Capítulo 41

DEREK

       Dejo que ella ponga la película y nos acostamos en la cama, ella me abraza colocando su cabeza en mi pecho con una de sus piernas entre las mías, desde esta posición puedo sentir sus tetas presionadas contra mí.

—¿Derek dónde está la camisa que yo tenía puesta?

—¿A cuál te refieres?

—A la que tenía puesta antes de despertarme con esta —Maldición, es hora de agarrar al toro por los cuernos.

—No me gusta que tengas la camisa puesta de otro hombre Gabriela —La tomo por la rodilla y giró terminando arriba de ella entre sus piernas.

—¿Así que estabas celoso de una camisa? —pregunta curiosa.

—Si —no tiene caso negarlo.

—¿Y por eso me pusiste la tuya?

—La mía te queda mucho mejor —Y es verdad.

—Y también huele mucho mejor —admite.

—Más puntos a favor —Me agacho y comienzo a dejar un rastro de besos por su dulce y rico cuello.

—Lamento mi comportamiento de hoy. He estado un poco sensible.

—Tranquila nena, no hay problema —Toma mi cabello con sus manos y me jala con fuerza de su cuello para dejarme cara a cara con ella.

—No intentes distraerme, Derek —señala divertida.

—No es lo que estoy haciendo preciosa.

—¿Y qué es entonces lo que haces? —puedo escuchar la risa en su voz.

—Ah... Estoy buscando lunares.

—¿Con la lengua? —Ella levanta una ceja y pone cara de no creerme un coño.

—¿Qué sabes tú de cómo buscar lunares? Que yo sepa no tienes un máster en eso.

—¿Y tú sí? —pregunta con sarcasmo.

—Ah. Pero eso no lo sabes tú —Y la besó, corro mis manos a su trasero y lo aprieto contra mí, ella lleva sus manos a mi cuello y me abraza fuertemente.

Nos separamos por falta de aire—. ¿Te encuentras bien ahora? ¿No tienes ningún dolor?

—Tú ayudas a distraerlo.

       Me alejo de ella para que no sienta mi peso y volvemos a estar en la posición inicial.

—No quiero incomodarte. ¿Estás molesta por lo de la camisa?

—¿Te arrepientes?

—No y volvería hacerlo otra vez.

—Bien. ¿Y en dónde está ahora la camisa?

—No tienes que preocuparte más por ella.

—Vale ahora quiero saberlo —dice molesta.

—La D. E. S. A. P. A. R. E. C. I.

—Muy gracioso. ¿Dónde está? —Una pequeña arruga aparece entre sus lindas cejas.

—Es cierto.

Me da un fuerte golpe en el pecho—. ¿Por qué coño lo hiciste? No tienes derecho.

—Y un demonio si no tengo derecho —Sobre mi cadáver mi mujer usara la camisa de otro hombre.

—Eres la persona más descarada y cínica que conozco —Se levanta molesta de la cama. Tal vez esto sea un cambio de humor, pero ya va siendo hora de sacar ciertas cartas.

—¿Yo soy él cínico? Cuando eres tú la que estuvo entre los brazos de otro hombre hoy en la oficina y al llegar aquí te encuentro con la camisa puesta de ese idiota.

—¡Maldición, pero fuiste tú él que estuvo encerrado con esa zorra en la puta oficina haciendo quien coño sabe! —su rostro se torna rojo.

—Joder, Gabriela; solo estaba hablando con ella, se despedía porque se va a Francia —le digo molesto.

—Pues yo solo estaba hablando con mi mejor amigo.

—¡No necesitas estar entre los brazos de alguien para hablar, Gabriela!

—No me vengas...

—¡No pienso tolerar eso de mi novia, Gabriela!

Ella se queda paralizada y me mira fijamente—. ¿Soy tu novia?

—Sí.

—¿Cuándo me lo preguntaste?

—Eso no era necesario —¿O sí? Mierda las mujeres son tan complicadas.

—¿Así que tú, solo decidiste que yo sería tu novia? —dice con chulería.

—Correcto.

—Pues no quiero ser tu novia —señala.

Ella me da la espalda y aprovecho para tomarla por detrás rodeando su cintura con mis manos—. ¿Segura?

—Sí.

—O sea, que no quieres tener nada conmigo.

—Yo no he dicho eso.

—Eso fue lo que diste a entender preciosa.

—No me agarres Derek —Ella intenta zafarse de mi agarre y subo mis manos hasta que están debajo de sus senos, presionándola contra mí.

Pego mis labios a su oído y le susurro—. Deja de ser tan terca.

—¡Maldición Derek! —se escapa de mis brazos con tanta fuerza que no puedo evitar que escape.

—¿Qué te pasa ahora? —Dios, dame paciencia.

—¡¿Que me pasa?! ¡Estuviste encerrado con esa zorra, eso me pasa!

—Vamos Gabriela, te dije que esta...

—No sabes el deseo que tengo de-de...

—¿De qué? —le pregunto. Ya mi enojo es inexistente al compararlo con el de ella, nunca la había visto tan molesta y celosa, lo peor es que a una parte de mí le encanta verla así por mí.

—¡De... Destruirla, deseo hacerle daño Derek, de verdad quiero verla sangrar y retorciéndose de dolor! Yo quiero verla sufrir, Dios anhelo hacerlo —susurra esta última parte. Cae de rodillas en el suelo, con la respiración agitada.

—Ven acá hermosa —digo más tranquilo.

—¿No te moleta? —pregunta en un murmuro.

      La cargo para llevarla a la cama, levanto las sabanas y la meto dentro. Me saco la ropa hasta quedar en bóxer y me uno a ella.

—¿Qué cosa, bebé?

—Que tenga esta personalidad tan violenta.

       Me giro de medio lado para verla, ella hace lo mismo, pero evita mirarme a los ojos.

      La tomó del mentón para que me vea a los ojos, todavía no me acostumbro a sus hermosos ojos de colores, aunque debo decir que de hermoso no tienen mucho cuando se enoja, pero aun así es muy tierna, para mí lo es.

—Hey princesa...

—No vuelvas a llamarme así —medio gruñe.

—¿Por qué? —pregunto con una sonrisa.

—No me gusta y punto —Sé que está evitando decírmelo.

—Como quieras. Lo que iba a decir es que me importa muy poco si tu personalidad es violenta, la verdad es que me gustas tal y como eres y que cada parte de ti me pertenece.

—Eso sonó horrible —Ella se ríe en mi cara y es la risa más malvada y tierna que escuché.

—Sí, bueno soy empresario, no poeta, aunque también soy muy bueno cogiendo.

Eso hace que su risa se detenga en el acto—. Eres muy directo.

—Me lo han mencionado.

—Y humilde —agrega.

—También.

—Y un idiota —Solo ella me hace querer besarla y ahogarla al mismo tiempo.

—Eso solo me lo dices tú.

—...

       La beso cortando cualquier insulto que iba a salir de su dulce boquita. Ella corre sus manos por mi abdomen clavando sus uñas en mi piel y mi polla salta a la vida, por lo que la alejó antes que empecemos algo que no podamos terminar, ya he pasado por esto y no es muy cómodo tener las bolas azules a cada rato.

—¿Jena te dijo que me sentía mal? ¿Por eso fue que terminaste aquí?

Le cuento todo lo que me dijo Jena.

—Esa perra.

—Ya me ocupare de ella mañana, esto ya es pasarse tres pueblos.

—Está bien.

—Tu secretaria será ahora Allison Darks —Será interesante ver cómo interactúan estas dos.

—Oh, me encontré con ella varias veces en la empresa.

—Es muy buena trabajando aunque puede ser un poco conflictiva y si algo no le gusta no dudara en decírtelo.

—¿Eso es bueno no? —pregunta con cara de indecisa, nunca se lo diré, pero ella a veces es tan niña y tierna que me corta el aliento.

—Tal vez. Ya te darás cuenta.

—Vale. ¿Vemos otra película? —Esto es un vivo ejemplo de sus tiernas reacciones de niña, mi niña mujer.

—Sí, pero voy a pedir una pizza ya es tarde y no nos hemos dado cuenta.

—Como quieras, pero que tenga maíz —solo por esa respuesta, no puedo evitar besarla con ansias y voy a hacer la llamada.

       Después de cenar nos quedamos dormidos, no hay nada mejor como dormir con ella entre mis brazos.


A la mañana siguiente...

       La buscó en la cama y no está por ninguna parte, eso me quita el sueño y me levantó para buscarla, la encuentro en la cocina con mi camisa todavía puesta.

—¿Tienes planes para hoy? —me pregunta.

—Sí, hoy tengo que hacer unas cosas y vuelvo, ayer llame para que no fueras a trabajar hoy. ¿Mañana te sentirás mejor?

—Sí. No es para que armes un alboroto por mi menstruación —Eso dice, pero alcanzo a ver la sonrisa que se le forma cuando intenta ocultarla dándome la espalda.

—Lo haré si quiero. Y deja de buscar riña tan temprano en la mañana.

—Solo estoy diciendo...

La moto entre mis brazos y le hablo al oído—. Que soy el mejor novio lo sé.

—Todavía no soy tu novia. Y ni siquiera me lo has preguntado —señala toda mingona

—Vale. ¿Quieres ser mi novia?

—No

—¿No? —Mierda, esperaba un "sí" y un "no" tan rotundo.

—No. Tendrás que esforzarte más —dice con una risita.

—Haré que se vuelva un "sí".

        Después de desayunar y tomarme una ducha me visto para mi reunión con Megan antes de que se vaya a París y a visitar a Jennifer.

♠•♠•♠•♠•♠

       Estaciono cerca de una cafetería donde quede en verme con ella. Al entrar la veo en unas mesas al fondo y me acerco.

—Hola guapo.

—Hola Megan. ¿Tienes mucho rato esperando?

—No mucho, ¿Por qué el cambio de planes? Pensé que era mejor en la tarde.

—Tengo otros planes.

—Bueno vamos pues, que el tiempo es corto.

      Pasamos por cada tienda del centro comercial comprado cosas para que le lleve a ella.

      Al final término llenando mi coche de cosas y tuvimos que comprar maletas para que lleve todo esto ya que en las de Megan era obvio que no iban a entrar.

        Después de horas de comprar la llevó a su apartamento. Una vez allí subimos las bolsas hasta el.

—Gracias por hacer esto por mí Megan.

—No hay problema, aunque esto no sería necesario si Jennifer no fuera tan perra y diera su brazo a torcer y te dejara estar cerca de ella.

—Algún día tal vez.

—Bueno muñeco, tú tienes cosas que hacer y yo maletas que armar así que adiós.

      Ella se inclina para darme un beso y giro la cara para que no me lo de en la boca sino en la mejilla.

—Gracias Megan, mándame fotos.

—Lo haré.

     Después de eso volví con mi casi novia.


Días después...

       Los días en la empresa transcurren con normalidad, Allison se adaptó perfectamente a Gabriela y de Jena no he vuelto a saber.

        Estoy en mi oficina viendo en mi teléfono las fotos que me mando Megan y se ilumina la pantalla con una llamada entrante de una persona que pensé no llamaría en un largo periodo.

—Hola Jennifer.

—¡Deja de estar mandando regalos con Megan!, ¿Me crees tan estúpida como para creerme eso? ¡Que ella compraría todo un puto centro comercial!

—Cumplí con lo que querías, no te he llamado más.

—¡Sí, pero es lo mismo que estés mandando regalos! —grita alterada.

—No puedes prohibirme eso también —trato de razonar.

—Si puedo y lo haré, que no se te olvide que tú me echaste de tu vida, ahora aguanta las consecuencias.

—Eso fue antes...

—¡Entiende que no te quiero en nuestras vidas!

—¡Pues es mi hija también! —grito perdiendo la paciencia.


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