Parte 18

— ¡Bueno mujer! — Cameron tomó asiento en el alféizar de la ventana — ¿Tú quieres que te maten? Porque me ha quedado claro que tienes una tendencia a que te arrollen los autos Cleopatra —

Cleopatra hizo una mueca de dolor, su cabeza le duele como mil demonios, su cuerpo está llenó de moretones y tiene un horrible golpe en la frente, la sangre baja por su mejilla en un hilillo de color rojo que hace contraste con su blanca piel y sus manos están llenas de pequeñas cortadas. Cleopatra miró a su alrededor, la habitación es preciosa con sus muebles blancos y las mesas llenas de comida, con el suave olor a perfume masculino, pero aún puede ver el rastro de agua que dejó su cabello por la alfombra después de la ducha y la camisa de Cameron es extremadamente suave, al igual que lo eran sus vestidos de seda.

— Preferiría que me cortarán la cabeza, no se, una muerte digna de una reina  — Cleopatra soltó un sonido molesta al sentir el ardor del alcohol en su frente — Por eso yo quise el veneno de una serpiente, eficaz y rápido, pero morir atropellada es la cosa más estúpida del mundo, además ese hombre tuvo la culpa por no detenerse al verme —

Cleopatra fulminó con la mirada a Cameron cuando lo escucho reír a carcajadas, pero cuando la recogió inconsciente de la avenida no reía a carcajadas, solo la mirada preocupado, ahora su sonrisa es amplia y limpia la sangre delicadamente, como si el sonido de la televisión donde pasan las noticias sobre su dramática salida y la manera espantosa de dejar a su prometida, como si no lo  afectarán demasiado, pero sabe que si lo hacen, porque si celular no deja de timbrar y Cleopatra ya a estado a punto de tirarlo muchas veces por la ventana.

— Bueno, en realidad tu te detuviste en medio de una avenida, fue una suerte que aquel árabe no te cobrará lo daños a su auto y aún más suerte que no te matara — Cameron paso el algodón delicadamente te por su mejilla — Lo ideal es que vayamos a un Hospital, no me importa que se enteren que me escape de mi boda para estar aquí, necesitas que un médico te revise —

— ¡¿Un hospital?! — Cleopatra se alejó totalmente aterrorizada y fuera de si, se alejó tan fuerte que casi cae de alféizar de la ventana — ¡¿Estas loco?! En ese lugar matan a la gente —

Pero de nuevo la sonrisa de lado de Cameron le robó el aire, el aire que entra por la ventana mueve su cabello mojado por la ducha, su camisa se ciñe que sus brazos como una segunda piel y sus ojos están llenos de diversión, burlándose de ella y de su tonta ignorancia por nacer hace miles de años.

— En los hospitales no matan gente, pero creo que con mis cuidados quedarás muy bien, por lo menos no morirás, no otra vez — Cameron guardo el botiquín y le alejó un par de mechones de cabello negro de las heridas — Cleopatra... yo no debería de preguntarte esto ¿Pero te dolió morir?

— ¿Porqué tendría que dolerme? Yo viviré por siempre, además estaba preparada para la siguiente vida y siempre quisieron matarme, así que me importa muy poco si muero — Cleopatra se cruzo de brazos y cerró los ojos para no ver El Cairo de noche, para ella es bastante doloroso ver que su reino, por el que lucho tanto, está convertido en una caótica y horrible ciudad. Por un momento quiso quedarse así, lejos de todos y sentada en el alféizar mientras el dolor la está matando, antes así ignoraba a sus sirvientes, pero Cameron la mira con diversión en los ojos, como si ella fuera algo espectacular que aún no cree que esta sentada delante de él — Pero si te refieres a mi suicidio, pues claro que dolió Cameron, me dolió muchísimo, pero tengo que morir para no ser una prisionera de Roma —

Cleopatra se puso en pie furiosa para que Cameron no la vea con los ojos llenos de lágrimas. Le enseñaron que jamás debe llorar, pero es imposible no hacerlo en este lugar, cuando los cánticos árabes la vuelven loca y cuando el dolor la está matando. Se recostó en la cama, así como se recostada en sus almohadones para ver el Río Nilo, ahora solo esconde la cara entre las almohadas.

— Creo que suicidarte no fue la mejor opción, te entiendo si creíste que fue lo único que podías hacer y no logro imaginar el miedo de ver a los romanos llegar hasta tu reino, pero era la Reina, podías hacer miles de cosas —

— ¡Claro que no fue buena idea! Hubiera preferido ser esclava y jamás estar aquí — Refunfuño molesta — ¡Mírame! Soy una estupida, no tengo dinero y soy horrible —

Cameron se recostó junto a ella en la cama y le alejó las almohadas del rostro, tiene una sonrisa de lado.

— Yo creo que eres más bonita que una momia, vamos es broma, tu sabes que eres preciosa ¿Quien no querría estar con Cleopatra? — Cameron paso sus manos por su rostro, con la excusa de acomodar la casa que cubre su herida, pero en lugar de eso acaricio su rostro delicadamente tan diferente a los bruscos romanos. Él soltó un suspiro y la miró tan detalladamente que la hizo sonrojar como si el ardiente sol erupción la quemara en el rostro — Pero quiero que entiendas esto, si quieres encontrar la razón por la que estás aquí debes actuar como una persona normal —

Cleopatra golpeó levemente el hombro de Cameron, el sonido del televisor, los cánticos árabes y sus respiracion son lo únicos que se escucha en esa habitación de hotel. Se recargó en su brazo y lo observó detalladamente, como una reina mirando al esclavo con el que comparte la cama.

— ¿Me estás diciendo loca?

— No Cleo, te estoy diciendo que debes acostumbrarte a este siglo, actúa como una persona normal, cuando lo hagas todo será mejor para y yo no tendré que preocuparme porque te atropellen — Cameron tomo un mechón de su cabello entre sus manos, como temiendo que se fuera a desbaratar como la piel de una momia, pero Cleopatra esta viva, muy viva — No puede ser tan malo vivir en el siglo XXI, es genial, puedes visitar cualquier país, los baños son modernos, hay miles de cómodas, la gente ya no esta en taparrabos y tenemos el internet para ver tu video donde saltamos al río Támesis cientos de veces. ¿Sabes que eres famosa en internet? —

— Ni siquiera se que es Internet — Cleopatra lo miro furiosa cuando escucho de nuevo ese maldito celular timbrar como si estuviera loco, como si fuera rugidos de los demonios de la duat — ¡Apaga esa maldita cosa o contesta la llamada de tu prometida! —

— Podría contestar, pero no quiero, supongo que quiero pasar bien esta noche, ya mañana podré sentirme como una mierda por abandonar a mi prometida en el altar — Cameron apagó el  celular y lo dejo sobre la mesilla — No quiero que te sientas mal, yo deje a mi prometida porque así lo quise, creo que tambien estoy algo loco porque estar aquí contigo pero no podía dejarte sola en esta aventura. Mira esta hotel, es magnífico, esa comida es exquisita y El Cairo es espectacular. Además, los ingleses somos buenos  buscando momias —

A Cleopatra le enseñaron desde que era una niña, que a los hombres siempre hay que darles una recompensa, así como lo hacían con los romanos que se llevaban sus cosechan y tomaban a sus esclavas como mujeres de una noche. Le enseñaron que una buena reina debe pagar sus favores y es buena en eso, por eso sedujo a los romanos más importantes. Aprendió que el arte del sexo es una buena manera de tener a los hombres contentos y en sus manos para hacer de ellos lo que más quiera, Cameron no es un soldado romano, pero es el primer ministro de Inglaterra y tiene poder, mucho poder.

Si él la trajo de nuevo a su tierra, es como un aliado de guerra y tiene que darle la más grande de sus recompensas, su cuerpo.

Ciertamente ya no es la Cleopatra de antes con sus vestidos provocativos, su piel dorada por el sol, su maquillaje llamativo, sus pelucas y sus joyas, esas que enloquecian a todos los hombres, pero aún así como esta ahora, con la cara llena de golpes, apenas vestida con una camisa que le queda horrendamente grande y con su cabello mojado, es una experta en el sexo, no por nada las esclavas del desierto son unas expertas en los hombres.

Así que sin previo aviso se inclinó hacia Cameron y lo beso, jugando delicadamente con sus labios y cuando lo sintió aferrarse a su cabello, supo que había ganado la batalla y que ese hombre sería de ella, así como siempre. Se tomó la libertad de desabrochar su camisa, botón por botón y pasar sus manos delicadamente por ese pecho masculino, la bajo delicadamente cada vez más hasta llegar a la presillas del pantalón y cuando con toda la intención del mundo rozó esa parte masculina, se vio alejada por un más de manos masculinas que se aferran a sus brazos con insistencia.

— ¡¿Que estás haciendo Cleo?!

Cleopatra abrió los sorprendida y fuera de si, jamás en su vida la había rechazado, pero Cameron se alejó de ella como si fuera una leprosa y la mira como si estuviera loca y fuera una pervertida.

— Yo..yo solo quería pagarte el favor, lo haría con oro y joyas, pero no tengo nada — Cleopatra intentó acariciarlo de nuevo, pero se alejó de ella — Pero puedo pagarte con una maravillosa noche —

Sin embargo, las carcajadas de Cameron se escucharon por toda la habitación, se  burló tanto de ella que quedó claro que lo último que quiere es tener sexo. Se acercó de nuevo y la cubrió con las sabanas, apagó las luces y el televisor, así que la poca luz de la luna que entra por la ventana es la única que ilumina la habitación en penumbras. Cleopatra se hizo un ovillo en las sábanas al sentir a Cameron acostarse junto a ella.

— Creo querida amiga, que tiene un concepto bastante erróneo de los hombres — Cameron la beso en la mejilla y se preparó para dormir en el otro extremo de la cama — Es bastante bueno que entiendas que no todo se arregla con sexo y por cierto, los ingleses somos unos cabellos, jamás nos aprovechamos de damiselas. Además, tu Cleopatra eres como mi madre, por miles de años de diferencia y mi prometida me espera en Londres.

Cameron la tranquiliso de nuevo con otro beso en la mejilla, como si fueran los mejores amigos, pero se alejó de ella lo más posible en la cama, pero antes de dormirse sus ojos azules brillaron y apenas la acaricio levemente en el hombro.

— En cuanto esto termine, yo regresaré a Londres para terminar una boda y tu te quedarás aquí, en Egipto, donde perteneces Cleopatra —

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