Capítulo 1. Olor a peonía

Cuando un ser humano es transformado en demonio, uno olvida su pasado completamente. Yo solamente veo fantasmas a mi alrededor. Personas que susurran en mi oído y yo los ignoraba completamente porque eran débiles. Yo soy el demonio perfecto creado por ese hombre a quien no debemos pronunciar su nombre, solamente cuando estaba presente en una reunión importante.

Mis ojos visualizan desde una altura considerable a mis futuras víctimas. Ninguno me llamaba la atención. Todo este lugar estaba lleno de Betas, criaturas inferiores incapaces de procrear con los Alfas y con los Omegas. Oh, si ese hombre le daba su sangre a un Beta y este lo acepta, definitivamente tenía la capacidad de convertirlo en un demonio Alfa, aunque han habido casos de demonios que son convertidos en Omegas.

Yo soy la Luna Superior Tres. Mi nombre es Akaza.

Ese hombre, llamado Kibutsuji Muzan, me dio la orden de observar este pueblo absurdo en busca de aquella flor que tanto ansiaba tener. Muchos siglos en su búsqueda para dominar el sol y no había indicios. ¿Qué pasará cuando la encontremos? ¿Nosotros también seremos inmunes? La sangre de ese hombre recorre nuestras venas. Sería lo más lógico, sin embargo, no estaba seguro de ello.

Yo no era amigable del resto de Kizuki, sobre todo, de ese estúpido llamado Douma. Me dio rabia cuando me ganó en aquella pelea de sangre para subir de rango. Apreté los puños con rabia recordando ese momento. Ese idiota era débil y cobarde. ¿Por qué? No perdonaba el hecho de que este tipo se comiera a las mujeres por puro capricho diciendo estupideces, como: «Las mujeres tienen una carne y una sanre deliciosa». Ojalá que la próxima batalla de sangre la gane yo porque yo merezco estar en su posición y luego pelear con Kokushibo. Un demonio muy poderoso.

Me estaba aburriendo desde mi posición. Necesitaba moverme un poco. Desde las sombras me movía para no ser detectado. A estas horas los humanos entran en sus casas porque oyeron rumores de una criatura capaz de comer humanos. En este caso, nosotros. Patético. Todos eran débiles. Pero ¿por qué yo no podía atacar o comer a las mujeres? Será por mi orgullo o una voz de un fantasma femenino que me susurraba al oído por la cual ignoraba. Tuve que pedir permiso a ese hombre para no hacer tal acto. Me costó, pero lo conseguí.

Este lugar es un pueblo fantasma. Los olores se mezclaban entre sí. Niños comer y jugar. Mujeres echándose perfume para ligar con sus maridos o amantes. Personas follando como si no hubiera un mañana. ¿Hace cuánto pasó desde mi último encuentro sexual? Muchos siglos. Estaba un poco oxidado. No toqué a ninguna mujer desde que me convertí en demonio. Será porque quería evitar hacerles daño. Soy un monstruo definitivamente.

Mis pasos se detuvieron cuando noté olor a sangre arriba en la montaña. Presas descuartizadas y devoradas por uno de los nuestros. Debería revisar a ver si dejó algún resto para mí. De cinco saltos grandes llegué a mi destino. Una pequeña cabaña abandonada en medio de la montaña y apartada del pueblo. Extraño, ¿no? No dudé en entrar en aquella casa y ver con mis propios ojos sangre esparcida por todos lados y partes de los cuerpos aún sin devorar.

Un demonio novato. Si fuera un demonio superior, no dejaría ningún resto. Veamos, ¿cuántos miembros había? Diría que siete. Un hombre, una mujer, tres niños y dos niñas. Una vena sentí crecer en mi sien porque me molestó demasiado el hecho de que haya atacado a una mujer. Miserable. Cuando lo vea juro que lo golpearé hasta quedar satisfecho.

La mujer olía a sexo como si ese demonio lo hubiera violado sin importarle poco si era una Beta. Toda la familia era de esa rama. Nosotros no tenemos problemas en tener relaciones sexuales con los Betas por diversión porque no encontrábamos a ningún Omega. Era difícil. En este mundo de jerarquía era complicado encontrar a alguien con quien compartir tu vida. Era estúpido. Estúpido. Somos demonios. Aunque quisiéramos compartirla, ellos morirán antes que nosotros porque no son inmortales. No pueden vivir más tiempo.

Vaya pérdida de tiempo. No voy a devorar los restos de una familia débil y patética. Así que decidí dar la vuelta para seguir buscando aquella flor. Pero mis pasos se detuvieron cuando un olor dulce inundó mis fosas nasales. Este aroma dulzón yo lo describiría como las flores llamadas peonías que eran extravagantes, bellas y con un aroma casi exótico. Mi corazón latía con más fuerza que antes. De mi boca salía saliva, como cuando tenía mucha hambre y deseaba comerme una gran cantidad de carne humana.

No. Esto no significaba que tenía hambre. Más bien mi instinto de macho Alfa se estaba despertando porque notaba cierta presión en mi entrepierna. Nunca antes me había pasado. Solo significaba una cosa: aquí había un Omega liberando feromonas sin control. ¿Un hombre? ¿Una mujer? Vamos, contrólate, Akaza. No. Ya todos mis compañeros me comentaron esta sensación, incluso nuestro señor Muzan nos explicó con detalle porque él era el Super Alfa de todos nosotros.

¿Dónde está? ¿Dónde? ¿Será el motivo por el que aquel demonio atacó este lugar? ¡Necesitaba encontrarlo! Agudicé más mi olfato y gruñí por lo bajo advirtiendo a esa persona en celo que no debe esconderse más. Con mis puños rompí las paredes no teniendo autocontrol en mí. Era como si cuerpo tuviera el control absoluto de mi mente. Solo reaccionaba por instinto.

No está en el interior de la casa. Entonces, ¿dónde? Este lugar era demasiado pequeño. Entonces mis ojos amarillos se quedaron clavados en el suelo. Debe estar ahí. Mis puños eran armas mortales y con mis propios dedos abrí el suelo de madera cuál puerta. Una entrada secreta. Estos humanos estaban escondiendo a alguien. Tal vez averiguaron que esta persona era un Omega.

Bajé de esa cueva subterránea y el aroma era más intenso. Oh, sí. Esta vez no tendrás escapatoria seas quien seas. Mis pasos eran firmes. No paraba de apretar mi mandíbula para controlar esas ansias de correr hasta mi próxima presa. Un Omega incapaz de controlar sus feromonas.

Llantos escuché. Desconocía si eran de placer o de miedo. ¿Una mujer? Una luz vi a lo lejos. Entonces me detuve por completo viendo a una joven humana sosteniendo con sus manos una pequeña vela. Ella era la causante de mi estado. Sus ojos (c/o) me miraban con miedo. ¿O de lujuria? Ya no estaba seguro porque mi mente estaba jugando conmigo. Aproximé más mis pasos, pero esta vez más lento a punto de cazar a mi presa. Ella no se movió de su sitio.

¿Lo está viendo, Muzan-sama? ¿Qué debería hacer? No. Quieto, Akaza. Mírala. Es una mujer que tendrá unos dieciocho años y estaba confusa con todo lo que estaba pasando. Notaba como su respiración se volvía más agitada y que sus piernas se movían por sí solas, casi exponiendo su feminidad. ¿Estaba coqueteando conmigo? ¿Era consciente de lo que era?

Los cuerpos mutilados de los Beta se dieron cuenta de que su hija era una Omega y decidieron crear este túnel en caso de emergencia para que ella huyera. Pero esta chica se quedó debido al olor que desprenden los demonios. Se sintió atraída y necesitada por su atacador. Ese novato no se percató de su presencia y menos mal porque estaba seguro que no tendría control con sus impulsos.

Yo no me quedaba atrás. Dios, ese aroma dulzón me estaba volviendo loco. De su cuello vi que estaba hinchada un poco a causa de la glándula feromonal. Me estaba tentando. Necesitaba hacerla mía. Necesitaba procrear con ella. Akaza, hazlo. Eres un Alfa y ella Omega. Te está invitando no siendo consciente de ello. Hazlo. ¡Vamos!

«¡Hazlo, Akaza!».

La voz de Muzan fue suficiente para abalanzarme hacia ella, acostándola en el suelo. No paraba de gruñir como perro que encontró a una perra con ganas de follar conmigo. Esto es lo que quieres, ¿verdad? Sí, mírate. Estás a mi merced. Eres sumisa ante mí y tu respiración era entrecortada buscando aire. Tus mejillas sonrojadas eran a causa de mi aroma. Te atraigo, ¿verdad? No me estás rechazando. Necesito hacerte mía y ser el primer Alfa demonio en procrear con una Omega humana como tú.

«¡No lo hagas!».

La voz de la mujer fantasma. ¿Quién es? ¿Por qué estás estropeando este momento? Espera, ¿qué estoy haciendo? Estaba a punto de violar a una mujer que no era consciente de su estado. No. Yo no soy como los otros. Yo no podía hacer daño a una mujer, pero mi instinto me estaba suplicando que lo haga porque cualquier demonio se adelanta.

Douma.

El nombre de ese malnacido se repetía una y otra vez en mi cabeza. No. Esta chica no debe ser tocada por él. Nunca. Un gran grito salió de mis entrañas volviendo en sí y me distancié de ella. Un kilómetro no era suficiente. Esa chica de ojos (c/o) se sentó para mirarme fijamente. Esa mirada me indicaba que estaba confusa con todo esto. Yo jadeé teniendo una pelea interna conmigo mismo. Necesitaba hacer algo con ella para que no fuera descubierta.

—Oye —hablé, sintiendo mi gargante seca casi incapaz de hablar—, ¿tienes pastillas para controlar tus feromonas?

Ella seguía mirándome confusa. Joder, ¡lo sabía! Y yo a punto de hacer algo indebido. Me iba poniendo de pie con algo de dificultad y la observé.

—Quédate aquí. No salgas de este lugar por tu vida. ¿Me estás oyendo?

La muchacha asintió levemente. Yo salí corriendo de aquella cueva subterránea y de la cabaña. Debo ir al pueblo directamente en busca de esas pastillas capaces de controlar las feromonas de los Omegas cuando entraban en celo. Me imaginé que su familia no tenía suficiente dinero porque esas pastillas eran caras en el mundo humano. Sinvergüenzas.

No dudé en entrar en una de las tiendas para robar. Veamos, este sitio tenía pinta de vender tales cosas. Este lugar está lleno de Betas lo que significa que las pastillas las tiene guardadas adentro. Examiné cada caja con cierta rapidez. Esto se estaba complicando demasiado. Un momento, ¡bingo! Pastillas y un vial con una aguja en caso de emergencia para controlar los celos de los Omega. Esto será suficiente.

Vamos, Akaza. Apresúrate antes de que otro demonio la detecte. Todavía ese olor a peronía se intensificó aún más, casi llamando a un Alfa para que procree con ella. No hay indicios de un demonio alrededor. Perfecto. Volví a entrar en el lugar y ahí estaba ella. Las pastillas no surtirán efecto, pero la inyección sí. Espera. ¡Mierda! Tendré que acercarme a ella porque está débil y sumisa. No tendrá las fuerzas suficientes para inyectarse ella misma.

Cada vez que me acercaba, más se me dificulta la respiración y temblaba a más no poder. Ese hombre nos comentó que, gracias a la glándula feromonal de los Omegas, eran capaces de dejar a los Alfas con la mente en blanco. Solo centrarse en aparearse y marcarlo como suyo. En nuestra jerarquía solamente hay una Omega. La Luna Superior Seis, Daki. Pero porque lo decidió nuestro señor por ser demasiado hermosa.

Ya cerca de ella me limité a sacar la vial y la aguja para llenarla. Esto se estaba poniendo difícil porque la humana apoyó la cabeza en mi pecho. Es una forma de llamar mi atención y coqueteo. Mierda. Contrólate, Akaza. No dejes que tu instinto te domine. Necesitas ayudarla. Su respiración caliente en mi pecho no me estaba ayudando en nada. Yo gruñí por lo bajo apretando la mandíbula casi haciéndome daño para aguantar todo ese aroma y ese coqueteo tan inocente.

De un movimiento rápido conseguí inyectar la aguja en su glándula a lo que ella se quejó por lo bajo. No sé cuánto tiempo tardará el efecto. Espero que pronto. Ese líquido ya entró en su metabolismo. Cuando quité la aguja en su cuello, ella seguía con sus coqueteos. No puedo. No sé cuánto resistiré.Mis manos agarraron con fuerza sus caderas y la acosté nuevamente. Un poco más, Akaza. Resiste un poco más. Mi boca se estaba abriendo poco a poco a punto de morderla.

Y todo acabó. El dulzón que desprendía iba desapareciendo poco a poco. La chica se quedó completamente dormida debido al efecto secundario del líquido. Joder. Menos mal. Yo me alejé, dejando que mi espalda quedara apoyada en la pared rocosa. Pude respirar tranquilamente. No sé qué hubiera pasado si la hubiera violado sin su consentimiento. No me lo perdonaría.

Dentro de dos horas amanecerá. No sé si ella tendrá comida para aguantar todo el día. Echaré un vistazo en la casa. Busqué en la cocina algún indicio. Sí, había suficiente para que pudiera aguantar. Suspiré aliviado. ¿Podrá mantenerse sola? Como dije es una chica joven que aparenta tener dieciocho años. Si no me equivoco, a esa edad o mucho antes ya uno sabe con certeza si es Alfa u Omega.

Volví a la cueva para ver cómo se encontraba. Ya ella despertó. Aún mantenía ese rostro confuso porque miraba por todos lados. Luego su mirada se clavó en mí. Fijándome bien, era hermosa con esas facciones delicadas. Una simple y hermosa peonía. No me miraba con miedo. ¿Por qué tengo aspecto más humano? Si supiera.

—¿Cómo te encuentras? —pregunté, siendo educado con ella.

—M-Me siento… rara.

—Son los efectos de la droga que te inyecté —aclaré.

—¿Droga?

—Tus padres te han estado protegiendo porque se dieron cuenta que eras… una chica especial —iba informando.

—¿Especial? No entiendo nada.

—¿Has oído hablar de las jerarquías entre Betas, Alfas y Omegas? —Ella me negó la cabeza—. Este mundo está habitado mayoritariamente por Betas. Luego están los Alfas y los Omegas que hay pocos ejempleares. A temprana edad, uno averigua cuál es su destino. Los Alfas son capaces de procrear con los Omegas porque liberan ciertas feromonas.

La chica seguía mirándome, analizando perfectamente mis palabras. Entonces abrió un poco más los ojos y sus mejillas se sonrojaron, dándole un toque tierno.

—¿Y-Yo soy una Omega? —preguntó. Yo asentí—. ¿Estuve a punto de hacerlo contigo?

—No eras consciente de tus acciones. Así que date por suertuda —le dije—. El demonio que atacó a tu familia no pudo encontrarte porque él es un Alfa, al igual que yo.

—¿Mi familia… está muerta? —Unas cuantas lágrimas se apoderaron de ella. Mierda. Odiaba estas situaciones incómodas.

—No te culpes. Eran unos Betas protegiendo a una Omega —aclaré con cierta frialdas en mi voz. No quería mostrar emoción alguna—. Ahora que conoces tu jerarquía deberás tomar estas pastillas todos los días —dije, mostrándole el envoltorio—. Es una forma de aminorar tus feromonas y que ningún Alfa se dé cuenta de ello.

—¿Por qué me ayudas? Tus tatuajes me indican que no eres humano, al igual que tus ojos.

—Porque realmente soy un demonio —confesé sin miedo.

—Los demonios coméis humanos. ¿Por qué no me atacas y me devoras como lo hicieron con mi familia? —Era una chica preguntona.

—Porque no me interesa. No te quedes mucho tiempo aquí. Esta cabaña olerá muy mal y eso atraerá a demonios curiosos —le advertí y giré mi cuerpo para marcherme.

—¡Espera! —Qué mujer más pesada. Ladeé la cabeza para mirarla. Ella movía los dedos nerviosa mostrando su timidez—. M-Mi nombre es ___ ___.

—¿Por qué me estás diciendo tu nombre?

—Porque me gustaría saberlo el tuyo en caso de encontrarnos nuevamente.

Esta chica era sumamente rara. ¿No se daba cuenta que yo era un demonio? Los demonios no nos relacionamos con humanos. Sin embargo, esa chica llamada ___, notó cierta confianza en mí por salvarla de una situación peliaguda. No debería importarme lo más mínimo. No. Te equivocas. Fue la primera Omega humana que despertó un gran interés en mí. Todo mi ser me pedía que la protegiese porque ella, definitivamente, tenía que ser mía porque yo la vi primero.

—Akaza —susurré mi nombre antes de desaparecer ante sus ojos.

Solo esperaba que me hiciera caso y se largara del lugar. No quería que los demonios la encontrasen y más aún cuando aminoró su estado de celo. El olor de sus feromonas estaba impregnado completamente en mi mente. Me detuve en la rama de un árbol y mis ojos vieron un pequeño jardín de peonías a punto de florecer y dar la bienvenida al sol.

Peonía. Una flor hermosa y con un aroma exquisito. Eso representaba a ___ ___.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top