Prólogo
▃▃▃▃▃ ꒰ 🌙 ⁞愛。 ▃▃▃▃▃
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❝ Era un día como muy pocos, con el sol brillando por todo el lugar y un cielo azul completamente despejado de nubes. Eso hacia sonreír al joven HyungWon, que disfrutaba del cálido ambiente golpeando en su rostro mientras se encontraba esperando por el autobús que lo llevaría a su universidad.
Sus conocidos, familiares y demás solían describirlo como una persona agradable, de personalidad fresca y divertida, solía ser sociable y muy amable con las personas, además de que también se le podía considerar visualmente muy atractivo.
Aunque tristemente eso no le había ayudado a conseguir una pareja estable aún, siempre creía que era el correcto, pero había fallado muchas veces. Aun así, mantenía sus esperanzas vivas, después de todo, no creía que realmente estuviera enamorado de todos esos chicos. Era joven, no trataría de acelerar las cosas y solo esperaría que su verdadero amor llegara.
También muchas personas lo describían a él como una persona soñadora, siempre con la mente en las nubes, pero creían que todo eso era debido a su juventud. Tenía veinte años, no había muchos problemas en su vida por los cuales matarse la cabeza. HyungWon fantaseaba con el amor verdadero, con el amor a primera vista y la pareja de por vida, de lo cual sus amigos solían burlarse de vez en cuando. La mayoría de chicos de su edad se hacían llamar realistas, asegurándose de que el amor no existía y que solamente era la química funcionando en tu cuerpo, lo cual hacía a HyungWon confundirse un poco porque estaba seguro de que ellos no habían vivido lo suficiente como para asegurarse de que el amor nunca llegaría a sus vidas, aún tenían muchísimas experiencias que pasar como para poder afirmar algo así.
El autobús se vio dando vuelta a la esquina, lo cual le alegró a HyungWon ya que no quería llegar nuevamente tarde a clases, le había pasado varias veces y los maestros ya lo tenían en la mira; así que cuando el transporte frenó justo en frente suyo y abrió sus puertas no dudó en subirse, sin embargo antes de poder hacerlo un pequeño empujón en su hombro izquierdo lo hizo tambalearse y casi caer, pero su pie logró frenar lo que podría hacer sido una caída, y también una mano que había tomado su antebrazo.
—Disculpa —murmuró una voz ronca.
Cualquiera se habría enojado por el grosero acto, pero HyungWon no, entendía que no había sido con intención porque si así lo fuera, la persona que lo ocasionó no le estaría dando una disculpa. Así que levantó su rostro hacia la persona que profesaba disculpas, pero su mente se quedó en blanco al ver al hombre de cabello negro y traje azul que le sostenía. Sus ojos detallaron en una rápida mirada lo atractivo de su rostro, su nariz perfilada, sus labios carnosos y rosados y ni hablar de sus ojos oscuros que le miraban con un poco de incógnita.
—N-No te preocupes —Chae se incorporó, colocando algunos de sus mechones rosas detrás de su oreja cuando el hombre soltó su brazo. —Estoy bien, gracias.
HyungWon esperaba que el contrario le respondiera, le dijera algo más, o al menos que simplemente le sonriera amablemente, pero con una expresión estoica en el rostro le asintió leve y subió al autobús sin decir más. El pelirosa se quedó un poco perplejo ante su reacción, sin embargo, aquel gesto no logró que los ojos del menor se despegaran de la silueta del hombre que se adentraba al autobús, saltando cuando el claxon del transporte le sacó de su ensoñación y se subió rápidamente a él.
Durante el trayecto no pudo estar cerca de él debido a lo congestionado que estaba esa mañana el autobús, pero aún desde donde se encontraba podía verlo de espaldas allí, sentado junto a la ventana, mirando cómo todo el paisaje corría con rapidez por sus ojos. HyungWon suspiró, recargándose en el barandal el cual le ofrecía soporte, estaba muy encantado con la presencia del hombre, él se consideraba un chico muy enamoradizo y justo ahora esa faceta de su personalidad estaba saliendo a flote.
El hombre se bajó unas estaciones antes que él, pasando por su lado sin siquiera determinarlo, pero aun así el menor de cabello rosa no despegó su mirada ni un solo segundo de él, esperando a que en algún momento él le diera una mirada de vuelta, pero eso nunca pasó.
Llegó a la universidad sobre el tiempo, sus maestros no le dijeron nada ya que en teoría no había llegado tarde, pero tampoco temprano así que solo recibió una mirada sugerente.
Durante las clases muchos de sus compañeros notaron al pelirosa mucho más distraído que de costumbre, sonriendo sin razón alguna mientras escuchaba música, y mirando a la nada por la ventana mientras sus maestros daban la clase. HyungWon no solía tener muchos amigos, y eso no le afectaba mucho, no creía necesitarlos si no eran verdaderos amigos, pero NaYeon era una gran excepción.
—Hyungwon —le llamó la voz femenina, alcanzándolo en el pasillo. —¿Qué tal las clases?
—Fueron aburridas —comentó con simpleza el pelirosa, sacando una risa de la mayor.
—Siempre dices eso —respondió ella, tomando ahora del antebrazo al menor y llevándolo consigo a la cafetería. —Aunque me sorprende que hoy te vi temprano por los pasillos, Wonnie, siempre te veo corriendo de un lado para otro desesperado.
—Es que hoy... salí temprano de casa —HyungWon tuvo su mirada perdida por unos segundos, hasta que después una sonrisa dulce de mejillas rosadas se instaló en su rostro. —Tengo algo que contarte.
Luego de que ambos compraron su almuerzo y eligieron una mesa en la cafetería que no estuviera cerca de los baños empezaron a hablar, HyungWon comentándole emocionado todo lo que había sucedido en el autobús. NaYeon en realidad no le había encontrado nada de emocionante a su historia, solo se habían visto en el autobús, pero no sé lo diría a su amigo porque sabía lo sensible que podía llegar a ser... sobre todo con el tema del amor a primera vista.
—Eso suena bien, HyungWon, pero... ¿Estás seguro? Sabes lo que pienso de eso, HyungWon, a todos tus ex-novios les dijiste que eran el amor de tu vida.
HyungWon miró por unos segundos largos a su amiga pelinegra, observando la mirada preocupada que esta tenía en su rostro. Sabía que NaYeon no le decía aquello con la intención de lastimarlo, más bien era todo lo contrario, no quería verlo llorando nuevamente por alguien que muy probablemente no valía la pena en lo absoluto.
—Yo lo sentía así... —murmuro bajo el chico, ahora jugando con la ensalada en su plato con el tenedor de plástico.
La mayor de repente se dio un golpe mental por haber tocado ese tipo de tema. Aunque no lo creía muy bueno, su amigo aún creía que la vida podía ser como los cuentos de hadas, que el amor real existía y que conocería a su alma gemela, lo cual tristemente hasta ahora solo había sido una variable para que los chicos lo ilusionaran y jugaran con él.
NaYeon sintió una pesadez en el pecho al verlo de repente de un ánimo tan decaído, así que levantó su mochila del suelo y esculcó allí hasta que dio con el objeto que sabría podría subir el ánimo de HyungWon.
—Mira lo que te traje, Wonnie —mencionó dulce la chica, agitando dicho regalo frente a su amigo que pronto enfocó su mirada en él.
Era un muñeco de tela del superhéroe faltante en su colección, era hecho al estilo chibi, lo cual a HyungWon le encantaba por lo tiernos que podían llegar a ser. Los ojos del pelirosa se hicieron más grandes mientras la expresión de felicidad empezaba a formarse de nuevo en su rostro.
—¿Cómo lo conseguiste? —habló aún enternecido el chico, pasando sus dedos por aquel muñeco con delicadeza.
—Mi abuela me lo regaló, pero le dije que no los coleccionaba, así que no me puso problema cuando le dije que quería dártelo —sonrió la chica mientras veía a su amigo admirar el pequeño juguete.
HyungWon era un gran admirador de los mon scouts, cuatro chicos que se podían considerar los grandes héroes de Seúl, siempre aparecían cuando había problemas y salían victoriosos de cualquier batalla. HyungWon tuvo la dicha de poder verlos de cerca una vez, todos con sus trajes hechos a la medida y sus rostros cubiertos parcialmente por una máscara, nadie sabía que identidad se escondía detrás de aquellos valientes trajes.
Sus nombres eran Ki, Nunu, Min y Honey, bueno, en realidad era un poco obvio que eran sus nombres de pila, nadie sabía cómo se llamaban realmente. Algunas personas estaban obsesionadas con conocer la identidad detrás de tan valientes héroes, pero hasta ahora todos habían fracasado vilmente, cuando creían estar cerca de conocerlos resultaba ser una persona completamente diferente.
A HyungWon en realidad no le importaba mucho quienes serían en la vida real, aunque a veces le gustaba imaginar cómo sería si alguien cercano suyo fuera uno de ellos. Sin embargo, HyungWon era admirador de su valentía y trabajo, por ello tenía una pequeña colección de este tipo de muñecos de ellos, los tenía a todos, el único que faltaba era Min y ahora lo tenía en sus manos.
Muchos rumoreaban que Nunu era el verdadero líder de aquel grupo de superhéroes, pero HyungWon pensaba que podía ser Min, hasta donde sabía él tenía el arma más poderosa de todas, manejaba el arco y las flechas, sus flechas solían ser el ultimátum de todo villano, si una de ellas llegaba a tocarte tu cuerpo inmediatamente se desvanecería en el aire.
Las horas en la universidad de pronto se le hicieron cortas a HyungWon, estaba muy emocionado por llegar a casa y poder juntar toda su colección, estaría muy orgulloso de ahora sí ponerlos en ese estante que tenía reservado únicamente para ellos.
—Hola, mamá —saludó con alegría el pelirosa a su progenitora que se encontraba en la cocina, amasando lo que muy bien HyungWon sabía era pan.
—Hola, cariño ¿Qué tal tu día? —la mujer dejó de lado unos segundos la masa, sonriéndole a su hijo y acercándose a besar su frente.
—Estuvo bien, mamá, llegué temprano a clases —rio cortamente. —¿Y papá?
—Está abajo en los hornos, cariño.
Los padres de HyungWon eran panaderos, el pequeño había crecido en medio de hornos y masas suaves de pan, y no le avergonzaba en lo absoluto, gracias a eso él tenía todo lo que veía. Sabía también algo de panadería, pero en realidad no creía querer seguir con la tradición, por suerte sus padres nunca se opusieron a ello y pagaron su carrera de astronomía.
—Hola, papá —saludó nuevamente con el mismo cariño HyungWon, que había bajado hasta el sótano de su casa que era donde se encontraban los hornos.
—Hola, bebé —respondió de la misma forma su padre, metiendo la última bandeja de pan en los hornos. Limpió un poco el sudor que escurría por su cuello con una toalla y se acercó a su hijo besando su frente. —¿Qué tal tu día?
—Estuvo bien —respondió el menor. —NaYeon me regaló el último superhéroe que le hacía falta a mi colección.
—Eso es genial, ahora puedes ponerlos en el estante que te armó tu mamá.
—Sí, te llamaré para que los veas cuando los termine de acomodar.
—Okay —sonrió dulcemente el hombre mientras veía a su hijo subir nuevamente las escaleras.
HyungWon llegó a su habitación, cerrando su puerta detrás de sí mientras encendía las luces y dejaba su mochila en su cama. Su habitación era como la de cualquier chico a su edad, con posters y figuras de colección, lo único que podía destacar HyungWon es que jamás fue fan de los colores opacos así que su habitación estaba llena de colores vivos y radiantes.
Como lo había prometido, sacó sus otros muñecos de la caja donde los tenía para que el polvo no les llegara, y también antes de acomodarlos se encargó de limpiar bien el estante dónde sus muñecos de colección se presumirían. Estaba feliz de por fin tenerlos todos, de verdad admiraba mucho aquellos superhéroes y vivía agradecido de que ellos colocaran en riesgo incluso sus propias vidas por el bienestar de todos.
Bajó emocionado las escaleras en busca de su padre, sabía que él también era un admirador de aquellos chicos y se alegraba de tener esa cosa en común con su progenitor. Al bajar su madre estaba hablando con alguien que le daba la espalda a él, sabía que se trataba de un hombre ya que sus hombros eran anchos, su pelo corto y sus brazos también eran muy grandes.
—¿Entonces qué clase de pan desea llevar?
—El mejor que tenga, nunca he comido esto y el aroma que provenía de su casa me ha dejado con apetito.
—¿Nunca ha comido pan? —preguntó asombrada la mujer. —Bueno, en ese caso, le puedo ofrecer el de coco, es el que más les gusta a nuestros clientes. Y está recién hecho.
El contrario asintió a la mujer y está tomó algunos panes de los dichos con sus pinzas y comenzó a empacarlos en una bolsa de papel.
—Mamá —llamó finalmente el pelirosa, haciendo que tanto la mujer como el hombre presente se dieran vuelta hacia él.
El ambiente se tornó silencioso, al menos lo fue para HyungWon que sintió como su corazón empezó a latir mucho más rápido de lo normal, e igualmente sus manos empezaron a sudar y se sentía tenso, no sabía cómo acomodarse o que expresión colocar en su rostro que no delatara lo mucho que le causaba ver de nuevo aquel pelinegro del autobús.
Su cabello negro caía por su frente justo como esa mañana, pero ahora no tenía un traje azul, si no una simple camiseta blanca junto a unos pantalones pesqueros, era un estilo bastante casual.
—Hijo, él es WonHo, se acaba de mudar al vecindario —comentó la madre de HyungWon, rompiendo el silencio. —Vino por un poco de pan.
El menor quería despegar su mirada al menos unos segundos del hombre mayor, pero sus ojos no querían dejar de presenciarlo, era como si fuera alguna especie de ser sobrenatural porque existía un aura en él que lo llamaba y lo dejaba hipnotizado.
—Soy... Soy HyungWon —murmuró luego de un rato, extendiendo su mano hacia el mayor.
El hombre no se inmutaba por la mirada soñadora que le daba el muchacho, acompañada de un sonrojo leve en sus mejillas, estaba acostumbrado a aquel tipo de reacciones en la gente. Después de todo sabía que era muy atractivo.
—Un gusto —aceptó su mano.
—Nos vimos hoy en el autobús —se apresuró HyungWon, intentando mantener la atención del mayor más tiempo sobre sí. —¿Me recuerdas?
HoSeok le dio una segunda mirada al pelirosa, pasando su mirada por toda su anatomía hasta que nuevamente paró en su rostro. —: Me temo que no.
HyungWon tomó una leve bocanada de aire, sintiendo la vergüenza subirle al rostro y sus mejillas tornarse rojizas. No debió haber dicho eso, había quedado como un tonto frente a él y frente a su madre que le entregaba ahora amablemente la bolsa de papel al pelinegro.
Subió a su habitación con pasos rápidos, no quería seguir ahí pasando vergüenzas, así que lo mejor era volver a su habitación donde podría tranquilamente suspirar por aquel pelinegro que ahora sabía era su vecino.
¿Debía ilusionarse? No, claro que no, solo se habían visto dos veces y además el parecía ser un hombre mayor para él, pero al parecer su corazón no parecía pensar lo mismo, ni mucho menos su mente, porque ambos perdían el control al verlo. Había tenido malas experiencias amorosas, sus novios se habían aprovechado de su ingenuidad y habían jugado con él, pero ahora no podía evitar pensar que tal vez y solo tal vez él podía ser su pareja perfecta.
Esperaba no equivocarse y terminar con un corazón roto y con ilusiones vacías. ❞
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