Capítulo treinta y dos: A La Luz
Alí se alejó de la ciudad casi tan rápido como llegó al ver que su identidad había sido comprometida. Supongo que, aun con todas sus dudas acerca de mí, no imaginó que yo pudiera haber cambiado tanto como para organizar una pequeña fiesta en este lugar. Su visita fue breve, pero sus instrucciones fueron claras: todos los invitados deben ser asesinados. Tenemos, como mucho (y con suerte), dos días antes de que eso ocurra. Los cazadores ya deben estar en camino.
Recordar la mirada que mis amigos me dirigieron al verme tomar el cuchillo me quiebra hasta el punto de que una lágrima vuelve a recorrer mi mejilla. No puedo hacerle daño a ninguna de esas personas. ¿Cómo podría lastimar a Summer, que me recibe cada mañana al lado del casillero con una enorme sonrisa? O a Peter, que se esforzó por sacarme una sonrisa cuando más lo necesitaba. No podría herir a Marie, ni a Jim, ni a Thomas, ni a Grace. Sé que yo sola no puedo cuidarlos. Seguir retrasando las cosas y evadiendo la verdad ya no es una opción; debo enfrentarme a lo que he pospuesto durante semanas.
Permanezco sentada al borde de la cama, mi pierna se agita de arriba abajo sin control mientras la luz del amanecer se cuela por la ventana. Sé que tengo que ponerme en marcha; sin embargo, he perdido el control de mis extremidades. Mi cuerpo se niega a obedecerme hasta que escucho a Tobby quejarse a mi lado, colocando su mentón en mi regazo para mostrarme su apoyo. Con una lentitud impresionante, consigo posar mi mano en su ya no tan pequeña cabeza. Su pelaje entre mis dedos me proporciona la calma que necesitaba, y me duele comprender que no pude buscarle un hogar apropiado para cuando yo ya no esté.
Cuando estoy más tranquila, decido cargarlo y estrujarlo entre mis brazos con cuidado. Su cola se agita frenéticamente cuando lo hago; esta vez no me importa que me lama ni que llene mi ropa con sus pelitos. Realmente espero que no comprenda que me estoy despidiendo de él, pues es seguro que para esta noche estaré muerta. Con suerte, los trucos que le enseñé y el entrenamiento que intenté darle serán suficientes para ayudarlo a sobrevivir en la calle. No tardará demasiado en acostarse en la acera para que alguien le rasque la panza; una pequeña voltereta será suficiente para robar el corazón de alguna persona que pueda adoptarlo.
Tomo un profundo respiro antes de dejarlo en el suelo. Me acerco a mi armario y alzo la madera que esconde las armas que dejaron para mí al inicio de la misión. En mi mochila, guardo tantos cartuchos como puedo, al igual que mi uniforme. Después de elegir ropa lo suficientemente cómoda como para poder pelear pasando desapercibida, coloco un arnés alrededor de mi cadera. Cargo en él armas de fuego y dagas que me servirán en caso de necesitar un ataque sigiloso; una chaqueta larga es suficiente para esconderlas. Recojo nuevamente mi cabello en un estirado y apretado chongo, previniéndome de que puedan jalarlo en algún enfrentamiento. Cuando estoy tan lista como puedo estarlo, tomo el único documento que Anderson me proporcionó y no destruí: el reporte de Brian.
Miro por última vez la casa en la que viví estos últimos meses. Cuando llegué, no la veía como más que muros e innecesarias decoraciones, pero se ha convertido en el único y verdadero hogar que he tenido. Los adornos de la fiesta de Summer siguen colgados, al igual que el desorden que dejamos en el comedor. Reprimo la nostalgia, consciente de que mi tiempo aquí se ha agotado y no vale la pena detenerme a pensar en eso. Al salir, dejo la puerta abierta para que Tobby pueda escapar en el momento en que entienda que no voy a regresar. Él, sin embargo, se sienta frente al marco de esta sin cruzar, creyendo que es otro lunes cualquiera.
Sé cuál debe ser mi primera parada. Necesito confrontar a Brian o la constante sensación de que va a apuñalarme por la espalda será un problema más del cuál preocuparme en batalla. Aunque estoy realmente furiosa, tengo la esperanza de que cambie de opinión para que pueda ayudarme. Enfrentarme a los cazadores yo sola salvaría tal vez a una o dos personas, pero definitivamente no podría cubrir a todas. Me aseguro de tener un arma al alcance en caso de necesitar defenderme, esperando que el peligro que corren mis amigos sea suficiente para presionar el gatillo contra Zeta. Decido entrar a su casa sin siquiera tocar antes a la puerta, pues si lo pienso un poco más definitivamente voy a arrepentirme de haber venido.
No hace falta buscarlo, pues lo observo de inmediato en la cocina, aún en pijama, mientras prepara su desayuno. Se sorprende al verme irrumpir en su espacio tan bruscamente, pero de inmediato me dirige una sonrisa. Ya no puedo distinguir si es genuina o no.
—Buenos días —dice sin dejar de batir los huevos—. Es algo temprano, ¿no? La primera clase es en una hora y media.
—Necesito que hablemos —sentencio cerrando la puerta detrás de mí.
—Sí, ayer las cosas se pusieron algo tensa. Por suerte que llegara Alí ayudó a calmarlos. ¿Te preparo algo? Seguro que no será tan bueno como lo que hace el idiota, pero...
—Sé que tu reto para convertirte en Sombra es asesinarme —interrumpo y él me mira.
Extiendo sobre la mesa la copia de los reportes que entregó a Alí, pues no quiero perder el tiempo mientras él intenta negarlo. Brian de inmediato deja su comida para acercarse a revisarlos, releyendo sus palabras e indagando qué tanto sé realmente. Esconder en mi rostro el sentimiento de traición es imposible. He pasado las últimas semanas imaginando cómo iba a asesinarlo cuando lo confrontara, pero ahora que estoy frente a él, no quiero hacer más que gritarle y exigirle una explicación.
—¿Por qué? —pregunto, evidentemente herida.
—Solo quería protegerte —explica—. Estabas cambiando, dejaste a un lado todo tu entrenamiento como agente sombra; no podía quedarme con los brazos cruzados. Creí que, si informaba a Alí sobre tus deslices, él haría que Ortega te arreglara.
—¿¡Arreglarme!? Brian, te aseguro que regresar a quien era antes no va a arreglarme. Nunca he sido más consciente de lo que soy. Somos asesinos, terroristas... pero estoy segura de que aún podemos cambiar eso.
—¡Yo no quiero cambiar! —Grita—. Y no sé por qué tú insistes tanto en hacerlo ahora.
Una parte de mí sabe que estoy perdiendo el tiempo al tratar de hacer que cambie su perspectiva acerca de la agencia para la que trabajamos, pero me niego a no dar batalla. Tal vez no haya argumento lo suficientemente convincente, sin embargo, noto un dejo de dolor en su semblante cuando me nota decepcionada de él. Tal vez su amistad no haya sido de todo falsa.
—Yo no esperaba que me asignaran ese reto, April. No quiero asesinarte.
—Pero lo harás de cualquier forma.
Brian deja los reportes sobre la mesa y se acerca a mí. No retrocedo, pero sí me preparo para luchar de ser necesario. Aunque en un inicio pienso que va a atacarme, me toma desprevenida cuando aprisiona mi cara con delicadeza entre sus manos y recarga su frente con la mía. Cierra los ojos, obligándose a respirar mientras yo me quedo muy quieta.
—Lo que dije en la base es cierto —asegura—. Sé que no confías en mí ahora, pero te juro que es cierto.
—Ayúdame entonces. Podemos salvar a...
—No, April. No vamos a salvar a nadie más que a ti. Ayer coloqué un rastreador en la ropa de Mathews, envíe la ubicación de su base solo minutos antes de que tu llegaras. Esta misión está a horas de llegar a su fin.
—¿Hiciste qué...?
—Pruébale a Alí que aún eres valiosa y asesina tú a los chicos antes que los cazadores. Estoy seguro de que te otorgará un indulto con eso, todo volverá a ser como antes y nosotros...
—¡No voy a asesinar a mis amigos, Zeta! —afirmo separándome de él con brusquedad, lo que provoca su ira—. Y no va a haber un "nosotros", mucho menos después de esto.
—¿¡Crees que van a perdonarte!? ¡Ya asesinaste a Ian! —grita nuevamente—. Haz lo que viniste a hacer y mata a Mathews de una puta vez o tendré que hacerlo yo mismo.
Voy a contestarle, pero ambos nos ponemos alerta cuando se escucha un golpe. El paraguas, que permanecía recargado a un costado de las escaleras, cae al suelo. Al girar mi mirada, me encuentro con Marie temblando, cargando su mochila en la mano. Pretendía llegar sigilosamente hasta la puerta para huir, pero tropezó. Nos mira con miedo, sus ojos llorosos sin entender de lo que estamos hablando, pero consciente de que tiene que salir de aquí. Sí, quiero evitar que termine muerta, pero definitivamente no puede irse después de haber espiado nuestra conversación. Si llega con Jack antes que yo, no podré dar explicaciones.
—Supongo que debí decirte que pasó la noche aquí —habla Brian más calmado, poniéndose por breves segundos de mi lado nuevamente.
—No escuché nada —tartamudea aterrada—. De verdad, solo quiero irme.
Al notar que ni Brian ni yo confiamos en su palabra, decide correr tan rápido como le es posible hasta la puerta en un intento desesperado de salvarse. Los reflejos de Zeta son impresionantes; apenas ella da el primer paso, él sale disparado hacia su dirección. Marie consigue girar la perilla y abrir la entrada, pero Brian la jala del cabello antes de que consiga escapar. No conforme con eso, la avienta al suelo y bloquea su camino. Pretende hacerle más daño para inmovilizarla por completo, pero me coloco entre ellos antes de que pueda acercarse nuevamente.
Aunque aturdida por el golpe que recibió, trata de ponerse en pie nuevamente. Decido hacerme cargo yo misma de la situación, consciente de que seré mucho más gentil que Zeta. Me coloco sobre ella para tratar de calmarla; no me es difícil inmovilizar sus manos y piernas, ya que es bastante menos fuerte y habilidosa que yo. Grita por ayuda, desesperada porque alguno de nuestros vecinos la escuche, así que pongo mi mano sobre su boca tratando de contener el ruido. Le pido que se tranquilice, intentando expresarle que no pretendo hacerle daño, pero es claro que no puede creerme.
—Marie, por favor escúchame —pido—. Solo quiero ponerte a salvo. Vas a tener que confiar en mí.
Ella deja de forcejear al entender que no podrá vencerme y yo por fin puedo retirar mi mano con cautela. Su respiración sigue agitada y sus ojos llorosos, consiente de que no tiene mejor opción que creer en mi palabra. Me pongo de pie, mirando a Brian y buscando un último atisbo de piedad en él. Alzo las manos, mostrándole que no busco pelear contra él. Realmente necesito que vuelva a ser mi mejor amigo en estos momentos.
—Escóndela en tu sótano hasta que yo resuelva esto, nadie va a buscarla ahí.
—April, no puedes cambiar lo que va a pasar —responde él desesperado.
—Déjame intentarlo —ruego—. Me da igual si no quieres ayudarme, pero déjame intentarlo. Por favor, Brian.
Él suspira y mira a Marie en el suelo con lo que creo es lástima. El pecho de ella sube y baja rápidamente, tratando de comprender cómo la persona con la que pasó la noche no es quien ella creía. En cuanto a ella concierne, Brian se ha transformado de un segundo a otro, al igual que yo. Finalmente, Zeta asiente y yo puedo bajar la guardia, soltando un suspiro de alivio. Él toma mi barbilla y besa mi frente, pero tan pronto consigue estar lo suficientemente cerca, me quita una de las armas que cargo bajo la chamarra. No consigo reaccionar a tiempo, él jala el gatillo y la bala atraviesa la sien de Marie.
Mi boca se abre y me paralizo por haber sido tan estúpida como para no haber anticipado eso. La sangre pinta de rojo el suelo, esparciéndose rápidamente en una espesa mancha. Sus ojos permanecen abiertos mientras el brillo se les escapa, con las últimas lágrimas resbalando sobre su piel. La fuerza de mi cuerpo parece escaparse. Quería protegerla, pero lo único que hice fue ser egoísta nuevamente. Debí haber detenido a Brian cuando se abalanzó sobre ella, debí haberle conseguido tiempo y, sin embargo, le quité toda posibilidad de escapar.
—Carajo, Brian... —suelto.
—Los cazadores iban a hacerlo de cualquier manera —responde sin remordimiento alguno y ahora apunta el arma hacia mí—. Ellos ya deben estar por llegar a SAMOHI. Así que vas a quedarte aquí y los dejarás hacer su trabajo.
—No puedo hacer eso —respondo y lo observo cargar el arma nuevamente. No tengo duda alguna de que va a dispararme.
—De verdad siento que esto termine así, April.
Va a jalar del gatillo cuando alguien empuja la puerta para terminar de abrirla. Al principio, creo que es algún vecino que consiguió escuchar los gritos de Marie o el disparo de hace unos segundos, pero no es hasta que miro al suelo que encuentro a Tobby. El cachorro se abalanza hacia la pierna de Brian, enterrando sus pequeños dientes en ella y provocando que pierda el equilibrio. Zeta redirige el gatillo hacia la bola peluda, pero antes de que consiga hacerle daño, aprovecho su distracción para tomar otra de las armas que cargo conmigo y disparar hacia su pecho sin pensarlo demasiado. Brian cae abatido de inmediato.
No consigo dirigir mi mirada hacia su cuerpo; aun cuando él iba a matarme, no soporto la idea de verlo sin vida, mucho menos sabiendo que yo he sido la culpable. Suelto el aire que guardaba en mis pulmones y salgo con Tobby de la casa, cerrando detrás de mí la puerta. Me agacho para cargar al cachorro, abrazándolo y agradeciéndole en silencio por haber salvado mi vida. Deseo detener el tiempo para asimilar lo ocurrido, pero noto que en la casa de al lado uno de los vecinos se asoma por la ventana con un teléfono junto a su oreja. Tengo un arma en la mano, el pelaje de Tobby y mi ropa están manchados de sangre. Debo irme de aquí antes de que lleguen las autoridades.
Cruzo la acera tan rápido como puedo y subo a mi auto, ahora con Tobby como mi copiloto. Tal vez llevarlo conmigo no sea tan descabellado después de todo. No tengo motivos para dudar de las palabras de Brian. Necesito advertirle a Jack acerca de que la ubicación de su base está comprometida, pero más importante que eso, debo llegar a SAMOHI antes que los cazadores y poner a mis amigos a salvo. Presiono la pulsera en mi muñeca, un único toque prolongado que indica que lo necesito. Una vez que veo el dije tornarse verde, confirmando que él ha recibido el mensaje, piso el acelerador a fondo para llegar al campus lo antes posible.
El camino me parece eterno a pesar de haber logrado batir mi récord de cada mañana. Dejo el auto mal estacionado y bajo apresuradamente mientras mando un millón de mensajes a Summer preguntándole en dónde está. Los estudiantes me miran por las manchas de sangre, pero no hay tiempo de preocuparme por ellos. Finalmente, obtengo una respuesta de mi amiga y me dirijo al pasillo principal en donde la encuentro con Peter. Thomas, Grace y Jim no parecen estar cerca.
—¿April? —pronuncia Peter preocupado al verme—. ¿Qué te pasó?
Abrazo a Summer de inmediato y ella, aunque asustada, me corresponde. El contacto me asegura que está bien, mi mano en su cabello mientras analizo a Peter de arriba abajo. Ninguno tiene un solo rasguño y debo asegurarme de que eso siga así.
—¿Alguien les ha ofrecido algo hoy? —pregunto y les arrebato a ambos el almuerzo que cargan para de inmediato tirarlo a la basura. Los cazadores suelen usar el veneno como primera opción.
—¡April! —reclama Sullivan al verme la bolsa.
—¿¡Alguien les ha ofrecido algo hoy!? —pregunto nuevamente, mis ojos deben estar a punto de salirse de mis cuencas y debo resultarles una maniaca cuando me observan esculcar en sus mochilas buscando algún explosivo. Ambos niegan de inmediato—. Agua, un dulce... cualquier cosa.
—Nadie nos ha ofrecido nada —responde Peter y coloca a Summer detrás de él con cautela.
—¿En dónde están Thomas, Grace y Jim? —pregunto acelerada.
—¿Eso es Sangre...? —cuestiona Summer, resguardándose detrás de su pareja.
—¡¿En dónde están!? —insisto.
—Ya deben haber entrado a clase —habla nuevamente Peter y alza una mano en mi dirección para tranquilizarme—. April, en serio nos estas asustando.
—Necesitamos ir por ellos e irnos de aquí ahora.
Ambos cruzan miradas. Sé que sueno como una lunática para ellos ahora, pero no tengo tiempo de explicarles lo que sucede sin que me diagnostiquen esquizofrenia o alguno colapse. Tomo sus manos para obligarlos a seguirme, pero consiguen ver las armas debajo de mi chaqueta y se sueltan de inmediato de mi agarre.
Trato de encontrar las palabras para explicarles de la manera más rápida y fácil de digerir lo que ocurre, necesito convencerlos de que están en peligro, pero apenas intento producir cualquier sonido una alarma se activa. La voz en el megáfono ordena a los alumnos encontrar refugio, pues personas desconocidas con armas de fuego han entrado al edificio. El caos se apodera de los pasillos, con todos comenzando a correr hacia las aulas para tratar se resguardarse. Casi de inmediato recibo una llamada de Jack que tengo que rechazar, pero le mando un mensaje indicándole el lugar en donde podemos reunirnos.
—Debemos ir a un aula —sugiere Peter, pero lo detengo.
—Por favor confíen en mí —pido tan tranquila como puedo—. Hay que ir a las oficinas del sótano, las que están al lado del gimnasio.
—Están demasiado lejos, no podemos....
—Las aulas son los primeros lugares en los que van a buscar y necesito conseguirles tiempo —interrumpo, pero él no parece convencido—. Por favor. Soy su amiga.
Peter mira a Summer para saber su opinión y ella, sin entender qué es lo que me ocurre desde la noche anterior, pero recordando todo lo que hemos pasado juntas, decide depositar en mí la última pizca de esperanza al asentir. Cargo nuevamente a Tobby y lo coloco en los brazos de Peter, pues mis manos deben estar libres en caso de tener que pelear. Contra el flujo de los estudiantes, trato de que ambos se mezclen entre las personas mientras les indico que mantengan la cabeza baja. Yo permanezco atenta a cualquier amenaza, buscando sospechosos entre la multitud.
Entre empujones, llegamos hasta el gimnasio a salvo. Las prácticas no empiezan hasta después de las diez, por lo que el lugar está desierto. Forzo la cerradura del pasillo que conecta con las oficinas de los entrenadores y los vestidores, lugar que siempre me pareció un verdadero laberinto y creo que puede darnos la ventaja que necesito. Les indico a Summer y Peter entrar primero haciendo el menor ruido posible, pero cuando veo a un cazador cruzar la entrada del gimnasio y dirigirse hacia nosotros me retracto de inmediato de esa orden, pidiéndoles que corran tan rápido como les sea posible.
Bloqueo la entrada, tratando de ganar el tiempo suficiente para ponerlos a salvo. Buscamos una oficina abierta, pero no tenemos suerte. No tengo tiempo para forzar una segunda cerradura ahora, pues escucho cómo el cazador logra traspasar mi barrera. Obligo a los chicos a entrar en los vestidores, los pasos del que antes fue mi compañero en la agencia cada vez se escuchan más cerca. Les pido que vayan lo más al fondo posible y se resguarden en alguno de los casilleros, pero no son lo suficientemente rápidos.
Summer grita al ver al uniformado alzar un arma hacia ellos, pero yo hago lo mismo contra él. Ambos disparamos y, por lo mismo, ambos fallamos. Tengo la oportunidad de acercarme a él e intento quitarle el arma, pero no es una tarea sencilla. No consigo ejercer ninguna de las técnicas de desarme que sé, pues cada vez que estoy lo suficientemente cerca él ataca y debo retroceder para no resultar herida. La pistola se detona un par de veces más, sin embargo, afortunadamente consigo redirigir los disparos al techo o al suelo, esperando que ninguna bala perdida lastime a mis amigos.
En un descuido, recibo un fuerte golpe en la cara que me hace caer al suelo. Intento barrer sus pies para derribarlo conmigo, pero él esquiva el movimiento sin esfuerzo alguno. Observo cómo guarda el arma de fuego y la sustituye por una daga antes de colocarse a horcajadas sobre mi abdomen. Sé que los traidores no merecen la piedad de una bala; está decidido a herirme lo suficiente para llevarme a juicio, en dónde se definirá qué es lo que ortega hará conmigo. Justo cuando está a punto de hacer un corte profundo en mi pierna para impedirme escapar, alguien interviene y lo aparta de encima.
Jack lo sostiene por la espalda, aplicándole una llave en el brazo mientras lucha por evitar que lo apuñalen. Me levanto de golpe al notarlo en peligro, sin oportunidad de meditar mi siguiente movimiento. Tomo uno de mis propios cuchillos y ataco el cuello del cazador, abriéndolo sin esfuerzo de izquierda a derecha y observando cómo se desangra hasta morir. Mathews lo suelta de inmediato, atónito por la frialdad con la que realicé el movimiento mientras el golpe del cuerpo cayendo crea un eco. Mi corazón se quiebra al notar en su mirada cómo me desconoce, quitándose de una vez por todas las vendas de los ojos, pero sin querer asimilar lo que todo este tiempo fue realmente obvio.
—Necesito que llames a Anderson —pido.
Hola, Hola.
Muchas cosas ocurrieron en este capítulo, realmente espero que lo hayan disfrutado. ¿Hay algún Swiftie por aquí? El puente más personal de Jack definitivamente sería el de The Smallest Man Who Ever Lived"... woman, en este caso.
Nos leemos pronto.
—Nefelibata.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top