Capítulo trece: Llave Maestra

(Narra Jack)

—La rebelión de la agente Trevino no es mi principal preocupación —aclara mi padre, con una mezcla de furia, decepción y preocupación en su voz—. Lo que realmente me inquieta es cómo pudieron pasar desapercibidos los preparativos para que ella lograra hacerlo. ¿¡Qué clase de liderazgo ha llevado para permitir que nuestras filas reciban un golpe como este desde dentro, Elías!?

Prescott se remueve en su asiento al ser cuestionado, con la mirada fija en la mesa. Los reportes que llegaban a Santa Mónica desde España siempre fueron prometedores, con resultados excepcionales que aseguraban que todo por aquí marchaba de maravilla. Sin embargo, con cada día que paso aquí no puedo evitar sentir que algo no está del todo bien. Cada documento que revisé con Aria parece estar en orden, cada cuenta y cada registro, pero una sensación extraña sigue incomodándome.

Esa incomodidad creció cuando April mencionó la enorme cantidad de puntos ciegos que hay en los corredores y salas. Me vi obligado a ponerlo sobre la mesa, lo cual dejó al líder de la base en una posición mucho más comprometedora de lo que de por sí ya era. Son cosas que debe mantener en su radar, asegurarse de que la seguridad en este lugar esté robustecida es su trabajo. Smith en unas cuantas semanas ya identificó varias áreas de oportunidad que, de no ser por su llegada, no se habrían arreglado.

—Las señales eran mínimas, señor —excusa Prescott—. Los rumores en contra de los Sombra no son algo nuevo. Es del conocimiento de todos que hay un sector en nuestras filas que cree que nos hemos debilitado desde la incorporación de ellos. Sabíamos que la estrategia de reintegración podía traer problemas y no....

—Esta organización ha tomado decisiones difíciles, y yo respaldo cada una de ellas —interrumpe Mark—. Todos nuestros agentes son Silentes, han pasado suficientes años como para seguir haciendo una distinción.

—No se les puede exigir a nuestros verdaderos agentes que se mezclen con personas que, hace no mucho, intentaron destruirlos —concluye Prescott, provocando un incómodo silencio en la sala—. No sin esperar reacciones similares a las de la agente Trevino.

No he podido aportar demasiado durante la reunión. Lo cierto es que la última conversación con Lucy ha hecho con mis ideas un nudo que no consigo desatar por completo. Desde un inicio fuimos conscientes de que rehabilitar a los Sombras para que se unieran a nuestras filas podía causar molestia e indignación. Sin embargo, conforme los meses transcurrieron, los resultados positivos desvanecieron las preocupaciones en mí. La mayoría consiguió avanzar, adaptarse al cambio.

Conocer las circunstancias en las que los Sombra crecieron y la forma en que fueron manipulados para cometer crímenes que beneficiaban a personas que los consideraban únicamente medios, ayudó a suavizar la dura imagen que teníamos contra ellos. La compasión, o simplemente un trato humano, no era algo a lo que estaban acostumbrados. Hubo mucha empatía por parte de los Silentes, pero es cierto que no podemos esperar que todos simplemente perdonen y olviden.

Lucy fue muy clara y tocó una fibra sensible con lo que dijo: Paula es para ella lo que April es para John. Mi amiga, una de las personas más cercanas para mí y para Bush, quien nos ha acompañado ya a distintas misiones y nos ha salvado el trasero en varias ocasiones, para otros no es más que una asesina. Yo ya no la veo como una Sombra, sino como una Silente hecha y derecha. Ha demostrado en un millón de oportunidades su compromiso con nosotros, metería las manos al fuego al afirmar que no es la persona que era cuando trabajaba para Ali.

¿Bush y yo somos hipócritas al tratarla a ella con esa decencia y a Smith no? Debe haber miles de casos similares al de Lucy y Paula entre nosotros. Comprendo lo complicado que puede ser trabajar con alguien que te hirió en el pasado.

—Estás muy callado —nota mi padre, observándome con seriedad—. ¿Cuál es tu opinión respecto a todo esto?

—Que no es tan simple —digo—. Castigar a los rebeldes no es la solución. Ellos realmente creen en lo que defienden, y necesitamos entender sus motivaciones. Si eliminamos toda voz disidente, sólo provocaremos más resentimiento.

—Apoyo al joven Mathews. Tal vez escuchar a nuestros agentes sea lo que necesitamos, tal vez los sombra nunca debieron incorporarse en primer lu...

—Yo jamás mencioné eso, Elías. Como bien dijo mi padre, ya no hay distinción entre Sombras y Silentes. Todos trabajamos para la misma causa.

—La agente Trevino y sus aliados... —trata de argumentar, pero mi padre lo corta de inmediato.

—Ellos asesinaron a seis personas leales, lo cual no va a quedar impune —sentencia—. Lucy Trevino será expulsada en la asamblea y sus aliados enfrentarán cargos que quedarán en sus expedientes por el resto de sus carreras.

Elías asiente, a pesar de estar notablemente en desacuerdo. Lo miro con curiosidad, pues no había notado su posición en contra de los sombras hasta este momento. No pretendo que la situación sea más grave, pero algo me dice que si Lucy consiguió orquestar la rebelión fue porque él decidió ofrecerle ayuda.

—Le entregaré una lista de todos los implicados, incluidos aquellos que muestren indicios de lealtad dividida —propone Prescott.

—La espero antes de mañana a medio día, previo a que despegue mi avión.

—Sí, señor. —Asiente Elías, comenzando a recoger sus cosas y adelantándose al auditorio.

—Creí que te quedarías más tiempo —digo, cuando nos hemos quedado solos en la habitación.

—La noticia de lo que Lucy hizo aquí llegó a todas nuestras bases —explica—. Prescott tiene razón, hay una parte de nuestras filas que la apoya. Debo visitar las más problemáticas para evitar incidentes similares.

Asiento, un tanto frustrado. Las amenazas a nuestras bases no son un secreto y, por más que intentamos ser discretos, la presencia de April en este lugar ha llevado a especulaciones sobre que los Sombra, o algo relacionado a ellos, tiene algo que ver. Los rumores más descabellados son Alí está vivo, y también son los más acertados.

—Necesito hablar contigo a solas —pido, caminando a su lado hacia el auditorio. El tema del traidor es algo que ni siquiera Prescott puede escuchar—. Es importante.

—¿La chica ha dado problemas?

—¿April? —niego—. Nada grave, siendo sincero. Se ha mostrado colaborativa y, de hecho, ha sido de mucha ayuda.

—Mmm. ¿Y tus sesiones con la doctora Martínez?

—Innecesarias, como de costumbre. —Mi padre ríe.

—Estoy orgulloso, hijo —suelta de pronto luego de un momento en silencio, y yo volteo a verlo —. Estás enfrentando la situación con madurez e inteligencia, a pesar de que sé que esto no es sencillo para ti.

—No es sencillo para nadie. —Él asiente.

A pesar de mi respuesta cortante, lo cierto es que sus palabras hacen que una cálida sensación recorra mi cuerpo, pues temía estarlo decepcionando. Quiero decirle lo mucho que significa que diga algo como eso, sin embargo, las palabras parecen quedarse atoradas en mi garganta. Realmente lo intento, trato de organizar en mi cabeza las oraciones adecuadas, pero cuando vuelvo a intentar expresarme mi padre ya se ha alejado de mi lado para subir al escenario. Los silentes están reunidos en el lugar, esperando su veredicto. Supongo que tendré otra oportunidad más tarde, cuando me reúna con él para hablar sobre el traidor.

Mi padre comienza su discurso, mostrándose firme y serio. No pongo mucha atención a lo que dice, en lugar de eso, examino los rostros de mis compañeros. Hay algunos molestos, otros más preocupados, pero todos muestran respeto ante su lider. Permanecen en fila, firmes y atentos a sus palabras. Todo parece tranquilo, todo excepto los dos hermanastros que recorren el lugar impacientes.

Aria y Roland aparentan tranquilidad, sin embargo, sus expresiones alarmadas no me gustan. Noto que el moreno trae a Tobby, quien olfatea el piso y a cada agente que se cruza. No es difícil adivinar a quién están buscando. Más le vale a April no hacer un alboroto ahora, no cuando acabo de asegurarle a mi padre que se ha estado comportado. Mis pies se mueven sin llamar la atención y, cuando estoy lo suficientemente cerca de Aria, tomo su brazo para llamar su atención.

—Oh, Jack —saluda, dirigiéndome una falsa sonrisa para disimular. Roland, al verme, trata de hacer que Tobby se coloque detrás de él en un pésimo intento para esconderlo.

—¿En dónde está?

—¿Quién?

—Aria, no estoy de humor para esto.

—Si lo piensas bien, nunca estás de humor para nada.

—¡Aria! —regaño, manteniendo el tono tan bajo como me es posible.

—Bien —dice, alzando las manos—. Es que, se nos escapó.

—¿Qué quieres decir con que se les escapó? —Mi mirada se alterna entre ella y Roland, quien se limita a encogerse de hombros.

—Tuvo otro ataque de pánico, ni si quiera Tobby conseguía calmarla. La dejamos sola un momento porque queríamos buscar a un doctor, pero cuando regresamos ya no estaba.

—¿¡La dejaron sola durante un...!? —Me interrumpo, notablemente frustrado. Roland señala a Tobby para tratar de calmarme, pues sabemos bien que si él está en la base entonces ella no se irá a ninguna parte—. Solo quédense aquí y vigilen que no arruine el evento, es realmente importante que salga bien.

Le quito la correa a Roland y libero al perro, quien de inmediato se echa a correr. Por su tamaño, le es más sencillo escabullirse en lugares pequeños, mientras que yo debo batallar para no perderle el ritmo. Estos años ha escapado tantas veces que seguir su rastro es sumamente complicado. Se mueve entre las filas, pasando debajo de las piernas de varios agentes para dirigirse hasta la puerta de salida.

Una vez que he dejado atrás a la multitud corro detrás de él por los pasillos hasta llegar a la sección de habitaciones, pero no cualquier conjunto de ellas, si no las de los más altos mandos en donde los directores se alojan. Maldigo entre dientes, pero no me detengo hasta que Tobby lo hace frente a una de ellas. Noto de inmediato que se encuentra entreabierta y, sin pensarlo dos veces, la abro para encontrarme con Smith.

Ella instintivamente dirige su mano hasta el arma que está a su lado, la cual no sé cómo pudo conseguir nuevamente. Al ver que se trata de mi la deja a un lado para seguir revolviendo cada papel en la pieza, sin importarle mi presencia. Los muebles están hechos un desastre, hay cosas regadas en todos lados y no tengo idea de cómo voy a explicarle esto a Prescott.

—Smith, ¿qué carajo haces?

—Prescott autorizó la transferencia de los fondos de Ali hasta la farmacéutica de Weber. —Trata de explicarme, mientras abre el armario del director y revisa en cada uno de los bolsillos de las prendas—. Lo hizo después de que yo les diera las claves de acceso.

—Mi padre aprobó que la donación se hiciera a WeberGenix, eso no explica por qué estás....

—Hizo distintas transferencias, cinco para ser exactos. Una por 42.56 millones de euros, otra por 7.80 millones de euros, ambas con el concepto de "Donación".

Está frenética, como si no controlara su propio cuerpo. Me acerco a ella y tomo sus manos para detener sus movimientos, pero me aparta con brusquedad para seguir buscando pruebas que respalden sus argumentos. Su cara está pálida y el sudor recorre su frente. El flujo de su trabajo no es firme, noto cómo en varias ocasiones abre y cierra los dedos para mantener el control sobre ellos. Es como si en cualquier momento fuese a colapsar.

—April, no puedes estar aquí.

—¡Solo escúchame! —grita con desesperación—. La tercera donación fue de 0.12 millones de euros y la cuarta de 3.40 millones de euros, ambas con el concepto de "Compensación". Para el resto del dinero no usó un concepto.

La miro sin comprender lo que dice. Ella me mira con frustración y de inmediato comienza a buscar una pluma. Toma uno de los muchos documentos que ha desordenado, sin importarle si es importante o no escribe los montos en pares, utilizando un signo positivo o negativo dependiendo del concepto de la donación. (42.5678, -0.1234), son coordenadas. Viéndolo así me resulta un tanto más obvio, pero no sé si es razón suficiente para culpar a Prescott de traición.

—No son aleatorias, son las coordenadas de este lugar —afirma, y procede a buscar otro documento para entregármelo—. Él fue la última persona en usar las impresoras antes de que borraran el historia y está ayudando a...

No consigue completar la frase. Sus ojos se cierran con fuerza, su rostro refleja puro terror y las lágrimas comienzan a recorrer sus mejillas. Cubre su cara unos instantes, el aire comienza a resistírsele para entrar en sus pulmones. Agita la cabeza en un intento de espabilarse, regresando a la realidad solo para seguir revisando el lugar. Esta vez no consigue controlar su ira, lanza las cosas que no le sirven con impotencia, dañando el equipo del lugar.

Esquivo un elefante de arcilla que se rompe al chocar contra la pared y consigo llegar hasta ella nuevamente sin ningún rasguño. Esta vez la sostengo con más fuerza, pues si no la detengo terminará destruyendo la pieza. Definitivamente las cerraduras son otra de las cosas que debemos arreglar.

—¡No lo entiendes! —Pelea conmigo, trata de liberarse.

—¡Explícame entonces! —regaño, tomando su cara entre mis manos para tratar de razonar con ella—. April, Prescott no está ayudando a Alí. La farmacéutica no...

—¡Es Brian! —suelta de pronto, dejando al fin de luchar conmigo. Nuestras miradas se cruzan un momento, si es que de alguna forma puedo seguir confiando en sus ojos, ellos me aseguran que no está mintiendo—. ¡Brian es Félix Weber!

—Dijiste que lo habías...

—¡Ya sé lo que dije! —Necesita dejar de gritar o alguien va a escucharnos—. ¡Le disparé en el puto corazón!

Sé lo mucho que detesta llorar, cuánto se esfuerza por evitar hacerlo, pero aun así no consigue reprimir las lágrimas que corren una detrás de la otra. Por más que lo desee, sé que no es un buen momento para interrogarla acerca de cómo supo que Grey estaba oculto bajo el seudónimo de Félix. No puedo ni si quiera imaginar cómo debe sentirse en estos momentos. Las cosas entre ella y Brian no terminaron para nada bien. Si es cierto lo que me dijo sobre su cercana relación, entonces debe sentirse realmente aliviada por no haberlo asesinado, pero también sumamente abrumada por la idea de tener que hacerlo una segunda vez.

Sus extremidades pierden fuerza, tengo que sostenerla para que no se dé un golpe contra el suelo. Controlo su caída, acompañándola hasta estar los dos sentados. Cuando sus manos comienzan a temblar Tobby también se acerca, colocándose junto a ella. Yo acaricio su espalda, pues sé que no puedo hacer mucho más que ofrecerle mi compañía y esperar a que la crisis pase. Inhalo y exhalo con tranquilidad, esperando que eso la ayude a imitar mi respiración. Luce agotada, por lo que permito que su cabeza se recargue en mi pecho.

Una parte de mí se alivia al comprender que ese imbécil es el que ha estado detrás de todo esto. No lo conocí lo suficiente para saber si representa o no una amenaza, sin embargo, dudo que esté cerca de ser lo que en su momento fue Alí.

—Tienes que confiar en mí —suplica apenas en un susurro, consciente de que lo que pide no es nada sencillo—. Estoy segura respecto a Prescott. Revisé las cámaras, usa los mismos puntos ciegos que yo utilicé cuando intenté escapar.

—Si le mandó las coordenadas, ¿por qué la base sigue en pie?

—Porque no tiene agentes. Hasta ahora solo ha podido intimidarlos porque no puede hacer más que eso. Por eso estoy aquí, trato de encontrar algún otro mensaje que Prescott haya enviado. Él necesita a...

Sus ojos se abren de par en par y se separa de mí. Su expresión me hace saber que ha conseguido unir las piezas de algo, pero no parece ser nada bueno. Su cuerpo aun no le responde por completo, por lo que comienza a gatear hacia la puerta hasta que la ayudo a ponerse de pie.

—¿Él necesita qué? —pregunto sin detenerla, pero no obtengo respuesta—. April, ¿él necesita qué?

—Brian y yo desarrollamos el método de encriptación que utilicé para sellar las fugas de información en tu sistema. —Se ayuda de las paredes para seguir avanzando, tropezando cada par de pasos. Yo no tengo más opción que seguirla, pues si resulta tener razón entonces Grey tiene acceso a toda nuestra base de datos—. Las células dormidas, Brian no sabía en dónde estaban ni cuál era la señal que Alí debía darles. Esa era información que solo yo compartía con él.

—Hasta que tú nos proporcionaste esos datos —comprendo.

Brian no pudo conocer la ubicación de nuestras bases ingresando a nuestro sistema, pues esa información la mantenemos impresa justamente para evitar este tipo de escenarios. Los ataques en las fronteras era únicamente especulaciones a las que llegó luego de rastrear los envíos. Prescott, si realmente es el traidor, no iba a arriesgarse a enviar un mensaje que podía ser interceptado cuando no tenían todos los recursos para atacar, pero ahora los tiene. Siento mi corazón acelerarse, pero ni siquiera puedo pensar en mi siguiente movimiento cuando una explosión hace que el lugar se estremezca.

La segunda no tarda en llegar. Luego otra, y otra. 

Hola, hola. 

Dioses, los problemas que yo tuve para escribir este capítulo. Tuve que rehacerlo cuatro veces, así que espero que les guste.

Nos leemos pronto. 

—Nefelibata

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