Parte 24
Cameron
Por los regular Cameron siempre es él más inteligente en las peores situaciones, siempre tiene una idea cuando todo se esta llendo al infierno y se considera el hombre más valiente del mundo. Su padre, un viejo arqueólogo ingles, le enseño a siempre mantener la compostura y ha jamás perder el control, por eso es el primer ministro, porque es increíble controlando sus emociones.
Pero ahora quiere matar a todo el jodido mundo, quiere verlo arder y verlos sufrir, así como esta sufriendo él, porque corre con Cleopatra en brazos y nadie en Alejandría lo ayuda, quizá los confunden con un par de mendigos locos.
Su bella momia está herida, con la sangre manchando su abdomen, sus ojos totalmente negro llenos de dolor, su piel tiene extrañas marcas y sus delicadas manos se aferran a su camisa buscando consuelo. Cameron sabe que fue un estúpido en aceptar viajar de nuevo al pasado, no debieron hacerlo, menos cuando todos quieren la cabeza de Cleopatra, ahora estarian plácidamente en Londres, quizá la habría escondido en una vieja mansión cerca del palacio y la mantendria muy alejada de ese horrible romano loco, llamado Marco Antonio que la está buscando, si tan solo lo hubiera pensando mejor Cleopatra no estaría muriendo en sus brazos.
— ¡Dios, esta es la última vez en mi vida que te hago caso en una de tus locuras! — Cameron se detuvo un momento para buscar alguna callejuela de la ciudad — Quizá deberíamos de decirles a todos que eres la reina —
Pero es tonto pensar que Cleopatra podrá contestarle, apenas y puede abrir los ojos y su respiración es tan débil que espera que no muera, por lo menos no cuando están corriendo por la ciudad y escapando de algunos romanos. Cameron refunfuño molesto y dejó el cuerpo inerte de Cleopatra sobre el lomo de un camello, miró a todos lados con los ojos llenos en furia contenida al ver que ese grupo de guerreros romanos los persiguen para matarlos, esos malditos también son parte de la orden del tiempo.
Y quieren quitarle a si bella Cleopatra
Tampoco es como que Cameron sea él mejor robando, de joven hizo algunas travesuras, pero ahora se esta robando un camello a la vista de todos y él dueño, un viejo señor moreno lo persigue con una vara para molerlo a golpes. Cameron levantó las manos en señal de defensa, así como en el mundo mordeno se hace para pedir clemencia, tiene las manos llenas de sangre, y de seguro en su rostro se refleja el miedo a que su bella momia se muera.
— ¡Espere! Lo siento mucho por robar su camello — Cameron sonrió de nervios al recordar que en esté tiempo nadie entiende el Inglés, así que se quitó su reloj y lo dejó en el piso — Mire es de oro, brilla y vale muchísimo. Mi reloj por su camello —
Cameron se alejó de aquel anciano loco en cuanto lo vio quedarse hipnotizado por el reloj, es muy probable que darle ese reloj a un hombre del pasado altere el tiempo, pero le importa un bledo, sólo se subió al camello y se alejó lo más posible del centro de Alejandría.
Cameron sostiene el cuerpo de Cleopatra sobre su pecho para que no caiga del camello, está tan pálida y fría que es muy probable que muera pronto y que su cuerpo se deshaga como polvo en el viento al igual que lo hizo su hermana. Acarició esas suaves mejillas dañadas por las marcas que aparecieron en su piel, si no la hubiera conocido antes como aquella camarera hermosa y como aquella chica a la que arrollo con su auto, diría que es una momia de una película de terror.
Pero Cleopatra es tan hermosa, con una belleza hipnótica, aquella vez que la vio vestida como una diosa, con joyas cubriendo su piel y elixir de su perfume atrayendolo al abismo, sin duda pensó que era la mujer más preciosa que había visto, al igual que cuando se colaba en esa cafetería solo para verla a ella y reírse de sus peleas con la cafetera. Cameron no puede entender como es que los romanos no apreciaron su belleza hipnótica y su inteligencia, por a él lo hizo dejar a su prometida.
Ese día no aceptó casarse con su prometida porque no podía dejar de pensar en su bella momia, y en menos de un segundo salió corriendo de la iglesia, porque es mejor vivir una loca aventura a un matrimonio aburrido.
— Vamos cariño, no puedes morirte — Cameron preciono la herida en el vientre de Cleopatra para detener la sangre — No puedes dejarme aquí, perdido en el tiempo — La beso suavemente en los labios, pero esta tan fría que muy dentro de él sabe que Cleopatra se esta muriendo — Lamento mucho haberte arrollado y haber pensado que estabas locas, por reírme de ti y tus peleas con la tecnología, pero quiero disculparme por hacerte creer que no me gustas cuando la verdad es que yo estoy aquí por ti, no por Londres — Cameron la aferro suavemente y dio rienda al camello — Así que te aseguro que volveré contigo a Londres y te enseñaré lo bien que se siente vivir en el futuro, pero antes necesitamos encontrar un maldito hospital o como se llame aquí, no se ¿Un curandero? —
Cameron frunció el ceño para cubrir sus ojos del sol, su cara está más roja que un tomate, su piel se está dorando y al igual que Cleopatra, él se está muriendo por una gota de agua y a su alrededor no hay ni una maldita cosa, la ciudad a quedado atrás. Es la última vez que vuelve al pasado, de niño pensaba que regresar era divertido, que conocer Alejandría sería lo más fascinante de su vida, pero ahora que esta completamente sólo extraña demasiado su vida en Londres.
Aquí todo apesta a mierda de animal, sudor, comida podrida, incienso y elixir enigmático. La gente es rara, con sus maquillajes extremos, con su poca ropa, la brutalidad en sus actos y su adoración a sus faraones. Soñaban con conocer todo eso, la vieja ciudad de Alejandria, su biblioteca y su faro, pero si estuvieran en Londres Cleopatra estaría en un hospital y no muerta en el lomo de un camello.
Porque Cleopatra lleva horas muerta, lo sabe muy bien, porque gritó y nadie lo escuchó, gruñó molesto porque ser tan estúpido y por no darse cuenta que los seguían para matarla y la beso tratando de despertarla, pero su alma esta de regreso en la duat y ahora solo abraza a una chica muerta.
Cameron sonrió en medio del calor, están perdidos en el desierto bajó el sol abrasador y cuando abre los ojos puede ver y sentir el aire frío de Londres, pero no es verdad y es muy probable que en unas horas él también esté muerto. Si estuvieran en Londres, Cleopatra estaría bien, en una cómoda cama, mirando una película divertida y comiendo algo delicioso.
Pero en este maldito lugar del infierno no hay nada. Por primera vez Cameron se sintió malditamente afortunado de vivir en el futuro y no en estos años del infierno, con sangre y muerte a su alrededor.
Esta seguro que en unas horas cuando el hambre, la sed y el sol se apoderen de él, caerá del camello y la arena se tragará su cuerpos para perderlos por el tiempo. Abrió los ojos pensando que lo que está frente a él es un espejismo, lo ha visto en películas, sabe que la gente se vuelve loca en el desierto y de seguro él ya lo está, porque esta imaginando que una esfinge egipcia se alza ante ellos como una madre refugiándo a sus hijos.
Cameron ya no puede más, su cuerpo está cansado y su alma esta destrozada porque vio morir a Cleopatra y no pudo hacer nada, así que dispuesto a morir cuando se dejó caer sobre las escaleras de aquel palacio a las afueras de Alejandria.
Cerró los ojos esperando ver la oscuridad de la duat para encontrarse con su loca momia, pero la oscuridad que cubrió su rostro no fue porque se esta muriendo, sino porque un sacerdote se inclina sobre ellos con el ceño fruncido. Cameron se volvio como un león enjaulado cuando esos sacerdotes de llevaron el cuerpo de Cleopatra, tratan de calmarlo y le dicen un par de cosas en un idioma que no entiende.
Siguió a esos hombres hasta la entrada del palacio, pensando en como matar a todos si le hacen daño a su damisela, pero no se espero, alejó a los sacerdotes y tomó en brazos a Cleopatra, si le hacen algo, prefiere que lo maten a él también, no tiene ni espadas, ni una pistola, pero amenazó a todos con su taser y si alguien se le acerca, lo electrocutara.
Él oráculo de Siwa salió de la oscuridad del palacio, cubierto de telas preciosas, con sus ojos rasgados en un fino maquillaje y con su rostro tan serio que no vaciló en quitarle a Cleopatra de los brazos.
— Baje esa arma señor Cameron, no le haremos daño — Cameron frunció el ceño y aquel hombre apenas mostró una sonrisa — Solo queremos traer de nuevo a la vida a nuestra faraona, no dejaremos que su alma se vaya a la duat, tome asiento primer ministro, porque vamos a regresar a Cleopatra a la vida —
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