Parte 63
Cameron
— ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí con mi hija?! — Cameron se pasó las manos por rubio el cabello llenó de molestia — Si mal no recuerdo, esta mañana dejé a mi hija bajó el cuidado de su nana, y en palabras muy explícitas dijiste que no querías ser su mamá, así que damela ahora mismo y vete a Egipto si eso es lo que quieres —
Cleopatra se alejó unos paso y sonrió de lado, con esa maldita sonrisa burlona de superioridad por la cual hacía enfurecer hasta el general romano más frío de todos.
— Yo no dije que no quería ser su madre, sólo que el concepto de madre que tú tienes es... — Dijo rápidamente con su mano en su barbilla pensativa — Cómo más diez siglos de diferente a la maternidad que yo conozco —
Cameron la fulminó con la mirada, le hubiera gustado arrebatarle de los brazos a esa pequeña bebé que descansa su cabecita sobre su pecho, esta hecha una bolita cubirta por sus mantas, es tan pequeña que lo único que puede verse son esas prrejas de conejo de su gorro, quería tomarla en brazos y alejarla de esa egipcia, pero a las afueras del museo de historia de Londres hay tanta gente que sería un escándalo si todos lo ven con esa actitud, así que soportó su coraje y respiró ampliamente. Tiene a sus guardias pendientes si en cualquier momento esa egipcia sale corriendo, ya que con sus raras ideas de volver al pasado, no puede confiar en ella.
— Es que tu maternidad y la mía no tienen nada que ver Cleopatra— Dijo aparentando los dientes por el coraje — Yo no veo a mi hija cómo una heredera que podría quitarme el trono, ni cómo enemiga y mucho menos como una guerrera para salvar mi reino, es una bebé, es que tú...—
Cleopatra soltó una fina carcajada, adorable para el odio para enfurecido.
— Yo tampoco veo a Olimpia como mi heredera, la veo como una bebé, una pequeña tolomea ¿Verdad qué es tan linda cómo Afrodita? — Comentó posando sus ojos en el rostro de esa bebé de dorados mechones — Podría jurar que es toda una tolomea y que la herencia griega y egipcia está en su sangre, por esa venimos a ver a unas cuantas momias, veremos si mi hija tiene parecido con algún familiar —
La fulminó con la mirada sorprendido de verla subir los escalones con la bebé en brazos cómo si fuera una excelente madre, porqué la historia no la cuenta cómo la mejor madre y las pocas veces de sus viajes al pasado en que Cesarion estaba, nunca estuvo con ella, eran tan distantes como dos ajenos, ella una reina ocupada en grandes fiestas con su amado amante y ese niño, con el mismo mentón de su padre, acompañado de sus guardias y de sus nodrizas, sin verse, sin abrazarme, sin nada de amor, sólo como dos dignos faraones que algún día compartirían el trono de Egipto.
Verla así de cariñosa definitivamente lo sorprendió, Cleopatra en sus viajes al pasado jamás abrazaba a sus hijos, y ahora sostiene a la bebé como si estuviera encantada con ese pequeño cuerpo, le habla en voz baja mientras suben los escalones cómo sí estuviera a punto de contarle la más grande historia de Egipto.
— ¿Vienes o te quedarás ahí viéndonos toda la tarde? — Cleopatra cubrió el rostro de la bebé cómo si tuviera miedo de que la arena se la tragará — Si sigues viéndonos así todos creerán que estás loco, así pasaba con los cónsules romanos y créeme, te matarán de unas puñaladas por la espalda cómo a Julio Cesar —
Con una sola mirada le pidió a sus guardias que se dispersaran por el museo y subió rápidamente los escalones, por una parte para alcanzarlas y también porqué la lluvia está por llegar y todo el mundo se refugia dentro del museo, por un momento levantó la mirada y vio el cielo, tan oscuro, con nubes tan densas como sí esa lluvia fueran lágrimas furiosas de un dios porqué hay una bebé antinatural rondando por las calles de Londres.
— ¿Notas esa extraña lluvia Cameron? — Le preguntó esa egipcia al entrar al museo y refugiarse de las extrañas gotas de agua que golpean las ventanas — Pues no es una lluvia normal, digamos en pocas palabras qué enfurecimos a un dios por traer a la vida a otra descendiente de los tolomeos —
Cameron pasó la mirada por todo el lugar por los gritos de los niños al ver las antigüedades egipcias, entre las charlas de los turistas que se quedan fascinados de los sarcófagos y entre el ruido de la lluvia, miró a todos lados verificándo qué ningún sujeto extraño los haya seguido porqué una cosa era librarse de la muerte ellos dos, ya qué algunas veces estuvieron a punto de morir, bueno solamente él, pero huir con una bebé complica las cosas, así que al darse cuenta qué no hay nadie, tomó de la cintura a Cleopatra y la mantuvo cerca, por si acaso algún demente la reconoce cómo la reina de Egipto.
Los turistas están hechizados con las antigüedades, los bustos de emperadores y con los muros tallados de los rostro de los faraones, sin saber que entre ellos camina la misma reina de Egipto, si el mundo dejará sus celulares y solo pusiera la mirada un segundo en ella, se darían cuenta del parecido y esto se volvería un caos que él no podría controlar.
— ¿Entonces qué hacemos aquí? Un museo es un pésimo lugar para esconderse de un dios qué odia a mi hija —
Cleopatra soltó otra carcajada mientras pasa sus dedos por el duro cristal que protege los viejos carcajos de los qué alguna vez fueron humanos.
— No quiere matarla Cameron, solo quiere conocerla, los que sí quieren matarla son otros — Cleopatra sonrió ampliamente como casi nunca lo hace, porque siempre está molesta, ordenando o haciendo caer a los hombres a sus pies — Pero vine aquí porqué quiero mostrarle a mi hija la herencia que tiene, ya se que me dirás que sólo es una bebé, pero no se el tiempo que me quedé hasta que tú abuelo preparé otra expedición — Cleopatra puso su mano sobre su pecho tratando se calmarlo — Se que estás molesto conmigo y que creés que soy una pésima madre, pero solo finjamos que no estamos enojados y déjame disfrutar mi tiempo con Olimpia, sólo te pido eso —
Cameron asintió con la cabeza y se acercó hasta ellas porqué al parecer Cleopatra está fascinada de acercar el pequeño rostro de su hija para que mire todo el legado que los egipcios dejaron al mundo, le habla en ese idioma muerto, quizá le dice cosas secretas que él jamás podrá descifrar, es un lenguaje extraño pero no brusco, como si le contara una canción de cuna, una canción que cuenta la historia del mundo antiguo. Apenas es una bebé, pero abre esos diminutos ojos y mira a su madre como si entendiera el peso de su legado, ambas se miran con tanto cariño que ese lazo especial que ya existe entre ellas ni el paso de los siglos podrá romperlo.
— ¿Creés que Olimpia se parece a alguno de mis antepasados? Mi sangre no es completame egipcia ¿Lo sabes, verdad? Una parte griega también es mi legado — Su hija se removió sobre el pecho de su madre como si intentará cubrirse del frío en el regazo de su madre — Yo creo que tiene los rizos dorados de Alejandro Magno, él mentón de Aquiles y la nariz de mi padre —
Cameron se acercó lo suficiente para ver ese carcajo negro del cuerpo de una momia.
— Bueno, no me gusta comparar a mi hija con unas horribles momias —
— Pero alguna vez fueron humanos, fuertes guerreros y los más bellos de la antigüedad, yo alguna vez fui una momia, quizá hasta te habría asustado con mi piel muerta y mírame — Le pidió con su voz sensual — ¿Te parezco horrible? —
— No, definitivamente no — Pasó su mirada por esos suaves hombros de piel blanca, por el arco de su cuello, por ese suave cabello negro y por esos ojos enigmáticos — Creó que nuestra hija se parece a ti en todos los sentidos, eres muy bella Cleopatra —
Ella lo miró llena de burla acostumbrada a los halagos masculinos.
— Harás que me sonroje con tu romanticismo Cameron — Cleopatra siguiendo caminando por los pasillos del museo manteniendo abrazada a esa bebé, incluso posó sus labios sobre la pequeña frente de su hija — Pienso hacer un pequeño palacio en la habitación de Olimpia, ya sabes, decorarla cómo lo tendría un pequeño faraón, quiero más sirvientas, pero ninguna nodriza, mientras yo esté aquí, Olimpia estará conmigo —
— Me gusta esa idea, tendrás todo el dinero que quieras mientras seas tú quien cuide de mi hija —
Y como si fuera acto de magia, Olimpia abrió sus grandes ojos recargando sus pequeñas mejillas sobre el pecho de su madre, está aferrada a esos mechones oscuros mientras observa todo, puede que su pequeña mente este procesando toda la historia que algún día le platicara con mayor detalle.
Por un momento quizo alejarla de ahí y él mismo tomarla en brazos, es tan pequeña que tiene miedo de que algo pueda dañarla, pero no quiere arruinar ese extraño momento especial madre e hija.
— ¿Porqué la llamaste Olimpia? — Le preguntó al quitarse su saco y cubrirlas con el cuándo una ventana del museo se abrió por accidente — Pudiste llamarla de otra forma ¿Qué tal Elle cómo mi abuela? —
— ¿Llamarla como una inglesa? ¡Jamás! — Cleopatra lo miró de reojo — ¿Conoces la historia de la Madre de Alejandro Magno? Su madre, Olimpia, era una mujer poderosa, llena de valentía y orgullo, ella dio a luz al hombre que inició nuestra descendencia tolemaica, por la divinidad de su vientre mi legado también es griego, por ella soy una faraóna y quise que mi hija tuviera el orgullo de ser nombrada de esa forma —
Cameron la beso dulcemente en la mejilla, por primera vez están disfrutando de un buen momento dónde no tienen que estar huyendo y mucho menos luchado por su vida, no hay momias, ni asesinos, sólo ellos tres.
— ¿Sólo por esta noche podemos fingir que todo esta bien? — La cuestiono con cierta esperanza en su voz— Quiero fingir que nunca te irás, qué somos una buena pareja, solo quiero hacer algo normal y disfrutar del hecho de que la Orden del Tiempo no está detrás de ti —
— Siempre estarán detrás de mí Cameron, porque el mapa de mi tumba está guardado dentro de mis recuerdos — Eso ensombreció sus enigmaticos ojos que fingió al momento — Pero aceptó tu propuesta, creó que solo por una noche quiero hacer algo que todas las jóvenes londinenses hacen —
Cameron la tomó de esa estrecha cintura conduciéndola fuera de ese lúgubre lugar llenó de antigüedades que para ella sólo trae malo recuerdos de esa vida que dejó de existir hace siglos, sus guardias los acompañaron con sombrillas hasta el auto y cuándo estuvieron seguras y con las puertas cerradas, la observó acariciando los mechones de la bebé, buscando algún defecto en ella.
— ¿Creés que Olimpia también sea una momia? — Preguntó Cleopatra sin dejar de revisar a la bebé — Yo lo soy, no sería extraño si lo fuera —
Cameron encendió su auto sintiendo la fuerza del motor debajo de ellos, no es un auto para llevar a una bebé y menos para una mujer que estaba acostumbrada a que sus esclavos la llevarán, pero sí es un auto para escapar en caso de qué lo necesiten.
Cameron aferró sus manos al volante y sonrió ampliamente.
— También fijamos que es una pequeña momia, puede que si lo sea, pero sólo pensemos que es una bebé normal — Cameron la cuestión con la mirada — ¿Entonces quieres hacer algo que todo el mundo hace en el futuro? Podría llevarte a cientos de lugares, pero tomando en cuenta que nos acompaña una bebé y que no es seguro dejarla, haremos algo más adecuado —
Cleopatra se quedó callada unos minutos perdida en sus pensamientos.
— Siempre he querido probar la comida italiana, quiero probar todo lo que sea diferente a mi, cualquier cosa, te prometo qué no me asustare — Lo tomó de la mano fuertemente, mientras los ojos de Cleopatra brillan de emoción — Quiero disfrutar del futuro, y no hacer nada que tenga que ver con Egipto, por lo menos una sola noche quiero olvidar el oscuro drama de mi pasado, además, una buena reina siempre tiene que conocer todo lo que la rodea y en eso soy experta —
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