Parte 78
Cleopatra
Cleopatra levantó la mirada con confianza, segura de las legiones que están delante de ella a punto de levantar sus espadas para hacer a Egipto grande de nuevo, esos guerreros acomodan sus escudos para comenzar la guerra, él ruidos de los camellos con soldados egipcios y los caballos con los generales romanos llenan el lugar, y todos esperan a sus contrincantes como animales listos para atacar.
Pero sus contrincantes no se asustan, esos romanos están ahí sobre él desierto a las afueras de Alejandría, con sus estandartes puesto al alba mostrando sus águilas listos para atacar y destrozarla a ella y a su ejército, pero Cleopatra no es tonta, sabe todo lo que sucederá porqué lo leyó en el futuro, está pelea la pierden, aunque... aún existe una leve posibilidad de cambiar toda su historia.
Pero si logra cambiarla, Cameron no existirá, y Olimpia se borrará de toda su vida.
Aún así, no se rindió, tomó su cetro y se mordió el labio lista para la batalla. Es una reina que toma riesgos y muy grandes.
- ¿Estamos listos Majestad? - Le pregunto uno de sus guardias, aquel soldado romano con las manos en la empuñadura de su espada - ¿Majestad? -
Pero Cleopatra no pudo mover sus piernas, aún no esta segura si lo correcto es ganar la guerra, porqué si la gana su historia cambiará, todo lo escrito en los libros de historia se borrará y jamás sabrá de ese Inglés, mucho menos de su hija, pero ante la insistencia del romano, se dignó a mirarlo.
- Estamos listos - Dijo con furia retenida en la voz, enojada de ver a todos esos romanos invadiendo sus tierras egipcias - ¡Preparen a los soldados y avisenle a los arqueros que estamos listos para atacar, esos malditos romanos conocerán mi furia! -
Caminó fuera de su tienda para mirar el panorama, sus guardias y Marco Antonio en especial le habían pedido que se quedará ahí dentro resguardada, pero no pudo soportar más y salió con el sol cegandola un momento, pero abrió los ojos horrorizada al ver la lucha qué se desenvuelve delante de ella, cuerpos caídos, miembros separados de sus dueños, gritos de dolor y espadas ensangrentadas.
Su pecho sube y baja aterrorizada, más, cuándo un general, el fiel amigo de su amante romano, llegó en su caballo llenó de exaltación.
- ¡Las legiones nos han abandonado! - Dijo con bravura y terror - Todas se han pasado al bando de Octavio porqué no quieren sentir el castigo de Roma, hemos perdido y ahora tomarán Alejandría ¡Majestad tiene que irse ahora! -
Cleopatra retrocedió unos pasos enterrando sus zapatillas de oro en la arena y negó con la cabeza.
- ¡¿Dónde esta Marco Antonio?! - Gritó con terror - ¡¿Dónde está?! -
- No sabemos, estába en medio de la batalla cuándo sus legiones lo abandonaron - Le dijo ese romano sacudiendola por los hombros- ¡Tiene que irse ahora!
Pero no hizo nada, Cleopatra quedó ahí hasta que ese romano se fue, está confundida y aturdida por los gritos de los guerreros, pero al darse la media vuelta dispuesta a salir corriendo, ese soldados que la había acompañado durante ira como un perro guardián, desenvaino su espada, y se acercó a ella para atacarla.
- ¡¿Estás loco?! ¡No puedes atacar a tu reina! - Le gritó mientras le arroja cientos de cosas que tiene a la mano para calmarlo.
- ¡¿Reina?! - Se burlo con malicia - No eres más que una egipcia, tú no eres mi reina -
La espada se blandio delante de ella dañandola en el hombro logrando hacer una herida profunda, la sangre de inmediato bajó por su brazo hasta su muñeca, pero eso le hizo entender que aquí sí puede morir, no es cómo en Londres donde revivia, aquí sí esa espada la atraviesa morirá para siempre.
Y con una rapidez que ni ella aún conoce, tomó su espada, esa que mandó a hacer para sí misma, y la clavó sobre el pecho de ese hombre llenando sus manos de sangre, líquido que se limpió en su vestido, así que llena de sangre, Cleopatra salió corriendo de ahí como sí tratará de buscar su libertad.
Corrió por el desierto, pero no lejos de su palacio, sólo quiere estar sola y lamentar el hecho de que sus planes no salieron como ella quería.
Gritó y golpeó sus manos contra la arena, llorando mientras escucha los gritos de sus guardias al ser asesinados por los romanos
- ¡Necesitó volver! - Gritó golpeando la arena sin parar - ¡No quiero morir de nuevo, no quiero hacer esto otra vez! -
Pero un extraño aire del desierto movió las telas de su vestido, se acercó tanto a ella que la arena a su lado se removió, dejando salir una vieja ancina.
- No puedes volver al futuro Cleopatra - Comentó Amunet mirando directo hacia la espesura del desierto - Haz perdido tu oportunidad -
- ¡¿Qué?! ¡No, tiene que haber una manera! ¡Siempre hay una! - Grito mientras se pasa las manos por el cabello - ¡No puedo morir de nuevo! -
- Él destino te dio una oportunidad no para cambiar el pasado, sino para que tuvieras otro futuro - Le dijo esa vieja ancina con el rostro llenó de tatuajes negros - La desperdiciaste, ahora estás destinada a morir, pero está vez para siempre -
Cameron
- ¿Cameron? - Preguntó una voz femenina mietras le acaricia la frente y lo mueve levemente por los hombros - ¡Despierta por favor! -
Cameron abrió los ojos asustado y se alejó un momento golpeado su espalda contra la pared gris llena de agua, se pasó las manos por el cabello para ver un rastro de sangre en su frente y también para sentir su cabello mojado porqué las goteras del calabozo mojaban su rostro.
Con rapidez sacó el arma que siempre lleva escondida en su saco, y le apuntó directamente a esa mujer delante de él.
- ¡¿Qué demonios quieres?! - Rechino los dientes de coraje y afirmó la puntería de su arma hacía la cabeza de esa periodista.
- Lamento mucho todo lo ocurrido, ellos iban a matarme -
Cameron la interrumpió escupiendo el rencor en sus palabras, asusntandola por su frialdad.
- ¡¿Y eso a mi que me importa?! - Grito con furia cerrando los ojos al momento al sentir un fuerte dolor en la cabeza - Solo dime dónde demonios está mi hija y después no me importa una mierda lo que pase contigo ¡¿Por eso estabas tan obsesionada con la mamá de Olimpia?! -
- ¡Porqué ella era Cleopatra! - Lo interrumpió con emoción en su voz - ¡Se toda la verdad! -
Cameron se acercó fulminandola con la mirada sin dejar de amenazarla con su arma.
- No me importa lo que sepas, ni tú, ni toda esa maldita Orden sabrá jamás la verdad - Rugió con furia - ¡¿Dime dónde demonios está mi hija?! -
Esa periodista asintió con la cabeza muy asustada y descubrió lentamente su pecho mostrando un pequeño bulto cubierto por una sábana blanca.
- Aquí está tu hija - Brook trato de seguir hablando, pero Cameron se acercó tan rápido que le arrebató de los brazos a la bebé - Lo siento yo.... yo no creí que esto pasaría -
Cameron besó la frente de Olimpia y verificó que todo en ella estuviera bien, pero solo es una pequeña bebé que no sabe donde está, tiene los ojos abiertos aferrándose a su camisa para que ya no la alejen de él. La aferró fuertemente y la pegó a su pecho sin dejar de apuntar con el arma a esa periodista
- ¿Así? - Preguntó con sarcasmo - ¿Acaso pensaste que jugarían con nosotros a la hora del té? Porqué traicionarme fue una estupidez, si a mi hija le hubiera pasado algo, tú estarías muerta, te lo aseguró -
Cameron se puso en pie tratando de salir de la celda, pero esa mujer se colgó de su brazo con los ojos llenos de lágrimas.
- ¡Escúchame! Yo estaba investigando sobre la historia de la mujer que se arrojó al río Tamesis y su historia me llevó hasta ti y a tus viajes en Egipto, yo jamás creí que les harían algo malo y tienes que créeme - Dijo con las lágrimas bajando por sus mejillas - ¡Yo te ayudaré a salir de aquí, pero tienes que confiar en mi! -
- ¿Confiar en ti? Ni qué estuviera loco -
Intento abrir la puerta de metal con desesperación dañado su hombro, pero esa periodista lo detuvo de nuevo.
- Yo tengo la llaves de la puerta, pero si sales te matarán sin pensarlo - Dijo con suavidad tratando de calmarlo - Déjame ayudarte, sino es por ti, que sea por el cariño que siento por tu hija o por su madre la reina Cleopatra -
Cameron asintió, tampoco tiene otra alternativa, así que dejó que esa mujer abriera la puerta y caminó detrás de ella por aquellos oscuros pasadizos. Por el ruidos que puede escuchar, tiene la confianza de decir qué está debajo de las calles de Londres, porque vibran las paredes cada vez que pasa un bus.
- ¿Dónde estamos? - Dijo en voz baja, cubriendo a Olimpia con sus saco porqué el lugar está muy frío.
- Debajo de las calles de Londres, eran unos pasadizos secretos que usaban los caballeros templarios cuando necesitaban hacer una reunión secreta, ahora son de la Orden del Tiempo - Brooks se dio la media vuelta y le puso la mano sobre la boca para que no emita ni un solo ruido - Dame a tu hija, confía en mí, necesitas confiar y te ayudaré a salir, pero déjame distraerlos -
Cameron lo pensó muy bien, pero no tiene otra alternativa, es eso o quedarse en medio de pasillos sin final a la vista, así que alejó poco a poco a su bebé y la puso sobre los brazos de esa periodista, mientras un par de guardias lo toman de los brazos como si fuera un prisionero para llevarlo delante de esa horrible bruja egipcia.
- Miré primer ministro... - Dijo esa vieja mujer llamada Keket - Al parecer ya encontraron el tesoro de Cleopatra, y donde menos se los espera -
- No - Replico con coraje
- ¿Esta seguro? - Le preguntó esa anciana acercándose a esa periodista y su hija - Porqué podemos cambiar la vida de su hija por él oro, de todos modos esa niña no es natural -
Brooks corrió cuando intentaron quitarle a la niña de los brazos, pero una bala disparada por uno de los guardias de esa anciana le atravesó la espalda y la hizo caer con la bebé sobre el pecho, así que Cameron aprovecho ese momento y se arrojó sobre esa periodista después de dispararle a esa vieja ancina, sobretodo corrió sin ver si mató a esa mujer porqué el portal está abierto y Olimpia esta a punto de caerse.
- Cariño no te muevas, te lo pido Olimpia, quédate así bebé, papá llegará por ti en un momento -
Dijo Cameron muerto de horror al ver a su hija justo en el borde del abismo, pero es una bebé que no entiende qué no debe de moverse, sin embargo cuándo Brook murió, dio un último suspiró y soltó sus brazos dejando caer a la bebé al vacío, así que sin pensarlo Cameron se dejó caer también hacía las arenas del tiempo alcanzó a tomar a su hija de la punta del pie listos para perderse en la oscuridad.
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