Diré que me equivoqué
Retrópolis era un distrito con un serio problema respecto a seguridad: las bandas criminales acechaban cada esquina, los narcotraficantes se paseaban por las calles con lujosos automóviles y el gobierno se consumía terriblemente en corrupción y sumisión ante los comerciantes ilícitos. Este nulo combate contra las drogas culminaba en que el sector más joven de la población terminara por abandonar sus estudios y se convirtieran en más clientes y trabajadores para los narcotraficantes.
Luka Mamluk era una víctima de este disfortunio. Con una mente prodigiosa, tenía un historial académico impecable. Con una fascinación por las ciencias aplicadas y la filosofía, pintaba un futuro brillante para el pelirrojo de ojos rojos. Sin embargo, el divorcio de sus padres provocó una ausencia de ambos progenitores, quedándose solo en su apartamento en Retrópolis en reiteradas ocasiones. Mientras asistía al bachillerato, un amigo suyo, Crowel, le invitó a calar un inocente porro de mariguana. La curiosidad le mordió la lengua: terminó por fumar mariguana recurrentemente, conoció a un compañero de su grado que vendía postres con el cannabis como ingrediente principal, en una reunión con sus amigos conoció la codeína y consiguió por su cuenta 20 gramos de cocaína.
- Luka, amigo, has caído bajo - Crowel lo observaba vomitar en el baño de la escuela debido a que había pasado dos días sin haber consumido cualquier droga. La ansiedad lo mataba, le temblaban las manos y no podía comer cualquier otra cosa que no fuera esa fantástica comida infectada de mariguana.
- Tú no sabes cómo se siente - el pelirrojo tenía los ojos rojos debido al esfuerzo de las arcadas, ya había vomitado todo lo que desayunó. Levantó la mirada para ver a su amigo quien lo observaba con lástima. Le dio tanta rabia ser visto como un perro callejero - ¿Qué mierda me ves? -
- Luka, debes dejar las drogas - el de ojos rojos soltó una carcajada burlona.
- Yo puedo dejarlo cuando quiera.
- Déjalo ya.
La ira dentro de él hizo explosión hasta terminar en abalanzarse contra su amigo y golpearle el rostro una y otra vez. Un chico que afortunadamente se paseaba por los pasillos alertó con un grito a las autoridades escolares. Crowel fue enviado al hospital por una nariz rota y varios dientes caídos, Luka fue reportado y expulsado de la institución por mala conducta, dejando su segundo año de bachillerato y matando su brillante futuro catedrático.
La adicción se lo comía. Terminó robando cantidades de dinero pequeñas a sus padres, compraba drogas y para cuando el tipo que le vendía lo reconoció como un cliente frecuente, habló con él.
- Pero si es nuestro pequeño Luka - sonrió con dulzura al verlo llegar a aquella central de autobuses, vestido con la misma ropa de hace dos semanas, apestando a mariguana y sudor, con el cuerpo delgado y los ojos muertos.
- Dame 50 de la Blanca Nieves - el joven pelirrojo sacó la cantidad de dinero para pagar solo 30 gramos. Fang soltó una carcajada.
- Campeón, aquí solo hay 500 blines.
Luka se quedó callado, con la mente en blanco, intentando hacerse el confundido.
- No, con eso puedo comprar 50. Dámelo.
Fang sonrió con soberbia, chasqueó los dedos y sus compañeros se dirijeron hacia el joven de rojas pupilas.
- Lukitas, eres más listo que esto. Necesitas un golpe de realidad - los cinco hombres molieron a golpes al delgado chico, quien terminó tendido en el suelo con el rostro sangrante y el cuerpo echo trizas - Tienes una mente brillante, Luka, no sé porqué te saliste de la escuela. Estas echando a perder el gran potencial que tienes - le tomó por los pelirrojos cabellos y levantó su cabeza, viéndolo con esperanza de haber encontrado un gran integrante para su cartel - Yo veo un diamante en bruto que necesita ser pulido. ¿Le vendes tu alma al diablo, Luka? -
- Solo quiero drogas, Fang, no quiero meterme a tu negocio de mierda.
- Luka, no tienes opción. Bienvenido al infierno o te mando allá - tomó un arma de su bolsillo y la colocó en la barbilla del ojirrojo - Te puedo dejar tendido en tu casa y que te archiven como suicida. Necesitas dinero y yo necesito trabajadores. ¿A qué le piensas? -
// //
Tara llegó al departamento de noche. Ella sabía bien del problema de adicciones que tenía su hijo, pero tapaba el sol con un dedo al pensar que solo era una etapa. En la puerta encontró una nota con la letra de su hijo, el cual redactaba:
"Mamá, lamento no haber sido el hijo que esperabas. Me expulsaron del bachillerato hace seis meses y me metí a un mundo del que no podré salir. Ya no tienes hijo, no me conoces y no eres mi madre. Por tu bien, olvídame. Ya le vendí mi alma al diablo"
// //
Fang desintoxicó a Luka en tres dolorosos meses de abstinencia. Le dio una nueva vida acomodada en la zona adinerada de Bazaar, donde le enseñaban a administrar el negocio y a tratar con las demás empresas ilícitas.
- Luka, debes cambiarte el nombre. Te dimos como muerto para Retrópolis, ya no existes. Necesitas un nombre clave.
- Debería ser el Arenas - se bulró Bull, quien siempre se mofaba del pasado adicto a la cocaína de Luka.
- Señor Arena - siguió la broma otro tipo de la habitación, haciendo que los demás estallaran en carcajadas. El pelirrojo se quedó pensando, con 16 años era muy burlando entre los demás trabajadores del Cartel del Bazaar.
- Sandman - declaró al cabo de unos momentos. Fang sonrió.
- Sandman, es hora de tu primer faena.
Salieron del lujosos condominio, subieron a una gran camioneta y condujeron rumbo al centro.
- ¿De verdad mataré a alguien? - el negocio del narcotráfico era duro, estaba mentalizado para los números, no para las faenas.
- Tu primer asesinato debe ser el tuyo, Sandman. Luka ya no existe y aún luces como él. Hay que matarlo.
Sandman optó por tatuarse los brazos con un llamativo tatuaje de sus huesos desde los hombros hasta los dedos. Se perforó las orejas, la nariz, el labio y en su entusiasmo también se hizo una lengua bífida. Se tiñó el cabello a un llamativo lavanda.
Luka había muerto y Sandman había nacido.
// //
Con cada universo que pasaba se hacía más diferente a su realidad. León despertó como un estudiante de Ciencias de la comunicación. Transcurrieron unos días para cuando logró enterarse de su nueva vida: trabajaba en una investigación contra los carteles de drogas y trata de blancas de Retrópolis. ¿Cartel? Juraba que eso era una pancarta con alguna promoción o imagen llamativa, ¿Trata de blancas? Suponía que era algo relacionado a un negocio de algodón o pinturas.
Le llevó mucho tiempo acoplarse a su estilo de vida. Tal parecía que el dinero movía irremediablemente el mundo, que el robo era pan de todos los días y que tú vida corría peligro si andabas por las calles a altas horas de la noche.
- Hoy recibimos dos amenazas por parte del Cartel del Bazaar - anunció Lana, su hermana, cuando le vio llegar de una entrevista con una madre que buscaba a sus hijas desaparecidas.
- Ya son tres en lo que va del mes - casi un año viviendo en este universo y ya sabía que eso era una terrible señal - habrá que viajar a Superciudad para refugiarnos -
Trabajaban en publicar un libro que exponía una enorme red de narcotráfico en Bazaar, un negocio de trata de blancas en Retrópolis y líderes políticos de todos los distritos que viajaban a Bio a comprar y abusar de infantes. Camel de León era el fotógrafo y documentaba en audio y video todo lo que fuera relevante para la investigación.
Para el día siguiente se encontraban viajando hacia Superciudad, distrito lejos del alcance de todas estas mafias que los amenazaban a muerte por descubrir sus negocios. A mitad del camino el autobús fue interceptado y subieron dos hombres.
- Señoras y señores, no se alarmen, solo venimos por un hocicón - anunció un hombre de cabellos negros, sin temor algún de ser grabado o captado, pues con una simple llamada podía ser eliminado de los medios - Camel de León, levanta la mano - silencio.
El corazón del rubio latía con una intensidad inimaginable, la sangre se le congeló y supo que su vida iba a terminar. Se escuchó un disparo contra el techo del autobús, haciendo gritar a los pasajeros.
- ¡Camel de León, sal de una puta vez!
El rubio le entregó su celular y su cámara a Lana, quien rompió en llanto.
- No te vayas, Cami, por favor - le rogaba con desespero a su hermano.
- Lanita, tranquila, mi niña linda. Tu sigue y olvídame. No soy tu hermano, no me conoces y no sabes nada de mi - le dio un beso en las manos - Le voy a vender mi alma al diablo -
Camel se levantó con las manos en alto, entregándose al Cartel del Bazaar.
Lo trasladaron a la zona Palacio del Bazaar. Con una bolsa negra cubriéndole la cabeza, entraron al penthouse de quien lo mandó secuestrar.
- Jefe, le traemos al camaleón - con violencia lo arrojaron al suelo, le dieron algunas patadas en lo que el pelimorado llegaba a la sala.
- Fantástico. Excelente trabajo, chicos - el joven se acercó con confianza al cuerpo que yacía tendido en el suelo. Le quitó la bolsa negra de la cabeza, revelando un golpeado rostro de blanquecina piel, dorados cabellos y unos grandiosos ojos verdes gatunos. Podría ser un buen producto para venderlo por una gran cantidad a algún poderoso político homosexual con gustos refinados. Lo tomó por la barbilla y examinó su rostro: simétrico, pálido, rasgos tiernos e indudablemente atractivo. Sonrió al ver descubierto un excelente producto - Quién diría que con una belleza tal te dedicarías al periodismo - los ojos rojos se encontraron con las pupilas esmeralda, viéndose con detenimiento. Uno fascinado, otro asustado - Desvístanlo - ordenó a sus hombres - Espero que no tengas cicatrices o tatuajes, eso bajaría tu valor -
Sus lacayos se acercaron al chico y le arrancaron la ropa. Camel, envuelto por el temor de morir en un universo que no era el suyo, seguía las órdenes con la esperanza de lograr salir vivo de esta situación. No debía fallar en su misión de encontrar a Sandy. De cuerpo delgado y acendrado, Sandman sonrió al verse dueño de quien trataba de descubrirlo.
- Cuiden de este valioso espécimen, chicos - se acercó a Camel - Vamos, lindo, déjame escuchar la voz que rogará por piedad cuando te venda - el rubio lo observó sin inmutarse, negándose a hablar - Parece que el gato se cree león - extendió la mano para que le pasaran una navaja - ¿Alguna vez has visto la lengua de las serpientes? - abrió su boca y lució su lengua bífida - Es todo un arte lograr esta hazaña en humanos - lo tomó por las mejillas con rudeza y lo hizo mirarle - Incluso con anestesia es incómodo ¿Te gustaría sentirlo en vivo? -
- Camel de León - se dignó por hablar. Sandman sonrió.
- Un gusto, lindo. Yo soy Sandman, y soy a quién estabas buscando.
Los ojos de Camel se abrieron de par en par. Sandman, confundido, logró ver esperanza en los verdes orbes.
- ¿Sandman Príncipe? - el chico de lavandas cabellos lo miraba sin entender nada. Camel volvió a intentar - ¿Sandman Mamluk? - Sandman se petrificó al escuchar su antiguo apellido. León lo notó y supo que había dado en el clavo.
- ¿Dijo Mamluk? - se escucharon los susurros de sus hombres. Asustado por que se revelara su pasado a sus trabajadores, pensó en mantener una plática a solas con el curioso reportero.
- Chicos, denme un momento a solas con nuestro Camel - sin entenderlo muy bien pero sin rechistar, salieron del departamento. El chico de ojos rojos se levantó y se sentó en un sillón frente a quien le interrogaba. Nunca había revelado su pasado más que a Fang, su radical cambio de imagen fue para no ser identificado como Luka Mamluk. ¿Cómo era que este reportero amateur había descubierto su apellido?
- No te llamas Sandman,¿Cierto? - decía Camel en lo que tomaba se reincorporaba con pesar desde el suelo - Pero sí te pertenece Mamluk -
- ¿Cómo conseguiste esa información de mi?
- Sandman, no debes temer por tu identidad en este mundo. A quien eras anteriormente lo dejaste bien muerto y nadie sabe quién es. Si yo conozco tu apellido, no es porque lo haya descubierto en este mundo.
El de cabellos lavanda lo observaba con intriga. Cuando alguien tenía una mente más dotada que el promedio, se notaba en su habla. Este chico parecía tener el don de la sabiduría.
- Sigues sin responder mi pregunta, Camel.
- Mamluk, si quieres saber, primero debes ser - se observaron con profundidad. Ahora el rubí era el temeroso y la esmeralda era fascinada.
- ¿Ser? Yo soy yo.
- Lo fuiste, pero ahora no eres tú.
- ¿Y tú cómo sabes quién soy?
- No sé quién eres, Sandman, pero sé quién fuiste y quién serás.
- ¿Cómo?, ¿Cómo es que conoces tanto de mi?
- Porque te veo con el corazón.
El de ojos rojos estalló en carcajadas.
- ¿Verme con el corazón? ¿Acaso eres cristiano?
- La religión teológica no tiene nada que ver en esto, Mamluk. Pero debes saber que la ciencia encamina a la religión.
- ¿Eres un testigo que Jehová que viene a evangelizarme?
- En lo absoluto. Pero debes saber que poca ciencia te aleja de Dios, y mucha ciencia te acerca a él.
- Solo dices estupideces - el de piel morena se levantó y meditó con frustración - Entonces, me ves con el corazón - Camel asintió - ¿Y qué se supone que ves? -
- Veo un niño inteligente, un prodigio. Había un futuro grandioso para ti, pero tal parece que caíste en una mala vida. Supongo que tus padres se divorciaron - se observaron. Sandman se delató - Seguramente te encantaba la filosofía y la ciencia, pero no creo que haya seguido cultivando ese conocimiento -
- Ahora sé administrar dinero y mover negocios. Salí de las drogas para convertirme en jefe y tener la vida que siempre soñé.
- Mamluk, vendiste tu alma a cambio de dejar de ser humano.
- Le vendí mi alma al diablo.
- Entonces crees en Dios.
Silencio. Sandman estaba emocionado y nervioso por la conversación que mantenía. Hacía años no tenía una mente tan estimulante con la que intercambiar ideas.
- Bien, ¿Qué quieres de mi? - finalmente cedió el de lujosa vestimenta.
- Conocerte.
- Claro, para sacarme información y publicarla en tu libro de mierda.
- No. Quiero conocerte para que te conozcas - después de toda la plática tan extraña, eso no sonaba tan fuera de lugar.
- ¿Quieres ser mi amigo?
- En resumidas palabras, sí.
Sandman quedó en silencio, meditando con detenimiento. ¿Qué tan buena idea era esto? Estaba tan intimidado, pero su instinto decía que no debía temer, que no corría ningún peligro.
- Está bien, Camel - se acercó a él y se estrecharon las manos.
- Entonces, ¿cómo te llamas?
- Luka Mamluk.
// //
Era difícil definir cuánto tiempo había transcurrido. Camel y Luka habían formado una amistad extraordinaria: el ojirrojo resultó tener una personalidad burlona y sarcástica, pero de pensamiento profundo y complejo. El de ojos verdes lo escuchaba con detenimiento, dándole valiosos consejos y compartiéndole pensamientos que lo dejaban meditando más de lo usual. Se estimaban y se procuraban. Luka resultó ser tres años menor, contando con apenas 17 cuando Camel ya tenía 20.
Cuando sus deberes como narcotraficante lo dejaban tranquilo, pasaba su tiempo libre con su mejor amigo, charlando o compartiendo algún pasatiempo juntos. Sin embargo, Luka no evitó verse perturbado al descubrir que Camel le hacía revolotear mariposas en el estómago con una simple mirada.
Era de noche cuando se encontraban en la terraza del penthouse, observando las constelaciones con un gran telescopio. Luka observaba con fascinación a aquel rubio de ojos verdes, quien le hablaba de algún mito griego sobre una constelación. Se sentía enamorado y ya no había dudas sobre ello.
- Camel - estaba listo para declararse. No importaba nada, solo quería saber qué sentía el otro. El rubio le dedicó su atención - Estoy enamorado de ti -
El mayor sonrió, le dedicó una tierna mirada. Apenas tomaba aire para hablar cuando un disparo de escuchó. La mafia de Snowtel tomaba armas por el territorio de Superciudad, atentando contra su líder, Sandman, pero fallando el francotirador y acertando el tiro contra su acompañante.
Camel cayó en el suelo con un disparo en la espalda. El sonido alertó a sus trabajadores, saliendo en defensa del jefe, cubriéndolo y poniendolo asalvo. Entre llanto y gritos, Sandman rogaba que llevaran a Camel al hospital.
- Debemos cuidarlo a usted, jefe. Lo ponemos a salvo y vamos por su amigo.
Los ojos esmeralda observaron cómo aquel asesino de cabellos lavanda era llevado a la fuera a algún lugar donde estuviera seguro. Sonrió al recodar las palabras que le había dedicado.
En su universo él había perdido al amor de su vida, pero en este universo, el amor de su vida lo había perdido a él.
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