FASE 2

¡Maldito romance!

Llevaba horas sentadas frente al computador con tantas ideas que no terminaban por cerrar o si quiera tener un inicio claro. Entre tantas solo buscaba una, una buena trama para esa tan dichosa novela que le exigían. Luego de tantas horas desde que el jefe de la editorial le había demandado aquello, aún podía sentir el sabor amargo de esas palabras tocando su sistema nervioso: Es una nueva ruta, no queremos más fantasías, ahora nos hundiremos en el mundo del romance. Mi querida escritora novel, necesitamos de ti una prometedora historia de amor.

Y como protesta en silencio, dentro de sus cuatro paredes, rompía la décima foto de una pareja. Los rompía justo en la mitad de estas, no le pregunten el porqué, solo los dividía y ya. Era solo cuestión de minutos para que su poca tolerancia retumbara en gritos y sonidos sordos que solo en ella era tan común.

Sus cabellos pronto iban hacerse una maraña de pelos, sus manos siendo los culpables y signos de su desesperación. Sobre todo, cuando las horas transcurrían y estos se volvían días. Y quizás, hasta semanas.

Llegando cerca al mes, una llamada del número menos deseado en esos momentos le agotaba mucho más. Se preguntaba, ¿cómo iba ser posible escribir algo que involucrara el romance?

En su mundo, nunca había existido algo parecido a ello. Solo había recibido amor de una persona, una persona que hoy no estaba más junto a ella. E incluso, ahí con claras marcas en el rostro e inflamaciones bajo sus ojos, volvía a cuestionarse si ese amor era suficiente para poder tejer el amor entre un varón y una mujer.

Jamás ella se había interesado de esa forma por alguien y nadie lo hizo por ella.

Una vez más, resopló en medio de papeles arrugados, fotografías cortadas de parejas y una pantalla que mostraba la página en blanco.

No, solo había una frase escrita. "Érase una vez..." se reflejaba frente a sus ojos.

El sonido de un golpe seco escuchándose en medio de la sala producto de su rostro sobre el teclado y este escribiendo: XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX. ¿Sería acaso una señal?

Las llamadas no se detenían y tenía que ponerle un final a tan desesperante enredo.

­"La única noticia que puedo darte, es que estoy al borde de la desesperación. No esperes una historia de amor de mi parte. ¿Lo tomas o lo dejas?" Se le escuchó, incluso, antes que la persona que había llamado lo hiciera.

"Pero Eliam, que tan difícil puede ser escribir una historia de amor hasta un novato puede hacerlo. Tú eres una ganadora del novel, ¿puedes despabilar un poco?" Ella quiso protestar en respuesta a tal comentario tonto, pero su jefe continuó diciendo: Solo deja volar tu imaginación, ¿acaso alguna vez no te has enamorado?

"Deja de preguntar idioteces" Respondió con rapidez, no queriendo que él indagara eso de ella. No eran tan cercanos para algo de esa intimidad. Y apenas escuchó, nuevamente, su voz lo interrumpió no dándole la oportunidad de siquiera intentar interpretar su falta de respuesta a su pregunta, cambiando el tono de su voz por uno más fuerte le dijo: Quieres amor, tendrás tu maldito romance... pero no uno cualquiera, te daré el más trágico. Maldito idiota, te aseguro que tendrás la novela más trágica.

Y cortó sin más. De pronto, hasta sus vecinos podían asegurar haberla escuchado gritar esa tarde "maldito romance".

Sentada en el cálido frío del suelo de su biblioteca y rodeada de cientos de libros, que ella apreciaba de pies a cabeza, volvió a maldecir. De forma inesperada en la búsqueda de una respuesta, cuando su mirada recorría los estantes vacíos, se percató de un lomo rosado solitario en lo más alto de una de las repisas.

En ese momento agradecía a su genética por su altura. Entonces, cuando este dichoso libro se posaba en sus manos, recordó varios momentos nostálgicos. Le recordó a ella, a su abuela hablándole del amor más allá del familiar. Ese mismo que aún a sus veintidós años no era conocedora.

"¡Maldito romance!" rezaba en la pasta rosa. Sus memorias se hicieron claras, ese libro había sido el único regalo que le había dado su abuela durante sus dieciséis. Antes que partiera a la nada, antes que ella pudiera disfrutar del éxito del que ahora era bendecida. Recordaba siempre haberle dicho, haberle dicho que el romance no iba hacer nunca para ella y que, por supuesto, no era amante de esos libros que lucraban con historias falsas de amor. ¿Para qué le había dicho ello? Pues, en su siguiente año y el último con ella le dio ese libro, ahora en sus manos. Se le fue obsequiado en un papel de regalo del mismo color. Rosa. Como lo odiaba, pero lo amaba.

Quería creer que el viento que corría entre sus ventanas le había erizado la piel. Se abrazó a si misma y para cuando tenía los sentimientos al borde de sus ojos se detuvo. Notó caer algo de las páginas. Era una flor violeta.

Una arrugada y algo quebrada flor violeta. La levantó con cuidado, no sabiendo el porqué de tanta sensación extraña en sus adentros. Su instinto llevó su mirada de vuelta al libro y como consecuencia a la necesidad de revisar dentro de este. ¿Qué buscaba? Ni ella misma lo sabía, pero la curiosidad de la existencia de esta flor antigua le llevó a ojear entre sus hojas. Esas mismas que no recordaba haber leído alguna vez.

Volvió a ver la flor entre sus dedos e intentó recordar de cómo podría haber llegado ahí. Ella no había sido amante de las flores. Ella no era amante de estos aspectos romantizados por la sociedad y... pero su abuela lo fue.

La acarició con delicadeza, era linda debía de admitir y aún en medio de su vejez, esta desprendía un cierto olor agradable. Recordando el libro que sostenía con su otra mano, se sentó sobre sus tobillos apoyando este en suelo para intentar ojear alguna página, donde habría habitado esta linda flor por tantos años.

Su abuela era especial. "¿Ella acaso quería decirle algo con esto?" Esa pregunta golpeaba en su cabeza incesantemente. Todo esto como consecuencia de haber encontrado tan anhelada página. La huella que coloreaba a la pureza de la página delatando tal suceso. Pero por, sobre todo, eran esas palabras que fueron manchadas por ese color violeta. Era ese párrafo en específico, que susurraba: En medio de tanta desesperanza, donde la sociedad había olvidado el sentir del amor. De ese sentimiento tan intacto y de puras promesas de bondad. La sociedad había decidido confiar en una particular existencia de colores violetas, tonalidades claras y de un olor envolvente. Pues, en las calles se aseguraba que esta vida te dada más de sí misma. Te regalaba belleza, salud y perfección: fueron las razones suficientes para que su consumo haya iniciado. Su nombre es Est Violette.

Sin esperar un segundo, sus ojos cayeron sobre la flor ya recostada sobre la novela. Hace muchos años no había tenido razón alguna para leerla, pero ahora tenía una. Y era buscar lo que su abuela intentaba decirle a través de esta casualidad.

Solo le había bastado cinco horas para entender lo que tenía por hacer. Podrá sonar gracioso, seguramente si se lo comentara a alguien más, pero era ese el mensaje le preguntó en silencio a su abuela.

Aún con sus ojos cerrados, pensaba si en ella podría funcionar algo así. Si al final, en la protagonista no había funcionado. La historia le había contado más que solo un romance, más que solo una chica torpe intentando incontables veces encontrar a su príncipe azul. Ese grueso libro que aún reposaba sobre las palmas de sus manos le habían aconsejado vivir, salir y conocer del mundo.

"Cuando empiezas a sentir a la humanidad por tu cuenta, a través de tus propias manos. Sabrás si el amor es para ti" se pintaba sobre sus escritos. Y aunque aún le faltara una hoja por leer se detuvo. Creyendo saber lo suficiente.

Entonces, llegó a su mente esa deducción ilusionista. El pensar que, al consumir esa misma flor que estaba frente a ella, podría darle tantos frutos. Frutos, que dudaba, que juntos existieran en una alguna persona.

Ella siempre había sido contraria a todo y esta no sería la excepción. Se lo comió. No tenía sabor alguno, sintió algo dulce, pero a la vez nada en especial.

Y como si de un botón hubieran presionado un momento que vivió con su abuela la invadió. Una vivencia de ella siendo niña y ella contándole una vieja historia. Una vieja historia, que ahora recordaba y que había estado tan refugiada en su memoria, le cantaba de una flor muy extraña que existió muchos años en la antigüedad pero que se había extinguido y prohibido su consumo. ¿Cuál era la razón? No podía recordarlo.

La última página faltante le llamaba. Pero no hizo caso a ella.

Los días habían pasado e ingenuamente le había hecho caso a ese extraño libro. Había aceptado tantas salidas... sí, con esas personas que pensó ni la recordarían.

Días de gracia y aventuras se toparon en sus fechas siguientes. Y su exigente jefe estaba feliz con los borradores, que ella milagrosamente estaba presentando.

Hoy, era una de esas noches de días cálidos. Días cálidos que ella tanto había destetado e inesperadamente, hoy no eran tan odiados.

Quizás hoy se leería esa última página, pues sentía en su pecho algo inconcluso. Pero un sonido interrumpió su silencio de su alrededor. Miro la luz naciente de su celular, donde se rezaba lo siguiente: Eliam, yo te quiero. Espero me des una oportunidad.

Y sin siquiera darse tiempo a si misma para poder describir lo que sentía tras ese mensaje se llenó a fondo de la última página.

Todo aquel que consumía la Est Violette moría. Esa era la razón de su extinción y de su prohibido consumo.

No solo se quedó estupefacta, ahora entendía el porqué de ese título tan particular "Maldito romance". Sí que había sido un maldito, si esa flor con aire inocente terminaba destruyendo a todo aquel que había confiado a ella.

Solo quedaba una última oración y ahí estaba la razón del porqué a ella no le había matado esa flor violeta. La última oración le confesaba la salvación, aquella que solo pocas personas consiguieron: El amor de alguien más te salvará.

Entonces, respondió el mensaje escribiendo: También te quiero Alice. 

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Fase2:

Disparador - El nuevo comienzo de una joven escritora novel, que se encamina a escribir fatídicas historias de amor, a pesar de nunca haber experimentado alguna.

Color- Violeta

1780 palabras

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Me gustó mucho, espero sea de su agrado.

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