Parte 11

¿Estoy muerta? Fue lo primero que pensó Cleopatra en cuanto tuvo conciencia otra vez. Incluso siente agua correr por su rostro. Si, esta segura que está muerta por ahogarse en el río Támesis. Esta muerta y no a poder volver a su vida jamás. Pero el olor del agua que siente por el rostro huele peor que el río Támesis y es viscosa. De inmediato abrió los ojos solo para ver un animal sobre ella, lamiendo sus mejillas y su gran boca junto a sus ojos.

Un maldito camello esta babeando sobre su rostro.

¿Que recibimiento es este para una reina? Ni los peores esclavos los reciben así. Se asustó terriblemente cuando aquel animal hizo un ruido horrible y se alejó de inmediato. Esta terriblemente asustada. Su mente está jugando con ella de nuevo. En londres no hay ningún camello. ¿Entonces si funcionó? ¿Donde está su palacio, sus joyas, su corona? Aqui no hay nada más que animales.

— ¿Tú que haces aquí? — grito asustada al escuchar unas carcajadas a su lado. Esta sucia, su vestido floreado está lleno de desperdicio de Camello y de seguro huele terrible — ¡Deja de burlarte de mi! ¡Haré que te corten la cabeza! ¡No puedes reírte de tu reina!—

Cameron soltó una par de carcajadas más. Esta ahí, sentado debajo de una palmera, dentro del pequeño oasis perdido en el desierto. Ya no lleva aquel lujoso saco, pero su camisa negra está desabrochada y su cabello rubio tiene el tono de la arena. El se ve totalmente fuera de lugar en este tiempo. Tan aristocrático, tan Inglés de pura sangre.

— Dime, si eres la reina de este lugar ¿dónde están tus guardias? No veo ninguno — Cleopatra miro a su alrededor. No hay nada más que camellos y ellos dos. Solos, perdidos en medio del abrasador sol — Y estas entre estiércol de camello. No creo que seas al reina de ningún lugar —

— ¡Callate! — rugió con furia Cleopatra. Se puso en pie y camino hasta el nacimiento de agua. Limpio su rostro, para quitar la suciedad y toco el colgante en su cuello. Funciono, está de vuelta en su reino. — No debiste caer conmigo. Este no es tu tiempo. Tenía que hacer esto sola. ¿Ahora qué se supone que haga contigo? Hasta tu atractivo rostro no es de este tiempo —

— Bueno, te aseguro que si regreso a mi país será la última vez que ayude a una señorita en peligro. — Cameron se puso de pie y camino de un lado a otro, como si fuera a dar una orden en el parlamento. En los bolsillos de su pantalon tiene su chequera, su tarjeta y su celular. — Si esto que veo a mi alrededor es verdad, cuando regrese a Londres me internare en un psiquiátrico. Caímos al río Támesis, deberíamos de estar en Londres, pero este es el infierno del mundo —

— Estamos en Egipto — contesto Cleopatra cubriendo sus ojos del sol

— ¿Que dijiste? —

— Es Egipto. Lo conozco de memoria — dijo entusiasmada. Una reina jamás olvida su reino.

— Conozco Egipto, es el peor lugar del mundo, lleno de auto, su comida es asquerosa y sus políticos son unos incompetentes. Llamaré a mis guardias para que vengan por nosotros —

Cleopatra se acercó y le arrebató el celular. Lo apago y lo guardo en el bolsillo de Cameron.

— Eso no servirá aquí. — sonrio emocionada — No lo entiendes. Regresamos millones de años en el tiempo. ¡Millones! Aquí ni siquiera existe tu nombre, tu celular o mi vestido. Estamos perdidos —

No quiere detenerse a seguir hablando. Tampoco va a tomar los camellos porque aquí la gente mata a cualquier provocación y no tiene un arma para defenderse. Comenzó a caminar sin ninguna dirección, solo guiándose por el curso del viento. Sus finos zapatos londinenses se hunden en la arena, pero aún así nada la puede parar.

— ¡Para! Tienes que decirme ¿Porque demonios estamos aquí? — Cameron corrió hasta alcanzarla, la tomo del brazo y la detuvo — Quiero seguir cuerdo todo el tiempo, pero esto es una maldita locura. ¿Estas loca? No podemos regresar en el tiempo. Ni los mayores científicos lo han logrado. Es algo imposible —

— Escuchame Cameron. Solo toque mi colgante, porque esta es mi misión. No soy, ni una loca y mucho menos una tonta mesera. Soy la reina de Egipto — el viento del desierto mueve su cabello por todos lados y hace que su vestido se levante.

— Soy un político, no te creeré hasta que vea pruebas. Pero digamos que lo que dices es cierto. Mi boda es en unos días. ¿Como demonios regresamos a Londres? — pregunto fuera de si.

Cleopatra desvió la mirada y siguió caminando por la arena. No hay ni una cosa a su alrededor. Nada, solo arena.

— Ese es el problema primer ministro. No pregunte como regresar. Solo salte  del puente. —

Cleopatra rueda los ojos mientras escucha a Cameron hablar y maldecir. Tiene tan mala suerte, que es una tontería pensar que ellos podían ser una buena pareja. Esta segura que en cuanto vea a un hombre de su tiempo, Guerrero y no un Inglés, se arrojará sobre sus brazos.

— ¡Tienes que encontrar la manera para regresar! No dejaré a mi novia en el altar — la señaló con el dedo totalmente molesto y fuera de si — Siempre sospeché que fuiste tu quien se arrojó sobre mi auto. Ahora lo creo, eres una maldita loca —

Lo fulminó con la mirada cuando Cameron se fue caminando sin ella. Ya no hablan. Solo caminan uno detrás de otro, pero seguir es imposible sin agua. El sol quema la piel de Cleopatra, siente que esta a punto de desmayarse, pero sigue como si fuera un zombie y esta segura que a Cameron le pasa lo mismo.

Incluso ve espejismos, pero cuando cierra y abre los ojos de nuevo, no hay nada más que arena y más arena. Ella es de aquí, de esta tierra, es dueña de este desierto, pero le encantaría estar con Grace y su madre, tomando una bebida helada.

— Cameron — pero ni siquiera la voltea a ver. La noche está por caer, esta hambrienta y cansada y su piel ardo por el sol— ¡Por los dioses, escuchame!

— ¡Que! — el se detuvo unos metros adelante de ella. Su rostro está rojo y su piel más dorada — ¿Que, tienes hambre, sed, estás cansada? Pues, te recuerdo que por tu culpa estamos aquí

— Ya no puedo seguir caminando — se acercó hasta el. Su estomago duele terriblemente de hambre — No es seguro estar en el desierto de noche. Los bárbaros podrían matarnos —

— Otra cosa más. Las malditas espadas de tu época. Pues te recomiendo seguir caminando —

— No lo haré, no nos moveremos de aquí — Cameron la tomo del brazo intentando moverla— Tenemos que pasar la noche aquí —

— No —

— ¡Si! ¿Quieres vivir? Entonces sigue mis órdenes. — Cleopatra tomo asiento en la arena — Es un maldito suicidio seguir caminando —

La noche cayó por completo, es tan oscuro que extraña las luces de la ciudad, esto es terrorífico por la noche, hasta el sonido de los animales la asusta. Se acostumbró a la buena vida del futuro, aquí, todo puede matarla.

Se recostó en la arena junto a Cameron, trato de no acercarse a el. Es la reina, esa que en la historia la llaman como una mujer valiente y que no le teme a nada, pero la verdad es que esta aterrorizada de estar en medio de la nada. Sabe que aquí no hay pelogro que un auto los atropelle, pero si hay animales que pueden comérselos y bárbaros que pueden matarlos para comérselos.

Todo aquí significa muerte.

— Cameron — toco varias veces su hombro — Solo voltea, no me gusta sentirme sola —

— Tu, la famosísima Cleopatra ¿Asustada? ¿Que no estás acostumbrada al desierto y sus bárbaros? — dijo con sarcasmo

— La historia no dice la verdad y tu no me conoces —

Cameron se giró hasta tenerlo de frente. Su cabello tiene un poco de arena, igual al de ella. Cleopatra cree que tiene arena hasta en las pantaletas. Lo miro asombrada cuando Cameron la cubrió con su saco, el desierto es helado por la noche. El frío es aún peor que la primera vez que Grace la envió por unas sodas a la nevera, y terminó muerta de frío.

— Si no estamos juntos, moriremos de frío y no pienso morir en este lugar tan horrible — 

No dijo nada cuando la pegó a su pecho y ella se juntó a él para no sentir el frío del desierto. No hay otra cosa más que ayudarse a sobrevivir. Al desierto hay que tenerle cuidado o los dos podrian morir.

— ¿Moriremos? — pregunto Cameron, después de escuchar el aullido de unos animales y el grito de unos bárbaros.

— No Cameron. ¿Que no recuerdas que Cleopatra siempre se sale con la suya — toco la mejilla de Cameron delicadamente, así con esas caricias que utiliza para enamorar a los hombres — Mañana te demostraré que yo soy la única reina de Egipto —

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