Capítulo 38
GABRIELA
Después de entrar en mi oficina, siento una punzada en el vientre.
Mierda por qué justo ahora, te adelantaste dos días.
—Gabriela, necesito que me des tu opinión —dice Joe entrando por la puerta que conecta nuestras oficinas.
—Claro, dime.
—¿Te gusta mi nuevo perfume?
Él se acerca hasta a mí y yo pongo mi nariz contra su cuello. Dios huele muy bien.
—Muy intoxicante —le sonrió, voy alejarme cuando me toma de la cintura.
—Gracias. Sabes que te extraño...
—Yo también.
Desde que él tiene novia y yo estoy en una especie de relación con Derek no hemos sido muy cercanos últimamente y extraño esos momentos en los que solo estábamos pasando el tiempo viendo una película o en el bar.
—¿Interrumpo algo Gabriela? —pregunta Derek de forma dura. No lo escuche entrar y salgo de las manos de Joe para verlo a él, su mirada es intensamente intimidante y sé que está muy molesto.
—De hecho Sr. Scott, ya termine —le responde Joe y le da una sonrisita, Derek está que bota humo por las orejas.
Joe se va y Derek explota.
—¡¿Que mierda es esto Gabriela?!
—Cálmate quieres —le digo y otra punzada viene a mi vientre.
—¡¡¿Quieres que me calme?!! ¡¡Esto es ridículo, vengo a tu oficina para encontrarte en las manos de otro hombre!! —sube la voz aún sin llegar a gritar y sé que se está conteniendo.
—A mí me vas bajando la voz Derek Scott —le advierto ya perdiendo la paciencia, mis hormonas están revolucionadas y pasó de cero a cien.
—Que no se te olvide que soy tu jefe y te hablo como me dé la gana.
Eso me dolió, él me podrá gustar mucho, pero no permitiré que nadie me hable así.
—Sí, eres mi jefe y como tal no tiene derecho a reclamarme nada Sr. Scott. Y ahora puedes irte a la mierda.
—No te equivoques conmigo Gabriela —Él se va y tira la puerta al salir.
Me dejo caer contra mi silla y me sostengo con una mano la cara controlo mis respiraciones, respiro a dentro, sostengo, a fuera y así lo hago varias veces hasta que el dolor se mitiga muy poco, pero es algo.
DEREK
Espero con irritación a que Laura termine de tomar los apuntes, no estoy de humor para la incompetencia.
—Después llama a todos los directivos para que estén presentes en la sala de juntas para una reunión donde quiero un resumen completo de todos los proyectos que tienen en manos.
—Bien. ¿Algo más?
—No, si ya tienes todo puedes marcharte.
Diez minutos antes de que se cumpla la hora, me dirijo a la sala de juntas y me instalo en la silla principal.
La puerta se abre y por ella entra Megan. Dios, quien la invoco no estoy con las ganas para soportar una discusión con ella.
—¿Qué haces aquí, Megan?
—Tu secretaria me dijo que estabas en la sala de juntas, y pensé en venir a decir hola.
—Hola. Ya te puedes marchar —Esta mujer me irrita.
—Vamos Derek, no seas así solo quería decirte algo.
—Pues habla y rápido, estoy ocupado por si no te has dado cuenta y está por empezar una reunión.
—Voy a Francia —Me tenso al escucharla.
—¿Cómo? —Es imposible no emocionarme.
—Específicamente a París.
—¿Y eso por qué me interesaría a mí? —pregunto tratando de mostrar desinterés.
—Vamos cariño, tú y yo nos conocemos lo suficiente dentro y fuera de la cama, como para que quieras jugar esa carta conmigo, además para que veas que vengo con buenas intenciones te estoy avisando para saber si le querías mandar algo a Jennifer.
—¿Harías eso por mí?
—Vamos no me trates como si fuera una perra, bueno tal vez lo sea, pero yo también tengo un límite infranqueable y esa barrera llega hasta ella.
—¿Cuándo te vas?
—Mañana en la noche sale mi vuelo.
—¿Te sirve que nos veamos mañana en la tarde?
—Me cae perfecto.
—No eres tan mal amiga como a veces me haces creer.
Ella se mira las uñas tratando de aparentar desdén, pero llego a captar su sonrisa cuando dice:
—Bueno como sea, pero que nadie se entere o te corto ese lindo y rico pene aunque eso sea un desperdicio.
—Y solo así ya eres una perra de nuevo.
—Gracias.
Ella llega a la puerta y la abre para salir y poco después entran los ejecutivos y detrás de ellos Gabriela, sé muy bien que ella vio salir a Megan, pero no tiene derecho a estar enojada y al verla solo recuerdo verla entre los brazos del maldito imbécil.
Ella me mira con su cara de póquer perfecta, yo por mi parte no escondo lo cabreado que estoy con ella. Me hierve la sangre con solo el recuerdo.
El imbécil de Joe se sienta a su lado y le sonríe mientras le dice algo, miro a otra parte para evitar saltar sobre la mesa y romperle la madre.
—¿Qué pasa Jefe? —pregunta Dani con curiosidad.
—Nada —le gruño.
—No me muerdas —levanta las manos en señal de rendición.
Levanto la voz y anunció el inicio de la reunión cada uno de los equipos dan las actualizaciones, lo que nos llevó unas tres horas, después de finalizada cada uno abandonamos la sala de juntas.
GABRIELA
Después de la reunión entro a mi oficina a recoger mis cosas a pesar de que es medio día y todavía me queda media jornada laboral no puedo estar un minuto más aquí, estoy de mal genio, todo me molesta, me duele el vientre putamente horrible y solo quiero estar acostada en posición fetal en mi dulce y suave cama.
También se puede agregar que no quiero verle la cara al idiota de Derek y más que él tuvo el descaro de reprenderme por estar abrazada con Joe cuando él poco después estuvo encerrado con Megan en la sala de junta haciendo quien sabe qué.
Luego de tomar mis cosas voy donde Jena.
—Me voy por el día de hoy. Toma todas las llamadas y mañana me las comunicas, no me encuentro bien así que me marcho.
—¿Y si el Sr. Scott pregunta por usted?
—Creo que serás capaz de explicar mi ausencia.
DEREK
—¿Laura, podrías pedirle el informe a Gabriela? —la llamo por el intercomunicador y no obtengo respuesta. Voy hasta su escritorio y veo que está vacío. ¿Dónde estará?
Decido ir a la oficina de Gabriela por el yo mismo. Y al llegar que sorpresa me llevo.
—Gabriela no está Derek —me informa Jena.
—Explícate —le exijo.
—Ella vino después de la reunión, recogió sus cosas y se fue.
—¿No te dio una explicación?
—Bueno no debería decirlo porqué lo que ella me dijo no es muy ético que digamos.
—Habla de una vez.
—Ella dijo que estaba harta de ti y que se iba porque eras un fastidioso inaguantable.
No saliendo de mi asombro le pregunto—. ¿Estás segura?
—Totalmente...
No escuchó lo que termina de decir y voy por mis llaves del carro a la oficina.
—¿Oye a dónde vas? —me pregunta Laura cuando voy de regreso al ascensor.
—Voy a estar fuera cualquier cosa llámame.
Una vez estoy en auto solo puedo pensar en las palabras de Jena, no puedo creer que Gabriela actúe de esa manera, entiendo que yo este molesto, pero ella no tiene motivo para estarlo y más para abandonar el trabajo así y haber dicho eso.
Momentos después estaciono frente al edificio donde vive Gabriela. Entro y ya en el ascensor marco el piso de ella, ya en varias ocasiones vine a visitarla.
Las puertas se abren, camino hasta su apartamento y toco el timbre.
No obtengo respuesta y vuelvo a tocar y nada, empiezo a preocuparme y toco por última vez antes de llamarla a teléfono.
Tomo el teléfono y la puerta se abre mostrando a una Gabriela destrozada.
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