. ¿Cómo lo sabe?
—Soy el Rey de los Demonios. Esa criatura que llevas en tu interior porta sangre de demonio, así que fue fácil averiguarlo —informó—. En cuatro meses y medio darás a luz al bebé.
—¿No nueves meses?
—Eso sería en el caso de los Betas. Tú eres una Omega y has concebido con un Alfa. El embarazo de un Omega es la mitad de un Beta.
—¡¿No es genial, Akaza?! ¡Vamos a ser padres! —exclamó con alegría.
Yo aún estaba conmocionado ante la noticia. No sé si alegrarme o qué. Por un lado, estoy feliz porque iba a tener mi primer hijo por muchos siglos. Por otro lado, ese bebé estaba condenado a ser devorado por Muzan-sama, si era capaz de soportar la luz solar. Sin embargo, mi gran preocupación era ___. No sé si ella podrá aguantar todo este procedimiento y no sé si vivirá después del parto.
—Quisiera hablar a solas contigo, Akaza —me comunicó Muzan-sama.
No dio la orden a Nakime de mandar a ___ a esa casa. Me levanté de mi sitio para seguir a ese demonio disfrazado de mujer. No sé qué me dirá, pero estaré atento para la siguiente misión.
—Ahora que sabemos que está preñada, no debes alejarte en ningún momento —me aconsejó—. Si lo haces, crearás en ella cierto abandono y puede sufrir un aborto.
—Entiendo. —Sí, ahora lo comprendí.
—Cada semana ella debe tomar un poco de este brebaje que he creado. —De su kimono sacó una pequeña botella—. Haciendo investigaciones sobre las últimas Omegas embarazadas por Alfas demonio he encontrado la solución para su problema. Es una forma de que no le afecte demasiado la sangre de demonio.
Eso me aliviaba bastante.
—Estate atento a cualquier cambio. Cuando haya nacido, me lo comunicas. ¿Está claro?
—Sí, Muzan-sama.
—No me decepciones, Akaza. Eres un demonio fiel y que cumple todas mis expectativas. Si me fallas —dejó de hablar para tomar mi barbilla y obligarme a que le mire directamente a sus ojos—, pagarás las consecuencias y ella está incluida en esa amenaza.
—... Sí, Muzan-sama.
Con todo eso dicho, volví con ___ quien me estaba mirando, intentando comprender lo sucedido. Nakime nos teletransportó de nuevo a la cabaña. Nos amenazó de muerte. No quisiera perderla. ___ era alguien que me transmitía cierta paz y calma. Ella seguía mirándome con una sonrisa de oreja a oreja.
—Me siento feliz —confesó—. Vamos a formar una familia. —Ella estaba tocando sutilmente su vientre—. Estoy deseando ver a nuestro pequeño.
¿Qué puedo hacer?
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