Capítulo 2. Misión para un Alfa

El castillo infinito. Eso significaba que Muzan-sama nos quería comentar algo importante. Todos los Lunas Superiores estábamos reunidos. Los Lunas Inferiores son una panda de débiles que no servían para nada. A mí me molestaba el hecho de que estaban presentes Douma y Kokushibo, mis dos enemigos principales. Dos demonios que quisiera enfrentar en una batalla de sangre. Mi olfato se agudizó un poco detectando el aroma de la única Omega de nuestra jerarquía. Dani estaba siendo custodiada por su hermano mayor, Gyutaro. Ambos comparten el mismo título. También estaban Gyokko y otro que era un cobarde, pero me gustaban sus emociones, Hantengu.

Nuestro señor estaba centrado en una lectura, mientras escuchaba al demonio de la Biwa tocar suavemente esa herramienta. Realmente era relajante. Yo estaba arrodillado a modo de respeto hacia mi superior. Muzan-sama terminó con su tarea para mirarnos a todos. Él daba miedo. Cualquier error fatal sería tu final. Normal que los Lunas Inferiores lo desesperan por no matar a los cazadores.

—¿Alguna novedad sobre la flor? —preguntó.

—Lo siento, Muzan-sama. No tenemos noticias —se disculpó Daki. Muzan-sama tomó la barbilla de la joven.

—Tú estás perdonada por ser una demonio hermosa. La más hermosa de todas.

Claro. Al ser la única Omega de nuestra jerarquía pues siempre intentaba coquetear con ella y Daki caía fácilmente a sus encantos. Gyutaro no podía decir nada, solo se limitaba a escuchar y no emitir ningún tipo de ruido. Sin embargo, había un inconveniente: Muzan-sama es un pro-Alfa y solo podía copular con una pro-Omega. Esos eran difíciles de encontrar.

—Muzan-sama, la misión de encontrar la flor está siendo complicada —comunicó Hantengu, quien estaba temblando de miedo.

—Oh, mis seguidores me tienen informado, pero prefiero divertirme con las Betas y luego comérmelas —anunció Douma. Este tío me daba asco—. Y ante su pregunta, no he encontrado nada.

—Esto realmente me está desesperando —añadió Muzan-sama—. Tantos siglos y me estoy alejando de mi objetivo. ¡Encima la presencia de los cazadores!

—Oh, de eso no se preocupe, Muzan-sama. Nosotros nos encargaremos de acabar con ellos —dijo Gyokko.

—Al menos puedo confiar en todos vosotros —añadió el rey—. Seguid así y pronto obtendréis más de mi sangre.

Su sangre era lo mejor. Nos convierte en demonios superiores siendo capaces de todo. Nuestras habilidades mejoran a cada momento. Muzan-sama nos reunía cada cierto tiempo por si teníamos información acerca de la flor. La mujer de la Biwa usó su habilidad demoníaca para teletransportarnos al lugar donde estábamos, sin embargo, yo fui el único quién se quedó ahí. Yo estaba sumamente extrañado. Tal vez será porque nuestro señor quería encomendar alguna misión especial.

Él estaba sumamente tranquilo en su mesa haciendo sus experimentos buscando la fórmula de ser inmune ante el sol. Entonces Muzan le pidió a Nakime, al demonio de la Biwa, que se retirara un momento. Quería estar a solas conmigo. Yo no quería levantar la cabeza por respeto porque no me dio permiso. Cuando el demonio se fue, los pasos de Muzan hicieron eco por todo el castillo. Él mantenía una distancia corta, pero no demasiado. Esto no me gustaba para nada.

—Levántate y acércate, Akaza.

Muzan hizo una orden y la acaté, acercándome a él. Se notaba que él era un poco más alto que yo, pero su mirada me provocaba cierto nerviosismo que no sabría describir.

—Arrodillate.

Otra orden. Yo lo hice. Esto no me gustaba para nada.

—Eres muy obediente, Akaza —dijo. Su voz causaba ciertos escalofríos por mi cuerpo. De pronto, sentí toda mi piel resquebrajarse, como si Muzan-sama me hubiera atacado con su ataque telekinético. No paraba de sangrar—. ¡Entonces, explícame, porque no me obedeciste cuando estabas con la Omega! ¡Yo lo veo todo, Akaza! ¡Tengo control sobre todos vosotros! ¡Por eso soy el líder de esta manada estúpida!

Sangre salía de mi boca no pudiendo articular ninguna palabra. Esto era peor cuando un cazador te cortaba algún miembro. Sientes punzadas por todo tu cuerpo y poco a poco mis heridas se iban curando, gracias a la habilidad de regerenación de los demonios. Muzan-sama suspiró un poco llevándose los dedos hacia el puente de su nariz.

—Pero puedo entender el motivo, Akaza —habló con más calma tomando mi rostro—. Tú me pediste un permiso para no atacar y comer mujeres. Y yo te la concedí por el simple hecho de que has subido de nivel en la manada.

—Y se lo agradezco, Muzan-sama.

—Esto es diferente, Akaza. No ibas a darñarla, ibas a marcarla como tuya. Y has perdido esa oportunidad.

—No… No quería hacerlo sin su consentimiento —confesé.

El silencio reinó en aquella sala. Yo estaba tenso. No me gustaba esta sensación, cuando estaba a solas con este hombre. Muzan-sama acarició con cuidado mi rostro y mis cabellos. Rara vez hacía esto conmigo y eso me incomodaba demasiado.

—¿Sabes? Todos los demonios, incluyéndome, te tenemos envidia —dijo—. Eres todo un caballero en no hacer daño a ninguna fémina. Yo, en cambio, juego con ellas para conseguir mi objetivo y luego las torturo como si no hubiera un mañana.

—Desconozco mi motivo de no hacerles daño.

—Tal vez sea un recuerdo humano que aún conservas.

¿El fantasma de mi pasado? Será posible.

—¿Sabes cuántos intentos hubo de que un Alfa de nuestra manada copule con un Omega? Muchos, y todos ellos fueron un fracaso —me iba diciendo—. Todos los Alfas eran inferiores. Los Omegas mueren para dar a luz a esos niños que nacen muertos también. Yo quisiera saber cual es el fallo. ¿Será que no tenía suficiente sangre mía? ¿O el Omega no pudo soportar tanta sangre de demonio en su sistema, cuando el bebé se estaba desarrollando en su vientre?

—Los demonios inferiores siempre serán débiles. No merecen estar en nuestra manada —me sinceré ante él.

—Por eso quiero saber qué ocurriría si una Luna Superior copule con uno. Esta vez quiero que tú, Akaza, lo hagas con esa joven humana. Te daré una oportunidad más para que coquetees con ella y hagas caso a tu instinto. Si no lo haces, yo la entregaré a Douma o a Kokushibo para que se encargue de ello.

Entonces gruñí super molesto ante esa idea. Muzan-sama solo se rio por lo bajo porque sabe perfectamente que tenía cierta rivalidad con esos dos. Esto era una forma de provocarme.

—Oh, y por ser tú, te concederé un poco de mi sangre.

Sus uñas atravesaron mi cerebro y grité un poco al notar un gran dolor punzante en mi cerebro. Toda su sangre nueva estaba pasando por todo mi sistema. Yo solamente tenía que resistir a ello apretando los colmillos con fuerza. Muzan-sama retiró sus dedos a lo que aproveché a jadear, mientras me regeneraba de la herida.

—Con ese nuevo poder, te doy permiso para matar a los demonios inferiores. —Mis ojos se agrandaron al enterarme de esa noticia—. Serás el guardián de esa humana y, si un demonio de nivel inferior intenta acercarse, tendrás el derecho de matarlo y eliminarlo de este mundo insignificante. Ese poder no afecta a las Lunas Superiores.

Me lo imaginé.

—Y una cosa más te advierto —continuó hablando—. Tienes un mes para copular y marcar a esa hembra. Si no lo haces, ya sabes lo que pasará.

—Sí, Muzan-sama.

El Rey de los Demonios ordenó a Nakime a aparecer en aquella sala y usar su técnica de demonio para que yo volviera al bosque, al punto de encuentro donde me quedé. Lo recordé. Estuve mirando un día entero el jardín de peonías. Con curiosidad, me acerqué ahí y me arrodillé para tomar una flor y aspirar su aroma. Definitivamente, era el mismo olor que desprendía ___ cuando estaba en celo. Las órdenes de ese hombre eran claras: debía encontrarla. Esta misión era mía y de nadie más.

Giré mi cuerpo para ir a la casa de aquella chica. Mis pies eran ágiles y daba saltos grandes para llegar cuanto antes. ¿Me habrá hecho caso? ¿Se habrá ido de la casa? Solo había una manera de comprobarlo. No tardé mucho en llegar a la casa. Todavía estaba ese olor pudriéndose que llamaría la atención a cualquier demonio. Fui directamente a la cueva. No estaba. Sí, se fue de la casa.

Probablemente haya ido al pueblo más cercano para buscar ayuda. No habrá problema en encontrarla porque, aunque sus feromonas hayan disminuido por las pastillas, un pequeño notable olor se presenciaba en este cuarto. Me será fácil buscarla. Cual perro fui en su búsqueda basándome en su olor natural. Era de noche, así que no habrá problema en caminar por el poblado porque todos los Betas estaban dormidos.

No cambió desde que fui a visitarlo por primera vez. Mis oídos se agudizaron, escuchando a esos humanos fornicar como si no hubiera un mañana. ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera hecho? Que estúpida pregunta, Akaza. Sería tuya y solo tuya. Ningún otro demonio o un Alfa humano se acercará a ella. Solo yo tendré la oportunidad de percibir su aroma de peonías cuando entraba en celo.

Un gruñido emití de mi garganta recordando ese momento. Ese olor dulzón se quedó grabado en mi memoria. Joder, necesitaba encontrarla cuanto antes. Muzan-sama llevaba siglos buscando a un Omega que procree con uno de nosotros. Tal vez su objetivo era saber si un bebé híbrido sería capaz de soportar la luz del sol. Si fuera así, lo devoraría para obtener la inmunidad. Pero es lo que dijo él. Los intentos han fallado a causa de los demonios inferiores.

Débiles. No sé porque Muzan-sama permitía que existieran viviendo. No obstante, miré mis manos sintiendo un poder desconocido recorrer por mis venas. La oportunidad de acabar con los demonios débiles. Una sonrisa sádica y divertida surcó mis labios. Oh, cómo iba a disfrutar eso.

—¡Déjeme, por favor!

Esa voz. Me resultaba familiar. Y su olor también. Era la chica Omega llamada ___. Mi cabeza se quedó fija en una casa de dos pisos y su aroma provenía del segundo piso. Salté sin ningún problema al tejado para observar desde la ventana. Ahí estaba, pero no estaba sola. Un Beta estaba agarrando su muñeca y en su otra mano tenía el envoltorio de pastillas.

—¿Y dejar mi oportunidad escapar? Oh, no, pequeña. Ya sabía yo que eras especial en esa familia. ¡Eres una Omega!

—¡Por favor, suélteme! —suplicó.

—Tengo un amigo Alfa que te encantará muchísimo. Voy a ganar mucho dinero contigo.

—¡Por favor! —chilló con lágrimas en los ojos—. ¡Akaza!

—Nadie irá a por tu…

No le di tiempo de articular alguna palabra porque su llamada hizo que reaccionara y yo sujetaba su cuello con mis brazos asfixiándolo. Podía escuchar el hombre respirar agitadamente buscando alguna manera de respirar.

—Suelta a la chica o te arranco el cuello —le advertí y él, por miedo, soltó su muñeca.

—Espera, tío. Podemos tener un trato.

—No hago tratos con ningún humano débil y cobarde como tú.

—¿Humano? ¡Espera, tú…!

—No mires —le dije a la chica. Ella desvió la mirada y yo tuve la oportunidad de partirle el cuello sin ninguna dificultad. Aquel hombre cayó al suelo cual muñeca—. Bueno, comida gratis —musitó.

—¡Akaza! —___ gritó mi nombre y me abrazó con mucha fuerza—. ¡Gracias! ¡Gracias! —empezó a sollozar.

Yo me quedé helado de mi sitio. Quería apartarla, pero no bruscamente sino con suavidad, sin embargo, no podía porque ese aroma de peonía inundó mis sentidos. No era tan fuerte, pero suficiente para dejar mi mente en blanco. Mis brazos se movieron por sí solos apoyando las manos en sus hombros y apartándola de mí. ___ me miró con mucha confusión, pero parpadeó sus ojos (c/o) dándose cuenta del error.

—L-Lo siento, no era mi intención…

—No importa —dije con calma.

—¿Está muerto? —preguntó, acercándose al individuo para coger el envoltorio de pastillas.

—Su cuello está roto, así que está más que muerto —respondí—. ¿Le dijiste que era una Omega?

—No, solo le pedí que me dejase dormir en su casa porque era amigo de mi padre —me iba contando—. Pensaba que era un buen hombre, pero vi que estaba fisgoneando en mis cosas y él encontró las pastillas.

—Ya te das cuenta que no te puedes fiar de nadie. Ni siquiera de los Betas. Siempre buscarán provecho en vender a un Omega.

Yo me acerqué al hombre para cogerlo en brazos y ponerlo sobre el futón, pero en la parte inferior y de la lado. Comencé a enroscarlo cual gusano a punto de crear una crisálida.

—¿Qué estás haciendo?

—Si no lo sacamos, se pudrirá y llamará la atención a cualquier humano. Este lugar ya no es seguro —le informé—. Tendrás que venir conmigo.

—¿Con… tigo? —repitió. Me fijé que sus mejillas se tornaron rosas. ¿Qué le pasaba a esta chica?

—¿Eres sorda o qué? Anda, coge toda la comida que puedas y nos vamos.

—No soy una ladrona…

—¿Y prefieres morir de hambre? —Ella negó—. Pues haz lo que tengas que hacer.

___ salió de la habitación con una bolsa en la mano para coger todo lo necesario. Yo la esperé aquí, en caso de que alguien apareciese en cualquier momento. Después de un rato, ella volvió con la bolsa colgada en su cuello. Le indiqué que se subiera a mi espalda. ___ hizo caso donde sus manos se quedaron enroscadas en mi cuello y sus piernas en mi cintura. Yo cargaba entre mis brazos el tipo muerto y me dispuse a salir por la ventana.

Con mis pies di grandes saltos de tejado en tejado. Esto era una ventaja de ser un demonio. No estaba seguro a donde ir porque este lugar ya no era un sitio seguro para ___. Me tensé un poco cuando sentí su respiración chocar por mi nuca. Mierda, menos mal que estaba consumiendo esas pastillas porque me hubiera detenido y la follaría cual animal. No, Akaza. No tengas esos pensamientos. Ahora debo buscar un hogar para ella.

No sé cuánto tiempo estuvimos así. Tal vez horas. ___ no dijo nada en todo el camino. Eché un vistazo por el rabillo del ojo y creo que estaba dormida. Bueno, mejor para mí. Entonces vi a lo lejos una casa abandonada que estaba a un kilómetro de un pueblo. Bien, el sitio idóneo para ella para conseguir suministros. Me detuve enfrente de la casa. Está algo abandonada, pero se ve acogedora.

No dudé en entrar en la casa que aún conservaba algún que otro mueble. Dejé el cuerpo en el suelo para poder quitármela de encima. Me arrodillé y comencé a deshacerme del agarre despacio. Ya cuando lo hice, la dejé en el suelo que dormía plácidamente. Ahora viéndola de cerca, era hermosa. Una joven de dieciocho años con un destino de ser Omega. No evité acariciar suavemente sus cabellos. Eso causó que ella abriera los ojos y aparté la mano bruscamente.

—¿Dónde estamos? —preguntó, mirando a su alrededor.

—En una casa abandonada —respondí—. A un kilómetro tienes el poblado, así no tendrás problemas en suministros.

—Tendré que trabajar para ganar algo de dinero —dijo. Ahí le daba la razón—. No quisiera robar de nuevo.

—Lo has hecho para sobrevivir. Además, este tipo te iba a vender. Estate por satisfecha de hacer algo indebido con una persona cruel.

—¿Y qué haremos con el cuerpo?

Mis ojos amarillos con el símbolo de Luna Superior Tres miraban el futón envuelto. Yo empecé a deshacer, dejando al descubierto el cadáver de este tipo. Solo había una opción y era un tanto desagradable para los ojos de cualquier ser humano.

—No dejaré ningún rastro —musité.

—¿Significa que…?

—Me lo voy a comer. —Cogí de nuevo el cadáver para salir de la cabaña—. Yo no miraría. No es agradable ver a un demonio devorar a un humano.

—P-Puedo hacerlo. —Esta chica era tozuda.

—Es una advertencia, ___.

—El humano es como el pollo, ¿no? Yo he visto a mi madre cortar a esos animales, así que esto es similar.

—... Como quieras.

Me senté en el suelo fértil con las piernas flexionadas y ya el cuerpo de aquel hombre en mis brazos. Tenía mucha hambre. El olor de la sangre me estaba llamando. Un gruñido gutural salió de mis entrañas y abrí mi boca ampliamente para comenzar a desgarrar la carne antes de perderla. Sangre salía de su piel. Yo estaba devorando cual animal salvaje. No iba a desperdiciarlo para nada.

De vez en cuando, miraba a la joven que tenía un rostro horrorizado. Normal, nunca vio a un demonio comer de esta manera tan salvaje. Entonces, ella salió de la cabaña también y vomitó. Yo esbocé una sonrisa teniendo toda la razón del mundo.

—¿Lo ves? Las vistas no eran agradables —reí por lo bajo.

—El olor… es asqueroso.

—Ya, soy consciente de ello.

—¿Cómo os puede gustar tal cosa? —siguió preguntando, intentando no vomitar más, pero era inevitable.

—Te acostumbras a ello —dije sin dejar de devorar el cadáver—. La sangre de nuestras víctimas nos llama.

—Es poco higiénico.

—Uno debe sobrevivir.

El silencio reinó en lo que yo comí con mucha tranquildad. Parece que ella dejó de vomitar. No dejé ni un trozo de carne y víseras. Sólo quedaban huesos de este tipo. Lo mejor será enterrar lo que queda para no levantar sospechas. Usé mis dedos para excavar un hoyo, mientras ella me observaba con detenimiento.

La idea de coquetear con ella me parecía absurdo, pero Muzan-sama me dio la orden de hacerlo para copular con ella. Ella es un Omega y yo un Alfa. Misión es marcarla como mía. Ya con los restos ocultos bajo la tierra, limpié la sangre de mi boca y me acerqué a ella. ___ no se dio cuenta que tenía restos del vómito de antes, por lo que pasé mi mano en su comisura de sus labios.

Sus ojos eran tan llamativos. Color (c/o). Nunca vi a una Omega tan hermosa y que desprendía un olor exquisito que provocaba en mi ser paz y calma. Sus mejillas sonrojadas le daban un toque de ternura y sumisión completamente. Y sus labios me estaban tentando a besarlos. Joder, ella no estaba en celo a causa de las pastillas y aún así provocaba en mí ciertas ganas de poseerla aquí mismo.

Me alejé de ella, pero me senté a su lado en el suelo fértil. Mi mirada estaba fija en el cielo intentando averiguar cuánto faltaba para que amaneciera. Yo diría que dos horas o más o menos.

—No puedo estar por el día —le comuniqué—. El sol me hará daño.

—Entonces tendrás que estar dentro de la cabaña.

—¿Quieres que me quede? —pregunté con curiosidad—. Soy un demonio.

—Pero me das cierta seguridad. Me has salvado —dijo con timidez—. Y creo que tú eres un demonio que no come a mujeres.

—... Como te dije, no tengo interés en comer mujeres.

—Es por eso que no me das miedo —siguió hablando—. Aunque no puedas estar por el día conmigo, sé que estarás en casa. Quédate conmigo, por favor, Akaza.

Yo no debería estar aquí. No debería estar con ella. Sus ojos brillaban con cierta ilusión ante mi respuesta. Me estaba poniendo un poco nervioso. Un suspiro salió de mis entrañas no teniendo más opción que aceptarlo.

—Está bien.

—¡No molestaré mucho! ¡Lo prometo!

Akaza, tendrás que empezar a coquetear con ___.

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