Capítulo 48.
GABRIELA.
La alarma suena despertándome un sábado en la mañana, me señala que son las 4 a.m.
Por fin es sábado, Dios necesitaba con ansias un fin de semana libre. Camino por mi apartamento hasta la cocina donde busco en el armario de la limpieza todo lo que necesito para limpiar, no recuerdo la última vez que me dedique a limpiar este desastre en el que vivo.
Me gustaría decir que es el destino el responsable de que yo no pueda limpiar mi hogar, me rio en voz alta cuando suena mi teléfono desde donde lo deje en la mesa del comedor.
Lo agarro y veo que es Joe—. ¡Hola, buen día madrugador!
—Por lo visto estamos de buen humor hoy —Puedo escuchar la sonrisa en su voz y es tan grato escucharlo, ya hace un mes que se fue hacer unos negocios para la empresa y lo extraño.
—Pues la verdad es que sí. Sabes cuándo fue la última vez que hable contigo, sin duda eres el peor amigo del mundo y la galaxia completa —me quejo.
—Preciosa sabes cómo han estado las cosas aquí últimamente —lo escucho quejarse también mientras me acuesto en uno de los sofás de la sala de estar.
—¿Y cuándo estarás de vuelta?
—Bueno... Sobre eso es otra cosa de las que luego te contaré. ¿Y cómo están las cosas con el jefe?
No me pasa inadvertidamente el desdén con el que nombra la palabra jefe—. Van muy bien, aunque he tratado de comunicarme con él desde anoche, pero no contesta el teléfono.
No he podido apartar eso de mi mente y me preocupa que algo le allá pasado, estuve a punto de llamar a Dani, pero eso ya sería exagerar y no quiero será la novia impulsiva y controladora.
—¿Gabriela? Gabriela puedes contestar.
—Sí, sí aquí estoy —voy a la cocina y agarro una manzana verde del frutero.
—Por un momento te desconectaste igual tengo que colgarte ya nos están llamando.
—¿Qué? Tienes reunión hoy sábado... —me cuelga dejándome hablando sola.
—Genial —le digo a mi apartamento vacío, lanzo el teléfono al sillón y justo cayó muy cerca de la orilla apunto de caerse al piso y destrozarse. Agarro mi instrumentaría para trabajar, hoy si o si limpio porque limpio gracias a Dios tome la sabia decisión de madrugar de allí el dicho de quien madruga Dios lo ayuda.
Lástima que más tarde ese dicho no se apegó a mí.
Horas después...
Me encanta admirar un trabajo bien hecho y este mi gente es uno. Se puede decir que necesito tomar una foto porque lo más probable es que no dure mucho, paso tampoco tiempo aquí que solo entro y salgo si no es que estoy durmiendo en el bar. Ese por otra parte siempre está limpio y eso es gracias Aura cada vez que pasa por allí siempre limpia creo que es un impulso y la verdad no me molesta.
A pesar de a ver limpiado solo lograr distraerme un poco todavía en el fondo de mi mente me extraña que Derek no responda el teléfono, y es como cuando sabes que algo malo está por pasar, algunos lo llaman premonición yo lo llamo "el destino me la está jugando".
Trato de ser optimista y trato de llamarlo otra vez, no alcanzo a llegar al teléfono cuando suena el timbre del apartamento.
El sonido se vuelve más insistente y me apresuro abrir la puerta sin comprobar quien puede ser, aunque lo más seguro es que se trate de Aura.
—¡Derek! –exclamo al verlo del otro lado luciendo su mejor semblante serio, pero yo sé lo que lo puede solucionar—. ¡Estás aquí!
Salto a sus brazos reparto muchos besos en su rostro, el me sostiene de manera mecánica cuando rodeo su cintura con mis piernas.
—Si aquí estoy —responde frío.
—¿Se puede saber por qué estás tan apático? —trato de bajarme, pero no me deja.
—¿Quieres que esté caliente? Cariño no sabes lo caliente que estoy por dentro —sonríe con maldad antes de atacar mi boca con agresividad empotrándome contra la pared más cercana.
En el primer momento no lo note, pero algo no está bien, sin embargo, me es imposible pensar con el saqueando todo a su paso estrujando su dura erección contra mi coño a través de su ropa y mis cortos shorts de algodón suave y mi ropa interior.
Con una mano me toma mis dos pequeñas manos que no son nada en comparación con las suyas y las aprisiona sobre mi cabeza sin ninguna pizca de delicadeza mientras que la otra viaja por debajo de mi camiseta y llega a mi pecho amasándolo con fuerza.
—Derek —jadeo cuando logro separarme de su boca y eso solo provoca que me muerda el labio con fuerza.
—¿Eso es lo suficiente caliente para ti Gabriela? —baja su cabeza a mi cuello y muerde con fuerza, sé cuáles son sus intenciones y trato de alejarme de su boca, pero eso solo lo anima más.
—¡Derek, no! —grito fuerte y él me suelta dejándome en el suelo.
Su respiración es tan superficial como la mía, sus pupilas se encuentran tan dilatadas que sus ojos son de casi en su totalidad negros con una pequeña areola de color.
—¿Qué demonios te pasa? –le exijo. Y ahora es que lo noto.
Lo sabe.
—¿Qué, tener sexo no fue parte de tu plan también? —Me muestra una sonrisa feroz.
Mi mente trabaja tan rápido como puede a la misma velocidad que mi corazón late tratando de salir de mi pecho, pero soy incapaz de formular idea alguna, trato de parecer lo más calmada posible.
—Tal vez debas calmarte antes de continuar con esta conversación Derek —nunca lo había visto tan cabreado.
—¿Calmarme? Nena esto es lo más calmado que puedo estar y es mejor que vayas soltando todo si no quieres que me cabree más de lo que ya estoy.
Aunque no me guste su forma de hablarme sé que merece una explicación aunque no es para que se cabree tanto.
—Todavía sigo sin entender por qué te encuentras tan cabreado así que mejor explícate —Sí esta molesto porque soy dueña de un club no veo la razón suficiente para que esté tan cabreado.
—Vamos a ver. ¿Cuándo coño pensabas decirme lo del bar? Me crees tan estúpido y que nunca me iba a enterar –se pasa las manos por el pelo desesperado, su pecho sube y baja con su respiración alterada.
—Derek... Yo te lo iba a contar –él caminó unos pasos hasta detenerse frente a mí, inclina la cabeza para mirarme directamente a los ojos.
—Lo sé todo Gabriela. ¿Pero dime esto fue parte de un plan?
—¿De qué plan estás hablando? —digo sin entender.
—¿Sabes qué es lo que agradezco? Que nunca te folle.
Doy un paso atrás impactada por sus palabras aun sintiendo el escozor por el dolor que me infligen.
Y ahí es cuando mi temperamento sale a flote—. Derek ahora mismo no te encuentras siendo razonable y te vas a arrepentir de lo que estás diciendo.
Eso solo logro enfurecerlo—. Solo dime por qué Gabriela, ¿Qué te hice?
—Derek entiende lo que yo hago no tiene nada que ver, el Bar es solo otro ingreso de dinero.
—O sea que lo hiciste por el cochino dinero. ¡Porque no me sorprende! –grita esto último.
—Sera mejor que te vayas —camino a la puerta y se la abro.
Llega hasta donde estoy—. Nunca pensé que eras una trepadora.
—Si no quieres escucharme y crees que esto es lo mejor para los dos es mejor que terminemos de una vez por todas —digo con el corazón roto.
—Me parece perfecto —Se va y tiro la puerta con fuerza haciendo que los cuadros tiemblen.
Me dejo caer hasta el suelo sin saber que acaba de pasar, nada de lo que dijo tiene sentido. Pero la pregunta más importante es ¿Cómo se enteró?
Tomo mi cartera y las llaves de la moto, voy al único sitio donde puedo encontrar un poco de paz.
Antes de dirigirme al gimnasio de Ryan paso por el bar y hablo un rato con Aura y Luis, pero ninguno de los dos tiene idea.
—Vamos muévete, estás distraída —me grita Ryan antes de darme una patada y lanzarme a la lona.
—Eso es todo, no más entrenamiento por hoy, no tienes tu mente aquí y no quiero lesionarte.
—Está bien.
—Después que ya te patee el trasero lo suficiente ¿estás lista para decirme que fue lo que te trajo aquí hoy? —dice mientras se deja caer a mi lado.
Y solo así le cuento todo.
—Desde mi punto de vista él sin duda está paranoico, y quizás tiene sus motivos lo mejor es que lo dejes por hoy para que se calme y mañana vas a hablar con él cuando esté más tranquilo.
—Sí, tienes razón mañana voy a su casa.
Se puede decir que esa noche no dormí muy bien. Después de despertarme y tomar un desayuno ligero trato de llamarlo, pero me lanza al buzón directamente.
Después de ver en mi teléfono la hora me doy cuenta que son casi las diez por lo que debe estar despierto. Voy por las llaves de la moto, esto es algo que debe aclararse cara a cara.
20 minutos después estaciono cerca de la entrada de su edificio. El portero me deja entrar y le doy las gracias, no es la primera vez que vengo por lo que me dejo entrar de lo contrario no podría.
Camino por el corredor hasta detenerme frente a los ascensores y ha de ser mi día de suerte porque se abren al momento mostrando una pareja que sale del mismo.
Entro y presiono el piso, no puedo evitar sentirme un poquito nervioso, yo soy de las que nunca ruega por un hombre, pero esto extralimita lo que siento por él y espero que valga la pena.
Llego a su piso poniendo fin a mi monologo interno. Camino los pasos que me faltan para llegar a su puerta y toco el timbre.
Estoy tan nerviosa que olvide lo que iba a decir. Maldición. No tengo tiempo de pensar en algo cuando se abre su puerta mostrándolo.
—Derek escúchame... —paro de hablar cuando noto su camiseta sin mangas, pero lo que más me llamo la atención son las marcas de labial que corren por toda su cara y cuello.
—Gabriela no deberías estar aquí —me responde severamente como nunca antes me hablo.
Me digo a mi misma que debe a ver una explicación razonable para todo, que él no me ha engañado. Sé que terminamos ayer. ¡Pero han pasado menos de 20 malditas horas!
—Mi amor. ¿Quién es? —llama la voz de una mujer.
Él permanece inalterable a los acontecimientos y me mira fijamente. Yo por lo contrario me estoy muriendo por dentro mientras siento que los latidos de mi corazón laten cada vez más fuerte, trato de aparentar serenidad.
—Veo que tienes compañía —Por más que traté, se me rompió un poco la voz.
—Gabriela...
—¿Oye por qué tardas tanto? Te extraño —dice una mujer increíblemente bella y le da el beso más obsceno que he visto en mi vida, se lo come como si no fuera la primera vez y lo peor es que Derek la deja y no la aparta.
Ella clava sus garras en su cabello, volteo la mirada para secar la lagrima que se me escapa en silencio disimuladamente.
—Demonios, no sé qué hago aquí —hablo bajo mi aliento, Derek alcanza a escucharme y se aleja de ella.
—Jennifer —le reprende y ella muestra una gran sonrisa traviesa y se gira para mirarme con cara de inocente.
Así que ella es la famosa Jennifer.
Derek me mira y veo remordimiento en su mirada cuando ve que otra lágrima se me escapa, y agrega—. Gabriela tú no sabes...
Es interrumpido por una preciosa nenita no mayor de tres años disfrazada.
—Papi venir jouer –ella habla español y francés. (Ven a jugar -frances) La entiendo porque hablo francés, pero su forma de hablar es la de un bebé que está aprendiendo a hablar.
Y ahí es cuando mi corazón, mi mundo, todo se detiene.
Le doy un último vistazo a la familia feliz que forman y me voy como alma rota y dolor que me ahoga.
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