Capítulo once: Pasado

(Narra April)

Consigo el acceso a la información que Jack solicitó. Ya solo queda esperar a que la computadora procese el código para poder leerla, analizarla y llevársela tanto a él como a su padre. Me sorprendió que me dejara ayudarlos con algo tan delicado, y aunque probablemente nunca lo admita en voz alta, me hace sentir realmente feliz tener algo de trabajo de campo. Extraño la adrenalina de las misiones, la satisfacción de un trabajo bien hecho y la recolección de datos para encontrar los cabos sueltos. Ser un agente es todo lo que fui durante la mayor parte de mi vida, aún ahora sigue siendo un pilar importante de lo que soy. Pese a las condiciones, disfrutaba gran parte del trabajo, sin embargo, definitivamente no extraño hacerlo para Alí.

Por primera vez usaré mis talentos para una causa sin corrupción, lo cual lo vuelve increíblemente placentero. No recuerdo la última vez que hice algo como esto sin sentir remordimiento. Además, me siento satisfecha porque, a pesar del tiempo en que no he practicado como es debido, no tuve inconvenientes para conseguir mi objetivo. Al pensar en eso una leve sonrisa se forma en mi rostro, pero desaparece de inmediato al ver cómo Roland me analiza con la mirada.

—¿Qué? —pregunto, pero el niega y aparta la vista—. ¿Sigues molesto conmigo por tratar de irme?

Él asiente, a pesar de que ya me disculpé un millón de veces. ¿Puede culparme por intentarlo? Los ataques contra mí habían cesado, pero durante estos días tres ex-sombra han sido atacados en sus habitaciones. Es solo cuestión de tiempo para que alguien consiga tomarme desprevenida. Me sorprendió que a Roland le aliviara tanto el hecho de verme aun aquí. No estaba segura de si nuestra amistad se inclinaba más a que lo obligaran a mantenerme vigilada o si era realmente genuina. De haber estado segura antes de que no era puramente laboral habría dejado para él más que una nota rápida.

Le resta importancia al asunto por el momento y continúa por explicarme que no es por eso por lo que me miraba. Roland, contrario a Aria, usualmente es discreto cuando se trata de indagar en temas de los que no me apetece hablar. A pesar de eso, de alguna manera es la persona con la que más facilidad tengo para comunicarme aquí. Le he contado algunos detalles de mi última misión, como mi amistad con Summer, por ejemplo, cuando le pedí que me cubriera para buscar información de ella. Le he hablado de mi vida con los sombra, de cómo era mi amistad con Brian previo a SAMOHI y de cómo tuve que asesinarlo. Pero los detalles de mi relación con Jack, o lo que sea que hayamos tenido, he optado por mantenerlos a raya y trato el tema como algo superado, incluso sin relevancia.

No lo hago por otra razón más que por evitar que más rumores crezcan alrededor de Jack. Soy consciente de que el tenerme aquí lo ha puesto en una situación comprometedora teniendo en cuenta la versión de los hechos que se extendió por los silentes. El hijo del hombre al mando no pasa desapercibido, y mucho menos lo hacen sus errores. Mi actitud indiferente al tema es por lo que a Roland le sorprende tanto haberme encontrado en su habitación anoche, cuando él tenía entendido que ni siquiera soportábamos estar en la misma habitación... lo cual no está muy alejado de la realidad.

—Ya te lo dije, Aria estuvo con nosotros toda la noche. No pasó nada entre nosotros. Pregúntale a ella si quieres.

Él mueve las manos, como si borrara anotaciones de un pizarrón, para indicarme que eso ya se lo he repetido. Alzo los hombros negando, sin pista alguna de qué más quiere escuchar, por lo que se obliga a ser directo. Me arroja un una pregunta tras otra, y tengo que detener sus señas para poder contestar las más importantes.

—En primer lugar, Jack solo me propuso quedarme en su habitación para mantenerme vigilada, y porque si alguien hubiera querido atacarme no me habría buscado ahí. En segundo lugar, si Aria no hubiera estado en su cuarto, entonces uno de nosotros hubiera descansado en el sofá y el otro en la cama. Yo hubiera esperado a que él se durmiera para tratar huir nuevamente, tan simple como eso. —Roland me mira con una seriedad acusatoria, restregándome en la cara que si hubiera querido irme entonces lo habría hecho.

Aprieto los labios, detesto cuando me golpean con una verdad tan directa cuando me he esforzado al máximo por ocultarla. Sí, si me quedé es porque así lo decidí, y odio que él lo sepa tan bien como yo. Pude haberle disparado a Jack con el dardo desde la distancia en lugar de charlar con él, lo cual lo hubiera aturdido lo suficiente como para atacarlo e impedir que sonara las alarmas. Pude pedirle a Tobby que lo mordiera para ganar ventaja, pude acercarme con discreción y herirlo para que no pudiera seguirme, pero decidí hacerle frente.

—Sigo en deuda con él —admito—. Antes de que me encontraran en ese viejo motel creí que había dejado atrás esa culpa, pero no es así. Mathews me salvó en más de una forma mientras que yo no hice más que dañarlo. Tomar la oportunidad de conversar con él me pareció una decisión prudente cuando lo vi, quería tener la oportunidad de disculparme ya que nunca pude hacerlo.

Roland se debate entre si hacer la pregunta o no, pero finalmente, con movimientos lentos, crea cada una de las palabras. Me obligo a pasar saliva y asentir.

—Sí, especialmente por matar a Ian.

Soy consciente de que Roland se enteró de lo que mi expediente contiene hace apenas unos días, por lo que es de esperarse que tenga bastantes preguntas. No ha tenido tiempo de digerir el hecho de que la persona que acompaña cada día es una completamente desconocida, capaz de hacer cosas horribles. Lo vi en sus ojos, cuando vio las imágenes de los cadáveres desollados cobró sentido para él el por qué las personas en este lugar me desprecian y exigen que se les entregue mi cabeza. Me gustaba el hecho de que él no conociera mi pasado, pues ahora también sabe la clase de escoria que soy.

—Él no era el objetivo, sino John —digo, contestando a su siguiente pregunta —. Quería salvar al refugio y su vida era el precio. Sé que eso no lo hace mejor, pero en ese momento asesinarlo parecía la decisión obvia.

Roland continúa saciando su curiosidad, y yo agradezco que no haya nadie más en esta sala para oírnos. No me molesta, de alguna manera es reconfortante hablar sobre el tema con alguien que no sea Tobby. Además, no parece estarlo tomando de mala manera.

—Ese lugar era algo completamente nuevo para mí —pronuncio con una sonrisa cuando me pregunta acerca del albergue para personas sin hogar que dirigían los Silentes—. Creo que, cuando Jack me llevó a ese lugar fue el momento en el que comencé a enamorarme de él. Representaba todo lo que él era; alguien amable, altruista y con una empatía natural que resultaba ofensiva.

Roland pone una ceja en alto y una sonrisa jocosa en su rostro que me hacen golpear su hombro inmediatamente. Él toca la zona para aliviar el dolor, pero no deja de burlarse al respecto. La verdad no puedo creer que haya dicho algo como eso en voz alta.

—Te lo juro, si alguna vez mencionas que dije eso... —Él niega entre risas para interrumpirme, prometiendo jamás comentarlo, y yo decido confiar—. No solo seguí visitando los refugios por la comida gratis, la verdad es que disfruto trabajar ahí.

Roland también menciona que le sorprende lo mucho que ha cambiado Mathews estos años, pues la persona llena de vida que describo no corresponde al tipo serio que conocen. Supongo que eso es lo que pasa cuando te topas con alguien como yo en el camino. Jack no es la primera ni la última persona a la que le he desmoronado la realidad. La última vez que realmente le jodí la vida a alguien fue hace tres años, en Irlanda, cuando después de pasar unos meses en la cabaña de Cillian finalmente la Garda me identificó como una de las criminales más buscadas a nivel mundial y entraron a destrozar el lugar. Pude huir antes de que consiguieran atraparme, pero a él se lo llevaron preso por creer que era un cómplice. Lo cierto es que nunca supe si lo dejaron libre o no, regresar a averiguarlo no era una opción.

Por más cómodo que resultara aceptar la ayuda de los más gentiles que iba encontrando en el camino, entendí que lo único que traería para ellos era desgracia. Valerme por mi misma es lo mejor para todos, sin importar el precio que eso conlleve.

La puerta de la sala se abre y nosotros optamos por adoptar una posición más erguida, pero al notar que simplemente se trata de Aria volvemos a relajarnos. Entra cargando entre sus manos un nuevo sobre. Su rostro denota preocupación, lo que de inmediato alerta a Roland.

—Carajo, ahí están —dice, cerrando la puerta detrás de ella mientras se asegura de que no haya nadie más en el lugar—. Por más que lo intente los estúpidos guardias no me dan acceso a la sala en donde está Jack con su padre y Prescott. Les dije que era urgente, pero no me escucharon. —Remueve las sillas, como si buscara a alguien oculto—. Luego quise buscar a Paula, pero está ocupada reponiendo todo el trabajo atrasado por los días que pasó en cama. Sigue teniendo muy mal aspecto, por cierto, aunque ella diga lo contrario creo que debería seguir descansando. También traté de buscar a John, pero él...

—Aria, estamos solos —aseguro, interrumpiendo su historia para que vaya al grano—. ¿Qué pasa? Luces más dispersa de lo usual.

—Lo encontré —informa—. A Félix Weber, lo encontré.

—Es el tipo que mencionó el tirador cuando John me llevó a interrogarlo —le explico a Roland, pues ya se había olvidado de eso y luego vuelvo a ver a Aria—. El tipo decía cosas sin sentido, que el tal Félix buscaba a su esposa o algo parecido. Ya les dije que no sé qué significa.

—No, pero aun así quise investigar. Y la información que recaudé no es nada alentadora.

Aria se coloca entre nosotros, haciendo rodar nuestras sillas para poder tener espacio suficiente. De la carpeta que carga saca el primer documento con la información del tal Félix. No hay una foto, y la verdad es que apenas menciona algo importante. Sin embargo, hay un logo encabezando la hoja que me parece vagamente familiar. Roland esclarece mis recuerdos al preguntarle a su media hermana qué tiene que ver la campaña de vacunación con todo esto.

—El tal Weber es el dueño de la farmacéutica encargada del desarrollo de las vacunas y de la promoción de la campaña de estas.

—Demasiado específico para ser una coincidencia —comento, y Roland señala que el tirador que disparó en el centro comercial lo hizo cuando una de las camionetas de la campaña estaba presente.

—Esa no es la peor parte —señala Aria, mostrándonos ahora los estados de cuenta de los fondos de Emergencia que guardaba Alí y a los cuales yo les di acceso. Hace unas semanas estaban llenos, pero ahora no hay nada.

—Prescott acordó con Mark que el dinero iría a la caridad.

—Si, ya lo sé, pero la donación se realizó a la farmacéutica. Hasta el último centavo ahora lo tiene Félix.

—¿Eso fue autorizado por...?

Me detengo cuando leo la ubicación de la base central de la farmacéutica. De un momento a otro los recuerdos llegan a mi mente, abrumándome hasta el punto de provocarme náuseas. Estoy segura de que perdí el color en mi cara, la cabeza me da vueltas y Roland me sostiene cuando estoy a punto de caerme de la silla. Las cosas comienzan a cobrar sentido, pero no consigo decidir cómo sentirse al respecto. Una lagrima recorre mi mejilla mientras un nuevo miedo invade cada fibra de mi cuerpo. Tobby se recarga sobre mis piernas cuando el aire comienza a faltarme.

—Necesitamos ir con Jack —digo alterada, usando todas mis fuerzas para ponerme de pie sin conseguir recuperarme. 

Creo saber quien es el traidor en la base, sin embargo, esa no es la revelación que me ha dejado sin aliento. Alí no es la persona detrás de los ataques a las bases de los silentes, sino Brian. 

Hola, hola.

Siento la tardanza, estás semanas laborales fueron horribles, pero ya estoy de regreso.

Nos leemos muy pronto. 

—Nefelibata

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