Veritas


El aire estaba hermoso esa noche. Húmedo pero hermoso. El cielo nocturno se ocultaba tras pesadas nubes de tormenta que relampagueaban de vez en cuando iluminándose y dejándome apreciar cómo se retorcían por el viento.

Seguramente nos tocaría un patrullaje bajo la lluvia. Los refucilos lo anunciaban. Pero no estaría mal. Considerando el calor que estaba azotando Paris desde hacía varios días, realmente sería un bálsamo.

Ya me imaginaba saltando edificio tras otro mientras las gotitas de lluvia golpeaban mi rostro deslizándose hacia atrás por el impulso. Sublime...

Una sonrisa de dicha se dibujó en mi rostro tras ese pensamiento. Me sentía genial esa noche, plena, por primera vez en bastante tiempo.

Estaba convencida de que todo lo que fuera a suceder durante el patrullaje, iba a estar bien para mí. Humedad, lluvia, viento, ¡hasta un chiste demasiado malo de Chat! Hoy había logrado arrancar de buen humor y pretendía quedarme ahí en lo que restara de la noche.

Habíamos acordado en encontrarnos en la Torre Eiffel para iniciar el recorrido desde allí. Así que procuré llegar a tiempo, con la única intención de no brindarle con mi tardanza un motivo a sus burlones reproches. El gatito era puntual, demasiado para mi gusto, y utilizaba esa "virtud" para fastidiarme. No porque le molestaran realmente mis retrasos, los cuales se estaban dando bastante seguido para mi desgracia, lo hacía sólo con el objeto de su propia diversión.

Y si bien era consciente de ello, llegaba a fastidiarme la mayoría de las veces. Y hoy, no se lo permitiría. ¡No señor!

Grata fue mi sorpresa al percatarme de su ausencia cuando arribé a nuestra pasarela favorita. Sí, "nuestra", habíamos reclamado ese lugarcito de la de torre como propio, aunque nadie lo supiera.

Por primera vez en meses, había llegado temprano.

Una inmensa sonrisa se dibujó en mi rostro, inflando aún más el buen humor que ya me acompañaba. Era realmente un placer ganarle a mi compañero gatuno en ese efímero detalle. Esa noche, sería yo la que tendría un valedero motivo para castigarle quitándole cualquier oportunidad. ¡Oh sí que sí! ¡Y cómo lo aprovecharía! Lo fastidiaría por un largo rato, sólo para divertirme y para, de paso, hacerle probar de su propia medicina.

Carcajeé por lo bajo de sólo imaginarme su cara de estupor cuando llegara y me viera sentada en el borde de la pasarela con evidente expresión de hastío, porque lo haría sumamente evidente, haciéndole creer que esperé bastante por "puntual" presencia. ¡A las damas no se las hace esperar, carajo!

Así que me senté cómodamente en la saliente más cercana, apoyando mis brazos detrás para dejar caer el peso de mi cuerpo y hamacando las piernas que quedaban colgando.

Y aunque me sentía a gusto por cómo se estaban dando las cosas, gracias a mi buen humor, poco tardó en formarse una nueva idea para sumarle algo más de diversión al asunto.

¿Y si me escondía para sorprenderlo? Así le daría unos minutos dejándolo disfrutar de una falsa victoria, haciéndole creer que nuevamente podría mofarse de mí. ¡Sí! Era una excelente ocurrencia.

¡No podía esperar por el momento en ver la mueca de desilusión del gatito! ¡Cómo me reiría!

De un respingo me puse de pie y, rápidamente, elegí el rincón más oscuro del lugar, el que mayores sombras para mi escondite ofreciera. Y allí me acomodé quedando totalmente oculta por la oscuridad y el hierro de la estructura.

No alcancé en terminar de ubicar dentro la punta de mi pie que escuché el leve repiqueteo de pasos apoyarse sobre el denso metal. Ese era indiscutiblemente Chat, sigiloso como buen gato. Pero no tanto para mí.

Me hice bolita rápidamente, tapándome la boca con una de mis manos, evitando que se escapara la risita que no llegué a contener. Lo observé buscarme, girando la cabeza para un lado y luego al otro, caminando en tono burlón por la pasarela para ver si me advertía en otro sector. Y no, no estaba dando conmigo.

¡Bien por mí!

Suspiró victorioso. Sabía que me había ganado. Vi formarse esa arrogante y burlesca sonrisa en su rostro, la que siempre utiliza para de mofarse de mí, antes de que girara quedando de espaldas a mí escondite.

Relajó su cuello inclinando la cabeza hacia un lado y al otro, previo a guardar el bastón en el agarre de la espalda baja de su traje, y estiró los brazos hacia arriba para tomarse de uno de los hierros que sobresalían.

Toda su musculatura se tensó por unos segundos, hinchándose en sus brazos, hombros y piernas, para luego relajarse marcando los ya amplios dorsales de su trabajada espalda. El desgraciado tenía un excelente físico, baja grasa, mucha fibra, a los cuales los años lo habían cincelado a la perfección.

Desde mi posición podía apreciarlo, cada cambio, cada detalle de su masculina anatomía, nada quedaba oculto y la escasa iluminación hacía el resto, exacerbando con el juego de sombras cada uno de esos exquisitos rasgos que no podía evitar devorar con los ojos una y otra vez.

No fui consciente de cómo lo recorría con la mirada, hasta que advertí que me costaba mantener la respiración en silencio. Pero eso no era lo peor. Para mi desgracia estaba disfrutando demasiado del espectáculo, del morbo de la situación, y todo mi cuerpo se resistía menos que yo inundándome de un abanico de sensaciones. Sabía que sino ponía un freno, iba a traicionarme.

¡Maldita sea!

Una vez que me decido a bromear y...

¡Gato puto! ¿Hasta en esto me la juegas?

Mi bromita me estaba saliendo mal.

¡La recontra mil ...! Epa nena, la boquita...

Inhalé una gran bocanada de aire y lentamente me deslicé de entre el metal para salir de mi escondite sin ser oída. Por suerte él seguía concentrado elongando sus músculos, mirando hacia el vacío y pensando ¿en cómo se burlaría de mí otra vez? Vaya uno a saber...

Suspiré silenciosamente para relajarme y palmeé mis mejillas con las heladas manos para bajar el rubor. Sí, sí, me sentía...acalorada.

— Creí que no vendrías esta noche. — Solté como quien no quiere la cosa cuando me creí en condiciones, no sin antes necesitar aclarar mi garganta.

Chat giró de repente cuando me oyó detrás de él, cortando sus ejercicios en seco y llevando la mano a la espalda en donde descansaba el bastón.

Buena reacción.

— ¡Ladybug! — Su rostro se iluminó al caer en la cuenta de que era yo quien le reclamaba, y no tardó en dibujarse una amplia sonrisa de costado en su rostro. Una sonrisa a la cual mis alborotadas hormonas la sintieron como un flechazo de seducción.

Ay, dios. Qué bien le queda...

No pude evitar humedecerme los labios al verlo frente a mí y el desgraciado lo notó, porque sus ojos fueron justamente a mi boca en ese momento, intensificando esa libidinosa sonrisa. Contaba con que al desarmar esos ejercicios que tanto me alteraron, se dispersarían esos...esas...las cosas que estaba sintiendo. Pero no. No fue así.

¿Por qué carajos tuvo que sonreírme de esa forma?

— ¿Cazando al cazador, bichito? — Su voz sonó profunda al brindarme esas palabras.

¿Por qué no sólo se burló así me fastidiaba y listo?

Lo ví comenzar a inclinarse hacia mí, ladeando su sonrisa mientras clavaba sus verdes iris en los míos, y extendiendo una de sus manos para tomar la mía. ¿Qué demonios iba a hacer? Creo que no soportaría su tacto, no en ese estado.

Asentí sonriéndole apenas, cruzando mis brazos al frente para sellar mis manos de su alcance y, caminando rápidamente, me ubiqué a su lado dejando un cuerpo entre ambos de distancia. Sí, era mejor así. Lejos. Por las dudas.

El gatito estaba demasiado observador últimamente y no me sentía segura de cuanto notaría.

—Nha... — Respondí restándole importancia. — Te tengo vigilado, no hace falta cazarte—

Y fijé la mirada rápidamente en las luces de la ciudad. No quería verlo, no directo ni tan de cerca. No en ese momento.

—¿Así que me vigilas? —Reaccionó con velocidad —¿Tan importante soy para ti?— Su sonrisa aumentó mientras se inclinaba de lado rápidamente acercando su rostro a mí mejilla.

Lo empujé alejándolo con mi dedo índice apoyado en su nariz, sin siquiera mirarlo.

—No te hagas ilusiones, chatón...—

—Bueno, debía intentarlo, ¿no? — Siseó burlonamente, mirándome de lado sin dejar de sonreír, antes de desarmar su avance para tomarse nuevamente de la viga. —Siempre fuiste un hueso duro de roer...— Susurró.

Y me estremeció.

Suspiré abriendo la boca para reprocharle, en el preciso instante en que una ráfaga de brisa, algo más intensa que las anteriores, nos atravesó cargando en su seno el aroma a la inminente lluvia.

— ¿Te parece si iniciamos el patrullaje? — Interrumpió y lo agradecí. —Digo, antes de que se largue Lady. Ya me duché ayer. —

Me sonrió tomando el bastón y depositándolo en el hombro izquierdo a la espera de mi respuesta. Se oía también animado. Creo que el día había sido generoso con ambos, considerando todo lo que estuviéramos enfrentando.

Lo miré de reojo devolviéndole el gesto con una simple sonrisa, y en ese momento caí en la cuenta de que no debería haber hecho eso, porque ni bien giré me encontré con sus ojos sobre mí, observándome atentamente.

Y no era el hecho de que estuviera viéndome, era la forma en la que lo hacía que, quizás, para la Ladybug de antaño no hubiera sido más que cariño, pero a ésta se le antojaba a todo.

Había algo diferente en sus ojos, en su actitud, en todo él. Un brillo, un dejo de deseo...no lo sabía, pero le confería un aura que me magnetizaba, que despertaba en mí impulsos básicos. Deseaba acariciarle la piel del rostro, apoyar mis desnudas yemas en sus labios para percibir su tibieza, su humedad. Ansiaba aspirar su aroma mientras me hundía en su boca.

Y sin previo aviso, me advertí apenas acercándome a él con ninguna excusa más que mi necesidad de su contacto. Mis ojos en sus labios, mis manos colgando con dedos ansiosos de su cuerpo.

En ese momento podría jurar que si no hubiera escuchado un trueno a lo lejos, mis deseos hubieran traspasado el umbral de la intención.

Y la hubiera cagado.

Totalmente.

Pestaneé rápidamente para cortar ese maldito embrujo que casi me delata. Y carraspeé acomodando mi voz mientras mi cuerpo se tensaba hacia atrás.

—¿La misma ronda del lunes? —Mi voz salió en un hilo.

¡Qué idiota!

Debía irme de ese lugar ya.

Asintió sin más, denotando algo de ¿nerviosismo?

No me quedaría a averiguarlo y rogaba que no hubiera advertido mi casi traspié.

Me arrojé al vacío y él no tardó en seguirme, perdiéndonos entre los edificios y monumentos con velocidad, uno al lado del otro, como cada noche.

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"El recorrido del lunes", como habíamos acordado llamarlo, era el que más área cubría. Sobre todo áreas "sensibles de akuma" como bien lo clasificó Chat, lugares en donde se podrían dar la mayor cantidad de emociones fuertes, tanto positivas como negativas aunque sólo nos importaran las últimas por obvias razones, otorgando una mayor probabilidad de akumatizaciones.

Con ese criterio habíamos logrado detener prematuramente diez ataques en poco menos de mes y medio. Para nosotros ese era todo un éxito. Así que continuamos con el método.

En nuestros patrullajes casi no hablábamos. Más que miradas de confirmación de algo que nos parecía dudoso, o si uno de los dos consideraba oportuno cambiar el rumbo para verificar un evento sospechoso. Más que eso, no se daba.

Y menos en la última semana.

Nos habíamos vuelto más distantes, como si resguardáramos con más celo el espacio personal que podíamos permitirle al otro invadir. Alguna que otra broma, cortaban la tensión cada tanto, pero nada más que eso.

¿Mis razones? Todas esas... cosas que no quería descifrar y que me estaban sucediendo cerca de él.

Las de Chat, no las sabía, estimaba que simplemente estaba en otra sintonía. Quizás se debñia a sus "admiradoras" o ya había perdido el interés en mí. Intentaba no pensarlo demasiado.

Las malditas fans.

Pero bueno, era lo mejor. ¿No?

Esa noche, la distancia me convenía. Para despabilar el deseo que me asaltara cuando lo tuve cerca en la torre. Era la primera vez que sentía que podía llegar a perder el control alrededor de él. Y esta vez fue muy difícil no cruzar la línea. Me aterrorizó el sólo hecho de considerar que quizás la próxima ya no podría contenerme.

Si no hubiera sido por el bendito trueno... Clima, van para ti todos mis agradecimientos.

Suspiré en el momento en que Chat llamó mi atención. Cuando lo miré señaló hacia una de las calles que confluían a la ribera del Sena.

Un grupo de personas venían corriendo y gritando. Posible akumatización. Respondí asintiendo y desviamos nuestro camino hacia esa zona. Era necesario verificar.

Aterrizamos en el techo del primer edificio que daba a la calle con personas huyendo. Chat observó unos segundos y saltó a dos edificios más cerca de la calle perpendicular. Preferí quedarme y observar.

Todos estaban asustados, efectivamente se trataba de un akuma. Tres de ellos estaban cubiertas por un resplandor de color azul liliáceo, difícil de distinguir de noche. Actuaban extraño y dos de esas personas les gritaban a otras que eran unas mentirosas.

—¡Ladybug! — Ni bien lo escuché acudí en su encuentro.

— Allí y allí, desde ambas direcciones. Algunos tienen ese brillo, esa aura...—

—Sí, color azul liliáceo. Lo noté. —

Abajo, la escena era un caos de emociones. Una mujer lloraba mientras un muchacho cubierto de esa aura intentaba afligido explicarle algo. Tres adolescentes discutían mostrándose mensajes desde sus teléfonos, todas con dicha aura. Más allá, dos muchachos estaban peleando, gritando, arrojándose uno que otro golpe. Y el aura presente.

A metros, una pareja se besaba apasionadamente, y la misma aura.

De todo, pero nada parecía realmente peligroso para las personas. Y no encontrábamos el akumatizado.

—No lo veo. ¿Dónde demonios estás? Chat, vienen de todos lados. Si nos quedamos aquí no vamos a descubrir nada. —

—¿Sugieres que nos separemos?—

Asentí, y salimos cada uno en una dirección diferente, desde donde más gente estaba corriendo o gritando.

Un par de saltos y aterricé sobre un poste. Más gente con el brillo, discutiendo, llorando, besándose, golpeándose, corriendo. De todo. Y del akumatizado nada.

—¡LA VERDAD TE HARÁ LIBRE! — Se oyó desde la dirección que Chat había elegido.

Giré rápidamente y pude observar como si fuera un vapor con destellos liliáceos que se alzaba de entre los edificios. Y allí, por encima, aparecía Chat saltando mientras giraba sobre sí el bastón formando una hélice.

Había encontrado al nuevo villano.

¡Bien gatito!

En un salto me puse en marcha para reunirme con él. Un salto, dos y, al tercero, ante mí se abrió un nuevo escenario.

Sobre un poste de luz una mujer con un traje de color azul intenso con ribetes violetas brillantes, pegado al cuerpo, le disparaba llamaradas índigo a las personas que se encontraban en el lugar.

Chat Noir se interponía desarmándolas con golpes secos propinados por su barra, protegiendo a la gente que se encontraba en la trayectoria de la villana.

—¡No se resistan! Todos queremos la verdad y yo se las puedo brindar — Anunciaba con voz profética mientras arrojaba llamaradas hacia todas direcciones.

Chat me miró y negó con la cabeza. Me conocía, sabía que mis intenciones eran unirme a él, para ayudarlo.

No quería dejarlo solo, no después de la última experiencia con Needles. Esta nueva villana no parecía tan peligrosa, pero acabábamos de encontrarla y no conocíamos aún todas las habilidades que Hawk Moth le había brindado.

—¡Observa! — Me gritó.

Y sí, tenía razón. Cuanto antes encontrara el objeto que contenía el akuma, antes solucionaríamos todo el alboroto.

La villana giró su atención hacia Chat al oírlo, y rápidamente me ubicó.

Era lista.

— ¡Ladybug! – Sonrió — ¿Tú también quieres probar de Veritas? Tu compañero se resiste. —

—Estamos aquí para ayudarte — Descendí de la saliente en la que me encontraba y comencé a girar el yoyo a mi lado. Estaba lista, sabía que atacaría.

—¡Oh! ¡Qué dulces! No pierdan el tiempo conmigo, yo soy libre. Todos ellos necesitan ayuda, ustedes también.—

Giró el objeto que tenía en su mano derecha, una antorcha similar a la olímpica, con una llama de color índigo flameando por encima, idéntica a las que arrojaba. Una bola encendida se armó y cruzó a la mano izquierda, la cual elevó sobre su cabeza para conferirle impulso.

El ataque venía. Me agaché haciendo girar el yoyo frente a mí como escudo. La arrojó, pero no a mí, la ofensiva estaba dirigida a un grupo de mujeres mayores que se encontraba a mi derecha, a escasos dos metros.

Chat reaccionó antes que yo y saltó al frente de ellas desviando la llamarada con un golpe de barra.

La villana gritó y comenzó a preparar otra bola. No podía permitirlo así que arremetí y golpeé la mano en la que sostenía la antorcha para evitar su cometido. Me miró y se alejó de mí, recuperándose de inmediato. Era rápida. Girando la antorcha con velocidad, preparó una nueva bola.

La ataqué con el yoyo, dándole tiempo a Chat para que sacara a las asustadas mujeres.

—¿¡Por qué haces esto!? — Me gritó — Sólo ofrezco la revelación de la verdad. Soy una heroína como tú. ¡Estoy con ustedes! — Y preparó una nueva bola.

—La verdad debe revelarse en el momento adecuado. No puedes forzarla.— Y salté para contraatacar.

Esta villana no era tan violenta como la anterior, pero se movía más rápido. Me había descolocado, no exigía los miraculous, no nos atacaba directamente. Ella se sentía una heroína. Algo se traía entre manos Hawk Moth, no la hubiera creado sino pensara que podía tener éxito.

Caí sobre ella golpeando con el talón la mano de la antorcha. Debía evitar que generara más bolas de fuego. El objeto salió disparado al frente mientras la villana gritaba por el dolor y se esfumaba de mi alcance, alejándose con increíble agilidad.

Observé el objeto rebotar sobre las baldosas de la vereda. La villana había desaparecido, ¿dónde iría? O tal vez la había debilitado ya que el akuma se encontraba en la antorcha.

¡Claro! Ella nombró la palabra "Veritas", que en español significa verdad. Había visto en los logotipos de instituciones de auditoría y certificación la balanza y la antorcha. ¡Lo tenía! La antorcha, ese era el objeto en donde estaba el akuma.

Rápidamente me abalancé, lo tomé y rompí atizándolo contra la rodilla. Otro caso resuelto prematuramente. Ya podía saborear la victoria.

—¡Cuidado Ladybug! — Oí su grito de advertencia antes de que se colocara frente a mí ejerciendo de escudo y alejando las dos bolas de fuego índigo al golpearlas velozmente con la barra. Una se descargó en un árbol y la otra fue a parar al otro extremo, disipándose en la acera.

—¿Pero qué..? – No entendía nada.

Había roto el artefacto y ¿el akuma?. Lo observé nuevamente, no había. Ese no era el objeto de enlace.

¡Mierda!

—¿No me quieren? ¡¿No quieren que trabaje con ustedes!? —Se oyó desde encima de una estatua. — Entonces ¡¡ESTAN MÍ CONTRA!! —

Y desplegó un ataque contra nosotros arrojándonos velozmente una serie de bolas de fuego, sin descanso.

Chat comenzó a girar el bastón en frente, generando un escudo. Yo seguía realmente confundida, pero reaccioné ni bien lo ví. Arrojé el objeto a la calle y me uní a él imitándolo con mi yoyo, disipando el fuego que cada vez se hacía más intenso.

—¿Qué sucedió? —

—Me confundí de objeto. — Contesté entre dientes, rezongando. — Otro error y... — No pude decir nada más, Chat me tomó de la cintura y saltó hacia atrás, sobre el techo de un camión de comida.

Una llamarada violeta golpeó el lugar en el que estábamos segundos antes.

¿Pero qué carajos me sucedía? ¿Cómo no vi venir ese ataqué?

¿Por qué carajos estaba tan desconcentrada?

—Muy bien gatito. — Le respondí ni bien recuperé el aire luego del apretón que él me diera al aferrarme por el estómago para protegerme.

—A tus servicios. — Me sonrió sin mirarme, su atención estaba en Veritas que no dejaba de gritar y de preparar bolas de fuego.

— ¡Ahí viene otro! –

Saltamos hacia la misma dirección ambos, huyendo de una nueva llamarada que ahora golpeaba el camión.

—¡¡PRUEBEN MI VERDAD!! – Y seguido a sus palabras proféticas, una lluvia de esferas encendidas del tamaño de una naranja comenzaron a caer sobre nosotros. Una tras otra, no paraban. Se había tornado un ataque intenso.

Por suerte las personas se habían ido y la villana estaba muy concentrada en nosotros.

Teníamos que idear otra estrategia. El ataque directo no funcionaba, era ágil y se recuperaba rápido. No lograba dar con el objeto con el akuma y no encontraba el momento de tregua ni lugar de resguardo para invocar el amuleto encantado.

¡Mierda! Veritas se las traía. Había elegido bien Hawk Moth esta vez.

—Chat, debemos retirarnos, hay que encontrar otra forma. —

—Perfecto. Tu primero, te cubro —

No me gustó su idea, pero no era momento de contradecirlo. Había que solucionar este problema.

Chat comenzó a moverse en zigzag acercándose hacia la villana, para llamar su atención y darme tiempo de ubicar un refugio. Miré hacia varios ángulos, quería irme pero no tan lejos. Debía encontrar un lugar que nos protegiera por unos instantes y también me permitiera observarla para no perderla.

—¿Acaso el gato quiere distraerme? — Oí tras de mí.

"¡Oh, no! ¡Chat!"

Giré en el momento justo cuando Veritas desplegaba un arsenal de llamaradas desde todos los tamaños y ángulos sobre él. Había descubierto nuestra estrategia y no podía, no quería dejarlo solo, no esta vez.

Eres lista ¡carajo!

No lo sacrificaría nunca más.

Con furia, salté frente a él extendiendo el yoyo para aumentar el diámetro del escudo y comencé a girarlo con todas mis fuerzas.

—¡¿Qué haces?! ¡Tenía todo bajo control! —

— ¡No voy a dejarte solo, Chat! —

Una nueva ráfaga de disparos violeta llovió sobre nosotros. Eran más agudas y una alcanzó el borde del yoyó, desestabilizándolo. El escudo cayó en un instante y recibí de lleno el resto de las metralletas.

No podía mentir, dolió. Se sintió como si cien agujas calientes entraran por mi piel y se quedaran ahí, aferradas, quemando, perforando más profundo en cada respiración o movimiento.

—¡Ladybug! — Alcancé a oír a Chat antes de caer de rodillas sobre el asfalto.

—¡Le di! ¡Le di! — Una carcajada estruendosa salió disparada de esos labios azules. — Ahora vas a quitarte la máscara Ladybug ¡veamos que ocultas! ¡Veamos quien eres en realidad!—

Una nueva carcajada se dispersaba en el aire aturdiendo mis adoloridos oídos mientras preparaba una nueva bola de fuego, esta vez, más grande que las anteriores.

— ¿¡Estas bien!? — Chat gritaba frente a mí, enloquecido, mientras se preparaba para atacar a Veritas.

—Ahhh...— Respiraba agitada, intentando contener mis quejas de dolor para no preocuparlo — Sí Chat... no te preocupes por... va a atacar de nuevo ¡Cuid...! — Y me tomé el pecho ya sin poder hablar, realmente ardía.

Lo miré por unos segundos, los que pude. Pretendía ocultar mi sufrimiento, pero creo que ya no podía. Él lucía desesperado.

– ¡CHAT! — No alcancé a terminar la frase y él había girado hacia Veritas, con furia en sus ojos.

Mi vista se nubló por un instante, sentí como la piel se me encendía y un brillo azulado comenzaba a cubrirme de a poco, desde el pecho hacia las extremidades. Dirigí mi atención en la dirección en la que percibí movimientos. Mi vista estaba nublada y se desenfocaba a cada intento que hacía para tratar de entender que eran esas imágenes que se desplegaban ante mí.

Chat atacaba con todas sus fuerzas a la villana, se movía tan rápido como ella, un golpe tras otro. Alcancé a ver que la estaba abatiendo, llevándola al centro de cruces de calles, alejándola de mí.

Respiré hondo una vez más, llenando mis pulmones con el aire que tanto necesitaba en ese momento. Quemaba. Quemaba mucho.

Quise ponerme de pie, debía observar, encontrar el akuma, ayudar a Chat. Pero no pude, tropecé y caí de frente, manos y rodillas sobre el asfalto.

Oí una explosión seguido de un derrumbe.

¡Dios!

No sabía que sucedía ni podía comprenderlo. El dolor me estaba ahogando.

Tranquila.

Respira.

¡No puedo!

¿Esto mismo había sentido la gente alcanzada por Veritas? Era horrible.

Respira, inhala, exhala.

Y otra vez.

Intenté ponerme nuevamente de pie, aferrándome a una señal de prohibido estacionar, y a duras penas lo estaba logrando hasta que lo vi. Allí estaba Chat frente a mí, tomando uno de mis brazos para pasarlo sobre sus hombros.

—¿¡Estás bien!? — Me gritaba practicante a centímetros de mi rostro, pero se oía tan lejos...

Le sonreí para tranquilizarlo.

Cuando sentí su otro brazo rodear mi cintura, a duras penas alcé la mirada. Dios, se veía simplemente hermoso, tan preocupado, tan furioso, apretando la mandíbula.

Quise acariciarle el rostro pero apenas si podía mover la mano, la sentía pesada y mis músculos parecían desgarrarse cada vez que intentaba comprimirlos para moverme.

—¡Lady! ¿Me escuchas? —

Sonreí nuevamente entreabriendo mis labios para hablar. Sus ojos, sus hermosos verdes ojos...me embriagaban.

— ¿¡Estas bien!? – Repitió exaltado.

Su voz, su grave y profunda voz... la sentía atravesarme.

Intenté hablar, responderle, pero no pude. Creo que mis labios se movieron dando forma a las palabras, pero ningún sonido brotó desde mi garganta. La sentía cerrada, seca. Me ardía todo.

No perdió el tiempo, se envolvió el cuello con mi otro brazo y me aferró a él apretando su agarre de mi cintura. Cayó mi rostro en la curva de su cuello antes de que se impulsara para sacarme de ahí.

Que bien que olía. Podía quedarme en ese lugar para siempre...

Y, por un segundo, tras su aroma, su contacto, su calor; ese terrible malestar que me invadía parecía desaparecer. No sabía si eran mis ideas o quizás ya estaba desvariando, perdiendo todo el control sobre lo que percibía o hacía.

Aún así, se sentía tan bien estar en sus brazos...

No sé cuánto tiempo le tomó, me era imposible medirlo. Mi conciencia oscilaba entre el desvanecimiento por el dolor, la realidad y él, su calor, su aroma.

Calculo que no demoró demasiado, Chat Noir era rápido.

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—¿Puedes quedarte de pie? — Su pregunta volvió mi atención a la conciencia, indicándome que habíamos llegado a una especie de refugio.

Asentí y me soltó lentamente.

— No, no puedes — Y rápidamente me tomó por las axilas sosteniéndome.

Cualquiera que me viera en ese momento diría de todo menos que estaba herida, lucía terriblemente ebria. Pero la verdad, ardía, ardía como el demonio en todo el cuerpo. El dolor consumía cada fibra, ya no podía saber con exactitud que músculo, que miembro, era el que quemaba más.

Aunque, en mis momentos aleatorios de lucidez, me podía percatar de que había otra sensación que comenzaba a ganarle al dolor.

Una especie de picor que se abría paso en mi piel, erizándola. Una clase de extrema sensibilidad que reaccionaba invadiéndome de endorfinas en donde él apoyaba sus manos, en las pocas partes de mi cuerpo que entraban en contacto con su tacto. Y cuando inhalaba intentado respirar, su aroma me embriagaba y una sensación de calma me recorría devolviéndole a mi lucidez el control de mis movimientos.

Era como si su cercanía contrarrestara los efectos del ataque de Veritas, porque cuando atinaba a alejarse, el dolor regresaba con creces.

—Chat... está bien... p-puedo... Ahora puedo — Me apoyó en una columna alejándose apenas de mí.

Sentí el frío del metal en la espalda y una bocanada de aire fresco y húmedo me golpeó el rostro alborotándome el cabello. Pude por fin constatar que estábamos en la torre Eiffel y bien alto. Habíamos huido allí. Bueno, él me había llevado.

—¿¡Qué quisiste hacer!? ¿¡Eres consciente de lo que acaba de pasar!? — Pudo recriminarme cuando me vio abrir los ojos y sonreírle.

Lucía enfadado, alterado y muy preocupado.

— ¡No sabemos todo que hace! ¡¿Y tú te metes en frente?! ¡¿Que carajos estabas pensando Ladybug?!— Me gritaba en la cara, sin alejarse, sosteniéndome por los hombros. Aún temía que me desplomara si me soltaba.

—¡¿Eh?! ¡¡Dime de una vez!! — Clavó sus ojos en los míos, exaltado, enojado —¡Vamos! ¡Expli...!— Lo interrumpí tomándole el rostro con ambas manos.

—Shhh...tranquilo – Sonreí calmadamente —No iba a dejar que te hiciera nada. No esta vez, gatito. —

— ¡DIOS! ¡Eres...eres...! ¡AHHHH!— gritó frustrado para liberar tensión. Yo ni me inmuté, mantuve mis manos en su rostro, abriendo los dedos para deslizarlos más hacia atrás, hacia sus cabellos.

—¡Pero si eres ...!— Apretó los labios cerrando los ojos mientras respiraba fuerte e intentaba no seguir insultándome. —Ese-es-mi-tra-ba-jo. — Lo dijo pausadamente, apretando fuerte los dientes.

Ahora estaba furioso.

Me acerqué un poco, sólo un poco. Lucía tan perfecto, tan masculino, tan ...caliente con sus facciones endurecidas por el enojo.

Esos ojos verdes intensos que brillaban mientras me miraba enfurecido y asustado, los cabellos dorados que se encrespaban de un lado a otro arremolinados por el viento, su rostro tan simétrico y perfecto.

Lucía irresistible enojado.

—¿Te dije alguna vez que me vuelves loca cuando te enojas? — Le susurré.

Que me calientas cuando te enojas.

—¿Ladybug? — Abrió grandes los ojos cuando pudo hablar.

Fuera enojo. Sólo sorpresa.

Me acerqué más. Él no entendía nada y no se esperaba lo que venía.

Mis manos cambiaron su recorrido para ir desde su rostro hacia el cuello, tomando la tela del traje que se despegaban en la terminación de la solapa, y lo jalé hacia mí, forzándolo a inclinarse para quedar a mi alcance.

Elevé mi rostro poniéndome en puntas de pie para quedar más cerca de él, a centímetros su boca de la mía.

— ¿Qué...? – No alcanzó a decir nada más.

Cerré el poco espacio que quedaba entre nosotros aprisionando con fuerza sus labios entre los míos. Le siguió mi lengua, empujando entre sus dientes sin encontrar demasiada resistencia gracias a la sorpresa, y así llegar dentro, para acariciar la suya.

Que bien que se sentía, era todo lo que me había imaginado alguna vez. Sus labios eran suaves, su sabor dulce, embriagador.

Y ya no había dolor.

Chat Noir quedó inmóvil, dejándome hacer. No entendía nada de lo que estaba pasando, pero sí lo que estaba haciéndole.

En un principio, no se opuso a mis movimientos, abriendo la boca aún más brindándome el espacio para que hiciera lo que me viniera a la gana.

Gato travieso, ¿quieres más?

Le acaricié el labio superior con la lengua y lo sentí estremecerse. Arremetí con más intensidad reclamando por más. Y ahora mi lengua le recorría toda la boca, percibiendo el sabor de su saliva. Y era... exquisito.

—Espera... — Logró decirme no sin dificultad, mientras me separaba de él tomándome de los hombros.

Inmediatamente buscó mis ojos dejándome suspendida frente a él, observándome, cada expresión, cada movimiento que hacía.

Se veía confundido, respirando agitado y con las mejillas levemente enrojecidas.

Ummm... ¿te está gustando gatito?

– Lady...espera...— Carraspeó aclarándose la garganta — ¿Te...te sientes bien? Mira...estas bajo los efectos de un akumatizado. Yo creo que...—

—Estoy perfecta gatito. Deja de preocuparte. — Le sonreí intentando acercarme. El tensó sus brazos manteniendo la poca distancia que había logrado crear. — Mira, ya no duele, no quema. —

Tú me quemas.

Me pasé la lengua por los labios y me arrojé nuevamente a él.

—Lady... ¡Ladybug! ¡Espera! Espera... —Me tomó nuevamente por los hombros, extendiendo aún más los brazos para generar mayor distancia. — Esto... esta no eres tú. Vamos ¡Concéntrate! Hay una villana que...—

—Que tú abatiste. Y me trajiste aquí. – Le interrumpí empujándolo para intentar avanzar.

Hizo un paso hacia atrás, sin flexionar los brazos, para no romper la prudente separación que había logrado conseguir. Se veía realmente aturdido, y agitado, su mirada comenzaba a oscurecer. Podría apostar que se estaba excitando.

— Sí, temporalmente. — Suspiró. — Debemos volver y...—

—¡Vamos Chat! Sólo cinco minutos. — Sonreí de forma sugerente. — Nos merecemos esto. ¿No es cierto gatito?—

—¿Qué nos merecemos? — Abrió grandes los ojos y tensó aún más los brazos ante mis palabras.

Pude apreciar como su pecho comenzaba a moverse más rápido al vaivén de la respiración. Ahora sí lo estaba asustando. Y me resultaba terriblemente irresistible.

—Me tienes loca— Fruncí la nariz mientras me mordía el labio inferior. — ¿No me digas que no te habías dado cuenta? —

—Oh —

Golpe de ariete.

La sorpresa nuevamente jugando de mi lado. Bajo la guardia por un segundo, relajando levemente su agarre, situación que aproveché completamente. No iba a dejar que me detuviera otra vez.

Me zafé de su sujeción y me abalancé sobre él. Intentó asirme nuevamente pero en un ágil movimiento le envolví ambas muñecas con la cuerda del yoyó y lo empujé bruscamente contra la columna detrás. Cuando sus espaldas golpearon, arrojé el yoyó por encima cruzando una viga y jalé para elevarle los brazos.

—Ahora no te me escapas gatito — Le sonreí con malicia, sin ocultar la excitación que oscurecía mis pupilas.

Realmente mi movimiento había sido rápido, lo tomé nuevamente por sorpresa. Cazador cazado. Miró arriba, hacia sus manos juntas inmovilizadas y haló para soltarlas. No pudo y volvió su agitada atención rápidamente a mí, a esa menuda chica de rojo que lo observaba forcejear y lo sostenía con fuerza.

Se veía simplemente apetecible, con su respiración acelerada, los brazos estirados sobre de la cabeza, todo su cuerpo tensándose, marcando cada fibra, cada músculo tan bien trabajado debajo del negro traje.

—¿¡Qué haces!? Esto... — Clavó su mirada en mis ojos y en cómo lo observaba, en como lo devoraba con la mirada, sin poder decir nada más.

Estaba inmovilizado, a mi merced y lo sabía. Le sonreí y no pude evitar humedecerme los labios. Mi respiración ya era notablemente entrecortada ¿y para qué ocultarlo? Lo deseaba.

Me apoyé lentamente sobre su cuerpo sin soltar esos verdes ojos que me seguían, primero asustados y ahora... ahora ya no tanto.

Mis pequeños pechos se estrujaron contra sus costillas, mi abdomen presionó casi en su entrepierna, y no le fue indiferente. Un casi imperceptible gemido intentó escaparse de entre sus labios y ya no pudo mirarme más a los ojos. Ahora estaba atento a mi boca, a mis labios, en evidente demostración de lo que le causaba.

Era realmente alto, me llevaba una cabeza, y en esa posición, su rostro quedaba más lejos de mi alcance. Tuve que ponerme de puntillas para llegar hasta él. Mi cuerpo hizo fuerza sobre su anatomía con ese movimiento, comprimiéndolo aún más, rozándolo pesadamente. Nada quedaba fuera de la aprehensión del tacto. Gruñó y ese simple sonido atravesó mi ser, me enloqueció.

– Me gustas, me gustas mucho. — Le dije susurrándole sobre los labios dejando que mi aliento lo inundara.

Él jadeó ansioso a mi próximo movimiento cuando sintió mi mano libre comenzar a recorrerlo pesadamente sobre el traje, dejando un rastro de calor a medida que mis uñas le cincelaban sin decoro el abdomen.

Siempre había querido hacer esto y ahora no me quedaría con las ganas.

—Lady...— Gruñó con voz ronca.

La mirada se le volvió más pesada y entreabrió los labios. Me estaba invitando, pero veía contradicción en sus ojos. Me atrevía a arriesgar que le desesperaba caer en la cuenta de que no controlaba cómo su cuerpo respondía ante mi calor, ante mis acciones.

Extendí los dedos cuando llegué a los pectorales y apoyé toda la mano presionando la palma, quería cubrir más superficie, quería sentirlo y memorizar esa sensación para siempre.

Dios, su piel era tan caliente bajo el contacto, y su respiración agitada, terriblemente agitada. Cuando llegué al cuello, le tomé la nuca y no pude más que acercarme a besarlo, pero no fui yo la que cerró el espacio que quedaba. Él inclinó aún más su rostro y me tomó con urgencia.

Tomó con sus labios lo que no podía con el resto del cuerpo. Y no me resistí en absoluto.

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"¡Dios! ¿Qué haces ma lady?"

Ella estaba realmente preciosa. Lo que le estaba haciendo lo había fantaseado más de una vez. Bueno, la parte de los brazos atados no, por lo menos no en él.

Pero ahora era real y estaba echando por la borda todos los esfuerzos de los últimos tres años para sacarla de su mente.

"¡Mierda!"

La sintió dentro de su boca, la lengua recorriéndolo, una mano apretando el costado de su abdomen, ese pequeño cuerpo apoyado en... en todos lados.

Ella estaba bajo los efectos de un ataque de akumatizado, no debía olvidarlo. Pero no por eso iba a privarse de disfrutar de lo que le hacía. Aunque sea por un rato...

¿No?

No.

¿Sólo un rato...?

No, no era correcto.

Ella había recibido ese ataque, indudablemente doloroso, por protegerlo, por cumplir la función que le correspondía a él, sólo a él.

"Oh, dios...Lady, sí que sabes..."

Con que ganas se arrojaría en esos brazos, en esos labios olvidándose de todo... Por años había anhelado aún menos que esto, y ahora que se le brindaba...no era real.

El destino era injusto. Demasiado.

Debía resistirse. Detenerla.

Respira, hombre... ¡controlate!

Ahora estaba en su cuello, recorriéndolo con los labios, la lengua. ¡Y que bien que se sentía!

La mano estaba... demasiado cerca de ahí. Nop, ya estaba ahí. Se estremeció ante la caricia. Flexionó una pierna hacia delante tratando de interrumpir lo que pretendía continuar haciendo pero sólo consiguió que ella balanceara las caderas contra las suyas desbaratando cualquier acción en contrarrestar sus movimientos.

"Esto no es real..." se repetía. "No es real. No es real. No es real."

"Está bajo efectos de un ataque de akuma ".

Sí, un terrible ataque. Doloroso, peligroso. Un ataque que provocaba sufrimiento, que te doblegaba, que pareciera quemarte en vida, que te quitaba la voluntad, que te obligaba a decir la verdad, que te...

Momento. ¿Acaso...?

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No sé exactamente qué es lo que más le estimuló, estaba haciéndole todo lo que se me ocurría, pero en ese momento en que volví a tomar su boca, me besó enloquecido, con verdadero deseo.

"¡Oh sí!... Eso es gatito"

Sin querer, relajé la tensión de la cuerda. Al principio no se dio cuenta, pero luego logró zafar una mano. Sinceramente, por un segundo creí que iba a detenerme. Pero no. Esa mano fue a mi espalda apretándome contra él aún más de lo que yo lo hacía. Y me encantó.

Quería más, mucho más. Lo quería todo.

Solté definitivamente el yoyo liberándolo. Rápidamente lo rodeé por el cuello con mis dos brazos. Él hizo lo mismo, tomándome por la nuca, asiéndome con fuerza contra de él.

Lo devoraba. Y él a mí. Respirábamos como podíamos sin detener el frenesí de nuestras bocas. Ninguno quería separarse. Lo sentía gemir y yo le correspondía. Lo sentía morderme, lamerme, apretarme. Estábamos en la misma sintonía. Los sentimientos... en ese momento me era imposible pensar en eso.

—Quiero tenerte...— Logré decirle entre sus labios.

Instintivamente tomé el cuello del traje y jalé. El gimió y contrajo el ceño.

— ¿Cómo te lo quito...? —

Y en ese instante, detuvo de improviso lo que estaba haciendo y quedó mirándome, agitado, sosteniendo mi cabeza entre sus manos.

No hubo respuesta. Sólo su mirada pesada, terriblemente seria y evidentemente excitada. Podía observarlo y podía sentirlo duro, deseoso de lo mismo.

Cerró la mano que me sostenía por la nuca, hundiendo las garras aún más entre mis cabellos. Apoyó su frente en la mía dubitativo, respirando pesado. Me encantó. Era evidente que estaba de acuerdo conmigo pero algo lo detenía.

— Gatito ¿cómo te lo...? —

—No — Me interrumpió. — Así no.—

"¡¿Qué quieres decir gatito!?"

No lograba entenderlo.

"¿No aquí?"

"¿No conmigo?"

"¡¿NO A QUE!?"

Intenté besarlo de nuevo pero no me lo permitió.

Me detuvo alejando su rostro. Quise tomarle de la nuca para llevarlo a mi boca. Me aferró de las muñecas quitando mis brazos de sus hombros y colocándolos al costado de mi cuerpo.

—¿Qué...?— Intenté protestar en el momento en que me rodeó y me apretó para que no pudiera moverme.

Lo miré con evidente confusión, con sorpresa y frustración.

—¡Chat!—

De verdad le estaba costando horrores detenerme, no porque no pudiera. Físicamente era mucho más fuerte que yo. El arrebato de duda venía desde más adentro, desde su voluntad que forcejeaba desesperadamente entre lo que el deber demandaba y la placentera necesidad de arrojarse a lo que le proponía.

Pero era la mejor decisión detener todo. Aunque en ese preciso instante mis hormonas y yo no lo entendiéramos así.

—Chat...déjame – Forcejé contra él.

Intensificó la fuerza con la que me aferraba para inmovilizarme y yo gemí de incomodidad.

—Ma lady. Tranquila. Ya...ya está bien. — Me decía con calma, cerrando los ojos para no verme.— Hay que concentrarnos... por favor, deja de ...insistir ¡Vamos! Ella sigue ahí afuera. ¡Resiste! —

Me dejó helada con esas palabras. No lo había notado antes pero comenzaba a soplar un viento aún más violento, cargado de frescura y de agua anunciando que había iniciado la tormenta que anticipáramos esa noche al salir de patrullaje.

—Chat... Suéltame por favor... yo...esto no es...esto es porque te a...— No pude hablar más, me tapó la boca con una mano en un arrebato.

Con el otro brazo seguía paralizándome. Su mirada cambió. Ya no era oscura, ya no era necesitada. Ahora había súplica.

"Detente."

Me gritaba por donde lo vieras.

"Ya detente."

Un relámpago nos iluminó y lo siguió un enérgico trueno a los segundos. Nuevamente, el clima vino en mi ayuda, en nuestra ayuda. Me desenfocó y pude verlo claramente.

"¡Oh mierda! Tienes razón"

Y dejé de forcejear. Todo él aún me incitaba, demasiado, pero estaba en lo correcto.

Ahora era yo la que suplicaba.

Perdóname.

—Está todo bien bichito – Me susurró antes de comenzar a quitar la mano de mi boca.

Me quedé en silencio, sin moverme, sólo respirando en su cercanía, invadida por su calor y su aroma que aún tanto me embriagaban.

Lentamente, él relajó el otro brazo, posándome sobre la pasarela, separándose de mí al aumentar la diferencia de altura.

—Yo... no sé – Bajé la mirada, estaba avergonzada.

—Tranquila. – Me tomó el rostro por el mentón, elevándolo a su alcance. Se inclinó y apoyó su frente en la mía — Soy yo, Chat. ¿Ves? — Me sonrió dulcemente— Está todo bien. Vamos, puedes con esto. –

¡Mierda!

Sí, era él, Chat Noir. Mi Chat.

Y todavía sentía demasiado como para que todo eso no me provocara aún más.

Déjalo ya.

Me separé unos centímetros de él para aclararme, para retomar mi posición. Y el dolor punzante regresó hincándome el pecho, quemando mis entrañas. ¡Carajo! Había olvidado lo horrible que se sentía.

—¡Oooohhh! ¡Pero si son Ladybug y Chat Noir! — Un nuevo relámpago y pudimos ver a la portadora de esa chillona voz.

—Dime gatito ¿ya te dijo su verdad el bicho rojo? –

Ahí estaba Veritas, suspendida en el aire al frente nuestro, en medio del torbellino de viento y agua, en medio de una nube color índigo.

Chat me soltó ubicándose al frente mío, entre la villana y yo. Tomó rápidamente la barra desde su espalda y adoptó una posición de combate.

—¡Esto se termina ahora! – Le gritó y saltó hacia ella extendiendo el bastón para golpearla.

Veritas se movió rápido hacia el costado. Giró la antorcha en su mano derecha para comenzar a generar una nueva bola de fuego. Sabía que el akuma no estaba allí pero necesitaba ese objeto para armar sus ataques. Y no iba a permitirlo.

Inspiré una bocanada profunda de aire para acorralar el dolor que se estaba intensificando, y extendí el yoyo envolviéndole la mano. Jalé con fuerza logrando evitar que la bola de fuego cobrara tamaño.

Veritas gritó y giró furiosa hacia mi dirección. No la solté, volví a jalar para desestabilizarla, traerla hacia la torre y hacia mi alcance. Y lo estaba logrando hasta que una punzada de dolor me estranguló el pecho. Me encorvé hacia delante relajando sin querer la tensión con la que la aferraba.

—¿Duele Ladybug? — Y tiró fuerte de la mano en la que la sostenía haciéndome caer de boca sobre el piso metálico—¡Es porque te resistes! ¡Acepta tu verdad!—

No sé de donde apareció Chat o como hizo para llegar con tanta velocidad a esa altura, pero la embistió por la espalda con un golpe seco en el momento justo, con la fuerza suficiente para arrojarla en la pasarela a unos metros de donde me encontraba.

—¡Resiste Ladybug! ¡Puedes con eso! — Me alentó.

Y sí, sus palabras cobraron efecto inmediato. Inhalé otra bocanada de aire calmándome.

El viento fuerte arremolinó la lluvia que había comenzado y oportunamente la estampó sobre mi rostro. Fue un bálsamo, lo que necesitaba para ofuscar el dolor.

Me levanté lo más rápido que pude. Veritas ya estaba de pie, furiosa. Pero no me vio venir. Y debía inmovilizarle las manos, así no podría arrojar más su maldito fuego.

Extendí el yoyo y, tal como hiciera con Chat minutos antes, le envolví ambas manos por las muñecas. Jalé y las junté. Giró hacia mí furiosa. No podía permitir que se liberara. Corrí con mis últimas fuerzas y la golpeé empujándola más cerca de una columna a su derecha. Arrojando el yoyo por sobre la viga más cercana, la dejé colgando en el aire.

La experiencia caliente con Chat ahora me servía para abatirla. ¡Quién iba a adivinarlo!

La desgraciada comenzó a gritar y a patalear para zafarse cuando se advirtió inmovilizada. Era rápida y tenía fuerza, pero no iba a escapar, esta vez no. Sostuve la cuerda manteniendo el agarre y lo extendí generando más cuerda infinita. Rápidamente le envolví las piernas por los tobillos aferrándola también contra el metal.

Chat aterrizó a mi lado en el momento en que terminaba de amarrarla de pies y manos.

—¡Lo lograste ma Lady!— Observó un momento a la villana atada a la columna y luego me miró llevándose el dedo índice al mentón— Eso me recuerda a algo... ma lady, no te hacía tan perversa – Y me sonrió cómplice.

Cuando iba a devolverle el gesto, una nueva ola de dolor me atravesó y cerró mi garganta. Fue simplemente insoportable. Caí de rodillas pero mantuve la tensión de la cuerda, aunque no sabía por cuanto tiempo lograría hacerlo.

—¡Ladybug! – Se agachó a mi lado tomando entre sus manos el yoyo, para renovar la fuerza de la sujeción.

—Espera... voy a ...estar bien...— Inhalé aire dificultosamente —No la...sueltes... – Tosí repetidamente.

Me estaba ahogando.

—¿Quieres que el dolor termine Ladybug? ¡No te resistas! — Gritó la desgraciada antes de lanzar una carcajada y retorcerse como una serpiente para intentar zafarse.

Era fuerte. Chat tenía que contrarrestar sus sacudidas tirando de la cuerda con más ímpetu.

Lentamente me incorporé, quedando arrodillada a su lado. Me afirmé como pude sosteniéndome de su hombro. El dolor era cada vez más intenso lo que me dificultaba respirar, tragar, pensar.

Chat me miraba, pude apreciarlo cuando al fin abrí los ojos. Una mirada preocupada, intensa... ¡Mierda! Me provocaba de todo.

En ese momento Veritas gritó y se sacudió con violencia, logrando despegar las piernas de la columna de hierro. Jaló impetuosamente de la cuerda llevando a Chat hacia delante, casi tumbándolo.

— ¡La puta madre! —

Era fuerte, demasiado. De un salto Chat se afirmó en el suelo llevando el cuerpo hacia atrás y clavando los talones en los remaches de la pasarela. Encogió los brazos tensando el cordel para inmovilizarla nuevamente.

—¡¡Ahhhh!! ¿Demasiado para ti gatito? ¡No vas a poder tenerme aquí toda la noche!! —

Y tenía razón.

Chat me miró. Estaba alarmado. Yo había caído nuevamente hacia delante, palmas al suelo, pero hacía mi mejor esfuerzo para incorporarme.

Debía encontrar el objeto con el akuma y rápido.

La miré, comencé a escrutar cada una de sus facciones, cada línea de su traje. Debía concentrarme. Sabía que el antorcha no era, ya lo había comprobado. En la otra mano no había nada. El traje era como los nuestros, adherido al cuerpo. ¿Dónde se ocultaba?

No podía dar con nada.

Vamos Ladybug, piensa, piensa ¡piensa!

Algo se retorció en el pecho, se sintió como si mis entrañas hirvieran. No pude evitar una queja. Chat giró al escuchar mi lamento. Era como si él sintiera el mismo dolor que estaba sufriendo, su rostro reflejaba esa clase de empatía. Le sonreí tratando de tranquilizarlo y encomendé mis últimas energías a la tarea de dar con el bendito akuma de una vez por todas.

Comencé por su nombre, Veritas. En latín significa verdad. Tiene que ver con decir lo correcto, ser auténtico. Ella quiere que la gente se sincere, que no oculte pensamientos ni intenciones. ¿Qué objeto puede contener algo así?

La villana de turno volvió a retorcerse a un lado y al otro, gritando, vociferando maldiciones. Chat luchaba jalando con todas sus fuerzas.

Rápido, rápido, piensa, ¡piensa!

¿¡Es que no va a quedarse quieta!?

Y por fortuna no lo hizo.

Al moverse tan enérgicamente, pude apreciar que sobre el pecho el traje tenía un doblés, y debajo del cruce de telas comenzó a asomarse una cadena. ¿Un collar?

¡Eso debía ser!

Me acerqué como pude a Chat y le toqué el hombro. Ese simple contacto, instantáneamente calmó parte del dolor que me invadía. Y ahí me dí cuenta. Mis ojos se abrieron.

¡Ella lo decía todo el tiempo! No debía resistirme a mi verdad. Creí que se refería a mi identidad de civil, que buscaba que la revelara. Pero no.

Ese día mi verdad era lo que sentía y por él, lo que me empecinaba a no descubrir. Ahora entendía todo. Si cuando comenzó la noche temía cagarla con un simple beso, ¿cómo mierda iba a nombrar a todo lo que acababa de pasar?

–Chat — Llamé su atención y le señalé el pecho de la villana para que visualizara lo mismo que había descubierto. —Haz que se retuerza.—

Asintió y aflojó un poco el agarre para engañarla.

Picó.

Quiso levantar nuevamente las piernas y en ese brusco movimiento el collar terminó de asomarse. Tenía en el extremo un dige de la mitad de un corazón, los típicos de mejores amigas.

¡Un desencanto de amistad! Ese era el objeto, no podría ser otro.

—Chat, aplica el cataclismo sobre el collar. ¡Allí está el akuma! — Le dije rápidamente al descubrirlo.

—Si la suelto, es rápida, va a escaparse. No voy a llegar. —

—Yo la sostengo — Y extendí mi mano para tomar del cordel.

—¿En serio bichito? Apenas puedes mantenerte en pie — Tenía razón.

No tendría oportunidad de nada. Darme a mí el yoyo era lo mismo que simplemente soltarlo. Y tampoco podía arrastrarme a quitarle el collar yo misma.

Inspiré profundo para ahogar un poco el dolor y tomé el extremo del yoyo que colgaba de sus manos generando más cuerda para darme espacio. Cuando estuve lista, invoqué el objeto encantado.

Un destello y cayó en mis manos un bombón de dos corazones, esos típicos dulces para que los enamorados se agasajen con pequeños regalos. No me la hizo tan difícil esta vez. Sonreí. Pude descifrarlo al acto.

Si me rendía a Chat el dolor se calmaría y tendría las fuerzas.

—No debo resistirme a la verdad... — Susurré observando ese pequeño dulce en mis dedos. —Gatito, ya sé. —

Le tomé el rostro entre mis manos y me clavé en sus ojos. Él me miró y lo comprendió todo de inmediato, como siempre lo hacía confiando ciegamente en mí.

— ¿Puedo... besarte?— Sí, esta vez le pedí permiso.

Asintió sonriéndome.

Me acerqué suave y apoyé gentilmente mis labios en los suyos. De inmediato él me dio el espacio para que los tomara, y no dudé. Le acaricié con la húmeda piel, lo saboreé con mi lengua y no pude evitar gemir cuando con la suya rozó mis labios antes de entrar dulcemente en mi boca.

Fue cálido, fue tierno, se sintió como un primer beso de amor, tímido y anhelante de más al mismo tiempo. Estaba en esto conmigo, no para mí, ambos disfrutándolo, ambos deseándolo. Así se sentía...

El dolor se difuminaba a medida que la intensidad del agarre de nuestras bocas aumentaba. Y ahí me di cuenta de que ya contaba con las fuerzas suficientes para acabar con la nueva amenaza que Hawk Moth puso delante nuestro.

A regañadientes comencé a detenerme, dando por finalizado ese acto que iba a cambiarlo todo entre nosotros. O por lo menos para mí...

Me separé lentamente y abrí los ojos. Él hacía lo mismo.

Le acaricié la mejilla agradeciéndole. Y serio, con una mirada profunda que me electrizó, asintió brindándome la seguridad que necesitaba para seguir con el plan.

— Ahora sí — Mi voz era decidida, ya no había dolor – Haz lo tuyo —

Y tomé el cordel con velocidad, antes de que mi cuerpo notara que ya no estaba en contacto con "mi verdad" y el sufrimiento regresara debilitándome.

—¡Cataclism! — Y salió disparado hacia Veritas que lo miraba descolocada. Era rápida, sabía que todo acabaría en ese preciso momento.

En un zarpazo Chat logró arrancarle el collar que comenzaba a desintegrarse entre sus dedos dejando escapar la pequeña mariposa negra.

Aflojé la tensión para desarmar el agarre dejándola finalmente libre. Ella cayó al frente, sobre sus palmas y rodillas, un quejido acompañó el sonido del golpe de su cuerpo en el metal.

No demoré más el momento, y desmalifiqué el akuma. —Adiós pequeña mariposa. —

Veritas quedó en el suelo, sin levantar la cabeza, cuando las burbujas de color negro la rodearon y su traje se esfumó. Allí apareció una niña, una adolescente, llorando desconsoladamente, asustada, totalmente confundida.

Chat se acercó tomándola del hombro para brindarle consuelo.

Ya me sentía mejor, pero aún tenía el brillo liláceo a mi alrededor, yo y el resto de las personas alcanzadas por la villana de turno. Arrojé el bombón al aire para invocar al prodigio y deshacer los destrozos que ocasionaran la niña y nosotros al tratar de detenerla.

Cuando los pétalos rojizos llegaron a mí, el dolor y aura se esfumaron completamente. Ya no ardía, estaba libre de todas esas horribles sensaciones que me doblegaron momentos atrás.

Pero no había acabado, no del todo. Una sensación aún permanecía intacta.

Me toqué los labios, aún sentía el beso que le había dado minutos antes de que terminara todo. En mi boca continuaba su sabor.

¡Mierda! Giré mi rostro y lo miré.

Él estaba observándome serio.

—Chat...—

— Debemos bajar.— Me interrumpió.

Alzó a la niña en sus brazos. Estaba empapada, temblaba de frío y de temor. La rodeó apretándola a él para brindarle calor hasta llegar al suelo.

Asentí y dejé que ellos fueran primero. Cuando los vi perderse al descender, suspiré. Todo se había complicado para nosotros, para mí.

Mucho más para mí.

Cuando bajé de la torre, la policía ya se había llevado a la niña. Chat se encontraba de pie bajo la lluvia, contemplando el anillo que le acababa de anunciar que le quedaban cuatro minutos antes de destransformarse. Más allá, cerca de los autos policiales, un grupito de sus admiradoras, mucho más pequeño que la última vez, se había congregado. Lo llamaban desde debajo de sus paraguas.

¿Acaso no las detiene nada?

Él ni las había notado.

—Chat...— No volteó, apenas giró el rostro al advertirme, como para darse el espacio de observarme por el rabillo del ojo — Todo lo que sucedió... tenemos que hablar. –

—No es necesario. —

—¿Estás ... estás seguro? —

Volteó en mi dirección y me clavó la mirada. Estaba serio, demasiado. Me ponía nerviosa.

— Estabas bajo los efectos de un akumatizado. — Se encogió de hombros, pero su frialdad no se relajó —No hay mucho más que aclarar. Es simple. —

Silencio.

Demasiado.

Eterno.

¿Qué quiero? No sé...

¿Todo?

No sé nada esta noche.

¿Qué quiere?

Me estaba matando...

—Tienes razón. — Dije al fin y bajé la mirada huyendo de la de él.

Creo que no esperaba que esa fuera mi respuesta porque noté como su semblante se opacó en ese instante. Estaba lejos de mí, pero me pareció escucharlo suspirar rendido, aceptando que la verdad que Veritas me obligó a confesar sólo había existido mientras el akuma hacía su trabajo.

Y el akuma ya no estaba...

Me dolió pensar en eso. Me dolió la distancia que se había generado en ese momento. Así que armándome de la poca valentía que aún me quedaba, lo busqué nuevamente con los ojos sólo para encontrarme con la desilusión que lo asolaba.

¿Era eso o mi imaginación quería que él se desilusionara con mi indecisión, que me eligiera otra vez? No lo sabía. Apenas podía conmigo en ese instante, era imposible pretender leerlo correctamente.

Un nuevo pitido anunció que en menos de tres minutos iniciaría su destranformación. No dijo nada. Simplemente volteó extendiendo nuevamente la barra e impulsándose para retirarse.

Quedé mirando cómo se perdía entre la noche, entre la lluvia.

Sin medirlo, mis dedos fueron nuevamente a mis labios. Aún lo sentía, como si acabara de besarlo. Y lo peor es que lo deseaba y ese sentir no se desvanecería tan rápidamente...

Definitivamente, la había cagado.

No podría terminar el día de buen humor. Que suerte la mía...


Notas del autor

¡Perdón! Pero fue un ca-pi-tu-la-zo...no lo digo por lo grandioso aunque me encantó escribirlo, lo digo por lo largo. Más de 9.000 palabritas ¡que jodita! ¿no?

Bueno, para quienes disfruten de leer un montón, no los desilucionó. Pero a quienes no... bueno ¡perdón!

Y que mas decir... ¡¡que espero sus comentarios, y sus votos, y sus mensajes por privado si así lo quieren!!! Disfruto mucho de leerlos y.... ¡me fui!

Bye!


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