Parte 29

Cameron

Cameron soltó un suspiro, la lluvia golpeó contra su auto, le gustaría decir que se siente seguro dentro de su auto, pero no es así, los efectos secundarios de ser perseguido hasta la muerte en Alejandria le están cobrando factura, a Cameron le gustaría hablar hasta con un psiquiatra y contarle todas sus maravillosas aventuras con sus viajes al pasado, pero imposible, sabe que se burlaron de él y le recomendarían dejar de consumir drogas.

Pero él sabe que todo lo que sus recuerdos no son pesadillas, porque aún tiene su hombro vendado debido a la herida que aquel oficial romano le hizo, pero cuando mira a su costado y ve a Cleopatra sentada a su lado, le gustaría decir que ella pertenece a esté tiempo o que por lo menos se acostumbra a Londres, pero no es así, aquella mujer que toma asiento a su lado no es de aquí, por supuesto que a Cameron le gustaría quedarse con Cleopatra para siempre, quizá incluso en un futuro muy remoto por tener una relación o un hijo, pero esos son sueños demasiados tontos y la mujer que le quita el sueño porque lo asusta por las noche con su aspecto de asesina, solo tiene un propósito y es regresar a ser la reina de Egipto.

Porque Cameron al igual que todo el jodido mundo, conoce la trágica vida de Cleopatra y si ella quiere arreglar sus errores, la ayudara, por lo menos Cameron al fin día podrá contarle a sus nietos que viajo al pasado para salvar a la última faraóna de Egipto.

- Cleopatra está vez te voy a mostrar lo que es cómoda de verdad, no quiero que te ofendas con tus espléndidas cenas en Egipto, digamos que la vista de los palacios es espectacular, pero la comida es horrible - Cameron detuvo su lujoso auto afuera de de un restaurante de comida rápida y miró de reojo a su asustada acompañante - ¿Que prefieres hamburguesas o pizza?

Cameron no pudo evitar reírse de la cara confundida de Cleopatra mientras observa el auto con mucha atención. Sabe que esta arriesgando su vida y la de Cleopatra al salir en medio de la noche a comprar comida, Londres ya no es seguro para ninguno de ellos, para Cleopatra porque todo el maldito mundo quiere matarla y para él, porque al parecer sabe y vio más cosas de las que debería.

Pero es bastante divertido tratar de enseñarle a su bella acompañante que vivir en Londres no es tan desagradable, quizá no esté lleno de misticismo, quizá no tenga arena y dioses, pero es mil veces mejor que el viejo Egipto.

- Cállate Cameron, lo único que tienes es que estas celoso porque contigo no hice un banquete ceremonial - Cameron miro detalladamente a Cleopatra hasta hacerla desesperar - ¡Por anubis! Admito, que tu comida no sabe tan mal, así que yo quiero una hamburguesa con patatas y esa cosa rara burbujeante -

Cameron soltó una carcajada desde el interior de su alma, tuvo que ocultar una mueca de dolor porque su cuerpo aún no se recupera por completo de su loco viaje al pasado, el no es un guerrero, pero intento serlo para su faraóna en peligro.

- ¿Quieres una soda? - Cameron se giró hacia la chica del restaurante de comida rápida, un primer ministro no acostumbra hacer esto, pero a veces está bien hacer cosas diferentes - Dos hamburguesas con patatas y dos sodas, por favor -

Cameron miró de nuevo a Cleopatra, parece asustada mirando a todos lados poe las empañadas ventanillas pero la fuerte lluvia hace que no se pueda ver nada, sabe que esta asustada, porque digamos que la orden del tiempo no mata con piedad a las momias, ellos los torturan hasta morir algo muy cruel incluso para Cleopatra, por si acaso, Cameron cerró todas la puertas del auto con seguro, ante cualquier ruido extraño encenderá su auto y se Irán al demonio de ahí. Pero Cleopatra es tan curioso, ¿Quien no lo sería? Es lógico que ella quiera descubrir todo, nació hace miles de ellos cualquier cosa extraña le aterra demasiado.

Así que Cleopatra se acercó a la pantalla táctil del auto y precioso su dedo con micha curiosidad pero cuando la canción de rock resonó por todo el carro y ella despegó a su asiento con el rostro lleno se terror.

Cameron solto una carcajada y paso su mano delicadamente por el cabello de Cleopatra, esta húmedo porque tomar una ducha después del sexo es lo mejor.

- ¿No te gusta la canción? Es rock Cleo, es música, pero no es tan atemorizante como los cánticos rituales de los sacerdotes en Egipto, cuando te estaban revivido, esos malditos cánticos me recordaron a un exorcismo -

Cleopatra negó con la cabeza y se arropó en su manta, ella podrá ser la reina de Egipto, aquella mujer que vestía con delicados vestidos y era una seductora, pero después del sexo es como cualquier chica a la que le gusta que la consientan, solo que con mal humor, porque Cleopatra entró sin permiso que su vestidor y se puso unas de sus camisas, ahora esta descalza mientras se cubre del frío con una manta, a Cameron le gustaría haberze quedado en la cama toda la noche, pero era evidente que Cleopatra tenía hambre.

- ¡Quita esa música Cameron, parecen sonidos de la duat! Es la música más horrible que he escuchado ¡Quitala! - Cleopatra se cubrió los oídos y lo fulminó con la mirada - ¡¿Donde esta mi comida?! -

Cleopatra se subió sobre él en el auto y toco fuertemente la ventanilla del restaurante llena de coraje asustando a la pobre señorita.

- ¡Dame mi comida esclava! - Cameron sonrió de lado llenó de vergüenza y le dio el dinero a la señorita del restaurante, tomo por el trasero a Cleopatra y la sento de nuevo en su lugar, su bonita momia abrio con desesperación la bolsa y tomó un sorbo de soda con el rostro lleno de felicidad - No me gusta como te estaba mirando es esclava, yo no se porque en Londres los esclavos se toman tantos atrevimientos, en Egipto serían azotados hasta la muerte -

Cameron encendió su auto y miro a todos lados, y tuvo que frenar de repente cuando vio que algo se detuvo frente a su auto, pero cuando volvió a parpadear no vio nada y acalero su auto para perderse por las calles de Londres.

- Ella no es una esclava, ella es una chica que atiende un restaurante - Cameron aferró las manos al volante - No puedes pensar que todas la mujeres son provocativas y mucho menos que son esclavas -

- Lo son Cameron, son una sobre esclavas judías, están ahí tratando de alejarte de mi, como tu ex prometida, si estuviera en Egipto la habría matado, le habría cortados la cabeza y te la habría dado en una bandeja de oro -

Cameron rodó los ojos, Cleopatra enojada puede ser muy peligrosa.

- Casi matas a mi ex prometida Cleopatra, arruinaste mi fiesta y tuve que llevarla hasta el hospital mientras en mi casa seducias a los viejos políticos, no necesitas estar en Egipto para hacerlo todo lo que quieras -

Por un momento Cameron pensó en dejar a Cleopatra afuera de su departamento, ella no sabe que se pasó todo este mes cuidandola porque no se siente muy seguro de que aquel hombre romano pueda protegerla, pero mientras maneja de regreso a su casa, la idea de dejarla en manos de otro hombre se borra de su mente, quizá Cameron no es un guerrero romano pero si un Inglés que puede ser muy valiente.

- ¡Cameron baja la velocidad de esta jodida máquina del demonio! - En cuanto Cameron estacionó el auto afuera de su casa, Cleopatra bajo del auto totalmente molesta, su rostro está pálido y tuvo que aferrarse a la puerta para no caer - ¡¿Estas loco?! Quiero vomitar, jamás voy a volverme a subir a tú auto, prefiero mis apestosos camellos ¡Demente! -

Cleopatra lo fulminó con la mirada y corrió hasta la puerta de la casa para cubrirse de la lluvia, parece divertida con su cabello pegado a sus mejillas y las gotas de agua que bajan por sus mejillas parecen lágrimas. En cuanto Cameron abrió la puerta, Cleopatra le tiro su manta mojada a la sirvienta y caminó hasta la cocina abrazada a a la bolsa de su cena.

Cameron le pidió con delicadeza a la sirvienta que se fuera a su casa, pero no puede culpar a Cleopatra si resulta ser demasiado fría con las personas, ella creció con cientos de sirvientes que la trataban como una diosa, con nanas que hasta la ayudaban a comer y sin importar que ya no tenga reino, Cleopatra sigue siendo una faraóna.

Cameron sirvió unas copas de vino, tomó asiento y asusto a Cleopatra al dejar caer el libro de los muertos delante de ella, Cameron sonrio de lado al ver que Cleopatra parece fascinada comiendo su hamburguesa y bebiendo su soda, no puede culparla, estas malditas maravillas no se encuentran en el enigmático Egipto.

- Okey, debemos hablar de esto, no más sexo y no ma si interrupciones hasta que charlamos - Cleopatra lo miro mietras come su hamburguesa - Tenemos que regresarle el libro de los muertos a Amunet, ese fue el trato para que nos dejara vivir -

Pero Cleopatra soltó una carcajada que se escuchó por toda la casa.

- Claro que no le daremos nada, este libro ahora es mio, si Amunet lo quiere tendrá que matarnos - Cleopatra hizo a un lado su comida y tomo el libro entre sus manos - Simore quise leerlo Cameron, aún para mi es enigmático, pero antes era difícil, era la reina y no tenía tiempo para estas cosas, intente proteger mi reino y falle, así que no le daré mi única oportunidad de tener mi vida de nuevo a una anciana - Cleopatra sonrió con diversión y maldad en sus ojos, esa oscuridad que se esconde en esos bellos ojos egipcios desde que regreso de la duat - No Cameron, solo e sin libro, nada malo puede pasar si leo un par de páginas -

Cameron miró con detenimiento aquel pesado y negro libro, incluso se tomó el atrevimiento de pasar sus dedos por encima de aquella letras rojas que parecen escritas con la sangre de los muertos, Cleopatra comenzó a leer en voz baja, pero los sonidos que salen se su boca no parecen ser humanos, por lo menos no en un idioma que el haya escuchado jamás.

- ¿Escuchaste eso? - pregunto Cameron lleno de horror, Cleopatra dejó de leer y frunció el ceño confundida - Hay alguien aquí -

Cameron miró a todos lados, es claro que en aquella vieja mansión no hay nadie más que ellos dos, la casa está sumida en una oscuridad y la única luz está en la cocina, pero cuando las luces comenzaron a parpadear y el sonido de una suave voz lo puso en alerta, se inmediato tomó un cuchillo de la cocina y caminó con cautela por la casa, lo único que se escucha es el sonido de la lampara de la cocina al parpadear violentamente.

- Dame eso Cameron - Cleopatra se puso de pie y como si no tuviera miedo, le quitó el cuchillo de la manos y lo acomodó de nuevo en su lugar, se ve realmente linda caminando descalza por la cocina con aquella camisa masculina que apenas cubre sus muslos, incluso parece que se esta burlando de él - No usen un cuchillo Cameron, podrías lastimarte, déjame a mi el trabajo sucio, la verdad es que no me importaría matar a alguien más -

- ¡Hay alguien en mi casa Cleopatra! - Cameron inspeccionó todo de nuevo, pero no encontró nada - Hay algo diferente -

- Claro que hay algo, pero no es humano - Cleopatra levantó el libro burlona - Estamos leyendo el libro de los muertos, estamos jugando con el alma de los espíritus, es como la ouija en versión egipcia -

Cameron se pasó la manos por el cabello y cerró ese libro lleno de coraje al notar que las luces parpadean aún más intenso que antes, lo último que quiere es que Cleopatra reviva a otra momia por error.

- No podemos jugar con algo desconocido, son fuerzas oscuras - Cameorn bebí de un sorbo todo el vino - Tiness que saber, que este mes donde cocinas de nuevo tu apasionado romance con aquel romance, han estado depertado más momias de lo normal, son demasiadas, mis guardias ya no los pueden seguir ocultando -

- ¿Y eso qué? - Cleopatra lo fulminó con la mirada - Es bueno que los muertos se diviertan en la futuro, será divertido ver a todos mis antepasados en el futuro ¿Te imaginas ver se nuevo al valiente Alejandro Magno? -

Cameron la fulminó con la mirada y se pasó las manos por el cabello llenó de desesperación.

- No lo entiendes Cleo, esto no es nada bueno, soy el primer ministro, tengo que defender la seguridad de Londres y esa maldita orden está despertando a esas cosas muertas - Cleopatra solot una risa graciosa - ¡Dios, deja de tomar todo a la ligera! Ellos están depertado a esas momias para matarte a ti y a Marco Antonio -

- ¡¿A nosotros?! Marco Antonio se volvió loco y yo ya no soy reina - Cleopatra se sirvió un poco más vino - ¿Para que me querrían a mi? Es tonto, soy demasiado pobre como para importarle a alguien y mi esposo romano y yo perdimos la batalla, nos suicidaron para no sufrir la vergüenza, es algo tonto que nos quieran -

- ¡Claro que te quieren a ti! Y tu sabes muy bien porque, ese romano y tu son la clave de todo - Cameorn camino de un lado a otro de la cocina, pensando en la palabras correctas para hacer entender a Cleopatra - Lo he estado pensando, tú eres la clave de todo, ¡Piénsalo! Todos las malditas tumbas de los faraones ya fueron saqueadas -

- ¿Y eso que? Que mala suerte por ellos, pero no se que tiene que ver conmigo -

- ¡Dios Cleo piensa! Nadie en este jodido mundo sabe donde está tú tumba, tu y Marco Antonio se escondieron tan bien, que todo el maldito oro sigue intacto - Cameron la tomó por los hombros y la sacudió levemente - Ellos te despertaron a ti y a Marco Antonio para que uno de ustedes revele donde está la tumba y hacer poder quedarse con todo el oro de la última faraóna de Egipto. Vamos, tienes que recordar algo -

Cleopatra frunció el ceño confundida, como si recordar sus últimos dias de vida fueran extremadamente difícil.

- No...yo realmente no se nada, no recuerdo absolutamente nada, se que yo ordenen que mi tumba tuviera todo el oro del reino, pero solo recuerdo el dolor del veneno en mi sangre, eso y nada más -

- ¡Recuerda algo, por favor! - replicó Cameron lleno de angustia.

- ¡Que no se donde estoy enterrada! - Cleopatra se pasó las manos por el cabello, se quedó callada unos segundos y abrió los ojos llena de preocupación - Pero quizá Marco Antonio si recuerde algo -

- ¡Aleluya, por fin estamos en la misma página! Creo que Cleo, que ellos quieren torturarlos hasta que les digan la ubicación de la tumba para robar el tesoro de los tolomeos -

Ambos se quedaron mirándose el uno al otro, Cameron pensó que quizá Cleopatra trataría de recordar algo, pero en lugar de eso, corrió y se hecho a sus brazos hasta recargarlo en el banco se la cocina, se aferró a su cuello como toda una experta en el arte del cuerpo masculino y la sintió ponerse de puntillas para besarlo, porque al parecer a su bella momia le gusta hacer el amor en situaciones de peligro, Cameron la tomó de los muslos y la sentó sobre el banco de la cocina mientras Cleopatra se desabrocho la camisa y deja a luz ese cuerpo tallado por los mismo dioses.

Pero el sonido de golpes violentos contra la puerta los separo por completo, Cleopatra se bajó del banco y tomo un cuchillo como una experta asesina buscando a su presa.

- Quédate aquí Cameron, deja que yo asesine al intruso - Cameron trato de tomarla del brazo, no para esconderla, sino para cerrarle la camisa, pero Cleopatra se alejó y abrió la piedra con cautela - ¡¿Que demonios haces aquí Marco Antonio?! -

¡¿Ese maldito romano otra vez?!

Cameron rodó los ojos y se acercó a la puerta para ver el rostro endemoniado de aquel romano que solo conocía en novelas románticas de la antigüedad, el valiente y suicida Marco Antonio esta de pie junto a su puerta, esta tan molesto que al entrar aventó a Cleopatra lejos hasta hacerla caer la piso y caminó hasta él cómo un guerrero listo para cortar cabezas.

Claro que para ningún hombre es agradable ver a su adorable Cleopatra cubriéndose los senos con una camisa, mucho menos si aquel romano es un celosos.

Pero a Cameron le quedo claro que Marco Antonio no solo es conocido por haberse suicidado con su amada, sino porque sus puños son tan efectivos que al estrellarse en su mejilla lo noqueó por completo.

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