Parte 43
— ¿Cleopatra porque te levantas de la cama? Aún es bastante tarde — Cameron tomó asiento al momento, su pecho marcado está desnudo y sus ojos están llenos de preocupación — ¿Te sientes mal? No sé, podría llevarte al hospital o llamar a un médico —
¿Hospital? ¿Médico? Lo que ella necesita es un hechicero o un sacerdote del pasado
Cleopatra casi pudo soltar una carcajada al escuchar aquello, ciertamente no se ha sentido de la mejor manera, pero ya ha pasado por esto, su vida no fue fácil, quizá Londres no esté bajo el asedio de los romanos, pero está tan estresada que no puede dormir, en el pasado no dormía por estar de pie en el balcón de su palacio custodiando desde lo lejos que sus enemigos no atacaran su ciudad en medio de la noche, pero aquí solo puede ver películas y comer helado mientras llora por su desdicha.
Negó con la cabeza y se acercó por la cama hasta darle un beso a Cameron, uno que calmara sus nervios, él es un pobre hombre joven, es maduro e inteligente, pero no ha vivido más que 30 años, él no sabe de los terrores nocturnos que la acechan, ni de las pesadillas que tiene por recordar un pasado y una vida que ya no está.
Pero ese guapo Inglés está preocupado por ella, sobre todo después de una noche de caricias donde descubrió ese pequeño error en su frente, como un pequeño corte que la desbaratara por completo, sin embargo, está ahí con sus grandes ojos abiertos, sigiloso y atento ante cualquier peligro como un gran guerrero, claro que puede notar la diferencia de edad, Cameron es un hombre en su plena madurez, atractivo, rubio, con su piel bronceada por el sol de Egipto, sus ojos azules como un dios griego y su piel bronceada por el sol de Egipto y Cleopatra, aunque ciertamente no se ve mal, es una anciana en el cuerpo de una joven, se ve exactamente igual a como se veía antes de morir, pero su alma es vieja, tan vieja que su piel debería de estar acartonada y la diferencia de edad debería de ser visible, pero no lo es y solo parecen una momia con un cuerpo vivo y un guapo primer ministro.
— No pasa nada Cameron, solo necesito limpiar algunas cosas que traje del museo, ¿Supiste de las excavaciones? Tengo mucho trabajo por eso porque a mis amigos del pasado les parecía divertido enterrarse junto a miles de cosas — Cleopatra se puso de pie y fingió una sonrisa — Necesito pensar y estar sola, no quiero que vengas, tú quédate aquí, es mi momento a solas con mis antigüedades —
Lo miró con sus ojos azules brillantes, sabe que se está muriendo por ir con ella, pero desde que la trajo de la antigua Roma parece como si se sintiera culpable todo el tiempo.
— ¿Me vas a llamar si necesitas algo? Si quieres puedo ayudarte a limpiar la arena vieja de las cosas — Cameron se pasó las manos por el cabello — ¿Trajiste una momia o algo así? La casa tiene un olor extraño —
Cleopatra se detuvo antes de salir de la habitación y negó con la cabeza divertida.
— No, bueno, quizá traje un par de cosas extrañas, pero no te preocupes, no se van a convertir en momias ni nada de eso, yo soy la reina, yo puedo con todo — Cleopatra lo miro directo a los ojos — Duerme Cameron, no es como que vaya a viajar de nuevo a Egipto, no te preocupes no me pasará nada malo —
Cleopatra cerró la puerta detrás de ella y se escabulló por la casa a oscuras de Cameron, le gusta decir que esa tenebrosa vieja mansión es suya, ya adquirió ese estilo único y por las noches siempre camina en la tenebrosa oscuridad escuchando el sonido de los árboles al chocar contra los cristales por la lluvia, crujiendo como sonidos de mandíbulas de momias al romperse, pero eso casi causa felicidad en Cleopatra, nada podría darle miedo, nada en este mundo puede aterrorizarla, mucho menos las momias, ni la muerte, pero ver ese par de vendas y esa daga sobre esa mesa adornada de cosas egipcias, eso sí le pone los vellos muertos de punta.
— Oh por todos los dioses de la antigüedad, esto apesta — Cleopatra tuvo que taparse la nariz para poder entrar al despacho, aparte del polvo que la hizo estornudar, Cameron tenía razón, esto huele extraño, huele a muerto y a carne podrida — Esto apesta a momia —
Cleopatra se acercó con mucho cuidado y tomó asiento cerca de la mesa, la mayor parte de su noche se divide entre platicas que nadie responderá porque las cosas muertas no hablan pero si guardan secretos, sobre todo esas vendas que cubrieron su piel por cientos de años hasta que un vil desgraciado la despertó de su sueño eterno.
Las vendas están sucias, casi negras por el paso del tiempo y la descomposición de su cuerpo, tienen un olor a podredumbre y la daga parece oxidada, sin duda una persona tuvo que tener el valor de robar su cuerpo de su tumba en Egipto, traerla a Londres y tomarse el tiempo para desenrollar cada venda de su piel y solo de pensar eso se siente terriblemente mal, solo de imaginar que otro persona tocó su cuerpo sin vida, con la piel desecha y ese ese vil demonio no tuvo respeto por su reina, eso la pone furiosa y lo único que quiere es conseguir respuestas.
Golpeó la mesa con fuerza y un par de vasijas viejas se hicieron pedazos en el piso, está harta de esto, ya no es la tristeza quien no la deja dormir por la noches, Cleopatra creció acostumbrada a convivir con las muertes, pero no puede dejar de pensar que alguien que debe de estar en Londres, se atrevió a despertarla de su sueño eterno, no puede pasar buenos momentos con Cameron, no puede estar presente en las fiestas y ser como una mujer moderna porque su mente no deja de pensar miles de cosas.
Así sea lo último que haga, pero tiene que describir a la persona que la trajo a la vida de nuevo.
Apenas y tuvo tiempo de ponerse un ese par de molestos jeans, y una chaqueta que le cubra de la lluvia y oculte su largo cabello negro, no le gusta para nada esta ropa, no es el estilo de una faraona de Egipto, pero tomando en cuenta que tiene que parecer una mujer moderna, tiene que acostumbrarse a vestir como una, claro, por lo menos hasta que encuentre una manera de regresar a Egipto o en su caso cuando se quite la ropa para Cameron.
No fue difícil salir de la casa, es una mujer lista y sabe cómo convencer a los hombres, se escondió entre los grandes árboles que rodean la mansión y salió corriendo como si un grupo de soldados romanos quisieran matarla, por la mañana antes de que salga el sol regresara con Cameron y fingirá haber pasado la noche limpiando viejas baratijas egipcias, ese Inglés le creerá y asunto arreglado, ella es una experta en el convencimiento, ya antes cuando era la reina tenía que salir en medio de la noche para matar o acechar a sus enemigos, esta vez irá al río Támesis pero no será difícil mentirle a Cameron.
Tampoco tardó en llegar al río Támesis, resulta que al igual que en Egipto, los más ricos no viven lejos de los ríos y, aun así, a pesar de no haber corrido tanto, el agua baja por su chaqueta y parece lágrimas bajando por sus mejillas. Las expediciones arqueológicas están vacías por la noche, un par de guardias gordos comiendo rosquillas y a medio dormir, así que se acercó poco a poco tratando de que el sonido de sus pasos no se escuche, tomo un par de piedras de la excavación y golpeó fuertemente al guardia de la entrada principal en la cabeza dejándolo inerte en el suelo, no metían cuando dijo que nadie se interpondrá en su camino.
Bajó lentamente las escaleras y se quitó la capucha cuando se vio lejos de la lluvia, sus pies se resbalan por el piso mojado y todo está en plena oscuridad, tan silencioso como un cementerio, durante el día este lugar está lleno de arqueólogos, por la noche no hay ni un alma en pena, pero si muchas momias, cuerpos que un maldito estaba trayendo de Egipto para revivirlos.
En la antigüedad Cleopatra visitaba las tumbas de sus antepasados en medio de la oscuridad, los sacerdotes iluminaban apenas el camino gracias a las antorchas, con sus extraños maquillajes y ese idioma que parece aterrador, pero eran tiempos diferentes, donde el misticismo era parte de la vida, aquí tuvo que golpear varias veces esa linterna que le robó a su compañera de trabajo para que pueda iluminar el camino y así no caer sobre una de sus viejas amigas, las momias.
— ¡Con un demonio, prende maldita linterna! — la golpeo tantas veces que la luz parpadeo antes de iluminar el lugar — Gracias a Seth, por la luz —
La luz no volvió a parpadear y puedo vislumbrar mucho mejor el lugar, cuando vino con Grace no se podía ver nada, solo las cabezas de los arqueólogos mientras trabajaban en la tierra y descubrían más cosas, ahora esas cosas están al lado de las excavaciones, enumeradas y listas para ser llevadas al museo. Siguió caminando por el lugar enigmático y con un extraño olor que le recuerda a su antigua vida en Egipto, puede escuchar el sonido del río Támesis chocando contra las paredes mientras baja cada vez más hacia un lugar inexplorado, quizá los arqueólogos lo piensan excavar por la mañana, pero todo sigue intacto, como si el paso del tiempo no afectara las cosas.
Casi dejó caer la linterna al entrar a esa gran sala y levantó su mirada para ver esa cúpula de cristal que deja ver el cielo azulado de Londres y que es el refugio de las criptas, las viejas tumbas están de forma circular rodeando toda la sala y en el centro de estas, esta una mesa de piedra que luce como algo ceremonial, las tumbas parecen no haber sido abiertas, pero ese lugar, esa mesa de piedra es donde despiertan a las momia y es donde lo hicieron con ella.
Cleopatra se acercó a la mesa de piedra, la luz de la luna que entra por la cúpula ilumina el lugar la ayudo a vislumbrar los rastros de sangre que tiene la piedra y un par de vendas negras que indican que otra momia ha sido regresada a la vida. Cerro los ojos con fuerza y pudo recordar que lo primero que vio fue ese cielo azulado de Londres, por eso salió corriendo hacia el río Támesis como una demente, porque acababan de traerla a la vida.
— Esto parece ser algo cómico ¿No cree Alteza? — Cleopatra se giró nerviosa a todos lados tratando de buscar con la linterna a la persona que habla en la oscuridad — Este es el lugar donde yo misma le di la vida de nuevo y será el lugar donde se la quite —
Cleopatra respiró rápidamente, los nervios y el miedo sacuden cada parte de su cuerpo, ciertamente no le gusta sentirse en desventaja y ahora lo está, porque se recargó en la mesa de piedra mientras lleva la luz de la linterna ante cada extraño ruido que escucha en la sala.
— ¡Exijo que me diga su nombre, ahora! — Cleopatra sintió la furia inundando sus venas — ¡¿Quién demonios es usted?! ¿Qué no sabe que no puede dirigirse así a una reina? —
— Yo soy muchas personas, soy el aire y la arena de Egipto, soy el tiempo y su vengadora — Los pasos se detuvieron cerca de ella — Para usted majestad, somos todas las personas que abandonó en Egipto, que nos dejó morir de hambre y a manos de las crueles torturas de los romanos, yo soy su vengadora y vengo aquí a reclamar justicia por mi pueblo —
Cleopatra sujetó con fuerza la linterna y sus piernas se hicieron débiles cuando Amunet apareció delante de ella.
— ¿Amunet? ¿Tú quieres matarme? — Cleopatra negó con la cabeza — Tu eres mi fiel sirviente, prometiste no traicionar a tu reina —
Pero aquella anciana de piel acartonada sonrió de forma escalofriante y notó la diferencia en el color de sus ojos, esta mujer que está delante de ella no es aquella amable anciana que quiere ayudarla.
— Yo no soy Amunet, digamos que mi hermana no es lo suficientemente fuerte para hacer esto, es una anciana ilusa que aún cree en ti — Esa anciana la miró directo a los ojos — Yo soy Keket y dirijo la orden del tiempo, nos encargamos de regresar al pasado a intrusos como tú —
Cleopatra retrocedió unos pasos, no es una mujer débil, pero saber la verdad y conocer a la persona que la despertó es una noticia abrumadora, retrocedió hasta que chocó con unas de las tumbas.
— ¿Qué...qué es lo que quieres de mí? — Cleopatra recuperó la autoridad de su voz — ¿Si me odias tanto para que me querías aquí? Mi vida ya estaba perdida, me suicidé de la manera más digna para una reina, los abandoné a ti y a todo mi pueblo, pero les di la oportunidad de vivir, una que yo ya no tenía —
Esa anciana gemela de Amunet, es la versión maligna de su hermana, sonrió mostrando sus dientes blancos, sus ojos están llenos de maldad y se nota que la odia.
— ¿Oportunidad de vivir? Eso creía usted mientras viajaba por el río Nilo con los romanos, gastando nuestro oro y tirando la comida mientras nosotros moríamos de hambre bajo el sol abrazador de Egipto, pero la desperté porque ese mismo oro que usted se llevó hasta la tumba, es de nosotros, de todos los egipcios y lo quiero de vuelta — Cleopatra abrió los ojos aterrorizada al ver el brillo de la daga cuando Keket la alzó en el aire — Dígame donde está su tumba y le prometo que tendrá una muerte rápida, no digna de una reina, pero volverá a descansar por toda la eternidad —
Cleopatra activó sus reflejos y se alejó en el momento indicado cuando aquella anciana corrió hasta ella para herirla con la daga, pero solo pudo golpear el filo contra la piedra, Cleopatra se alejó lo suficientemente sin dejar de ver a su enemiga.
— No sé, ¡Con un demonio, yo no sé dónde está mi tumba! — mintió, pero esa anciana no puede saberlo — Tengo breves recuerdos del cuerpo de Marco Antonio, de mis sirvientes muriendo por el veneno y de mis últimos instantes con vida mientras los romanos tocaban las puertas con fuerza, pero no más, no sé qué paso conmigo y debe creerme —
Cleopatra corrió por el pasillo cuando esa anciana corrió detrás de ella con toda la intención de matarla.
— Creerle a usted y a un romano es lo mismo, dígame donde está el oro o le juro que le cortare la cabeza y esa no es una muerte digna de una reina —
No dejo de correr, ni siquiera cuando por accidente piso la cara de una momia y la hizo trizas, la voz de aquella anciana la motivó a escapar, a pesar de que sus pies se resbalan por los mojosos escalones para llegar a la ciudad de nuevo y cuando la lluvia tocó su rostro de nuevo pensó que podría escaparse de esa mujer, pero no fue posible, esa anciana tiene mucha fuerza y no para de correr detrás de ella. Cleopatra casi cae por el piso mojado, pero no se detuvo subió con rapidez y comenzó que correr por el London Bridge para llegar a la casa de Cameron, el río ruge con fuerza por la lluvia y aun así pudo escuchar la voz de la Keket.
— Haré un trato con usted Majestad — Cleopatra se detuvo al momento y giró su rostro para ver a esa anciana — Dime dónde está tu tumba y yo te regresaré a Egipto, con vida —
— Es imposible, no puedo regresar al pasado —
Cleopatra no despegó la mirada de esa extraña mujer que la quiere muerta, la lluvia las golpea a las dos con fuerza y por extraño que suene, ni un auto pasa por el puente es como si el tiempo se hubiera detenido y solo ellas dos estuvieran ahí.
— Siempre hay una manera de regresar al pasado — El colgante con la arena del tiempo brilló sobre el pecho de Keket — Siempre, solo tiene que darme todo el oro que está en su tumba —
Ese oro no puede ser de nadie, es de ella, se lo ganó con cada batalla, con cada miedo a que los soldados romanos los mataran, quizá todo su pueblo la odio cuando decidió morir, pero los protegió y los salvó, pensó que había hecho todo lo posible como reina y quizá no fue así, Cleopatra se pasó las manos por el cabello mojado y sus mejillas se pusieron rojas del coraje, por eso necesita regresar al pasado, para hacer las cosas bien esta vez.
— ¡Ese oro es mío y tú me darás ese collar! —
Corrió con todas sus fuerzas hacía aquella mujer, el piso es resbaloso y Keket tiene mucha fuerza, pero logró arrancarle el colgante del pecho, sin embargo entre la pelea del momento, ese brillante y arenoso colgante cayó hacia el violento río que ruge con fuerza, esa anciana la miró con tanto odio que no dudo ni un segundo en aventarla por el pecho y arrojarla al río Támesis, Cleopatra no sintió nada, apenas y el colgante se enredó en su mano, pero no supo más de ella, menos cuando el violento río se la tragó como un dios castigándola con sus fuertes aguas.
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