Capítulo 46

GABRIELA

—Sí, sí, sí así pararás de insistir tanto —me rio y el me monta sobre su regazo.

Y me da el beso más dulce, tomando mí labio inferior entre sus dientes succionándolo para luego pasar su lengua entre mis labios haciéndolo con una lentitud tortuosa pidiendo invitación para entrar y no es algo a lo que me pueda negar en esta vida. Pasa su lengua con esa lenta sensualidad haciendo pedazos lo poco de cordura que me quedaba.

Él siempre me besa de esta forma tan especial, es raro que todavía no hayamos tenido sexo, pero si lo hace como besa ¡Dios! Me mojo de solo pensarlo y las cosas en el sur empiezan a sentirse un poco incomodas. Trato de desacelerar las cosas, no es que sea una virgen, pero con él las cosas son diferentes.

—Sera mejor que nos detengamos —le susurro a los labios con los ojos todavía pegados a ellos que se encuentran un poquito y malditamente besables.

Eso fue hace más de una semana y hoy me encuentro de camino a la oficina de mi novio, es tan raro llamarlo mi novio.

Llego al escritorio de Laura—. Hola Lau.

Ella levanta la mirada del monitor y pega un salto de la silla—. Holaaaaaa. ¡Me alegro tanto, tanto de verte! —dice ella mientras me abraza.

—¿Oye qué está pasando? —pregunto alarmada.

—Es Derek, me temo que está en uno de sus días cariño —me explica con cara de pena.

—¿Estás segura? Yo hablé con él anoche y estaba perfecto.

—Bueno no sé a qué hora empezó su ciclo. Lo que sí sé, es que llegó hoy hecho una furia.

—Iré a ver como se encuentra —trato de calmarla y en el proceso evitar ponerme nerviosa.

—Te deseo suerte —me despide y que gran forma de darme ánimos.

Entro sin tocar la puerta esperando no llegar en un mal momento, últimamente las cosas entre nosotros van bien, pero no sé cuánto tiempo podemos seguir ocultándonos las cosas.

—Laura en este momento estoy ocupado, te pedí que no me interrumpieras —recrimina sin voltearse a la puerta.

—Demonios. Hoy sí que estás de un humor de mierda, y eso que soy tu novia y mira como me tratas —Me hago la ofendida cruzando los brazos.

Él se gira hasta quedar de frente a mí—. Nena ven aquí.

Estira los brazos para que vaya a él. Y yo como la niña buena que soy, voy.

—¿Qué tienes? –le pregunto dándole un besito mientras me siento en sus piernas.

—Nada estoy un poco cansado —Me abraza fuertemente, coloco mi cabeza en el espacio de su cuello oliendo su rica colonia.

—Hules muy rico —le digo ganándome una risa de su parte. Él pasa su mano una y otra vez en mi espalda como si me estuviese calmando cuando es él, el que está alterado.

—Gracias. Tú también hueles a —Él inhala mi olor buscando la fragancia—... Hueles a manzana verde y algo más.

—Eso es porque comí una de camino —le sonrío con cara de culpabilidad.

Pone cara de ofendido—. Y fuiste incapaz de pensar en traerle a tu novio, que mal nos veo Gabriela, que mal. Pero hay algo que puedo hacer...

Me besa arrancándome un suspiro de satisfacción, aun así noto algo diferente en este beso mientras saquea sin pudor mi boca y eso desesperación. Le devuelvo el beso con la misma intensidad tratando de serenarlo.

—¿Estás bien? —le pregunto preocupada.

—Solo estoy cansado, ya te lo dije.

—Eso no se sintió así. Pero insistiré más.

—Bien —dice irritado.

—Sera mejor que me vaya. –intento levantarme de su regazo, pero me lo prohíbe.

—No. Me quiero ir —presiono mis manos en su pecho para que me suelte, pero es imposible.

—Gabriela quédate quieta —me regaña.

—No me da la gana. Suéltame —hablo de manera dura. Ya molesta de que me tenga prisionera, si no quiere decirme que coño tiene bien, puede irse a la mierda ahora.

Suspira resignado—. Puedes calmarte de una vez. Solo no dormí anoche ¿bien?

—Si es así porque no me lo dijiste anoche cuando te llame —dejo de tratar de soltarme. A veces una chica tiene que ponerse mano dura.

—Era muy tarde cuando me llamaron y no quería molestarte.

—¿Entonces la solución es dormir? —le pregunto con cariño y mimosa.

—Tal vez, eso solo resolvería algo del problema creo —dice con cara de indecisión.

—¿Me vas a decir cuál es el problema principal? –pregunto viéndolo a la cara, pero evita mirarme a los ojos.

Esto no me gusta ni un poquito, pero qué puedo decir yo cuando también tengo secretos y eso es lo que me molesta, no puedo exigir sinceridad cuando no la doy.

—No.

Agacho la cabeza desalentada, odio sentir esta debilidad que antes no sentía, odio sentirme vulnerable ante cualquier acto que él haga y me lastime, pero lo que más odio es que puedo llegar amarlo y eso sería el fin, porque también podría llegar a odiarlo.

—Oye bebé, no te pongas así —me susurra, tomándome el rostro entre sus manos.

—¿Así cómo? Yo estoy perfectamente —lo miro directamente a los ojos.

Mierda estoy más que molesta ahora y deseo romper algo o alguien, ya puedo empezar a sentir esa energía que recorre mis venas seduciéndome. Necesito a Ryan.

—Yo tengo que hacer una llamada —Me bajo de su regazo aprovechando que estaba distraído.

—¿A quién? —pregunta molesto, intuye lo que me pasa, no es la primera vez que me he puesto así delante de él y sabe que cada vez que pasa llamo a Ryan.

—Sabes muy bien que tengo que llamara a Ryan.

—¿Tienes? es tan grande tu necesidad de llamar a ese imbécil —me protesta

—Sabes que tengo que llamarlo. Ahora no me vengas con cara de sorpresa y no me grites —le advierto.

—Eso es porque nunca, nunca me das la oportunidad de estar contigo. Siempre sales corriendo en busca de él —me señala con el dedo.

—Yo puedo hacer lo que se me da la maldita gana. Que te quede eso claro —digo a centímetros de su cara de forma amenazante.

—En eso estás equivocada. Que no se te olvide que ¡yo soy tu maldito novio! –me escupe a la cara.

—Si lo que querías era pelear, pues bien lo conseguiste. Ahora sí eres mi novio, pero no lo eres cuando tienes problemas y me intereso por tu bienestar, ¿pero qué haces tú? Me dejas por fuera y no es la primera vez que pasa y me estoy hartando de esa mierda —le grito de regreso.

—Tú no puedes comparar lo mío con eso. Y te dije que malditamente no pude dormir anoche, ese es todo el maldito problema coño—grita igual.

—Si claro ¿Y qué fue eso que te quito el sueño? Vamos, dime —lo reto. Estoy segura de que nuestros gritos se escuchan en el escritorio de Laura o hasta más lejos.

—No.

—Entonces no te quejes cariño —trato de pasar por su lado para largarme de esta oficina, pero me toma del brazo.

—¿Te estás acostando con él, es eso? —pregunta cabreado.

Me giro para enfrentarlo—. ¿De verdad crees que sería capaz de hacer semejante cosa? –me rio con hipocresía– Que mal piensas de mí.

Paso por su lado airada de camino a la puerta y esta vez no me detiene y mi corazón se rompe un poquito.

Al salir Laura me recibe con los ojos muy abiertos, me imagino que escucho toda la discusión.

Trato de hablar cuando la puerta se abre nuevamente y unos brazos me llevan dentro de la oficina otra vez.

Una vez dentro me gira para quedar de cara a él, me encierra entre sus brazos a cada lado de mí mientras me presiona contra la puerta.

—Está bien lo siento, ¿vale? ¿Qué tiene él? Que yo no tenga para ayudarte —pregunta un poco más calmado.

—Él me entiende, sabe lo que es estar en mi lugar —expreso.

—Ayúdame a entenderte.

—No sé cómo hacerlo —susurro.

—Dime cómo te sientes ahora —me ruega.

—Estoy molesta, quiero romper algo, dañar algo, destruir, lastimar...

—Bien eso es algo —dice con incertidumbre.


Acerca sus labios a los míos besando la esquina de cada lado después un pequeño beso en el centro de los tierno, mi corazón empieza acelerarse por otro motivo. Continua con mi labio inferior succionándolo, saboreándolo con su lengua, paso mis manos por su cabello atrayéndolo más abriendo mi boca para él, aprovecha el permiso y saquea mi boca con su lengua aumentado el deseo en mi interior, suelto un gemido y él gruñe en respuesta, pero se aleja de pronto dejándome jadeante.

—Dime cómo te sientes ahora —pide de nuevo, en esta ocasión con una sonrisita sexy.

—Muy alterada, animada, anhelante.

—Eso es un muy buen cambio —dice alegre—. ¿Tienes los mismos deseos de antes? Lastimar, dañar...

Ahora veo el punto. E increíblemente—. No, es increíble. Pero no los tengo.

—Entonces ya tenemos una nueva solución y es una que me gusta más, mucho más.

Se agacha pasando un brazo detrás de mis piernas y me lleva cargada al sillón grande de la sala de estar, donde nos sentamos abrazados hasta que él suelta un bostezo gigante.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top