Capítulo Veintidós: Fantasmas de Navidad (Parte 2)

Tal como Jack aseguró, Marie parece desconcertada por cómo llevamos a la mesa cada uno de los platillos. Trata de detenernos, pero los invitados están muy hambrientos como para retrasar más las cosas. Al ver la comida se dirigen de inmediato a la mesa y no hay forma de retractarnos. A regañadientes, nuestra anfitriona modifica su itinerario, no sin antes reclamarle a Mathews por habérselo arruinado. Cuando señala a Brian como el culpable, este se limita a excusarse diciendo que simplemente se confundió.

La velada avanza mejor de lo que esperaba, la plática es amena. Jack, aun sin intentarlo, consigue ser el alma de la fiesta. Tiene esa habilidad para hacer que todos se sientan incluidos, no deja que nadie se quede fuera o pase un mal rato. Mantiene todo el tiempo una sonrisa amplia y la contagia al resto de las personas. Tal vez es mi perspectiva, pero siempre que entra a una habitación pareciera iluminarla. A Marie se le pasa el enojo al ver que su reunión resulta un éxito a pesar del cambio de planes. Peter y Summer se divierten, Brian hace un gran trabajo al mantener a Johann ocupada para que no me cause problemas y yo me dedico a conocer nuevas personas. Thomas, Grace, Jim y Harper estudian con nosotros y yo no sabía que podían ser tan agradables. Todos menos John parecen estar pasando un buen rato. Nuestros esfuerzos por animarlo son inútiles.

Marie parece tener cronometrado cada minuto de la noche. Una vez que terminamos de comer, avanzamos a la siguiente actividad que tiene preparada. Nos dividimos en cuatro equipos aleatorios para jugar a "Dilo Con Mímica". Summer y yo tenemos la mala suerte de tener que trabajar con Johann, pero al menos Grace también está en nuestro equipo y es muy buena en esto. Gracias a que vi un montón de películas con Jack en los últimos meses, consigo no dar por completo vergüenza en el juego y ganar unos cuantos puntos.

Thomas persigue al perro de Marie para alzarlo en el aire, con eso es sencillo adivinar que su película es el Rey León. Para mí es demasiado fácil, hago que Jack me abrace y alzo los brazos para simular la famosa escena del Titanic. Es una ventaja que comparta el nombre con el protagonista. Summer también realiza una interpretación increíble cuando hace una imitación muy graciosa de un tiranosaurio al tener que actuar Parque Jurásico.

Cuando es turno de Johann realmente intentamos poner atención, pero sin importar cuántas pistas nos dé y cuántas películas nombremos no conseguimos adivinarlo. Hace una corona sobre su cabeza, pero ninguna de las princesas que enlistamos parece ser la correcta. Vemos cómo casi toda la arena ha caído del reloj y la rubia comienza a desesperarse. Como último intento, se acerca a los postres hasta tomar uno de los conos rellenos de crema de avellana que Harper preparó. Noto sus intenciones, su objetivo obviamente es Summer y su vestido escarlata que tardó horas en elegir. A mí me importa poco mi blusa, por lo que me coloco en su camino, consiguiendo que el cono quede embarrado en mi pecho. Por un segundo el silencio se vuelve incómodo, pero de pronto comprendo lo que quiere decirnos.

—¡Lana tiene un cono! —digo, esa película la vi con Summer—. ¡El diario de la Princesa!

—¡Al fin! —exclama Johann.

Al notar que no me preocupa la mancha en mi blusa y que en lugar de molestarme por ella prefiero probar un poco de la galleta, los demás deciden no hacer las cosas más grandes y continuar con el juego. Jack, sin embargo, mira de mala gana a Johann por su comportamiento infantil mientras me pasa unas servilletas. Me siento a su lado, compartiéndole el que ahora es mi segundo postre. No es tan bueno como la tarta de manzana, pero no está nada mal. Al notarme feliz por el hecho de haber adivinado la película y por el chocolate en mi boca, él también se relaja.

—Brian es tu turno —anuncia Marie, haciéndolo tomar un papel del tazón.

Brian toma su lugar en el centro, preparado para actuar. Comienza simulando que maneja un automóvil a alta velocidad, pero cambia su estrategia rápidamente cuando nadie consigue adivinarlo. También simula a una pareja, dándonos la espalda y abrazándose el mismo para fingir un beso apasionado, pero tampoco rinde frutos. Todos ríen por su actuación, pero cuando simula disparos John se tensa de inmediato. Parece querer asesinarlo con la mirada. Brian y yo ha crecido rodeados de violencia. No le es difícil imitar los gestos de sufrimiento ni el asesinato. Aunque para el resto resulta solo ser un excelente actor, la mirada de Bush ha cobrado dureza de inmediato.

—¡Natural Born Killers! —grita Thomas, llevándose así el punto y recibiendo un animado abrazo por parte de su equipo como felicitación.

—Imbéciles —habla John por primera vez en toda la noche, interrumpiendo la celebración que se había formado.

—Está bien... Jim, te toca —dice Marie, tratando de que las cosas sigan su curso como en el primer incidente, pero John se levanta de forma agresiva con la intención de abandonar el lugar.

—John, no te vayas. Es un juego —pide Jack, también poniéndose en pie para tratar de detenerlo.

—¿¡Un juego!? ¡Ian está muerto! —Grita Bush, provocando un incómodo silencio en la sala—. ¡Está muerto y a nadie le importar!

—Claro que nos importa, John —habla Summer.

—¿¡Y por eso actúan como si jamás hubiera existido!? —recrimina—. ¡Se fue y ustedes están aquí celebrando!

—Entiendo tu enojo y entiendo tu dolor —Jack trata de tranquilizarlo hablándole con calma—, pero nuestra vida no puede detenerse solo porque él ya no está.

—No, me queda claro que tu vida no se detuvo. —Los ojos de John comienzan a inundarse y sus puños se aprietan, cargando un profundo enojo. Jack trata de contenerse, sabe que el alcohol es lo que está haciendo que hable de más—. Me has dejado lidiar con esto solo.

—Eso no es cierto —afirma en voz baja para no hacer una escena, pero notándose herido.

—¿No? ¿Qué me dijiste la última vez que intenté buscar tu apoyo? —Bush empuja con fuerza a Jack, haciéndolo retroceder. Brian y yo cruzamos miradas un instante—. Dijiste que no querías hablar del tema, que necesitabas tiempo para procesarlo. ¡Ya pasaron casi tres putos meses!

—¡Esto también es difícil para mí! —Esta vez grita.

—Me queda claro que no. Tú única preocupación siempre es cogerte a tu perra en turno.

John me señala y no hay tiempo para pedirles que se tranquilicen. En apenas un segundo el puño de Jack ya ha impactado la cara de Bush. Aunque soy consciente de que intervenir sería una estupidez, me pongo de pie creyendo que iniciaran una pelea, pero sorprendentemente John se limita a caminar para dejar que el dolor pase. Además de estar herido física y emocionalmente, ahora está decepcionado. Me apena verlo sabiendo que yo provoqué su dolor. De verdad quisiera decirle que, si pudiera cambiar lo que ocurrió esa noche, lo haría sin pensarlo; pero eso es simplemente una utopía.

—John, perdóname. —Jack trata de disculparse tocando el hombro de su amigo, pero este lo aparta de inmediato.

—Siempre fui consciente de que preferías a Ian antes que a mí —confiesa—. Tranquilo, ya puedes dejar de fingir que también soy tu amigo.

La tensión y el silencio invaden cada rincón de la habitación mientras Bush toma su chaqueta, abandonando el lugar con un fuerte portazo. En el rostro de los invitados se pinta la culpa por haber celebrado, así como por no haber sido un apoyo para John, quien se supone es nuestro amigo. Marie luce realmente apenada, tal vez cuestionándose si debió cancelar la fiesta este año o al menos pensar en un homenaje para Ian. Sé que no quería incomodar a Jack tocando el tema y supongo que asumió que John procesaba su pérdida de la misma manera. Obverso a Mathews angustiado, con un millón de emociones azotando su cabeza.

—Ve con él —digo al llegar a su lado.

—No va a querer hablar conmigo.

—Está ebrio. Si hace alguna estupidez y algo le sucede nunca vas a perdonártelo. Ve con él, le pediré a Brian que me lleve a casa.

Está de más decir que la fiesta concluyó apenas Jack cruzó la puerta para salir a alcanzar a John. Bush realmente supo cómo acabar con el espíritu navideño, pero nadie lo culpa por ello. Mi mirada se queda fija en la ventana durante el camino a casa, sintiendo la culpa volver a crecer en mi interior y dejándome un vacío en el estómago. Sé que cargaré con ella toda la vida.

Mis ojos amenazan con inundarse al desear desesperadamente que Ian estuviera vivo, celebrando las fiestas con nosotros. La impotencia se apodera de mí como una enfermedad expandiéndose a una velocidad increíble. ¿Cómo puedo regresar al día en que compartimos un café? Quisiera haber compartido más tiempo con él, conocerlo mejor. Daría mi vida con tal de traerlo de vuelta.

—La verdad es que tu técnica me sorprendió bastante —habla Brian con una gran sonrisa. Él no está en lo absoluto afectado por esto, lo cual para nada me sorprende—. Te seré sincero, no creí que hubieras entendido tan bien el comportamiento humano hasta hoy. Realmente hiciste un trabajo impresionante manipulando al idiota.

—¿De qué hablas?

—¿Decidir besarlo en su momento más vulnerable? Carajo, fue una de las mejores ideas que has tenido. Arriesgado, sí, tal vez incluso imprudente, pero lo volviste tan dependiente a ti que incluso lo comienzas a apartar de Bush. Divide y vencerás, eres brillante. —Lo observo, meditando sus palabras. Esa jamás fue mi intención, pero al menos ya sé qué poner en el reporte para disuadir a Ali de cancelar la misión.

—No pretendía manipularlo.

—¿No? Da igual, resultó excelente. Creo que, después de todo, completaremos esta misión en tiempo y forma. Al regresar de las vacaciones de invierno aún tendrás unos cinco meses para terminar de ganarte su confianza y que te de detalles más específicos.

—Sí —contesto seca—. Y volveremos a la base tan pronto lo asesine.

—De vuelta a la realidad —dice con satisfacción, soltando un suspiro de alivio. Sin embargo, cuando nota que no comparto su emoción, pone una ceja en alto—. Oye, sé que no eres de brincar de felicidad por las buenas noticas, pero esa cara es deprimente incluso para ti.

—Lo siento, es que esta misión ha sido... agobiante.

—Ni me lo digas. De nada, por cierto.

—¿Por qué?

—Por salvarte de ese idiota en la cocina. Carajo, no sé cómo puedes soportarlo. Casi vomito al verlo tratar de meter su lengua hasta tu garganta.

—No necesito que me salves, de hecho, deberías dejar de hacerlo. Jack no se compra el cuento de que Marie y tú están juntos —acuso.

—Bien, haré las cosas con ella menos casuales. Pero eso no me dejará demasiado tiempo para que tú y yo planeemos qué más hacer para que el idiota abra lo boca.

Suelto un suspiro con frustración, si no lo hablo con alguien probablemente terminaré explotando. Como mi compañero de misión, Brian tiene derecho a saber que le he estado ocultando ciertos detalles de mis propios avances. Lo miro, lista para confesar un par de cosas a la única persona con la que puedo expresarme libremente del tema sin alegorías o escenarios hipotéticos. No sé si va a lograr comprenderlo, pero sí sé que solo él puede ayudarme.

—Jack iba a contármelo todo cuando fui a verlo al hospital.

—No vi nada de eso en tu reporte —comenta confundido.

—Porque lo detuve —afirmo y Zeta frena el auto en seco, casi provocando un accidente.

—¿Me estás jodiendo?

—No, de verdad. Él estaba listo para decirme acerca de la bomba en el refugio y la bala en la garganta de Silverman. Era cuestión de tiempo para que me contara acerca de los Silentes. Como dijiste, era un momento en el que estaba bastante vulnerable. —Mi compañero me mira incrédulo.

—¿Y por qué carajos no lo dejaste hablar? —Alzo los hombros negando—. April, para este punto ya podríamos conocer la ubicación de su base. Podríamos estar ejecutando a cientos de Silentes.

—De hecho, ya podríamos haber localizado al jefe de los Silentes. Lo conocí en el hospital. Además, Jack quiere que pase las fiestas con él y su padre. Tampoco reporté ese detalle y por eso Alí aceptó darme otro encargo en año nuevo.

—Muy bien, April... —Brian coloca sus manos en su cara y frota su frente—. Estás dándome demasiada información, ¿qué mierda está pasando?

—Pasa que no quiero seguir haciendo esto —confieso y lo miro a los ojos—. Y pasa que estoy cagándome de miedo porque no sé qué hacer y porque sé que mi única opción para librarme de ser un agente Sombra es estar muerta. No concibo como podría ser la misma de antes después de esta misión y cada día me siento más incapaz de terminarla.

Brian me mira, analizando mis palabras y entendiendo que hablo muy en serio. Dejo salir en una mueca de dolor el cansancio que llevo dentro y siento cómo él toma mi mano para intentar darme apoyo. Por años me ha visto realizar un trabajo impecable y el verme flaquear parece conmocionarlo. Podría jurar que puedo escuchar sus pensamientos, intentando encontrar una salida, pero sabe tan bien como yo que no hay ninguna segura. Estamos atrapados, no importa cuánto intente ver los adornos en la jaula, sigue siendo una prisión. Comprenderlo me aterra.

—Solo estás confundida y creo que es normal —dice al fin—. Te prometo que, si terminas esta misión como sé que puedes hacerlo, volverás a sentirte bien tan pronto volvamos a la normalidad.

Estoy lejos de creerlo, pero no tiene caso discutirlo.

—Siento contarte esto, sé que te pone en peligro, pero si no lo hablo con alguien voy a volverme loca.

—Yo no voy a delatarte. Sabes demasiado de mí, agente A. Si te hundo, me iría contigo. —Me río.

—Sé que no solo es por eso. —Brian me dirige una sonrisa y caigo en cuenta de que él es realmente el único amigo que podría aceptarme con el peso de mi pasado.

—¿Algo más que quieras confesar?

—¿Estás seguro de querer saber?

—Ahora tendrás que decírmelo, estamos juntos en esto.

—Hay otro traidor —digo después de unos segundos—. Alguien le avisó a Jack que había una bomba en el refugio y te juro por tu vida que no fui yo.

—Adivinaré, no lo reportaste. —Niego.

—Anderson fue quien orquestó poner la bomba, estoy segura de que debe ser uno de sus hombres. He intentado seguirle la pista, pero no consigo encontrar ningún cabo suelto.

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