Sasvati


—Garras dentro. — Un destello verde lo recorrió y cayó de espaldas en la cama doble, rebotando en el colchón del dormitorio de su departamento. Del bolsillo del pantalón retiró una pequeña cajita y se la extendió al Kwami que salía volando en esa dirección.

—¡Mi queso! ¡Mi precioso queso! — Y de un bocado se lo devoró. Nada de disfrutarlo de a poco. — Y en aquel cajón hay más.. lo siento, me llama.—

Adrien quedó tirado en la cama, con los ojos cerrados.

Lo que más temía estaba llegando. Había llegado. Se lo confirmó Ladybug. Trató de mantener la calma frente a ella mientras conversaban y durante la siguiente hora de patrullaje. Había tenido éxito, pero solo en el exterior.

Esas flechas, lo que sintió cuando atravesaron el traje, fue la confirmación del miedo más profundo que lo sobresaltaba en sueños todas las noches desde que advirtiera que Hawk Moth se estaba haciendo más fuerte. Y desesperado. Estaba llevando las cosas al nivel de vale todo con tal de obtener sus miraculous.

La destrucción y el desorden, eran manejables mientras no se viera comprometida la integridad de las personas. O la de ellos. Sobre todo la de ella.

Pero eso ya no era seguro.

Needles fue una demostración, sabía que iba a empeorar. Esa sola idea lo desesperaba.

Se pasó una mano por los cabellos para tranquilizarse. Era consciente de que Hawk Moth iría tras él primero para desestabilizar a Ladybug. Y luego la obligaría a entregarle los miraculous. O peor, la mataría.

No. Esa última idea era inconcebible. No. Ni por un minuto. Lo enloquecía.

Se levantó de un salto y comenzó a caminar por la habitación, agitado, alterado.

—¿Estas bien Adrien?— Plagg peguntó en un intento de sonar interesado en su portador. En realidad, sí le interesaba, pero tampoco iba a demostrarlo tan fácilmente.

—No.—

—¿Estás enfermo? Deberías ir emergencias — Lo dijo con tranquilidad llenándose la boca con un gran trozo de queso.

— No Plagg. No estoy enfermo. Sólo que... dime algo ¿anoche no sentiste las flechas que se clavaron en mi espalda?—

—¿Flechas? Ummmm...ahora que lo mencionas, algo sentí. Pero no lo relacioné...acaso... ¿te hirieron? —

Ahora realmente tenía su atención. El Kwami cambió el comportamiento desinteresado habitual a ansioso abriendo grandes los intensos ojos verdes y flotando para situarse frente al rostro de Adrien. Algo en esas palabras llegaron profundo porque dejó el queso inmediatamente.

—Sí. Un akumatizado lo logró. Creemos que Hawk Moth descubrió...—

—El hechizo para matar al portador.— Completó la frase sin ocultar su consternación.

Adrién lo miró con asombro. ¿Acaso sabía todo?

—¿Tú lo sabes? —

—Es un hechizo muy antiguo. Todos los Kwamis sabemos que existe, pero sólo dos conocen como invocarlo. Nooroo y ... — No habló más.

Quedó completamente serio tras esas palabras, con la mirada perdida en el amplio ventanal.

—Nooroo, el Kwami de Hawk Moth. Pero ¿acaso no son todos los Kwamis buenos?—

—Las intenciones de Nooroo son las mejores. Pero todo buen Kwami se debe a su portador. Estamos atados a ustedes por los miraculous. Yo no puedo quejarme, pero Nooroo...—

—Sí. Seguramente lo obligó... – Plagg se encogió de hombros, no lo sabía o no le importaba, o quería hacerse el duro.

—Mencionaste que había alguien más que lo sabe. ¿Fu? —

—No, él no. Es otro Kwami ...— La mirada de Plagg se entristeció ante esas palabras. Sus orejas gachas lo evidenciaron por completo. Se arrojó a la cama, boca abajo, un lamento lo acompañó en el recorrido hasta golpear el mullido acolchado blanco — No me hagas hablar de eso — balbuceó de entre medio de los pliegues de la tela que ahora lo albergaba.

—Ladybug me dijo que el maestro Fu se iba a contactar con nosotros. Está bien sino quieres hablar conmigo ahora. Pero algo me dice que vamos a tener que enfrentar esto en algún momento.— Se lo decía más a sí mismo que a su kwami.

Plagg giró el pequeño rostro para verlo de reojo. Adrien estaba a su lado, observándolo. Había tranquilidad en su mirada, o por lo menos eso quería transmitirle a su compañero.

—¿No tienes que ducharte acaso? — Acababa de pedirle, demasiado gentilmente para él, que lo dejara solo.

—Está bien, está bien. Te dejo solo. — Se olfateó debajo del brazo— Y tienes razón, tengo que darme una ducha.—

Se quitó la camisa dejándola a un costado de la puerta de entrada al baño. Antes de entrar, arrojó en sima los zapatos, los calcetines, y le siguió el pantalón con la ropa interior juntos. Su ama de llaves debía odiarlo por eso. Pero poco le importaba, tenía otras preocupaciones en mente en ese momento.

Abrió la canilla y el agua comenzó a correr. La probó con los dedos antes de meterse por completo. Perfecta. Una sensación de alivio lo recorrió cuando la fina lluvia le pegó primero en la cabeza y luego en el rostro al elevarlo. Le siguió el cuello, el pecho. Necesitaba eso en ese preciso momento. No quería que los temores regresaran. Y estaban pujando para volver. "Piensa en algo más, rápido" se sugirió.

Lo primero que vino a su mente: los ojos de Ladybug en el momento en que le expresaban su preocupación. ¿En serio? Ya estaba, no podría resistirse. Esos afligidos ojos azules, profundos, sinceros, tan llenos de cariño real, de temor por él. Esa pequeña boquita, moviéndose rápido al dejar salir aquellas palabras "Cometí un error, un único error y casi.. Chat.. casi te.. podría haberte matado" La hubiera devorado en ese preciso momento.

"No, no lleguemos ahí" se sentenció. Estaba hermosa esa noche. La sintió tan indefensa. Si tan solo hubiera... moría por abrazarla.

Otra vez estaba en ese lugar. Ella había dejado bien en claro aquella última vez que se le declaró cuando aún eran unos adolescentes, que habría entre ellos y que no. Y el no era mucho más grande que el sí. Demasiado en claro. Dolorosamente claro.

No estaba ni estaría enamorada de él. Debía salirse de ese lugar, lo estaba destruyendo. Estarían siempre juntos, se cuidarían, sabía que lo quería, que él era importantísimo en su vida. Y todo eso debería ser suficiente.

Y en un punto lo era. Pero sólo en uno.

El resto... los llenaba con algo, con chicas como la morocha. ¿Cómo se llamaba? ¿Katye, Madie? Ni idea. La verdad, no llenaban nada. Por un rato estaba genial, eran perfectas distracciones para olvidarse de ella. Pero luego otra vez la lucha interna. No debía rendirse, algún día lograría sacarla de su mente. Sabía que en algún momento llegaría alguien que estaría a la altura.

Más que saberlo, lo esperaba. Debía suceder eso.

Apoyó las manos en la fría pared detrás de la lluvia de la regadera. Agachó la cabeza para que el agua ahora golpeara en la espalda y lo recorriera. La suavidad y tibieza de la fina lluvia le otorgaron más alivio y se llevaron parte del pesar que invadía su corazón. Limpió sus pensamientos, quitando todo el ruido. Y allí estaban de nuevo, esos consternados ojos azules que lo miraban profundamente.

"¡La puta madre!"

Esos hermosos ojos. Los mismos que lo volvieran loco desde que era un mocoso, sólo que ahora estaban distintos, había ¿un brillo?, algo diferente cuando la advertía mirándolo.

El último tiempo lo había comenzado a notar cuando estaban juntos enfrentando un akuma o simplemente patrullando. Había reclamo, había necesidad de... ¿él? ¿Era lo que realmente estaba sucediendo o sus deseos tergiversaban todo? Cuando la acorraló esa noche indagándola, la percibió incómoda, ¿nerviosa? Siempre lograba molestarla, pero ella reducía de inmediato sus avances atravesándolo con una mirada de hastío. Ahora simplemente quedaba congelada, tragando con dificultad. ¿Acaso ella...? No, no podía ser. Estaba malinterpretando todo otra vez. Estaba confundiendo preocupación con sentimientos.

Las cosas entre ellos estaban cerradas, sin posibilidad a nada. Ladybug se aseguró esa vez que lo entendiera y bien. Por eso decidió rendirse a Kagami.

Era una hermosa chica asiática tan de su tipo, con tanto en común. No era necesario explicar nada. Con ella era todo sencillo, fácil leerla. Lo que veías era lo que había. Por primera vez tenía a su alcance la posibilidad de olvidarlo todo, de olvidarla. Y por un tiempo fue real. Pero sólo por un tiempo. Luego las cosas se volvieron tediosas, sin pasión, aburridas .Realmente no la quería. No de esa forma. No de la forma en que ella necesitaba. Y no podía atar a una persona a una mentira. Fue difícil cortar, no lo podía negar, pero se hizo. Y luego vinieron las fiestas, las modelos, las fans.

Si bien le atribuían romances con cuanta modelo se posara en su brazo, sólo una llegó a él. La prensa podía decir e inventar lo que quisiera. Fue molesto al principio, pero luego vio la ventaja en eso, realmente ayudaban con publicidad gratis. Hasta en cierta forma terminaba resultando divertido. Pero no le ayudaban en nada con su asunto con Ladybug.

Hasta que llegó Astha. Con ella fue real. Bueno, el romance fue real. El sexo era asombroso. Los sentimientos, funcionaron al principio, realmente lo distrajeron un tiempo. Luego otra vez la soledad.

Descubrir otra vez que no lograba dar con una mujer que lograr quitar a Ladybug del medio, lo destrozó. Hasta consideró seriamente en renunciar a su mirácuolous, así ya no tendría que cruzarse con ella ni compartir momentos tan importantes.

Pero no. Eso era inconcebible. Lo habían elegido a él y estaba en una misión que era más importante que sus desencantos románticos. No sería el hombre que quería ser si hacía eso.

Por suerte llegar las fans. Las descaradas fans de Chat y fueron todo un tema. A poco de cumplir diecinueve comenzaron a aparecer.

Inicialmente pedían autógrafos, fotos o algún que otro beso. Nada diferente que con Adrien. Luego, se volvieron algo más descaradas. Comenzaron a invitarlo a sus casas y algunas eran realmente preciosas. ¿Por qué no? Le otorgó a su alter ego todas las licencias que con Adrien no hubieran funcionado. En definitiva, no le debía nada a nadie. ¿Para qué se reservaría? ¿Sentimientos? Daba igual. Por un rato se olvidaba de todo. Eran noches calientes y daban algo de experiencia en ese terreno.

Marchaba bien, funcionaba perfecto, hasta noches como la anterior.

La morocha prometía, había arrancado todo perfectamente, pero luego dio un giro de ciento ochenta grados.

No dijo nada, pero había advertido que Ladybug lo seguía. Tal vez era cierto que lo descubrió de casualidad, pero algo en su interior le decía que estaba mintiéndole. Y debía admitir, le encantaba sentirla celosa, la conocía muy bien y sabía que esa reacción era una típica de celos en ella. En definitiva, lo que importaba era que la descubrió en el edificio de enfrente en el instante en que entraba al departamento de la morocha.

Esa clase de voyeurismo le excitó, pero luego le siguieron las ansias de ella, de que fuera Ladybug, la que estuviera en ese departamento bajo su cuerpo. Y por un momento a quien le estaba haciendo el amor no era a la morocha, era a su lady. Claro, en sus fantasías. Y ahí estaba, otra vez en ese lugar, sintiendo ese agujero enorme en el pecho.

Se odió a sí mismo.

"Mi lady, sino lo hace Hawk Moth tú vas a matarme"

Cerró la canilla. Tomó una de las toallas de la repisa y la envolvió alrededor de las caderas antes de salir del baño. Se pasó las manos con los dedos abiertos por el cabello mojado para acomodarlo. El vapor comenzó a inundar la habitación cuando abrió la puerta.

Era momento de dejar en esa ducha toda su pesada soledad y encargarse de lo importante. Hawk Moth.

— Plagg, estuve pensando. Vamos a ir a lo del maestro Fu antes que nos llame. Me parece que es mejor así. ¿Qué opinas? —

No obtuvo respuesta.

—¿Plagg? —

Se acercó a la cama. Nada. El cajón de quesos. Nada. El sillón, frente al televisor, los lugares favoritos del Kwami. Nada.

El maestro Fu lo había contactado, estaba seguro de eso. Pero sólo necesitaba a Plagg. Apretó la mandíbula. Un músculo se tensó en la mejilla. Debía confiar, sabría todo eventualmente.

******************************

Wayzz y Plagg cruzaban volando Paris apenas por encima de los techos de los edificios más bajos. Eran tan pequeños y a esas horas de la noche en que la mayoría de las personas se encontraban durmiendo o demasiado cansadas como para advertir algo, pasaban totalmente desapercibidos.

Wayzz observaba a Plagg mientras avanzaba a su lado. Se veía realmente preocupado, triste y preocupado. Y no se esperaba menos.

—Plagg, tranquilo amigo. Todo va a salir bien. —

—No sabes eso. — No lo dijo con enojo o zozobra, como era su costumbre. Lo dijo con tristeza y sin esperanza. Toda la situación le dolía demasiado.

Y tenía razón. No lo sabía, pero confiaba en que así lo fuera.

Cuando entraron al departamento de Fu, él los esperaba de pie al lado de la falsa vitrola. El cofre de los miraculous ya estaba fuera, listo para ser abierto.

— Hola Plagg. Tanto tiempo viejo amigo — Y le brindó una leve sonrisa acompañado del tono de voz calmo tan característico del anciano. El pequeño gato negro asintió sin cambiar su expresión.

—Procedamos. —

Wayzz se ubicó al lado del maestro en el momento en que el cofre de los miraculous se abría, mostrando todos los objetos al desplegarse. Delicadamente, Fu tomó el compartimiento del centro, el lugar en el que descansarían los miraculous de Tikki y Plagg, ahora vacíos, y presionó los costados desde el interior. Un suave clic indicó que se había activado el mecanismo de apertura de un nuevo compartimiento, uno más secreto aún. Suspiró antes de tomarlo por los bordes que ahora se habían elevado, retirándolo, dejando en evidencia un pequeño anillo de color dorado. Lo extrajo y se lo posó en la palma de la mano, girando hacia Plagg.

—¿Estás listo?—

—No, nunca voy a estarlo. — Suspiró — Pero la extraño mucho. —

—Wayzz, no me quitaré tu amuleto. Portaré ambos. Vas a sentirla. — El Kwami de la tortuga asintió.

El anciano se colocó el anillo en el dedo meñique, el único que podía portar tan pequeña y delicada argolla. En ese momento, un destello de luz blanca y fría, se originó y comenzó a rodearlos a todos, terminando frente a Fu. Poco a poco el resplandor se fue disipando, dejando ver una diminuta y cabezona gatita blanca, tierna por donde se la mirara, con una larga cola peluda y grandes orejas cuyas puntas se coloreaban apenas de gris.

Estiró los bracitos desperezándose. Cuando abrió los ojos, unos hermosos ojos azules, y se acostumbraron a la iluminación de la habitación, comenzó a inspeccionar el lugar. Plagg rápidamente se ubicó en frente, con la intención de ser la primer criatura que la pequeña Kwami viera luego de ese largo tiempo inactiva.

—¿Eres tú? — Se refregó los ojos para acostumbrarse a la luz — ¿Eres...? ¿Papá?—

Plagg sonrió, una lágrima comenzaba a rodar por el rabillo del ojo. Le extendió los brazos invitándola a un abrazo y ella no lo demoró. Salió volando al encuentro y se aferró fuerte a él. El maestro Fu y Wayzz cruzaron una rápida mirada antes de continuar observando la emotiva escena. Hasta ahora, todo venía bien.

—Te extrañé mucho pequeño peluche. —

—Yo también. — Se podía apreciar la felicidad de esa criatura, envuelta por los brazos de su padre. — ¿Qué pasó? ¿Cuánto tiempo pasó desde que me dormí?—

Plagg la alejó un poco tomándola de ambos hombros y poniéndola al alcance de sus ojos. Se quitó la lágrima que corría por la mejilla.

— Peluche— Su voz era muy dulce, quien no conociera este lado de Plagg verdaderamente creería que estaba al frente de otro sujeto — Ha pasado mucho, mucho tiempo. —

Y allí el gatito blanco recordó, como si de golpe todas las memorias volvieran a su consciente.

—¡Nooroo! ¡Papá, perdimos a Nooroo! Y.. ¡Fu! ¿Dónde..? — Giró exaltada y lo vio. Su carita estaba desencajada buscando la emoción correcta. Enojo, desesperación, angustia — ¡Fue tu culpa Fu! – Ganó el enojo. Y se arrojó violentamente sobre el maestro.

Plagg la sostuvo de la cola, reteniendo su arranque de ira y la jaló contra él. Wayzz rápidamente se interpuso en la trayectoria de la cachorra, protegiendo a su portador. Se veía asustado.

—¡Eh, pequeña! ¡Tranquila! Ven, ven..— Y la abrazó con fuerza conteniéndola, evitando que se soltara. Ella explotó en llanto cuando sintió nuevamente los brazos de su padre rodeándola, el pecho en su mejilla.

—¡Lo perdió! ¡Él lo perdió! Y tú... — Lloraba desconsolada.

—Sí, lo sé. Fue horrible... tranquila. Ya nena...tranquila.—

—¿Dónde estabas papá? — Reclamó entre llantos.

—Lo sabes... estaba haciendo mi trabajo, pequeña. Perdóname por no estar contigo. — Le acarició la cabeza mientras las lágrimas le mojaban el pecho, sin dejar de apretarla contra de él.

Y así quedaron, largo rato abrazados. Ella aferrada, hundida entre el pelaje negro y él acariciándola suavemente. Calmándola. De a poco el llanto se transformó en sollozo. Ya no corrían lágrimas. La angustia fue disipándose y dando paso a los hipos. Cuando sintió que respiraba tranquila, le tomó la carita para verla y brindarle una tierna sonrisa.

— Ahora estoy aquí y no pienso irme. —

Ella sonrió y volteó a ver a Fu — Pero ¿y Nooroo? —

—No está con nosotros — Agregó tranquilamente Fu. — Pero no se encuentra lejos. Está aquí en Paris. Y vamos a encontrarlo eventualmente. —

—¿Eventualmente? Dices que ¿no sabes quién lo tiene? —

—Sí lo sabemos — Le respondió Plagg. — Sólo que aún no descubrimos dónde exactamente lo esconde. Su portador se llama Hawk Moth y lo está utilizando para fines egoístas. —

—¿Qué dices? Oh no, Nooroo... pobre Nooroo. — Bajó la mirada y poco a poco descendió para sentarse en la amplia alfombra que cubría el centro de la sala. Plagg la siguió. Minutos después, el maestro Fu se acomodó a su lado cruzando las piernas al estilo oriental, y Wayzz lo acompañó flotando a su lado, manteniendo la distancia con Savasti.

—Pequeña. Necesitamos tu ayuda.—

—¿Me despertaron sólo porque me necesitan? — Miró a su padre, aunque fuera Fu quien le diera las novedades.

—Pequeña, cuando Fu debió dormirte... estabas fuera de control. Entiende. — Plagg le tomó las manos. — Joven, herida, sin las personas en las que más confiabas... —

—Me abandonaste papá. Tú y Nooroo, ¿Por qué?—

—Sabes que no fue así. — Le retrucó en tono firme y la miró con seriedad. Ella era muy dulce e inteligente, pero también algo dramática. ¿De dónde habrá sacado eso? — Todo sucedió en una combinación de malas circunstancias y tú no supiste contenerte, pequeña. ¿Recuerdas la historia que te conté de cuando era joven y tuve mi primer... digámoslo rabieta? ¿El asuntito con los dinosaurios? —

Ella sonrió — Sí, los dinosaurios ... tremenda metida de pata papá. —

—Bueno, eso sucede cuando salimos de control. Y tú eres genial, pero también podías meter la pata. El maestro Fu lo impidió, sabiamente.— Y desvió la mirada a él. Fu observaba serio.

Wayzz lucía desencajado. Miró a Plagg y a su maestro. Este le hizo una señal de que mantuviera la calma. Lo dicho era lo suficiente en ese momento, no era todo. Sólo lo suficiente. La necesitaban calma.

La gatita agachó la cabeza. Era inteligente y rápida, pudo caer en la cuenta de inmediato de que a pesar del dolor, había exagerado su reacción años atrás. Por más que estuviera dormida, algo había madurado. Giró lentamente hacia Fu y levantó la mirada despacio cuando estuvo al frente de él, con un dejo de vergüenza y disculpa en esos hermosos ojos azules.

—Maestro... yo... lo lamento.—

Él le sonrió y la tomó entre sus manos, armando un cuenco al ahuecar la palma, al que ella subió con un corto salto. — Está todo bien pequeña. Lo importante de los errores, es aprender de ellos.—

Asintió — Maestro, si me necesita, aquí estoy para ayudarlo pero... — Suspiró antes de hablar nuevamente — Por favor, quiero estar con mi padre, no me separe de él de nuevo. —

—Es un hecho pequeña. Deberás conversar con él para encontrar el momento. Ahora tu padre es todo un superhéroe — Y le sonrió.

Ella giró y observó a Plagg con admiración en sus ojos por unos instantes. Volvió a Fu — Y prométame algo: encontraremos y rescataremos a Nooroo.—

—Eso es lo que más quiero, Savasti. No es una promesa, en eso estamos trabajando. Y para lograrlo, necesito que tú también seas parte del equipo.—

—Estoy dentro – Y sonrió con coraje.

Volvió la mirada a su padre y salió volando de la mano del maestro para su encuentro. Fu lentamente se incorporó y en un ademán de cabeza le indicó a Wayzz que era momento de dejarlos solos.

Antes de cerrar la puerta para adentrarse en su dormitorio, los observó unos segundos más. La imagen era realmente un milagro, un maravilloso milagro. Pronto tendría buenas noticias para Ladybug y Chat Noir.


Notas del autor

Antes que nada quería comentarles que a este capítulo lo escribí muchísimo antes de que se emitiera el capitulo Chat Blanc. Así que no tiene nada, pero nada que ver con ese mismo. Lo aclaro por que el kwami que introduje aquí es una gatita blanca de ojos celestes, pero es de mi completa invención. 

Quiero dedicar un especial saludo con beso grandote y doloroso en la mejilla, y un abrazo oso a mi autora favorita y a quien diseñó como un regalito la portada de este fic, la talentosa  LadyNoir2410 ¡¡Gracias hermosa por...todooo!!

Les recomiendo que a aquellos que les gusta el lemmon y ¡del bueno! se den una vueltecita por su perfil. Tiene unas historias apasionantes.

¡¡Y también diseñó mi banner!! Que quedo espectacular...linda, eres un sol.

Y no me queda nada más que agradecer todo su apoyo, a los que leyeron, a los que votaron y a los que dejaron sus comentarios (awww! un especial beso apretadito de mi parte a ellos).


¡Nos leemos prontito!

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