Parte 26

Cleopatra abrió los ojos con dificultad, sus párpados se sienten pesados y podría seguir durmiendo hasta morir, su cuerpo se siente tan cansado como si hubiera sido apaleada en la plaza de Alejandría, no puede mover sus piernas sin sentir dolor, ese mismo dolor que la obligó a ponerse de pie y mirar a su alrededor. Su frente está llena de sudor mientras las marcas que hay en su cuerpo queman su piel como oro hirviendo.

Se pasó las manos por el cabello y bajó su mirada para ver que solo lleva una camisa puesta, caminó lentamente hasta el cuarto de baño mientras sus pies tocan el frio suelo. Cleopatra sabe que la noche anterior se comportó terriblemente mal, que abofeteó a Cameron y gritó como loca en medio de las grandes avenidas de Londres, en un estado de shock y nerviosismo hasta que se desmayó de la impresión, pero revivir de la muerte no es fácil, menos cuando la oscuridad de la duat la persigue como un alma en pena.

Sin duda ella no revivió por aquella palabras vacías del libro de los muertos, sino porque Cleopatra hizo un pacto con en el mismo Seth, dios de la muerte, lo sabe, por eso los lindos ojos de Cleopatra lucen diferentes, llenos de un brillo de muerte.

Esas horas que paso muerta fueron las peores de toda su vida, sufrió los peores horrores en la duat, sus dioses, sus ancestros la castigaron por a ver entregado su reino a los romanos, sufrió el peor de los castigos mientras estaba en el mundo de los muertos, la momificaron y la azotaron, pero hacer un pacto con el dios de la muerte no es tan fácil y su pago es demasiado alto.

Cleopatra lo sabe, su tiempo en este tiempo no será largo, las almas perdida como ella no pueden vivir en el futuro, por eso, cuando ella acabe con todos los muertos que regresan a la vida, cuando los maté a todos y los devuelva de nuevo al sueño eterno, Seth le prometió tener una última oportunidad para remediar las cosas, para no terminar con su vida con la picadura de una serpiente, para que sus hijos no sean asesinados, para acabar con el ejército romano y ser la reina que Egipto necesita.

Es una última oportunidad para volver a ser la reina, aunque el costo sea demasiado alto y jamás vuelva a ver a Cameron, porque necesitará acabar con su vida con la daga de Seth, esa es la única manera para volver a ser una faraóna.

Cleopatra se miró delante del espejo, una fina cicatriz atraviesa su abdomen, aquella donde la daga entró en su cuerpo y acabo con su vida, cerró los ojos tratando de no recordar el infierno que pasó en la duat, ahora la oscuridad la consume por dentro y aunque le gustaría ser una chica normal y hacer una vida en Londres, no lo podrá hacer, porque su pasado no puede perderse en la arena y si va a morir, deberá hacerlo como una reina.

Mojó su cara con un poco de agua tratando de soportar el dolor que deja aquellas palabras que manchan su piel como una maldición, su piel es blanca, su cabello es tan negro que la hace ver como una vengadora de la muerte. Se ve aterradoramente preciosa.

Cleopatra salió de la habitación mientras trata de descifrar donde esta, sin duda no es Egipto, ni ninguna otra casa que conozca, la casa es tan grande que se siente completamente perdida entre los pasillos, esta no es la pequeña cada de sus amigas inglesas, aqui hay muebles extravagantes y decoraciones lujosas, pero inmediatamente después supo de quien era la casa porque se acercó a una mesilla y miró esa horrible fotografía donde Cameron abraza a su ex prometida, tomó el retrato entre sus manos con furia en los ojos mientras mira a esa perfecta chica rubia que abraza a su sirviente, quizá debería de matarla a ella también, así como debe hacerlo con los otros muertos, no es que sienta celos, pero esa dolor en su pecho se calmó en cuánto arrojó la fotografía a la primera chimenea que vio.

— Me alegra verte de despierta de nuevo, creí que tendría que llevarte a un hospital, ¿Ya no piensas que soy un monstruo, verdad? — Cameron apareció por el pasillo con una amplia sonrisa en el rostro, luce diferente a aquel chico sudoroso y varonil que la defendió en el desierto, pero los restos de su terrorífico viaje si quedaron en él, como su piel dorada por el sol y el corte en su hombro que oculta debajo de una venda, Cameron frunció el ceño al verla de pie junto a la chimenea — ¿Que haces Cleo? —

Cleopatra sonrió sin alejarse de su lugar, por lo menos hasta que la foto se hizo cenizas, después mostró una hermosa sonrisa para ocultar su maldad.

— No hago nada Cameron — Cleopatra ronroneo y camino de puntillas hasta Cameron para pasar sus manos seductoramente por su camisa — ¿Crees que podría olvidarte a ti? Podría olvidar que los autos atropellan, pero jamás al hombre que me salvó de morir

Cleopatra se puso de puntillas mientras trata de besar a Cameron, quizá podrían irse a la cama y asi enseñarle el poder de la seducción de la mujeres egipcias.

— Cleo, estas actuando raro ¿Lo sabes? Tus ojos tiene un color diferente — Cameron trató de alejarla de la cintura — No hagas esto Cleo, no podré resistirme y tenemos visita... —

Cleopatra sabe que hay algo diferente en ella, todo es raro, hasta la sensación de su piel, sus labios que consumen almas y sus ojos que hiptonizan hombres, Cameron estaba a punto de caer en sus encantos cuando posó sus labios sobre los de él y se aferro a su cuello para hacerlo suyo, pero un par de gritos emocionados los interrumpieron por completo

— Mamá, no podemos entrar, creo que Cleopatra y el primer ministro iban a tener sexo —

Cleopatra no pudo evitar sonrojarse al escuchar la voz de su amiga inglesa y al momento sintió los brazos de Beatrice en su cuerpo, la abrazo tan fuerte y con tanto cariño, que a pesar de la maldad en su interior, se sintió muy bien sentirse querida por primera vez en su vida.

— ¡Cleo por dios, estábamos preocupadas por ti! Creí que te habías ido a buscar a tu familia o que te había pasado algo peor  — Beatrice la tomó de las mejillas y funcio el ceño — ¿Cariño estas enferma? Tu piel está demasiado fría — 

Cleopatra miró a todos en la sala buscado ayuda de su fiel sirviente, pero cuando sintió la mano de Cameron sobre su hombro, supo que aquel valiente hombre del desierto sigue aún con ella. 

— Cleo no se ha sentido bien, creo que la comida egipcia no le cayó bien — Cameron sonrió diplomáticamente, todo un político experto en decir mentiras, porque ella no está enferma, está muerta — Pero como viajamos por lugares un poco... peligros, quizá pilló un resfriado —

Cleopatra quizo soltar una carcajada, si decir que esta resfriada, es cubrir los claros signos de que esta muerta, entonces seguirá con la mentira de Cameron.

— Yo lo siento mucho chicas, se que me fui sin avisar y que deje mi trabajo en la cafetería— Cleopatra carrapeo  nerviosa y tomo asiento en uno de los sillones — Pero no tengo celular para poder llamarles, además asesinaron a mi hermana, digamos que tengo unos cuantos problemas familiares que atender —

Bestrice dejo la taza de té a un aldo y la miro con el rostro horrorizado 

— ¡Dios santo Cleopatra! Lo siento mucho por tu hermana, lo bueno es que tú no estás muerta — Beatrice le sonrio a Cameron — Le agradecemos mucho al primer ministro por cuidar de ti, pero  deberíamos volver a casa, allá tienes tus cosas —

Cameron interrumpió a Beatrice. Después de todo, Cleopatra tampoco quiere estar alejada de él.

— Para mi es un placer atender a Cleopatra, creo que lo mejor es que pase la noche aquí —

— Si, me encantaría regresar a su casa — Cleopatra se arrojó a los brazos de Beatrice y de Grace — Pero Cameron y yo necesitamos hablar de ciertas cosas

— Mañana te veo en la cafetería querida — Beatrice se puso en pie y se puso su abrigo mientras los sirvientes la esperan para llevarla a la puerta principal — Al parecer los clientes esperan que su guapa egipcia les sirva café —

Grace la apretó a Cleopatra con un  fuerte abrazo y la miró con una amplia sonrisa, antes de meter su mano en su bolsillo y darle una pequeña bolsita a Cleopatra en la mano.

— Usalo, lo necesitarás, porque se notan que tendrán sexo — Grace sonrio  con emoción — ¿Si sabes como ponerlo, verdad? No queremos espermas creciendo en tu interior —

Cleopatra miró aquel pedazo de papel y casi lo huele para saber que es, frunció el ceño al ver ese pedazo de plástico.

— ¿Que es esto? — Fulmino a su amiga con la mirada — ¿Que es esperma? —

— Es un condón Cleopatra, úsalo antes de que pequeños niños egipcios caminen por Londres —

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Cleopatra se hizo un ovillo en la cama de su habitación, sabe que en esté momento debería de estar en las calles de Londres para buscar a las otras momias y acabar con ellas, como una asesina de muertos, pero ser mala también cansa y dado que acaba de  regresar a la vida como una vengadora de Seth y que volver a la vida es horrible, esta noche se dará la oportunidad de acostarse en una suave cama, mientras cada día más se acostumbra a la horrible comida rápida de Londres y se pelea con su televisor.

Arrojó el control del televisor lo más lejos de ella, tanto que él control se estrelló en el pecho de Cameron. 

— Maldita tecnología de mierda — Dijo Cleopatra llena de coraje mientras se acomoda en la cama, con los ojos inyectados en furia, esa misma furia que tendrá que usar para matar a todas esa momias esparcidas por Londres.

— Creo que necesitas ayuda — Cameron se burló de ella y cerró la puerta detrás de él — ¿Que es lo que quieres ver? —

— Quiero ver una pelicula sobre mi vida —

— ¿No quieres ver otra cosa? Tú vida es bastante interesante, pero hace un día estuvimos a punto de morir en Egipto y no fue nada divertido — Cameron soltó otra carcajada al ver a esa furiosa momia en su cama y asintió sin rechistar, antes de hacer enfurecer a esa faraóna — Vamos a verla entonces, vamos a recodar como casi nos matan 

Cameron apagó las luces de la habitación y se recostó a su lado en la cama, mientras ambos ven la película sin hacer ningún ruido, Cleopatra estaba mortalmente callada, hasta que aquella letras pintadas en su piel dolieron tanto, como latigazos del dios Seth.

— ¿Estas bien? — Cameron se recargó en su brazo y le alejó algunos mechones del rostro — Hay algo diferente en ti Cleopatra, tus ojos tiene maldad. Supongo que estar en la duat no fue nada agradable —

— Fue horrible Cameron — Cleopatra se hizo un ovillo en el pecho de Cameron, quizá sea mejor mentirle para no arriesgarlo a que muera, quizá sea mejor que ella sola arregle sus problemas y que por las noches se escape para matar momias, sin que aquel apuesto Inglés lo sepa —  Olvidamos traer con nosotros el maldito libro de los muertos, ahora estarán despertando más muertos en Londres —

— No lo olvidamos Cleo, el libro de los muertos está aquí conmigo — Cameron sonrió ampliamente — Esta guardado, claro que no lo olvidaría menos cuando casi me matan por robarlo —

Cameron acarició suavemente sus mejillas y se inclinó más sobre ella, sus labios casi pueden rozarse y sus ojos azules la miran directamente a los ojos

— ¿Me estas mintiendo Cleopatra? Porqué algo te sucedió en la duat y no quieres decirme — Cameron la beso delicadamente en los labios — ¿No vas a morirte, verdad? —

Cleopatra paso saliva nerviosa. ¿Morir? Ella no tiene vida, su piel es fría y sus ojos están llenos de muerte, quizá Cameron se esta enamorando de ella y no puede ver que está más muerta que nada. A Cleopatra le gustaría tener una vida con Cameron, pero su pasado siempre la perseguirá y ella no puede vivir en Londres, sin recodar que fue una reina. Cleopatra cerró los ojos y pasó sus manos por el cuello de Cameron para profundizar el beso, le duele tener que irse, pero ama a su antiguo Egipto con todo su corazón, y antes de que el amor consuma su corazón, ella es reina y su deber está con su reino.

Es mejor que Cameron no sepa, que al final, Cleopatra tendrá que asesinarse con la daga de Seth para poder regresar al pasado y salvar todo lo que le importa.

Pero quiza, antes de morir y de regresar al pasado, sea bueno que aprenda a usar ese pequeño plástico que su amiga le dio. Cleopatra sonrió con seducción, quizá sea momento de aprender a usar un condón, porque Grace tiene razón, nadie quiere bebés egipcios en Londres.

— Claro que no Cameron — Mintió Cleopatra con los ojos llenos de deseo — Yo no voy a morir —

Cleopatra se movió rápidamente para dejar a Cameron debajo de ella, tomó asiento sobre sus caderas y cerró los ojos para alejar las palabras del dios Seth de su mente, esta maldita y va a morir, pero hará el amor hasta desfallecer.

No dejo que Cameron hablará, necesita que esos besos masculinos la hagan olvidar que dentro de su cabeza el dios de la muerte recita maldiciones en un idioma antiguo, Cleopatra se quitó la camisa y mostro sus senos al aire, esta acostumbrada a mostrar su desnudez, pero cuando vio los ojos lleno de asombro de Cameron, fascinados con cada parte de su piel, se sintió totalmente bien, poderos y llena de valentía, como una diosa del sexo, como aquella faraóna que hará feliz al primer ministro.

Pero esta vez fue al revés, porque Cleopatra fue la que terminó suplicando por más movimientos de caderas y besos húmedos mientras se aferra a las sabanas de la cama y se enamora cada vez más de aquel hombre Inglés al que tiene que abandonar.

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