Propuesta

Sarada caminaba mientras se sumergía en sus pensamientos, recordó lo que hablo con Himawari, le contó lo ocurrido con los gennin, Inojin se lo contó con todo y detalles, después de todo solo eran celos, ahora entendía su comportamiento y lo que dijo.

-Bakaboruto - susurró con una sonrisa, sin duda era tan tierno.

Siguió su camino, decidió ir a visitar a su madre un rato, la oficina era aburrida, ya había acabado todo así que quería entretenerse en lugar de estar sola el departamento. Se había acostumbrado tanto a el, que lo extrañaba demasiado.

Suspiró cansada y siguió su camino.

Por otro lado cierto pelinegro se encontraba corriendo por las calles de konoha.

-¡Madre! - abrió la puerta de inmediato -¿Ya esta listo lo que pidió Boruto?

-Perfecto - dijo la pelirosa mostrando su pulgar hacia arriba, el azabache recorrió la habitación con sus ojos verdes, ahí estaban todas las amigas de su hermana.

-¡Quedó muy bien! - exclamo Himawari levantandose y mirando su trabajo al igual que las demás chicas.

-Bien, le avisaré - dijo marcandole a su cuñado, pero la puerta se abrió de inmediato espantando a todos.

-¡Sarada viene para acá! - dijo Chou histérica.

-¿¡Qué!? - dijo Sakura - buen día se le ocurre visitarme shanaroo, recojan todo.

-Daisuke ¡usa un gengutsu! - dijo la morena.

El chico solo la miró con una cara de: ¿en serio? - ¿bromeas? Se dará cuenta a penas  cruce la puerta.

-¡Pues distraela!

Sin darme cuenta el ya estaba afuera de la casa, bufó frustrado.

-Mujeres - suspiró.

-¿Daisuke? - el pelinegro sintió su corazón detenerse.

-Hermana... - rió nervioso

-hace tiempo que no te veía. ¿está mamá? - preguntó acercandose a la puerta.

-¡No! - dijo y al instante se escucho um shanaroo detrás de la puerta - bueno si...pero.

Piensa, piensa. Se repetía en su cabeza, su hermana era muy astuta, se daría cuenta en seguida.

-Necesito hablar contigo - dijo rapidamente.

-¿Conmigo? - se apuntó a si misma.

-Si...es sobre... - piensa malditacea - una...una chica - mintió, supo que hizo lo correcto al ver la mirada de su hermana cambiar.

-Quien diría que me pedirías consejos - soltó una carcajada - Bueno entremos y te platico...

-¡No! - la detuvo de nuevo.

-¿Por qué no?

-Mamá esta y sabes como es - dijo apenado.

-No es para tanto, no te dirá nada...

-Di mi primer beso - mintió exasperado, Sarada llevó su mano a su boca en señal de sorpresa.

-Bien vayamos a comer Ramen - sonrió con picardía, el ojijade solo se sonrojo, hablaría con su hermana de chicas, cuando aun ni le interesaban. Suspiró rendido, al menos recordó que Boruto le pagaría por distraerla.

-Se fue - dijo Chou viendo por la ventana - terminemos.

-Si - dijo la pelirosa

-Ya traje lo que faltaba - dijo Hinata entrando con una sonrisa.

-Perfecto - sonrió la Akimichi.

-¿Cómo esta mi hermano? - preguntó Himawari

-Pues...el esta bien - dijo sin darle importancia. Mientras que en otro lado...

-¡Una vez que te cases no hay vuelta atrás! - dijo Metal lee exasperado.

-¿Por qué lo dicen como si fuese una tortura? - preguntó ya harto de sus "consejos".

-Conociendo el caracter de Sarada...te deseo suerte - dijo el otro rubio riendo.

Estaba por protestar, pero prefería guardarse que Sarada es distinta y aunque no lo crean amorosa.

-Como sea - suspiró - Estoy listo

-Aún no tienes el anillo - dijo Shikadai

-¡callate dattebasa!

No lo quería admitir, pero estaba bastante nervioso, hace tres días que no la veía, usaron el primero para planearlo y los otros dos para comenzar. Todo estaba casi listo, Chou se encargaba de los detalles, el anillo Mitsuki lo fue a buscar, y los chicos se encargarían del resto.

¿Y si decía no? El solo imaginarselo... pero, no. Ella no diría que no, viven juntos, bueno por completo no, pero no importa. Ya pasaron varias noches juntos...no le podía decir no ¿o sí?.

Si lo hacía jamás volvería a la aldea, ni siquiera su vida entera serviría para que se le quite la verguenza.

Despejó su mente, todo saldrá bien.

Mañana lo haría.

Era demasiado complicado estar en la aldea sin que Sarada lo vea ¿el destino quería que lo encuentre?

Decidió caminar en la noche, quería despejar su mente, y sabía cual era el lugar indicado.

- Sasuke-sensei - miró su nombre escrito junto a los grandes ninjas que calleron en la guerra, ya habían pasado cinco años, pero aún dolía - me casaré con su hija - susurró - se que dirá que si dattebasa - rió nervioso - le prometo que la cuidaré con mi vida - sonrió - usted me entrenó para eso ¿recuerda? Dijo que no la podría cuidar para siempre y ahora entiendo sus palabras.

Suspiró y miró el cielo - Por eso será mi esposa y la protegeré así me cueste la vida... se lo primeto.

En la mañana la pelinegra cumplió con su misma rutina, se sentía aburrida, lo extrañaba. Ni siquiera le llamó.

- Hokage-sama - tocaron la puerta.

-Adelante - dijo levantandose, mientras que una chica entraba.

-Los aldeanos ya estan reunidos para la junta informativa - sonrió con una reverencia.

- Enseguida voy - sonrió apenada, no le agradaba que le hagan reverencias.

Tomó su manto y salió de la oficina para subir en la azotea de la torre para dar los avisos.

No los solía hacer, pero ayer le llegaron bastantes cartas pidiendo que los de, si habían proyectos ya que todo era mas actualizado, pero siempre hacía conferencias en donde aclaraba todo, pero parecé que no estaban conformes.

Llegó al centro e iba a comenzar a hablar, pero algo le desconcertó: las miradas de las personas.

Las chicas sonreían y hacían gestos extraños, por su lado los chicos hacían lo contrario. ¿Qué sucedía? Luego miró a unos niños pequeños que apuntaron hacia ella ¿era a ella? Lo pensó, pero veía en sus rostros sorpresa.

Logró escuchar a alguien decir: pintaron la cara de los hokages.

Ahí lo entendió, el muro estaba detrás de ella y alguien le había echo una broma. Ni hijos tenía para que le reclamen su trabajo de Hokage ¿¡quién fue el desgraciado!? Pensó bastante cabreaba y volteó para ver que tanto le habían escrito.

Sintió que el mundo se le detuvo, pestañeo varias veces ¿era un gengutsu? ¿un sueño? Se dio una ligera palmada en la cara y comprobó que no.

Se quedó muda.

Sus ojos no podían asimilar lo que veía y sus labios entreabiertos demostraban la sorpresa. Luego vió a su amiga Chou que sonreía, al igual que su madre, su cuñada. ¡todas!

Miró de nuevo el enorme cartelón.

¿Podría casarse conmigo, Hokage-sama?

Leyó una y otra vez, y sí, eso decía, no estaba equivocada.

-Sarada...

Su voz la dejó helada ¿acaso...?

Volteó enseguida y ahí estaba el. Se bajo del varandal de donde estaba y se acercó a ella, la pelinegra solo pudo llevar su mano a sus labios, aún no lo asimilaba.

-Creo que el cartel lo deja claro, pero...- se incó y la miro mientras sacaba una cajita de terciopelo rojo- ¿Quieres casarte conmigo, Sarada?

Eran demasiadas emociones para la pobre azabache que aún digería las cosas, sintió que moriría cuando vio el anillo en ese cajita, era plateado, no tenía un enorme diamante, el eligió bien y sabía que a ella no le gustaban las cosas tan llamativas, se dió cuenta que tenía detalles diminutos grabados que lo hacían lucir simple, pero hermoso. Tal y como ella hubiese escogido.

El rubio se sintió nervioso al no recibir respuesta, los segundos parecían horas y la mirada de sorpresa de Sarada no ayudaba tanto.

-Quería...quería comprarte uno de oro, pero el plata te sienta mejor en la piel...- dijo con un ligero sonrojo esperando que diga algo.

Ella no pudo evitar sonreir enternecida, sintió sus ojos humedecerse y apretó los labios,  asintió dos veces seguidas con una sonrisa, ni siquiera podía hablar, si habría la boca y a explotar en llanto.

El sonrió, mostró esa radiante sonrisa de siempre y tomó con delicadeza su mano y con sumo cuidado le colocó el anillo en el dedo anular. Era justamente su medida.

El se levantó y la miró, ella no resistió más y se lanzó a sus brazos. Escucho los aplausos y no pudo evitar sentirse tan apenada, solo escondió su rostro en el pecho de su prometido.

-¿No tenía que dar informes novena-sama? - preguntó Boruto riendo.

-Callate - rió ella y se apegó más a el, su futuro esposo la tomó del mentón con delicadeza, miró suz mejillas sonrojadas y sus ojos humedos, sonrió y rozó suavemente sus labios.

-Te amo futura esposa - dijo el rubió mirándola a los ojos

-Y yo a ti futuro esposo - dijo ella con una sonrisa.

Ella estaba más que feliz, demasiadas emociones por un día y el por su parte, sonrió orgulloso al ver a los admiradores de su primetida, todo salió a la perfección, ahora dejo más que claro que era suya.

-Bien hecho- le dijo a su cuñado mostrandole el puño.

-Si - ambos chocaron el puño con una sonrisa, ambos odiaban como veían a Sarada, así que decidieron aliarse
- ahora me tienes que pagar - cambió su semblante serio.

-Uchiha tenías que ser Dattebasa - refunfuñó el rubio sacando su billetera, pero nada borraba la sonrisa que tenía, sarada era su prometida y muy pronto su esposa.

-¿solo eso? La tuve que ditraer y me habló de chicas - diji el menor con el ceño fruncido.

-Solo porque te quiero - dijo Boruto con una venita en la cien volviendo a sacar su billetera.

-Gracias - sonrió el azabache.

《Cambian tan rápido》pensó el rubió, eran uchihas y era normal, así lo hacía su prometida.

La miró todas la felicitaban, ambos estaban felices, todo salió bien.

Solo que ese vestido seguía sin gustarle, lo ignoró por el momento.

Lo solucioaría a su manera: en la noche se encargaría de darle una buena razón para cubrirse las piernas...



Espero les haya gustado UwU habrá continuación obviamente, quizá mañana la haga.

Sin más me despido ^^

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