Resaca


El viento había cesado. La lluvia esbozaba la calma que le confería su estado de llovizna, esa fina cortina de agua que no era molesta pero realmente empapaba.

El ambiente estaba más fresco, por decirlo de alguna forma. En realidad, yo sentía frío cruzando París debajo del clima y de mis tortuosos pensamientos.

Ni la brisa, el agua, o la noche, nada lograban quitarme por un segundo todas las sensaciones que aún me recorrían y me transportaban a instantes atrás, llenándome de placer y de desasosiego al mismo tiempo. Y cualquier intento por racionalizarlo sólo lo empeoraba.

Ese último beso que me supo a gloria en un momento, me estaba martirizando, reduciendo mi persona a jirones maltratados cuando sus verdes y decepcionados ojos regresaban a mi memoria.

Y así, a duras penas, llegué a la terraza de mi habitación posándome lo más suavemente posible para no alarmar a mis padres. Entré despacio y esperé la des transformación que llegó unos segundos después.

—Hola Tikki – la saludé con una cálida sonrisa al recibirla entre mis manos.

Estaba empapada y helada. Mi hermosa y dulce Tikki...

Inmediatamente la llevé hasta mi escritorio, tomé la bufanda polar que más le gustaba y que siempre dejaba a mano para situaciones como esta, y la envolví formando un capullito del cual podía asomar su pequeño rostro. La acomodé debajo de la lámpara extensible del escritorio. Abrí el cajón y extraje una bombilla de las viejas, las que generan calor. Reemplacé el foco de led por este y lo encendí.

—¿Mejor? — Ella asintió. – Toma. Para que recuperes energías. Este es de fresa, como te gustan –

Y le extendí un macarrón rosado, color que acompañaba su sabor.

Suspiré intentando exorcizar algo de mi melancolía. No quería preocuparla.

Crucé mis brazos sobre el escritorio, cerca de Tikki, descansando mi mentón sobre ellos. Quedé observándola, quería asegurarme de que estuviera bien. Desde aquella vez que nos sorprendiera una lluvia como esta y ella enfermara, tomaba mis precauciones.

—¿Estás bien Marinette? –

—Sí. Todo bien Tikki – Y le acaricié la mejilla con el dorso de mi dedo índice, transmitiéndole tranquilidad. O bueno, intentándolo.

Aunque mis ojos gritaran otra cosa.

—¿Hirieron otra vez a Chat? —

—No. — Sacudí la cabeza— El villano esta vez no tenía el hechizo. —

—Entonces, ¿qué te angustia tanto?— Y me miró con esos hermosos ojitos azules, preocupada por mí, mientras su mejillas infladas por el macarrón, se movían rápido al masticar.

—Nada, es que esta vez yo recibí el ataque del akuma. Cometí un error... otra vez. Estoy medio torpe últimamente.—

—Marinette, tranquila. Sabes que es parte de este trabajo cometer errores y...—

— Y... besé a Chat. —

— Oh. – Quedó contemplativa por unos segundos antes de que una sonrisa comenzara a dibujarse en su rostro — Entonces, ¿por fin están juntos?—

—¿Juntos?—

Ella asintió sonriendo sin dejar de masticar. Sus ojitos se entrecerraron por la mueca de gusto. Se veía adorable.

—¿Qué dices...? No...¡No! — Me incorporé saliendo del escritorio bruscamente cuando al fin caí en cuenta a lo que se refería.

¿Qué te traes Tikki?

—No, no, no, no, no, Tikki. ¿Por qué preguntas eso? —

—No, por nada. — Y se metió el resto del macarrón en la boca. Era un trozo grande, la excusa perfecta para callarse.

—¡Ahhhh! ¡Tikki! — Me tapé el rostro con ambas manos desplomándome bruscamente sobre la silla, la cual rodó frente al escritorio por el impulso conmigo encima— ¡Ayúdame con esto! Me ataca un akumatizado que te hace decir la verdad y ¿yo qué hago? ¿Hablo? ¿Lucho? ¿Huyo? No, nada de eso. Yo me acerco, lo amarro y ¡lo beso!—

—¿Amarras...? —

— ¡Beso a Chat! ¡A Chat, Tikki! ¿En serio? ¡A Chat! ¡Por favor! –

— Ah... Ahora entiendo. Tranquila...fue por el ataque y... —

— Nada de ¡Hola! Soy Marinette y también Ladybug, que por un lado ¡menos mal que no era esa la verdad a soltar! No, no, la verdad era... ¿besarlo? ¿Decirle que me gustaba? Tikki... ¡¿Qué mierda me pasa?! — La miré con mi respiración alterada, buscando una respuesta a la que no le daba lugar a ser — Tikki mírame, yo casi... casi se lo...quería quitarle...¡Oh dios! ¡Mierda! ¡Casi le digo que lo amo! —

—Tranquila. — Carcajeó por lo bajo, haciendo temblar sus diminutos hombros.

—¡Por favor! ¿En serio? Lo toqueteé por todos... ¡dios! ¿Estoy loca Tikki? —

Mi pequeño kwami inspiró aire con intención de brindarme una respuesta— ¡No digas nada! Sí, definitivamente estoy loca. —

—No pasa na...—

–Acaso... Tikki ¿dije que lo amo? ¿Dije eso? — Ella asintió — ¡¡Ahhhh!!— Y me tapé el rostro con ambas manos.

—Ya, ya...Fue por el ataque. No te preocupes tanto Marinette, se entiende que estabas bajo influencia, no eras tú. —

Voló hacia mí y me brindó unos golpecitos de consuelo sobre las manos, acto que hizo que la mirara entre mis dedos.

—Y te comprendo, de verdad. Los Chat Noir son encantadores y el tuyo se volvió, más... bueno, digámosle más encantador que lo de costumbre. Hay que reconocerlo, sí, sí. —

Me sonrió con picardía observándome por unos segundos, esperando mi respuesta. La cual no llegó. En ese momento sentía que me volvería loca.

— Quizás en eso habías reparado justo cuando te acometieron. —

—No lo sé Tikki. Siento que no...no lo sé... ¡Que no sé nada! — Suspiré aflojándome hacia el frente —Y no sé qué le puede haber causado, que piensa de esto ...o de mí. Se fue sin que lo pudiéramos hablar... realmente hablar. —

Un lamento se escapó de entre mis labios mientras la miraba buscando un consuelo.

— Quédate tranquila. Él piensa lo mismo que yo. Es más simple de lo que crees. —

Y salió volando regresando a la cajita de macarrones que había depositado en un costado del escritorio, quitándole toda la importancia que yo le estaba dando al tema.

Tomó otro y volvió a mí. —Están deliciosos estos, repite la fórmula para los próximos. —

Apoyé mis espaldas en el respaldar de la silla. Un trueno a los lejos cortó el aire y comenzó a llover de nuevo copiosamente.

Miré hacia la ventana detrás de mí y no pude evitar recordar el momento en que lo besé por última vez, antes de derrotar a la villana. El momento exacto en que apoyé mis labios en los suyos y la forma en que me recibió. Una cálida sensación los recorrió, una nueva necesidad comenzó a formarse y todo eso sólo abrió paso a la angustia.

—Tikki ... Si sólo eran los efectos de un akumatizado, ¿por qué no puedo dejar de pensar en eso? ¿Por qué me causa todo... todo esto? — Y posé una mano sobre el pecho para luego cerrarla, como si me estuviera estrujando el corazón.

Ella detuvo su festín y me miró — Marinette, ¿sientes algo por él? —

—Claro, es mi compañero. —

—No— Carcajeó dulcemente. Me encantaba cuando reía así, pero en este preciso momento me desesperaba— Me refiero a que si sientes algo más por él. —

Y con esa simple pregunta, me dejó fuera de combate, la pequeña y sabia Tikki.

Porque me obligaría a hurgar en mí interior, concentrándome en encontrar todas esas verdades que siempre arrojaba a un costado para no enfrentarlas, y menos reconocer lo que me gritaban.

El ataque de Veritas fue la excusa perfecta que se le ocurrió al destino para forzarme a tomar el toro por las astas. Y eso me aterraba.

—No lo sé, Tikki. Yo...Lo que siento... no lo sé. — Negué una y otra vez moviendo la cabeza antes de que un suspiro sellara mi respuesta.

—Tranquila Marinette, el tiempo irá acla...—

— Creo que debo aclarar esto con él.— La interrumpí

—Mmmm... no sé Marinette, deberías relajarte. Creo que...—

— ¡Cuanto antes! Sí, sí. Mañana mismo. —

— Como tú digas Marinette— Y me volvió a sonreír cerrando sus ojitos, antes de meterse otro trozo de macarrón en la boca.

Era obvio que no estaba totalmente de acuerdo con eso, pero sabía que iba a hacerlo de todas formas. Luego, seguramente vendría esta conversación otras mil veces más.

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Plagg lo observaba dese su cómoda ubicación en el amplio sillón frente al televisor, envuelto en una gigantesca manta y rodeado de varios trozos de queso camembert. Adrien caminaba de un lado a otro maldiciendo, sin intentar si quiera ocultar lo alterado que estaba.

—No te entiendo. La tenías en la palma de la mano ¿y no aprovechaste?—

—Plagg, ya te dije que estaba bajo la influencia de un akumatizado. — Le dijo entre dientes con verdadera furia—Era un momento en el que no controlaba nada. Sus reacciones, lo que hizo... ¡Mierda! – cruzó los brazos frente a su pecho, encorvando los hombros hacia delante sin dejar de caminar.

Estaba molesto, confundido y algo enojado.

No, algo no. Podría decirse que completamente enojado.

—Nha... Una noche con Ladybug, yo no lo hubiera dejado pasar.— Y se lanzó un trozo de queso a la boca.

—¡Plagg! ¿¡Acaso te escuchas!? ¡No funciona así! —

Rodo los ojos. — Te funciona con las fanáticas locas. —

—¿¡En serio!? —

Con esas simples palabras acababa de enfurecerlo aún más. Entendió de inmediato las reacciones de furia y hastío que provocaba en Ladybug la mayoría de las veces. Plagg podía llegar a ser demasiado...visceral, y era obvio que parte de eso absorbía su personalidad como Chat Noir.

— ¿Todo es tan simple contigo? —

—Sip. — Otro trozo de queso adentro. — A parte, ¿qué tanto te enoja? ¿No era que ya la habías superado? –

Adrien lo fulminó con la mirada antes de lanzar por lo bajo una maldición.

—Oh cierto, sigues enamorado de ella. — Suspiró cansinamente — Mi error. Mi error. Lo acepto. ¡Oye!... No me mires así, ¡yo te creí!—

Le dijo con la boca llena, miguitas saltaron desde sus labios y se le pegaron alrededor de los labios, llenando esa carita de cientos de puntitos blancos.

Adrien bufó una maldición para dejarse caer pesadamente a su lado en el sillón, soltando toda la tensión que lo abrumara. Plagg tambaleó desde su trono de manta. Un trozo de queso casi se le escapa de entre medio de sus pequeñas y negras manos.

—Estás condenado, amigo.— Le dijo cuándo pudo por fin resguardarlo en su boca.

—Sí... —

Adrien fijó la vista en el ventanal, en la lluvia que acababa de comenzar nuevamente y lo golpeaba generando miles de relajantes sonidos.

Plagg lo observaba, era consciente de la congoja que invadía a su portador en ese momento, ese dolor punzante que se le clavaba en el pecho y brotaba por los ojos, opacándolos. Y lo entendió, completamente. Aunque conocía la historia completa y sabía que no debía influir, Adrien, su amigo, su Familia, la estaba pasando mal.

Y consideraba que ya era suficiente.

No era del tipo sensible, al que una pena de amor pudiera afectarle, pero con ese chico las cosas se habían vuelto diferentes. Lo que le aquejara a su portador, lo aquejaba a él. El muchacho era una persona altruista, con un enorme corazón, que había sufrido de soledad por demasiado tiempo y, a pesar de eso, no se rendía, seguía creyendo en las personas, en que las cosas podían mejorar a pesar de todo. Lo admiraba, y lo conmovía.

Sentía la imperiosa necesidad de intervenir, aunque sea sólo un poco.

Un poquito.

Un empujón.

—Está difícil esta Ladybug, ¿no? —

—Ni que lo digas... — Suspiró con aceptación. Para uno segundos después girar su rostro intempestivamente, sorprendido, cuando cayó en la cuenta de lo que verdaderamente le había dicho su kwami.

— ¿Esta? —

—Sip. De todas las Ladybug que conocí, es a la que más tiempo le está tomando rendirse a su Chat Noir —

—¿Qué dices Plagg? — Ahora tenía toda su atención. Se incorporó quedando más de frente al pequeño —¿De verdad? ¿Me dices enserio esto? ¿Hubo otras parejas Ladybug - Chat Noir antes? —

—Sí, siempre. Y créeme, está loca por ti. Sólo que ...todavía no lo sabe. — Le sonrió.

—No lo sé Plagg... creo que esta vez va a ser diferente. Dejó muy en claro que está enamorada de otro esa vez que me...rechazó. Definitivamente. —

—Esa vez fue hace tres años. Y has cambiado, mucho. — Lo miró de arriba a abajo. —Te puedo asegurar que es tuya. ¿No me dijiste que te besó luego de que un akumatizado que te hace decir la verdad la atacara? —

—Sí. ¿Y?—

—Estoy contigo cuando dices que ella no tenía el control. Ella no controlaba el impulso de exponer la verdad. ¿Entiendes? —

Hizo una pausa mirándolo con picardía.

Adrien abrió los ojos en señal de que no le seguía.

—A ver, pongámoslo así. Ella estaba obligada a decir la verdad...y esa verdad era...— dejó el suspenso sin respuesta. El chico estaba lento esa noche, definitivamente el beso lo había quebrado. —Adrien, piensa, no te lo dijo expresamente, pero te besó ¡y como te besó!— Alzó la cejita sonriendo

Adrien lo miró sorprendido, asintiéndole.

—Para mí que su verdad es lo que siente por ti. No sé, simplemente digo...—

Era evidente, demasiado. ¿Cómo no lo había visto así? La forma en que lo miró cambió en ese momento y ahí Plagg pudo relajarse.

—Listo chico, lo captase. Es cuestión de tiempo ahora. La tienes a punto caramelo, como dicen en esta época. ¿Le dicen así, no?— Y encogió los hombros. — Bueno, como sea. Ya hice mi aporte, ahora depende de ti. Sabes hacer esto. —

Adrien quedó mirándolo contemplativo, mientras una sonrisa comenzaba a dibujarse en su rostro a medida que analizaba todo lo dicho por ese pequeño ser. Y le cerraba por donde lo mirara.

¿Cómo no se había dado cuenta?

—Eres mucho más galán de lo que me dejaste ver, Plagg. —

—Nha... El diablo sabe más por viejo que por diablo. —

Tomó un nuevo trozo de queso y lo arrojó a su boca tragándolo de un bocado. Realmente se merecía una recompensa, aunque sabía que no debería haber intervenido. ¡Qué más daba! Los nuevos portadores de los mirácolous de la mariquita y el gato de la destrucción eran los mejores que había visto en eones. Pero, en lo que respectaba a ellos mismos... bueno, venían demasiado lentos para su gusto.

— Ya, despabílate. Tienes que sacar las garras con esta. Y afílalas bien. — Le extendió la manito.

Adrien lo entendió de inmediato y la chocó con el dedo índice.

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—¡Marinette! —

¿Acaso me estaban llamando?

—¡Ey! ¡Marinette!—

Oh...no...

Definitivamente, me estaban llamando. Y esa voz...era inconfundible.

Era entrada la mañana de sábado. Y si bien no suelo dormir hasta tarde, la noche anterior casi no había podido pegar un ojo dándole vueltas en mi cabeza a esos benditos besos y a todo lo que me habían hecho sentir, una y otra y otra vez.

—¡Despierta chica! — Alya gritó al abrir de golpe la puerta de mi habitación.

Ni bien me percaté de que era ella, me cercioré de que Tikki se hubiera escondido a tiempo, y tomé uno de mis almohadones para cubrirme la cara.

—¡No quiero!—

Prácticamente en un salto estaba sentada en mi cama, sacudiéndome desde la espalada para despertarme.

—¡Ya nena! ¡Arriba!—

Y el almohadón voló por la habitación dejando al descubierto mi ceño fruncido, aún sin abrir los ojos.

—Tienes que levantarte. ¡Vamos!—

—Alya... ¿en serio? — Bostecé girando boca arriba— Ayer fue un día de demasiadas... emociones – Otro bostezo y ahora me desperezaba estirando mis brazos.

—¿¡Y por qué te crees que estoy aquí!? ¡Tienes que contarme todo! — De un brinco se incorporó de la cama y fue a mi ropero a buscarme ropa.

—Te invito a desayunar en el café Magots. Y pago yo-o— Me dijo cantarinamente mientras hurgueteaba entre mi ropa, buscando sin buscar nada en concreto.

Le sonreí algo cansinamente, pero, aunque me sintiera realmente agotada y desanimada, su presencia esa mañana era un sol.

Una parte de mi vida estaba complicada... complicado era restarle gravedad, ¡era un desastre catastrófico! pero esta parte, la de mi vida con ella, no podía estar mejor.

Mi amiga y mi nuevo trabajo. Había cosas que simplemente funcionaban.

—Yá...deja de hurguetear y decídete por algo—

Así que decidí arrojarme a ellas y disfrutarlas. Me ayudarían a sobrevivir el día. La noche y la patrulla junto a Chat... bueno, ya vería que hacer cuando estuviera frente a él nuevamente.

—¿Mua?— Y me miró por encima de sus anteojos — Tenía entendido que la que sabe de moda aquí eres tú. Yo vendría a ser algo así como....tu asistente. Así que ¡dime!—

Una risita escapó de entre mis labios

—Ok, dame el celeste. Hoy me siento para vestir ese color —

—Como la futura mejor diseñadora de Paris lo diga — y tomó el sweater de hilo del color que le indiqué arronjándomelo con una enorme sonrisa en su rostro.

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La mañana estaba algo más fresca que la anterior. El sol brillaba y se reflejaba en las aceras mojadas. Había estado lloviendo toda la noche pero el clima se sentía agradable.

Y el café Magots, aún mejor.

La ansiedad de Alya por averiguar todo lo que podía de mi encuentro con Adrien y su propuesta de trabajo, me tuvo hablando prácticamente todo el camino desde casa a nuestro café favorito. Sus preguntas y mi torpeza no eran buenas compañeras, por lo que estuve a punto de dar de bruces al suelo un par de veces.

Aún así, valió la pena. La verdad era que todo su entusiasmo, el cual se estaba tornando algo intenso a medida que transcurría la charla, me mantenida entretenida y evitaba que volviera a torturarme por mi "accidentada" noche con Chat.

—Así que al final vas a trabajar con él. — Me escudriñaba con la mirada — Todo el día. Tooooodooooo el bendito día, amiga.—

—No todo. También voy a trabajar con su padre, no te olvides.—

Cuando terminé de decir eso caí en la cuenta de lo que iba a ser mi jornada laboral: la mitad con el diseñador referente de Paris y la otra mitad con Adrien que se jugaba la partida conmigo como su torre en el gran juego estratégico que desplegó con su padre. No había presión.

¡Nha! Ninguna...

—¿Te acabas de dar cuenta de que vas a pasar más tiempo con él del que pasaste en toda la preparatoria? —

—Bueno sí. — Encogí mis hombros sonriendo despreocupadamente mientras me llevaba un bombón a la boca— Es su proyecto ¿no? —

—Aja—

—No veo cuál sería el problema. He estado a solas antes con él. —

Entendía hacia donde iba con esa pregunta, pero me hacía la tonta. Según Alya, nunca superé a Adrien, y este trabajo...sería peligroso para mí, me haría "caer". Me lo advirtió en cada conversación que logré tener con ella luego de que le mencionara nuestro fortuito encuentro en la plaza.

—¡Aggg! — Se golpeó la cara con la mano abierta y la dejó deslizar hacia abajo lentamente en una exagerada expresión de hastío— ¿En serio que no te enteras? —

—Alya ¡eso ya es pasado! Sí, él me gustaba...—

—¿Gustarte? Amiga ¡él te volvía loca!—

—Bueno, bueno, bueno... tenía quince Alya ¿Quién no se vuelve loca por un chico a esa edad? Y más si es un modelo...— rodé mis ojos sonriendo descaradamente.

Ella negó varias veces con la cabeza, antes de beber unos sorbos de su demasiado dulce café.

—No lo sé amiga. Esto no...—

—Es pasado. Pasado y cerrado. Se fue. Con el tiempo, con el viento... ¿Ves? — señalé hacia la calle — Allá vá, se fue...— y reímos.

Lo que le decía era cierto, no eran meras excusas para zafar de su indagación. Lo que ella no conocía era todo lo otro que me estaba pasando. No es que yo lo tuviera tan claro, pero sí con Adrien. Sabía que él estaría siempre en la categoría de amigos especiales, existiría ese cariño preferencial sobre otros, pero de ahí no volvería a pasar.

Era imposible ahora. Chat le había ganado... tarde, pero así era.

—Yo no estoy tan segura. —

Iba a reprocharle con algo, cuando el zumbido de mi móvil llamó mi atención. Cuatro mensajes de Adrien habían entrado, uno tras otro, con diferencia de un segundo.

— Hablando de Roma... — alcé el teléfono y se lo mostré.

Lo posé sobre la mesa al desbloquearlo para que también los leyera. Era lo mejor, sino me volvería loca.

Adrien: "¡Buenos días! Arranqué con todo hoy"

Adrien: "Ya están listas las primeras modificaciones de nuestro estudio"

Adrien: "Está quedando todo bárbaro."

Adrien: "¿Quieres venir a ver? Te busco".

Alya me miró y prácticamente me fulminó con su típica mirada a media asta alzando una ceja. Rodé mis ojos.

Marinette: "¡Hola! Eres diciendo y haciendo, ¿eh?"

Marinette: "Estoy desayunando con Alya, voy a tener que pasar", le respondí.

Adrien: "Las busco a las dos. ¿Dónde están?"

La miré a Alya. Ella seguía con su expresión devastadora pero ahora me sonreía. Asintió, estaba de acuerdo conmigo. Quería ir a ver, a husmear más bien diría. ¡Qué mujer!

Marinette: "Estamos en Magots."

Me confirmó con el emoticon de un guiño.

—¿Qué tienes que decir a eso? – Retrucaba señalando el teléfono con su dedo índice.

—Que mi futuro jefe quiere mostrarme nuestro futuro lugar de trabajo. – Y le sonreí. – Alya, sólo hay un proyecto en el que de casualidad estoy yo. Deja de pensar en doble. Deberías dejar de leer esos libros... ¿Cómo eran...? La saga ese del millonario... ¿Grey cuánto? –

—¡Shhhh!! – No quería que nadie descubriera que le gustaban las novelas subidas de tono. No la periodista de investigación, ella era intachable.

—¡Imaginas historias románticas en todos lados! Menos mal que no te gusta esa rama del periodismo, sino estaría muerta. – Y reímos. — Mira, fuera de bromas, lo reconozco. Tienes razón de que hay una amistad, hay una historia de mi parte, pero es sólo eso, historia. Nada más. Esto no es lo que pasa en tus novelas. Nada, nada que ver.—

—¡Pst! Ya lo quisieras.—

No pude contener una carcajada ante la expresión que dibujó en su rostro.

—A ver, pongámonos serias y analicemos. — Arremetió Alya, no iba a rendirse — A lo que me refiero es al entusiasmo, el "nuestro", "nosotros"... Él está como distinto, ¿Lo notaste? No sé, aquí... —

Un bocinazo cortó su frase de introspección. ¡Y menos mal!

Era Adrien en el auto de su chofer, estacionado al frente de la cafetería y saludándonos enérgicamente para llamarnos la atención. Nos había ubicado. Tomamos nuestros bolsos y nos dirigimos a su encuentro sin demorar. Estaba mal estacionado, con las balizas encendidas, en cualquier momento tendría una multa.

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Todo el día estuve esperando la hora del patrullaje. El estómago se me contraía y las piernas parecían volverse de papel cuando pensaba en este momento, pero ansiaba que llegara.

Alya y Adrien me distrajeron un rato, con sus charlas a toda velocidad y sus comentarios graciosos, el entusiasmo y alegría del chico eran contagiosos. Pero cuando me quedé sola en mi cuarto, frente a mi tablero de diseño para terminar con el trabajo a entregar el lunes, Chat regresaba a mis pensamientos. Y junto a su recuerdo, mi piel se inundaba de todas las sensaciones que me invadieran la noche anterior, tan vivas, tan fuertes, tan reales, que si cerraba los ojos por un instante, parecía que estaba reviviendo el episodio de Veritas nuevamente.

Y no me refería a la parte del dolor...

A duras penas pude concluir con mi tarea. Sería una entrega mediocre, pero de verdad que en ese momento poco me importaba mi rendimiento académico. Así me tenía Chat Noir, totalmente prendada de él.

Y lo peor era que no sabía que iba a decirle. Sólo quería hablarle, confiaba en que lo podría manejar improvisando, porque si no lo hacía, si no lograba aunque sea hacer mención al momento que vivimos para racionalizarlo, sentía que contaría con el suficiente coraje de besarlo de nuevo, significara lo que significara.

Y eso, me aterraba, porque realmente deseaba hacerlo. Aún sentía su sabor en mi boca.

Así que conté los minutos, los segundos, hasta que llegara la hora de nuestro encuentro. Y salí como alma que lleva el viento antes de tiempo. Ya no soportaba estar encerrada en mi cuarto tratando de esquivar los aguijones de mis pensamientos y las miradas de Tikki, que intentaban tranquilizarme.

—Hola Chat — Acomodé mi voz — ¿Me esperas desde hace mucho?—

—Nop. Recién llego. – Y apoyó el bastón sobre su espalda. Él también estaba temprano. ¿Qué significaba eso?

— Estaba pensando en que hoy podríamos repetir la ronda de anoche. Esa fue una zona caliente. – Y me miró sonriendo de lado.

Eso no fue casualidad.

Un sonrojo me cubrió el rostro de repente y no pude evitar la expresión de sorpresa que se dibujó en mis ojos cuando le devolví la mirada. Su sonrisa se tornó ladina en ese momento, y automáticamente su atención se posó en mis labios.

El aire se congeló dentro de mis pulmones y el corazón comenzó a desbocarse en el pecho.

¿A qué te refieres gatitos?

Una carcajada profunda coronó esa felina sonrisa y juro que me sentí de gelatina. ¿A caso lo estaba haciendo a propósito? ¡Desgraciado!

— ¿Qué pasa bichito? Te quedaste seria de repente — ladeó su cabeza inclinándose más cerca de mí.

—N-nada...¿por?—

— No sé... Sabes que me refiero a que es una zonas de alta probabilidad de akumatizaciones ¿no?—

—Eh... sí, sí— Suspiré profundamente y desvié la mirada— ¿Qué pensaste que había interpretado?—

Alzó los hombros mientras hacía una mueca de inocencia, antes de arrojarme una de sus miradas felinas, recorriéndome de cuerpo entero.

Un escalofrío tensó cada terminal nerviosa en mi piel. Pero no dejé que lo notara.

Gato maldito, me conocía demasiado.

Observé hacia el horizonte, en dirección a los edificios por donde comenzaríamos el recorrido, si me decidiera por la zona que proponía. —Es una buena alternativa.—

—A tu señal. — Extendió apenas la barra para que sobresaliera de sus hombros y así apoyar el otro brazo también.

Lo miré de reojo. Desconocía si él era consciente de lo que provocaba en mí con esa posición casual de descanso, o de cómo le asentaba, y lo usaba para desestabilizarme. No lo sabía, pero si algo tenía en claro era que para mí era terrible, más ahora que tenía el tacto de lo que observaba aún fresco en mis dedos, en mis labios.

Un fuerte sonrojo tiñó mis mejillas cuando giró su rostro hacia mí. Rápidamente desvié la mirada para ocultarme de su apreciación. No quería que lo notara, que se diera cuenta de todo el poder que tenía sobre mí.

Me sentía terriblemente nerviosa. Lo mejor en ese momento, era brindarle su bendita señal y salir disparados a nuestro recorrido, así cortaba con toda la situación que amenazaba a cada segundo a exponerme más y más. Pero no podía, no quería irme. Necesitaba hablar con él.

—Ch-chat – rompí el silencio tímidamente — E-estás... ¿estás bien? —

— Eh... ¿Bien? Eh...Sí. ¿Por qué no debería estarlo? —

—No, por nada. —

—Umm... ¿pasa algo bichito? Puedes decirme...—

—No... nada. No pasa nada.— Suspiré profundamente.

Chat se quitó el bastón de la espalda desarmando la pose que me inquietara y lo extendió apoyándolo en la pasarela, preparándose para salir.

—Entonces... ¿hacemos el mismo recorrido? —

Asentí.

Él me sonrió y se preparó para saltar tomando envión.

—¡Es que lo que pasó anoche me dejó preocupada! — Solté de improviso, alzando la voz y hablando muy rápido.

El trastabilló frenando el impulso que se había brindando para salir de ronda. En un salto logró recuperar el equilibrio y posicionarse a mi lado, mirándome sorprendido.

—Eh... ¿preocupada?—

—Sí. Veritas fue fuerte, ¿no crees?—

— Eh...sí, sí. Bueno... más que fuerte yo diría que... rápida — Se resacó la nuca. — Y estaba algo loca ¿no? Pero no tenía el hechizo. — Se acercó más abriendo grande sus ojos — ¿O sí? ¿Te hizo algo que no me diera cuenta? —

—N-no, no. Sin hechizo, créeme ...En ese sentido, todo bien gatito. — Le sonreí brevemente y sumamente nerviosa.

— Yo m-me.... refería a ... a lo otro... a lo que... — Inhalé una gran bocanada de aire — Y-yo te... te hice. —

—¿Te refieres al beso?—

—Eh...sí...e-el beso y... y todo lo ...— Hice un ademán en mis manos simulando en el aire recorrer su cuerpo — Bueno..."eso"—

Mi rostro debe haber sido un poema en ese momento, porque él me observaba detenidamente con una mezcla de ternura y excitación. Realmente estaba disfrutando de esto el desgraciado.

—Tranquila. Está todo bien con "eso". — Hizo la señal de las comillas al aire, mientras me sonreía

— Sí, yo...bueno...Me quedé pensando y ...no sé... Digo que... m-me preguntaba si acaso... —

— Estabas bajo el ataque de un akumatizado, bichito. Conozco muy bien lo que se siente. El no poder controlar nada, es horrible. Tranquila. — Posó una mano en mi hombro, en señal de apoyo —Está todo bien, ya te lo dije anoche. –

Asentí dubitativa. — Bueno... —

Me aliviaba su respuesta, pero no la sentía suficiente. Podía tranquilizar mi razón pero había algo más profundo que todavía estaba hambriento. ¿Qué hacer? No lo sabía, sólo era consciente de que para Chat había sido una noche más defendiendo Paris y, para mí, había sido un hito inesperado que desató finalmente la tormenta que venía conteniendo desde ya no sé cuánto. Y me estaba dando duro.

—Bien. Aclarado todo, ¿estás lista? ¿Nos vamos? —

Inhalé una gran bocanada de aire. —Ok. Vamos. — Y la solté junto a mi yoyo para arrancar el patrullaje.

Chat asintió y salió disparado en la dirección acordada.

Y yo simplemente lo seguí.

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No había demasiada gente circulando esa noche, tal vez por el aire fresco que hizo descender las temperaturas tan de golpe cuando ya nos habíamos acostumbrado al calor. Esos cimbronazos como que te adormecen.

Algún que otro grupito pero de jóvenes, estudiantes más que nada, con la sangre alborotada, como siempre decía mi madre.

Paramos en varios puntos cuando escuchamos gritos, pero eran falsas alarmas. Algún festejo aislado, o frenadas por gente algo alcoholizada. Nada grave de lo que la policía no pudiera encargarse.

Si bien la "ruta caliente", como lo había llamado Chat, era la más extensa, pudimos recorrerla rápido. O tal vez eso se me había antojado, considerando que en lo único que pensaba era en él, sus besos y en todo lo que aún me faltara para decirle.

Si bien ya me había aclarado de que todo estaba bien, yo no podía evitar sentir que no era así.

Detuvimos el recorrido en la última terraza, muy cerca de mi casa, a unas cuadras apenas.

— ¡Deber cumplido! Todo en orden. – Y se estiró tal gato se desperezara de su siesta. — Nos hemos ganado un merecido descanso. ¿No crees? —

Asentí sonriéndole nerviosa.

—Entonces... hasta mañana a la misma hora. Y ¿mismo lugar?—

—Sí...—

Me sonrió brindándome su típica señal de despedida, tocándose la frente con dos dedos en un estilo militar relajado, antes de girar dirigiéndose al borde de la terraza.

—¡Espera Chat! —Lo detuve corriendo tras él y tomándole del hombro. —Antes de que te vayas... aún ... aún me queda una duda d-de anoche que... —

—Te dije que estaba todo bien con eso. En serio. No estoy mintiéndote.—

—Sí, lo sé. Te creo. Sólo que... — comencé a jugar con mis manos, enredando los dedos. ¿En serio? Ese era un tic muy Marinette adolescente que detestaba — Yo... te hice varias cosas que...—

—¡Oh, sí! Lo recuerdo muy bien, bichito. — Y se acercó con una terrible, irresistible e insoportable sonrisa sugerente, entrecerrando apenas esos verdes ojos — Varias ...La parte de atar... nunca me habría imaginado que te gustaban esas cosas. Son muy... — me gruñó inclinándose a mí.

—Sí, "eso". — Desvié mi mirada y me alejé un paso hacia atrás. — Bueno...—

Me acaricié el brazo nerviosa, ¡mierda! — Yo, quería ...p-pedirte perdón por ...t-todo... todo eso.—

—¿Perdón? — Me miró sorprendido — No tienes que disculparte por anda bugabú. La verdad es que me gustó...y mucho—

Lo miré. Sentía que la cara me ardía.

— Chat, no quiero que las cosas entre nosotros se... se confundan. —

—¿Confundir? Estabas bajo ataque... entiendo que para ti fue algo...¿complicado? Pero créeme que para mí fue una excelente experiencia. — Me sonrió pasando rápidamente la lengua en su labio inferior — Sólo eso ...¿por qué crees que lo confundiría? —

Esa pregunta no era inocente. Sabía que algo se traía entre manos, no podía estar tan tranquilo mientras yo me deshacía intentando entender o disculparme o...lo que sea que intentara hacer. Pero me encontraba en desventaja para exigencias.

—Digo... por la historia que hay e-entre nosotros... me pareció que habías quedado... ¿molesto? Y y-yo, bueno... fui muy... demasiado explícita. Yo... no sé... no quiero que pienses de mí algo que...—

—¿Qué voy a pensar de ti? — Me interrumpió, clavando su mirada cuando alcé la vista. Y no cualquier mirada, una que parecía meterse debajo de mi piel.

— En lo único en lo que puedo pensar es en que besas muy bien... realmente muy bien. – Bajó su mirada a mi boca, su voz se me antojaba algo más grave — Y que nadie me había besado así antes... ma lady. —

Ya no había una sonrisa.

¿Acaso me estaba llamando "ma lady"? ¿Era "su" lady otra vez?

Esa simple frase quedó resonando. Hacía mucho, mucho tiempo que no me nombraba de esa forma utilizando ese tono, mirándome así.

—Oh —

Ni respirar podía. No mientras me estuviera mirando con esa intensidad. Y parecía no querer dejar de hacerlo. Se acercó a mí, tapando con su figura la luz que provenía desde la calle. Se acercó lo suficiente como para invadir el límite personal que había impuesto entre nosotros esa noche, y no fui capaz de moverme para salir de esa posición.

Simplemente estaba paralizada, ahogada en medio de mis pensamientos, sensaciones y lo que fuera que él estuviera haciendo. Avanzó un poco más, quedando a centímetros de mí, sentí mis piernas volverse gelatina. Tragué con dificultad tratando de humedecer mi garganta, como pude, sólo esperaba que no lo notara.

—Tranquila — Su voz era ronca en el momento en que apenas rozó mi mejilla con el dorso del pulgar.

— Ma lady... está todo bien.— Me hablaba a mí, mientras sus ojos se perdía n mis labios, que ansiosos y fuera de mi control, esperaban por él, por su movimiento.

Se acercó aún más. Pude apreciar su aliento en mi rostro y un escalofrío de placer me recorrió haciendo mella en mi bajo vientre. Creo que por unos segundos cerré mis ojos arrojándome a lo que creía que haría, porque cuando fui consciente de mi entorno otra vez, lo vi sonriéndome seductoramente y alejándose lentamente de mí mientras pasaba sutilmente el dedo pulgar sobre sus labios.

Me encantaba cuando hacía eso.

Y esa noche, me destrozaba.

— Ya te lo dije, nos va a quedar una buena anécdota. Dentro de un tiempo vamos a estar riéndonos al recordar a Veritas. — Y comenzó a prepararse para la retirada.

– O-ok. — Mi voz se había convertido en un agudo hilo, apenas audible.

Recuerda respirar, inhala, exhala y otra vez.

– Chat...— Le llamé cuando me dio la espalda.

—¿Si? —

No quería que se fuera. Sentía que no habíamos aclarado nada. Aunque, si era sincera conmigo misma, en realidad no tenía ganas de hablar. Moría por besarlo, por abrazarlo, por apretarlo a mí y sentir su calor mientras sus uñas se hundían en mi piel.

Así que dudé antes de hablar. ¿Qué le diría? ¿Bésame?

—No, nada. Tienes razón. – intenté sonreírle pero no sé si se reflejó en mi rostro.

—¿Si? La verdad que tu cara no lo dice. ¿Pasa algo bichito? —

—No, nada. ...N-no me hagas caso. Demasiadas cosas que... procesar y...y anoche no dormí bien — Rodé el yoyo y lo balanceé a mi lado — Nada que un buen descanso... pueda solucionar. N-nos vemos mañana...gatito— Lo arrojé sobre la torre de luz más cercana para ganar impulso y salir de ahí cuanto antes.

Creo que Chat quedó mirándome, o se retiró en otra dirección. No lo sé, no miré hacia atrás. Necesitaba irme y rápido.

.

Se perdió en la noche, detrás de las luces y techos húmedos por el rocío. La observó huir, porque eso es lo que hacía. Huía. De él, de la situación.

Infló el pecho con una enorme bocanada de aire fresco y sonrió victorioso al dejarlo escapar. La tuvo tan a su merced minutos atrás...esos labios rosados e hinchados esperando por él, nerviosa, contrariada.

Moría por besarla, cada fibra de su ser ansiaba sentirla nuevamente, tomar de ella lo que quisiera darle y más. Pero sabía que debía ser paciente, no cometería los mismos errores del pasado. Debía brindarle la suficiente confianza para acercarse, provocarla lo justo para que no pudiera contenerse y hacerla sufrir un poquitín para obligarla a decidirse.

Sí, ahora lo lograría. La seduciría de una vez por todas.

—Plagg, viejo amigo, tenías razón, toda la razón. —


Notas del autor

Bueno, aquí volvimos, después de un tiempecito. Sí, reconozco que me demoré, pero bueno, todo no se puede en la vida.

Ya sé que este no fue el mejor capítulo de todos. Es un típico "relleno", que no aporta demasiado, pero bueno, algo avanza en la historia.

Sólo espero que no se desanimen, lo bueno está en llegar. En breve, breve, breve.

Un beso enorme y espero con ansias, leer sus comentarios.

¡Nos leemos!

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