Capítulo 52.
Gabriela.
Al entrar en el piso de mi oficina soy acorralada de inmediato por Laura y Angie, que al parecer se han enterado de todo lo ocurrido entre Derek y yo a través del chismoso de Dani.
Lo bueno es que me ahorró el trabajo de tener que estar diciendo si es verdad o no,
Y me preguntan el motivo y como dije, ya termine de ocultarme y les cuento todo lo del bar, ellas verán que hacen con esa información, a estas alturas ya las considero mis amigas y llegue a pensar que Allison también lo era, pero no fue así y hablando de ella renunció después de decirle a Derek, toda esta información cortesía de Laura que desde el viernes en la noche la oficina ella está completamente vacía.
También me informan que Jennifer y Derek aparentemente volvieron. Y de la existencia de la hija de Derek de la cual estoy casi segura de que si Laura no lo sabía, por lo menos lo sospechaba.
Solo espero no encontrármela.
Pero el destino tiene otra idea.
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Voy de camino a los ascensores cuando escucho la voz de una mujer con un obvio acento francés, lo cual me suena demasiado forzado para ella; me quedo culta detrás de la pared.
—Será mejor que te controles Rebecca si no quieres que mami se moleste —amenaza a alguien.
—Je veux juste voir maman papá (frances) y él dijo que sí podía venil —responden los lloriqueos de una niñita.
—Me estás haciendo quedar en vergüenza Rebecca —le responde en francés.
—Mami nooooo.... —No aguanto más y decido intervenir.
—¿Interrumpo algo? —Llego en el momento justo para ver a la mujer sujetando con fuerza el brazo de la niña y es muy fácil de reconocer quien es el padre de ella, sus ojos son una copia exacta de los de Derek.
—No, para nada —Veo el momento cuando ella me reconoce y su atención cambia totalmente de bravucona e intimidadora con su hija y la dirige hacia mí. Y así lo prefiero, es solamente un bebé de tres años según mis cálculos—Ah sí, te conozco. Tú eres la amiguita de Derek, ¿o lo eras?
Y solo así ya quiero reventarle su madre, pero hay una niña presente. Suertuda la perra.
—No, soy su empleada.
Y así fue como se invocó al diablo y Derek apareció.
—Jennifer. Rebecca. Gabriela —No me pasa desapercibida la sorpresa en su voz.
Me gustaría decir que mi corazón no se aceleró, pero eso sería mentir, pero aun así me encuentro apagada, nula, disipada, fría.
—Buen día. Señor Scott.
—¡Papi! —Rebecca grita de emoción cortando algo de la tensión en el ambiente.
—Hola princesa bonita —la saluda y le hace arrumacos, si fuese otro momento tal vez la escena me causaría nostalgia o simpatía hasta quizás algo de ternura, porque de verdad hacen una linda escena.
Pero no me causa nada y mi mirada se dirige de nuevo a la maldita perra que está parada como si no acabara de maltratar a la niña, esa mujer despierta lo peor de mí y no hay fuerza de voluntad que me detenga, así de grande son mis ganas de golpearla con mis puños.
Ella me atrapa viéndola y sé justo lo que mira en mis ojos, porque es miedo lo que yo veo en los de ella y eso me arranca una sonrisa que la hace retroceder un paso.
—Papi, que tenen los ojos de ella. Mira —Me apunta con su dedito a la cara y miro fijamente, pero sin odio y rencor, debo admitir que es verdaderamente linda la pequeña y también tiene unos ojos demasiado verdes.
Derek por otra parte también se encuentra desconcertado y sorprendido al verme por primera vez sin mis lentes de contacto en la empresa y expresando la furia que hay en mí.
—Solo son especiales, mi amor —le responde con cariño.
—Yo tamben quielo ojos especiales —habla en ingles a media lengua—. Mida tiene uno como yo.
Estira su bracito para alcanzar mi rostro; veo la intención de la madre de querer golpearle la mano hacia abajo, pero mis reflejos son rápidos y la detengo a medio camino, la fuerza con la que impacto mi mano me demuestra que le iba a golpear demasiado duro para una niña. La miro lanzando fuego.
Derek se queda estático sin entender la escena porque solo fue capaz de verme a mí golpeando a su mujer.
Me pregunto si no se ha dado cuenta que su mujer es una maltratadora y me preocupa lo que le pueda estar haciendo a la niña que es tan dulce e inocente.
—Gabriela espera un momento. Te necesito en mi oficina.
Como buena soldada fui a donde se me ordenó, me senté y esperé.
—Necesitamos hablar —agrega apenas entra.
—Tú necesitas hablar, yo no. Así que te escucho —respondo automáticamente.
—Si así quieres que sean las cosas, bien que así sean. Veras—se corta al hablar al ver mi falta de emoción, continua completamente molesto—... haces esto malditamente difícil y sabes que no tengo porque darte ninguna explicación cuando tú has estado mintiéndome, sabes lo lejos que llegue a sentir por ti y me engañaste.
—Derek si solo quieres desahogarte y quejarte te recomiendo que te consigas un terapeuta, no estoy aquí para eso. Solo necesito saber si ¿estoy despedida o no?
—Todavía no lo sé.
—Bien —Me levanto y salgo de su oficina.
*************
Después de ese encuentro en la oficina de Derek hace una semana, cada vez que nos vemos solo logra frustrarse más y más, veo en el deseo de decir algo más, pero siempre Jennifer aparece a su lado, Daniel sigue comportándose igual conmigo, Rebecca se ha vuelto una pequeña intrusa en mi oficina, se escapa de su madre y viene acá, la primera vez que llego estoy casi segura que fue porque me siguió, ella alego que fue por coincidencia.
Para ser una niña de tres años es muy precoz.
—¿Sabe papi que lo odias? —me pregunta o eso creo que dice con su tierno lenguaje, hoy desde la cima de uno de los muebles de cuero.
—¿Qué te hace pensar que lo odio? –le pregunto conteniendo la risa.
—Tus ojos, son tan extraños y y y se ponen más dados cuando lo miras y se ven como los de un león.
—¿Sabes que tu padre se enojará mucho si sabe que estás aquí verdad?
Sé que es de cobardes distraer a una niña de tres años con otra pregunta, pero no estoy dispuesta a responderle.
—No, no se molestala polque él y mami se pelean mucho, y no se dala cuenta.
—No sé...
—Papi es tan genial –Estira sus bracitos haciendo una gran distancia— así de genial. Tiene un lobo que se llama mag... magg
—Magnus —la ayudo
—Sí, ese mismo. Tú mágica.
Y solo así me recuerda a su padre otra vez, me recuerda esa noche hace casi un año cuando me atrapo en mi bar y pensó que era un hada.
—Como un haga, pero más genial —su forma de hablar va de inglés a francés y la única forma en que logro seguirle el ritmo es porque hablo el idioma.
La puerta se abre de golpe y Dani entra.
—Y aquí está la pequeña traviesa. Deja de escaparte, tu padre está muy preocupado —le riñe suavemente—. Hey Gabriela, espero que no te haya molestado demasiado esta pequeña parlanchina.
—Para nada.
Paso el resto de la mañana inmersa en mi trabajo logrando finiquitar los últimos acuerdos que tenía con las firmas a mi cargo.
A pesar de odiar a su padre, Rebecca es un sol y es imposible no adorarla. No puedo tomarla contra ella por los pecados de su padre.
Hoy el clima está nublado y es sin duda mi clima favorito, me encanta. Hoy me apetece almorzar algo caliente y grasoso, así que me decido por la pizzería bajando la esquina de la empresa.
El viento se hace más fuerte y me abrazo más en mi chaqueta larga que me llega debajo de las rodillas y levanto el cuello para protegerme más.
No sé en qué momento ellos llegan a estar detrás de mí, aun así eso no evita que escuche su conversación.
—Sí, aparentemente estás obligado a mantenerla trabajando en la empresa, en el acuerdo de la asociación de las empresas se especifica explícitamente que ella es parte de tu empresa y en caso de despido antes del periodo de tiempo de un año tú le debes la mitad de la inversión realizada por ellos y demás.
—Eso prácticamente nos dejaría un poco decaídos y los egresos serían muy altos, no vale la pena correr el riesgo —le responde Derek.
Apresuro el paso para alejarme lo suficiente cuando escucho la voz de Daniel. No me fijo que llego a la horilla de la acera y me detengo, mi teléfono empieza a sonar, al mirarlo veo que es una llamada entrante de Ryan, mierda.
Gracias a Dios no me notaron, sus voces se escuchan de nuevo y cada vez más cerca, pero todo deja de rodearme cuando veo justo en frente de la empresa en medio de la pequeña isla, está la niña corriendo sola mientras la perra de su madre habla por el puto teléfono.
Rebecca juega con una mariposa tratando de atraparla y no nota nada a su alrededor de lo distraída que se encuentra.
La mariposa vuela a la horilla de la acera y Rebecca la persigue, inmediatamente giro para ver si viene un carro o no y no pienso en el momento en que veo un coche acercándose rápidamente, por la velocidad en que viene sé que no le dará tiempo para frenar.
Corro solo lo suficiente para alcanzar a tomarla en mis brazos y escuchar su grito de terror cuando el auto nos impacta, el dolor me recorre completamente cuando siento y escucho el sonido de varios huesos al romperse, primero contra el auto y después contra es asfalto, el sabor de la sangre llena rápidamente mi boca.
—¡Papi! —A penas logro escuchar el llanto de Rebecca a través del zumbido en mis oídos y los demás ruidos.
Mis brazos todavía se encuentran envueltos alrededor de Rebecca cuando cada vez me siento más y más débil, lo último que veo antes de perder el conocimiento es el rostro de Rebecca manchado con la sangre que gotea de mi boca...
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