Prólogo

Controlo mi respiración, inhalando y exhalando el aire frío de la madrugada mientras doy una última vuelta al campo. Una carrera de diez kilómetros previa al entrenamiento con el resto de los agentes es ideal para calentar los músculos, aunque tenga que sacrificar una hora de sueño. Además, los nivel cinco ocupan la zona cuando el reloj marca las 5:00 a.m. y no pienso compartir el espacio con los enclenques principiantes que no han acabado de asimilar en lo que se han metido. Yo ya he alcanzado el título de agente Sombra, el máximo rango no tiene por que si quiera dirigirles la mirada a los novatos.

Mientras estiro, noto cómo empiezan a invadir el lugar. Están desubicados, con las extremidades temblorosas y la mayoría tiene los ojos hinchados por haber llorado. Solo hay una palabra para describirlos: patéticos. La mayoría no debe tener más de once años. Afortunadamente, los que sobrevivan serán  erradicados de cualquier emoción estúpida como el miedo y la tristeza. Subirán de rango al completar misiones y de acuerdo a su desempeño en el entrenamiento. Cuando alcancen el nivel 12, podrán solicitar que se les asigne un reto para convertirse en Sombra. Los que no lo consigan... bueno, será tan sencillo como reemplazarlos.

La agencia se dedica a encontrar prospectos prometedores, seleccionados minuciosamente de acuerdo  a su historial médico, deportivo, social y académico. Debes ser alguien saludable, atlético, brillante y de un perfil bajo si quieres formar parte de la agencia. Si tienes la suerte de que nuestros reclutadores piensen que eres digno de unirte a nosotros, se encargarán de montar tu desaparición para traerte a la base. Una muerte accidental suele ser suficiente para que los familiares no hagan preguntas. No nos gusta dejar ningún cabo suelto, esto es una organización secreta después de todo. Es por eso que una vez asignada tu base, no dejas el lugar más que para completar tus misiones.

Tal vez soy algo dura al juzgarlos, después de todo el proceso para mi fue muy diferente. No hubo necesidad de que los reclutadores me visitaran para preguntarme si quería unirme a ellos, pues yo nací en la base. Mis padres fueron reclutados al mismo tiempo, se conocieron y bueno... el resto es historia. Yo tenía ocho años cuando se les fue asignada la misión Águila, en la cual murieron por heridas de arma de fuego. Alí, el líder de la organización y cercano a mis progenitores, decidió convertirse en mi tutor. Se encargó de mi educación y de mi entrenamiento. Gracias a él soy la más joven y la más preparada. Me hizo comprender que la muerte de mis padres fue algo positivo, pues con ellos aquí probablemente él nunca hubiera puesto tanta atención en mi y mis habilidades habrían sido desperdiciadas.

Después del entrenamiento con armas y de tomar el desayuno, me doy una rápida ducha. Dejo el uniforme negro sucio en el cesto para reemplazarlo con uno limpio exactamente igual y volver a recoger mi cabello en un estirado chongo. Tuve dos semanas de descanso desde mi última misión, suficiente tiempo para tratar las heridas y descansar. Hoy me darán la misión Moneda, por lo que debo presentarme exactamente a las 12:30 p.m. en la sala 678 del bloque 3. Usualmente trabajo sola, pero esta vez tendré de compañero al agente Zeta o, como lo conozco, Brian Grey.

Cuando llegó a la base yo ya estaba muy por encima de nivel que solían tener los agentes de mi edad, por lo que mi papel era servir de apoyo al entrenador Ford para capacitar a los novatos. Brian  demostró una gran habilidad desde un inicio, por lo que nos usaban para demostraciones de combate cuerpo a cuerpo. Comenzamos a pasar bastante tiempo juntos, más del prudente. Pronto se convirtió en el único agente que podía entablar una conversación extraoficial conmigo sin que le rompiera la mandíbula de una patada.

Tiene una personalidad carismática y divertida, la cual no es común encontrar entre los agentes y mucho menos se espera que se conserve a través de los escasos años de vida que la mayoría suele tener en la base. Esa debilidad es la que le ha impedido ser un  agente sombra, aunque el rango de nivel 12 era imposible negárselo con sus impresionantes resultados. Nuestra cercanía nos costó dos años de castigo, pues a los altos rangos no les pone muy felices cuando dos agentes crean un vínculo, nos vuelve frágiles.

Apenas abro la puerta para dirigirme al lugar designado para recibir la misión, me encuentro a Zeta recargado en el marco de la misma. Me dirige una sonrisa amistosa que contesto manteniendo la misma expresión seria que procuro mantener en cada hora del día. Sus ojos verdes brillando de emoción contrastan con su piel bronceada, siempre se alegra ante la oportunidad de salir de la base. Al igual que el resto de los agentes, su cabello castaño fue recortado y viste el mismo uniforme negro que todos usamos.

—¿Lista?

—¿Alguna vez no lo he estado? —contesto comenzando a caminar.

—¡Oh, vamos! —exclama con más alegría de la que yo me permito expresar en un mes—. Una misión siempre te pone de buen humor. La adrenalina de patear algunos traseros, infiltrarnos en un lugar de máxima seguridad... Además, tendrás el placer de mi compañía esta vez. No sé por qué no estás brincando de la emoción.

—Jamás ha habido una noticia que me haga hacer tal cosa —contesto apenas elevando las comisuras de mis labios—. Muévete, no quiero recibir un castigo por llegar tarde.

Nos detenemos al ver el número que buscábamos a un costado de la puerta de la sala. Escaneamos nuestras huellas dactilares, permitiendo que la puerta se deslice hacia la izquierda para dejarnos el paso libre. Jones y Allen, unos de los veteranos que consiguieron no perecer en su vida de agentes y ahora se dedican a dirigir la base, nos esperan detrás de una mesa larga de cristal negro. Entre ellos hay suficiente espacio para una pantalla en la que se observa una silueta. Los agentes que no han conseguido el título de sombra no son dignos de ver el rostro de Alí, por lo que Brian no está a la altura para estar en su presencia.

—Mantengan la formación, agentes —ordena Jones, por lo que nuestras manos se mantienen a nuestros costados y nuestras espaldas están bien erguidas.

—Agente A, dieciocho años. Usted tiene setenta y siete misiones completadas de setenta y siete misiones asignadas, posee un grado de peligro Sombra —afirma mirándome para que corrobore que mis datos son correctos.

—Sí, señor —hablo claramente.

—Agente Zeta, diecinueve años. Usted tiene sesenta y nueve misiones completadas de sesenta y nueve misiones asignadas, grado de peligro doce.

—Señor, sí, señor —contesta Brian con voz firme.

Una vez que la identificación ha sido exitosa, Allen prosigue a entregarnos a cada uno un sobre con la información de nuestra misión. Los documentos tienen el propósito de la misión y datos de cualquier persona involucrada, así como también el material de apoyo de ser necesario.

—Ambos han sido asignados a la misión Moneda, la cual consiste en emplear una de sus mejores habilidades: el engaño —explica Allen—. Agente A, tú fuiste elegida para esta misión debido a que se necesita un grado de sentimentalismo nulo. Agente Zeta, por primera vez a la agencia le será útil esa carismática personalidad suya. Por favor, dirijan su atención a la pantalla.

La silueta de Alí se vuelve más pequeña para acomodarse en un costado de la pantalla y dejar espacio para mostrar la imagen de un joven de cabello negro, piel blanca y ojos azules. Está riendo, rodeado de personas en lo que parece ser un centro comercial. La foto fue tomada cuando estaba desprevenido, relajado y con la guardia baja.

—Les presento a Jack Mathews —suena la voz de Alí en el aire—. El hijo de nuestro enemigo.

Hemos estado en guerra con otra organización desde que tengo memoria. Les molesta tanto como a nosotros que haya otra agencias entrenando agentes e interfieren en nuestros asuntos cada que tienen la oportunidad de hacerlo. Han intentado sin éxito exterminar a los agentes Sombra durante años, sin embargo, sí han conseguido tomar fuerza. Nuestros ideales y la manera en la que lidiamos con los problemas no se alinean, por lo que propagan la idea de que sus cadetes son mejores que los nuestros. Se escudan en una falsa moralidad mientras se exparsen como plaga.

No me molestaría asesinar a cada uno de ellos. Uno por uno hasta que no quede ninguno sobre la faz de la tierra.

—Consiguieron su identidad —afirma Brian sonriendo.

—Se esforzaron por no dejar rastro, pero cometieron muchos errores —nos dice Jones con una sonrisa llena de orgullo—. Parece que a nuestros enemigos no les parece una mala idea que sus agentes tengan una vida lejos de sus bases. Este joven pretende actuar como un adolescente promedio, a pesar de ser uno de los mejores agentes de su organización. Interceptamos una llamada a un celular personal cuando el agente C se enfrentaba a él en una misión. Ahora sabemos a qué colegio asiste, quiénes son sus amigos y tenemos su horario, pero siempre que intentamos encontrar su base... perdemos la señal.

—Entiendo —digo—. Entonces, lo secuestramos y lo traemos aquí para sacarle información.

—Esta vez optaremos por no usar la fuerza —me corrige Alí—. El objetivo de esta misión es que te acerques a él tanto como sea posible. Necesitas ganarte su confianza, que él te diga todo poco a poco. Está entrenado, si lo torturamos morirá antes de abrir la boca.

—¿Yo? —Tengo muchas habilidades, pero ninguna es social.

—¿Cuál es mi papel en esta misión? —pregunta Brian.

—La agente A solo abandona la base cuando debe cumplir una misión, ha vivido aquí toda su vida. Nunca ha tenido contacto con la sociedad, no uno verdadero. Tú, al contrario de ella, sabes hacer amigos. Vas a enseñarle y, si tenemos éxito, Jack Matthews estará enamorado de ella antes de que termine el año escolar.

—Disculpen, ¿enamorado? —Vuelvo a interrumpir, lo cual no es común en mí. Sé que está mal visto cuestionar tanto durante la explicación de la misión, pero no puedo evitarlo.

—Claro, si quisiéramos que tuviera un amigo entonces mandaríamos solo al agente Zeta. Una mujer será suficiente para nublar su juicio, con veinte años sigue siendo un adolescente después de todo.

—Ambos ya están inscritos en una de las mejores preparatorias de California. Su vuelo sale mañana para que puedan instalarse, estudiar los detalles de la misión y llegar a tiempo al primer día de clases. Todos cursarán su primer y último año de preparatoria, ya que este chico perdió un par de años.

—¿Nos instalaremos en una nueva base? —pregunto... otra vez.

—No, compramos unas casas para ustedes. Están en un lugar privado, para garantizar la seguridad. Están totalmente equipadas, ropa y armas. La información podrán encontrarla en los sobres, así que hemos terminado. Pueden retirarse.

—Señores, ¿podrían dejarme a solas con Alí, por favor? —pido.

Debido a mi relación cercana con nuestro líder, los presentes no se sorprenden ante la petición y tampoco tienen problema con aceptar. Una vez que todos se han retirado de la sala, Alí sale de una puerta que se encuentra camuflada con la pared. La base está repleta de ellas, ocultando habitaciones que se conectan por los pasadizos que utiliza para moverse en el edificio sin ser visto. A pesar de vestir el mismo uniforme que el resto, algo en su porte lo hace ver sumamente imponente. Tal vez sean sus ojos, de un negro tan profundo que no permite descifrar sus pensamientos. Entiendo por qué inculca temor en el resto de los agentes, pero conmigo es diferente.

No diría que lo considero un padre, pero al fin y al cabo es mi tutor. Me ha visto crecer y seguir sus pasos, siempre apoyándome e incitándome a ser mejor que el resto. Le prometió a mis padres mantenerme a salvo, no ha faltado a su palabra ni un solo día. No, a mí Alí no me aterra. En realidad, su presencia me hace sentir segura.

—A mí tampoco me agrada, April —confiesa tomando asiento con una postura más relajada que la que tomaría si alguien más estuviera presente—. Sin embargo, solo en ti confío lo suficiente como para asumir este reto.

—No pretendo ser insolente, pero me preocupa la calidad en la planeación de esta misión. —Si solo estamos él y yo, no tengo por qué temer al expresar lo que realmente pienso—. Sigo pensando que los métodos clásicos de tortura son mucho más sencillos y eficaces.

—Por supuesto que torturarlo sería más fácil, pero no traería los mismos resultados, pequeña.

—Correremos un alto riesgo estando en una escuela. Podríamos comprometer a toda la base si descubren quien soy yo o quién es Brian. Esta misión nos expondrá de una forma nueva, una que pone en peligro todo por lo que hemos trabajado.

—¿Me estás diciendo que no te sientes lo suficientemente preparada para esta misión? —cuestiona con una ceja en alto—. Si lo prefieres, puedo marcar una deserción.

—No —afirmo. Fallar es un lujo que no puedo darme—. Expongo los riesgos y las posibles consecuencias que traerá cualquier desliz, pero completaré esta misión.

—Espero que así sea. No me gustaría ser decepcionado por mi mejor agente,

—No te fallaré.

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