Parte 79
Cameron
Cameron tuvo que sentarse de repente para toser y sacar de sus pulmones toda la arena que lo estaba ahogando y no lo dejaba respirar, aunque aún puede sentir su boca arenosa con un extraño sabor a sangre y arena que lo hizo sentir muy mal, después intento moverse para levantarse pero un fuerte dolor recorre todo su cuerpo cómo si hubiera sido atropellado, es un dolor tan fuerte que hasta sus músculos más pequeños lo hicieron temblar.
Pero aquello que lo hizo abrir los ojos de inmediato y que hizo que olvidará todo el dolor, fue escuchar el llanto de su hija, así que llenó de alarma, abrió los ojos buscandola por todos lados al no tenerla en sus brazos.
— ¡Joder, no puede estar pasandome esto de nuevo! — Gritó con furia al ver que todo a su alrededor no es él nuevo y moderno Londres, sino el polvoriento y amarillento Egipto, claro, no él nuevo, sino el caotico pasado donde la gente no tiene modales.
Más enojado que nunca, Cameron sintió sus venas arder de coraje al ver como su hija, esa pequeña bebé, se retuerce de llanto en los brazos de una mujer ajena vieja y desconocida, rapidamente se inclinó y se la arrebató de los brazos con furia, quizá esas malditas personas que los recogieron a él y a su hija del desierto pensaron que estaban muertos, porqué revisaban el cuerpo de Olimpia cómo si fuera una buena mercancía para vender y a él, bueno, se llevaron todo, le quitaron su saco de una marca reconocida, su anillo de diamante y su reloj de oro, hasta su celular desapareció, no tiene nada más qué una camisa sucia y desgarrada porqué seguramente se golpeó con algo en su viaje al pasado, lo robaron esos malditos egipcios y aún no sabe porqué, ya qué todo lo qué le quitaron son cosas del futuro que no sabrán usar.
Lo único que le dejaron fue esa arma que lleva escondida entre su pantalon y su camisa, lo sabe porqué la sintió pegada a su abdomen al poner a Olimpia sobre su pecho.
— ¿Estas bien cariño? — Le preguntó al oído sabiendo de antemano qué esa bebé no le contestará, su hija sólo se aferró a su camisa cansada de estar expuesta al sol, tantas horas, pero es tan pequeña que le asusta verla tan decaída, los bebés mueren con facilidad y más en el pasado dónde las condiciones de vida son diferentes, así que recostó a su hija levemente, tan pequeña que se acuna entre sus brazos y le miró las mejillas quemadas por el sol y la boca entreabierta porqué esta deshidrata — ¡Dios! Sino te alimentó morirás en unas horas, te juro cariño que papá te sacará de aquí, volveremos a Londres, lo prometo —
Trató de cubrir a Olimpia del sol con sus brazos, su hija tiene la piel tan blanca que tiene pequeñas quemaduras rojizas que la harían llorar, pero esta tan hambrienta y deshidrata que no suelta ni una lágrima, sólo está enferma y cabizbaja.
La tomó suavemente del rostro tratando de evitar que su bebé cierre los ojos, está horrorizado de verla así, más, al darse cuenta que esos malditos también le robaron la ropa a su hija y solo la dejaron en pañalero y sus calcetitas, así que su horror fue más grande cuándo vio una grieta negra y profunda que sale desde el pie hasta la pierna de su bebé, esa grieta que le recuerda qué si esas grietas negras cubren el cuerpo de su hija, ella morirá y se convertirá en polvo.
Sólo tiene horas para salvarla y llevarla de vuelta a Londres.
Si estuvieran en Londres habría llevado a su hija con los mejores médicos, pero aquí sólo subió de nuevo la calcetita para cubrir la grieta, la aferró a su pecho y la besó fuertemente en la frente, llenó de miedo con la sola idea de que muera en sus brazos.
Así qué con sigilo y horror se cer morir a su hija, bajó rapidamenete de esa carreta donde lo llevaban cómo si fuera un esclavo y corrió cómo nunca antes lo había hecho entre las callejuelas de la vieja Alejandría, quizá sus captores lo habrían seguido, sino fuera porqué Cameron se confundió entre el gentío y él caos de la ciudad.
Primero se quedó sorprendido de ver la magnificencia de la vieja Alejandría, pero también se asustó de ver como los romanos destruyen todo a su alrededor, cómo gritan para tumbar las estatuas de Cleopatra y desbaratar el mármol contra el suelo, cómo saquean las casas de los grandes sacerdotes y se llevan a las sirvientas para abusar de ellas.
Esto es el horror de un pueblo dominando en el pasado. Egipto perdió la guerra.
Cameron escondió la cabeza de su hija en su cuello para que el griterío, el llanto de los niños sin padres y las espadas romanas no la asusten, porqué exactamente de esté caos era de la cual la quería librar.
Pero cuándo un par de romanos lo miraron extraño por su rara vestimenta, Cameron se movió de lugar por las callejuelas, lo último que quiere es llamar la atención con una bebé en brazos.
— ¿Olimpia? Bebé, escúchame — La llamo al sentirla débil y con una respiración que apenas escucha — Cariño, oh dios, no te duermas, papá está contigo y encontraremos un lugar para pasar la noche —
Cameron miró todo a su alrededor con desesperación, así que entró al primer palacio que vio vacío porqué los romanos lo vaciaron por completo, claro que hay ladrones robándose el oro que queda, pero ya no esta tan cuidado como antes.
Entró sigilosamente escondiéndose de los romanos que salen con las manos llenas de oro y tratando de no mirar los cuerpos de los guardias egipcios tirados por el suelo, sólo caminó por una serie de habitaciones que de seguro hace unas horas estaban finamente decoradas, pero que ahora solo son un revoltijo de muebles rotos por todo el lugar, sin embargo, pensó en irse y largarse de Alejandría, sino fuera porqué los llantos de unos niños lo detuvieron por completo.
Y al entrar en una habitación más grande los vio, esos tres pequeños llorando en la esquina de la habitación, extraños en su vestimentas antiguas, los varones con extraños cortes de cabello y la menor tratando de cuidarlos, tres niños que lloran al ver el cuerpo de su eunuco muerto delante de ellos.
Quizo acercarse para el calmar el dramático llanto de esos niños egipcios, pero alguien más se adelantó, una mujer cubierta con un manto, a simple vista creyó que era una esclava, sino fuera porqué sus brazos están decorados con pulseras de oro y porqué calmó el llanto de los niños en un instante.
Un par de guardias egipcios se acercaron a la entrada de la habitación mientras esa mujer acaricia el rostro de los niños
— Shsh, estarán mejor lo prometo — Dijo esa mujer llorando sin consuelo tratando de que los niños beban de una copa de oro — Sólo tomen un pequeño trago y tendrán el sueño más placentero entre los dioses, vivirán por siempre en Alejandría —
Pero esa mujer no pudo soportar envenenar a sus propios hijos y arrojó la copa contra la pared derramando el negroso contenido y soltando un fuerte quejido de dolor, un dolor aterrador de una madre y cuando por fin se percató de su presencia, se dio la media vuelta para verlo con los ojos llorosos.
— ¡¿Cameron eres tú o eres una ilusión en mi lecho de muerte?! ¿Eres una pesadilla, Inglés? — Celopatra se pasó las manos por el cabello cómo si no creyera que está delante de ella y olvidando todo, se arrojó sobre él casi tumbando en el acto — ¡Cameron! Oh por todas las locuras que vi en Londres, no sabes lo mucho que te extrañé —
Pero Cleopatra guardo silencio y se alejó al sentir el pecho cuerpo entre ellos, sonrió y casi inmediatamente ella le arrebató de los brazos, llenando de besos a Olimpia, como si creyera que ella también es una ilusión.
— ¡¿Qué le pasa a Olimpia?! — Dijo asustada al verla tan enfermiza, la movió y al no encontrar respuesta, Cleopatra abrió una capa de su fino vestido y puso su seno sobre la boca de la bebé — Quizá ella solo tiene hambre y quizá yo la estuve esperando todo este tiempo —
Y eso fue lo que necesitaban, ambos se extrañaban tanto que Olimpia al sentir las gotas de leche materna inundando su boca, abrió los ojos y se aferró al seno con fuerza casi cómo sino quisiera que nunca la alejaran de su mamá, Cleopatra sonrió con alegría borrando las lágrimas de su rostro y le dio la espalda para acercarse a esos tres niños cómo si quisiera emocionarnos al enseñarle al bebé y hacerlos olvidar del infierno que les espera.
Porque ambos saben que esos tres niños tienen un trágico futuro.
Cleopatra y los niños parecen abosortos al ver a Olimpia, porque le acarician las mejillas mientras la alimentan, cómo sino entendieran porque su hermana es tan diferente a ellos y cómo es que viene del futuro.
Pero él sabe que en unos minutos los romanos llegarán y esto se volverá una locura, por eso se acercó y tomó a Cleopatra de las mejillas para obligarla a mirarlo.
— Tenemos que irnos ¿Me entiendes? — Le dijo con coraje, ya que por su culpa están aquí — Olimpia y yo llegamos aquí por error, no llegamos aquí para verte morir, es mi hija y la sacara de esta locura —
— También es mía — Replicó Cleopatra rechinando los dientes de coraje.
— Tú morirás Cleopatra, técnicamente ya no es tu hija— Dijo con coraje haciéndola sufrir por sus palabras— No dejes que nosotros tengamos tu mala suerte, no merecemos morir por tu culpa —
Los ojos de esa reina se llenaron de lágrimas, pero las borró furiosa y trato de alejarse del pecho a Olimpia, sin embargo, la bebé no la dejó. Cameron soltó un fuerte suspiro, miró a los guardias avisando de la presencia de los romanos y volvió a tomar de la barbilla a esa reina.
Al parecer su corazón siempre lo traiciona.
— Intenta venir con nosotros —
— No voy a dejar a mis hijos— contesto rápidamente.
— No vas a dejarlos Cloe, pero tus hijos tienen un destino escrito, él tuyo puede cambiar — Pero los romanos inrrumpieron con violencia en la habitación llevandose violentamente a esos tres niños, la escena fue caótica y dramática y Cleopatra no pudo detenerlos, se tiró al suelo para llorar desconsoladamente porque sabe que ella también morirá en unas horas, así que la tomó de los brazos para levantarla — No puedes cambiar nada en ellos, ni el rumbo de Egipto, pero esta vez no nos iremos a Londres sin ti, Olimpia necesita una mamá y no me importa llevarte convertida en una momia —
Cleopatra sonrió amargamente con el corazón desecho, le ordeno a sus guardias que se fueran y acomodó a Olimpia para tenerla caerca de su pecho desnudo, la cubrió com el manto para que nadie la vea y habló en voz baja con los ojos llenos de determinación en irse de aquí.
— Entonces ayúdame a burlar mi muerte —
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top