Si has llegado hasta aquí, solo puedo dedicarte un sincero y entusiasta:

¡Gracias!

Como buena drama queen, jamás pensé que podría escribir una novela juvenil romántica, sin tantos giros, tanto misterio, sin crear mundos extensos... y más hacerlo en menos de cuarenta mil palabras.

Pero a veces, como Dagmar a sí misma, una se sorprende de hasta donde puede llegar y lo que puede lograr, con un poquito de esfuerzo y dedicación.

Aunque como amante de la fantasía, no podía crear una novela sin añadir un toquecito de magia.

Esta aventura, junto a Dagmar, me ha llevado, por primera vez, a escribir una novela en tercera persona. Mi miedo a no conectar con aquella princesa malvada, me hizo coger un poco de distancia para narrar su aventura. Pero lo cierto, es que he terminado de lleno en ella.

No puedo amar más a Dagmar, la princesa malvada, que no lo es tanto, que me ha hecho reír hasta llorar con sus ocurrencias y travesuras.

De la misma manera, Gabriel ha sido una sorpresa inesperada, casi como le pasó a la princesa. Porque en un principio, este solo iba a ayudarla con sus planes, pero terminó por conquistarme y ya no pude deshacerme de él.

Aunque no haya profundizado en el texto, con Lilibeth Night, sí que lo he hecho en mi mente. Tanto, que espero poder llevar pronto noticias... ahí lo dejo.

Tampoco podré olvidarme de Maximiliano, el príncipe heredero, un trozo de pan, que sin duda será algún día un buen rey, esposo y padre.

Lo más duro ha sido terminar el último capítulo y el epílogo.

No estoy preparada para despedirme aún. Así que disfrutaré reescribiendo algunos capítulos para extenderlos una vez terminada la ONC 2023.

Estoy sumamente agradecida a los compañeros y lectores, que han sido mi aliento entre capítulo y capítulo, animándome a seguir tecleando. 

¡Mil gracias! 

Sin vosotros, no creo que hubiera terminado esta novela.