Parte 54
Cameron
Su abuelo dejó un pesado mapa sobre la mesa principal, está llenó de puntos y conexiones que unen un patrón, un caminó que seguirán durante días, con el que según él, encontrarán la tumba de la última faraona de Egipto, de seguro ese anciano se paso toda la noche haciendo sus rutas de camino, Cleopatra quedó fascinada porqué después de morir y revivir, no recuerda mucho de la ubicación exacta de su tumba, pero Cameron aún cree que no es una buena idea y él es la única cabeza cuerda aquí.
— No abuelo, esto es una locura — Cameron negó rotundamenete con la cabeza y miró a todos sentados a su alrededor en él restaurante egipcio del hotel — ¡Vamos directo a un matadero!
Cleopatra se recargó en su asiento, su ceño está fruncido como si tomará una decisión muy importante y su mirada no se despega del mapa analizando todo el caminó, cómo si en su mente volviera a revivir todo su pasado.
— Para mi es el camino perfecto, tenemos que arriesgarnos, si le demostramos miedo al enemigo nos acabará — Cleopatra golpeó la mesa asutanto a todos y moviendo las copas de vino — ¡No dejaré que Octavio y Keket se queden con lo que es mío! —
— La reina tiene razón Cameron, si nos tardamos más Keket se adueñara de todo el terreno y será muy difícil movernos por Egipto porqué su orden estará detrás de nosotros — Su abuelo sonrió ampliamente dejando salir el humo de su puro — A veces debemos cometer locuras para ser los mejores arqueólogos de Egipto —
Él abuelo se puso en pie con dificultad porqué los años ya pesan sobre él, se puso un sombrero para el sol y gafas cómo todo un explorador.
—Esta tarde viajaré al centro del El Cairo, debemos conseguir un medio de transporte, avionetas, barcos, camionetas y hasta camellos, todo lo que el dinero pueda comprar y un grupo de guardias egipcios que nos acompañen, pero mañana muy temprano partimos a las provincias egipcias para comenzar con la búsqueda — Él abuelo hizo una inclinación antes de irse para despedirse de la reina — Jóvenes, perdón, majestad, no hagan locuras, en lugar de quedarse en el hotel, deberían de comprar provisiones, todo lo que necesiten. No se metan en problemas, keket no debe saber que estamos aquí
Cameron asintió porque conoce los peligros del viaje, sabe que Egipto lleva años siendo controlado por la orden del tiempo, haciéndose pasar por el mando de Keket, la mejor arqueóloga de Egipto, esa mujer con la qué traicionó a Cleopatra. Él trato era darle el libro de los muertos y esa anciana se olvidaría de la faraona, así Cleopatra podría quedarse en Londres, era. algo fácil y rápido, pero después de ver cómo ese romano, que también regresó a la vida, intentaba arrastrarla para hacerla su prisionera, se dio cuenta que cometió un error al darle el libro y que su error más grande era intentar que Cleopatra se quedará en un lugar que no le gusta, porque era como si él la tuviera encadenada aquí a un mundo que no es el suyo.
— ¿Podemos hacer algo Cameron? No quiero quedarme aquí en el hotel — Dijo la mujer egipcia a su lado — No es algo tan peligroso o eso creo —
— No — Negó rotundamente — No nos pondremos en peligro, cualquier persona que nos vea en las calles le dirá a Keket que estamos en Egipto y esto se volverá una guerra —
Cleopatra soltó una fuerte carcajada y negó rotundamente.
— Yo jamás le demuestro miedo a mis enemigos, Keket no logrará que yo dejé de disfrutar de mi ciudad — Cleopatra se puso de pie, acomodó su cabello sobre su espalda y también se puso un sombrero para cubrir su rostro de las miradas curiosas, cómo toda una arqueóloga del siglo XXI — Puede que él Cairo sea una ciudad caótica, por no decir horrible, pero sigue siendo y jamás dejará de ser mi querida Alejandría —
Cameron se pasó las manos por el cabello, repito ampliamente y dejo dinero para el mesero antes de salir corriendo detrás de esa egipcia que lo está volviendo loco. Ahorita el estaría en su cómodo despacho, quizá hablando con el rey, pero esta aquí, donde el sol quema su delicada piel y donde todo está lleno se arena. Camino rápidamente por los pasillos de ese lisosomas hotel hasta alcanzar a esa mujer que lleva a su hijo en el vientre.
— Estas demente Cleopatra, esto es una locura, debemos prepararnos para lo que viene, porque enfrentarnos a ese romano y a Keket no será fácil —
— ¿Qué viene? — Cleopatra se detuvo de repente antes de salir del hotel con una gran sonrisa como si ya hubiera aceptado su destino — Viene todo lo que yo ya había planeado, me iré y tú serás papá soltero, no me importa nadie, mucho menos Octavio y sus ganas de hacerme esclava, no quiero irme sin haber disfrutado de esto — Lo miro con sus encantadores ojos, tan negros y enigmáticos cómo solo las momias pueden tenerlos — Disfruté de Julio Cesar en Roma, de Marco Antonio en Egipto y contigo en Londres y en mi querida Alejandría moderna —
Tuvieron que rentar un auto para viajar un par de horas hasta una región alejada de él Cairo, hasta Alejandria o más bien, lo que queda de ella. Caminaron por los mercadillos llenos de gente extraña, de especias qué en Londres no se venden y de música que aturde todos sus sentidos, pero Cleopatra parece encantada por todo, entra y sale de diferentes puestecillos, como si quisiera grabarse todo para jamás olvidarlo, quizá es su manera para despedirse, pero la vio muerta de risa hablando con un mercader egipcio, dejando salir ese idioma que Cameron no entiende por nada en el mundo.
— ¡Soy yo Cameron! Mira mi pequeña estatua, al parecer soy una reina demasiado famosa, Marco Antonio y yo protagonizamos el amor más loco de la historia — Cleopatra movió la antigüedad entre sus manos muerta de risa — Los romanos le dijeron a todo el mundo que yo era fea, eso es mentira, yo soy una diosa y todo el mundo lo sabe, bueno, tú sobretodo —
Cleopatra dejó la estatua de ella misma personificada cómo la diosa Afrodita, quizá es demasiado costosa.
— ¿Lo quieres? — Le preguntó al ver la emoción en su rostro, Cameron sacó un par de libras sin esperar en cambio — Yo lo compro, es tuyo —
Su faraona sonrió ampliamente y lo tomó de la mano para llevarlo por las viejas calles de la ciudad, hasta él punto más alto para ver el mar, ese que antes estaba lleno se barcia enemigos, con soldados rondando la ciudad, ahora Alejandría luce cómo una ciudad moderna, pacífica y llena de turistas disfrutando de las playas, sin saber que hace miles de años, aquí se vivió una de las mejores batallas de la antigüedad.
— ¿Cuidarás bien del bebé? — le preguntó de repente Cleopatra, su cabello se mueve con la brisa del mar y sus ojos no dejan de ver esa ciudad que antes era suya.
— Claro, le daré la mejor vida posible
— No le busques otra mamá, bueno, tú...no importa, sólo dile que es el último heredero de Egipto, cuéntale de mi linaje, de los ptolomeos, dile que provenimos de Aquiles —Cleopatra soltó un largo suspiro, cerró los ojos disfrutando del sol y volvió volvió a tomarlo de la mano para llevarlo en su aventura por la ciudad — Ven, te enseñaré lo que debes mostrarle al bebé —
Cameron levantó la mirada al ver esos edificio que ahora cubren todo el rastro de la historia, pero esa egipcia jamás podría olvidar el lugar exacto de su ciudad, incluso podría encontrar todo hasta con los ojos cerrados. Se ve como toda una diosa hablando de las cosas que en la antigüedad estaban en Alejandria, sus ojos se llenan de brillo y su voz suena soñadora al contarle los detalles que el bebé necesitará saber.
— Aquí estaba mi ciudad, oh Cameron, era la ciudad más hermosa de la antigüedad, dile a nuestro hijo que está ciudad es su herencia del último faraón — Él pecho se Cleopatra sube y baja lleno de emoción, levanro su dedo y señaló un lugar, donde ahora hay cientos de edificios modernos — Ahí estaba la biblioteca de Alejandría, me enojé muchísimo con Julio Cesar cuándo la incendió, era un lugar llenó de las personas más sabías del planeta, por allá estaba el faro de Alejandría, desde el balcón de mi palacio podía ver la luz cuidando a la ciudad y más allá, estaba mi palacio, al borde del mar, ahí estaban las personas más ricas de Egipto, los sacerdotes, griegos y romanos, él palacio era espléndido y llenó de oro, ahora gracias a Internet supe que está debajo del mar —
— Cleopatra no tenemos que hacer esto — Cameron la tomó de las mejillas — ¿Crees que no me doy cuenta qué sufres con cada palabra? —
— Si, si lo tenemos que hablar, le dirás a mi hijo exactamente lo que yo te digo — Cleopatra lo besó suavemente en los labios antes de hablar — Traelo a Egipto, deja que sus pequeños pies sientan la arena y que conozca de su historia, dile que su mamá fue la última faraona de Egipto —
— Tú puedes decirle eso, si te quedas — dijo en un intento desesperado
— No puedo ser una página más de un libro de historia, necesitó reinar —
Cameron soltó una amarga carcajada, esta reina es imposible.
— Bueno, al parecer tengo varios meses antes de que nazca el bebé para convencerte —
— Ya lo veremos, aunque eso es imposible —
Regresaron al hotel en el Cairo después de un viaje de un par de horas, Cameron pensaba regresar a la habitación, tomar un buen baño y quitarse la arena de encima, pero su compañera de locura ya tenia otro plan en mente, así que lo volvió a tomar de la mano y lo obligó a acercarse a la pirámide de Giza, esa atracción turística que está a solo unos metros del hotel, lo llevó hasta allá justo cuando los turistas están por irse y él cielo está por volverse negro, con una espesura poco normal.
— Viene una tormenta de arena, necesitamos refugiarnos — Cleopatra miró el cielo — Ven, la tormenta será muy fuerte, yo conozco un lugar —
— ¿Te refieres a refugiarnos dentro de una pirámide? — Cameron intentó regresar al hotel, pero tuvo que seguir a esa egipcia por el camino de arena, camellos y turistas — Eso definitivamente no es un buen lugar —
— Si lo es Cameron, los arqueólogos ni siquiera saben lo que hay aquí dentro, la gente viene aquí solo a tomarse fotografías, sin saber lo que se esconde en su interior, pero yo sí se lo que hay y es algo que necesitas ver — Cleopatra cerró los ojos y contó sus pasos por la arena mientras su sombrero se fue volando y los turistas corren para refugiarse de la tormenta, los camellones hacen extraños sonidos, pero ella no abre los ojos, está concentrada pasando su mano delicadamente por los desgastados muros de la pirámide, hasta que presiono uno de ellos y una pequeña puerta se abrió mostrándoles el oscuro interior de la pirámide — Sígueme antes de que venga la tormenta y no te alejes o podrías perderte, él oráculo de Siwa me enseñó el camino hasta el mundo de los dioses, eso algo que sólo los faraones podíamos saber —
— Dios, esto está lleno de polvo, necesitamos luz — Cameron miro a todos lados cuando la puerta se cerró detrás de ellos, encendió la lámpara de su celular y desbarató las grandes telarañas — ¿Adónde se supone que nos lleva este camino? ¿A una tumba? Ya no me sorprendería si se aparece una momia —
Cleopatra caminó tumba abajo sin miedo a los laberintos, ni a las ratas, mucho menos a la oscuridad.
— Vamos a un lugar secreto debajo de la pirámide, pero creo que somos los primero en entrar por siglos — Giro su rostro para verlo — Acabamos de hacer un gran descubrimiento, otra cosa que debes contarle al bebé, solo omite decirle que tienes miedo a las arañas — Cameron todo los ojos y la siguió camino abajo, aún cuando el aire se vuelve más denso, la oscuridad más profunda y se escuchan raros sonidos, como si estuvieran frente a las puertas del infierno — Esté es el lugar indicado, aquí es donde entran los rayos de sol y tocan la punta de la pirámide, es él lugar más enigmático de Egipto —
Entraron a una gran sala, llena de inscripciones en las paredes, dibujos y palabras que solo los sacerdotes pudieron hacer y en el centro de la sala sólo hay una replica de la pirámide, pero claro que notó aire el lugar es diferente, lo supo porque al momento su celular se apagó.
— Esta es la puerta al inframundo, a la duat, o al infierno — Cleopatra caminó por toda la sala — ¿Ahora entiendes porque es tan enigmático? —
La miro alejarse hasta el lugar más apartado de la sala, es una gran puerta con una luz brillante en su interior, pero es como si Cleopatra estuviera hipnotizada, porque se acercó a ese lugar y metió su mano buscando irse, pero fue más rápido y la tomó de la cintura a tiempo para alejarla de ahí.
— ¡Espera! — Cameron la tomó de las mejillas y la miró a los ojos para verlos completamente negros — Dijiste que te esperarías, no puedes irte así —
— No pasa nada Cameron — Cleopatra abrió su mano — ¿Vez esto? Es arena del antiguo Egipto — Cleopatra tomó asiento en el piso con su rostro lleno de asombro y se pasó las manos por el cabello — Te prometi que te daría a mi bebé, y una reina jamás rompe sus promesas, así que me tendrás nueve meses más, pero mírame, sino me voy, ellos me matarán o mi cuerpo se convertirá en arena, me estoy deshaciendo Cameron, regresaré a ser una momia —
Por un momento no entendió a que se refería, hasta le alejo el cabello de la frente y siendo cuenta de algo que lo hizo sentir mucho peor, la pequeña fractura que había en su frente ahora es mucho más grande, casi baja por su mejilla. Está tan enojado con todo, por no poder tenerla, por no poder salir de esta pirámide y por no ser una momia él también, que la tomó de las mejillas y la beso ferozmente hasta recostarla sobre el piso, dejando que las viejas paredes de la pirámide fueran testigos de su amor por una momia.
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