Parte 43


Londres, Inglaterra

4 años después.

Olimpia

— ¿Es positivo? — Helena hizo la pregunta mientras toca suavemente la puerta del baño, no ha entrado pero sabe que se está muriendo de ganas de azotar la puerta y quitarle la prueba de las manos pero en esta ocasión espera amablemente fuera y le da comprensivamente su espacio porque no es tarea fácil y la presión es terrible — ¿Estas embarazada? Todos esperamos que así sea, un pequeño niño le hará bien a esta familia y mi hermano sería muy feliz. Por favor mira la prueba de embarazo que me tienes loca de los nervios —

Olimpia tomó una gran respiración que llenó de aire todo su cuerpo mientras un temblor le recorre toda la espalda, sin nervios pero ya no es la primera vez que hace esto, lo han intentado durante tres años y todas las veces anteriores han sido intentos fallidos y en esta ocasión sus esperanzas están puestas en este pequeña prueba que sujeta fuertemente con su mano. Es una mujer adulta y no tiene miedo a tener otro hijo, sin embargo, le gustaría muchísimo tener a su madre cerca en este momento, seguramente le habría dicho palabras acertadas para tranquilizarla. Se miró en el espejo del baño, hoy se ve perfecta, y su rostro tiene un buen brillo, luce elegante y hermosa pero hay tristeza oculta en sus ojos.

Se recargó en el lavamanos y se pasó las manos por el cabello con desesperación y hasta puede sentir calor, se mordió el labio temblorosa porque sabe que por fin necesita saber la respuesta que la tiene tan frágil y con todo su corazón lleno de esperanza de un nuevo embarazo. Durante estos años, tanto Christian como ella han tomado la decisión de tener un segundo hijo, darle un hermano a Selene era parte de la idea para hacer crecer su pequeña familia, de hecho estaban tan emocionados que aún y cuando apenas era una idea ya hasta habían comprado sábanas azules y un oso de peluche para esperarlo con más ganas, con su primer embarazo fue tan fácil y estos intentos sea sienten como un infierno, y para rematar la herida cuando los asesores y todo el palacio se involucró en su futuro embarazo todo se fue a la basura, siente que se la están comiendo entre todos entre habladurías que siempre llegan a sus oídos y la única que podría defenderla es su madre, pero está lejos y en momentos como este la extraña con locura, la ha llamado, le ha mandado cartas y postales, pero no ha tenido ni una sola respuesta, párese que olvido a su hija en una palacio lleno de extraños.

— Ya Olimpia, no eres una adolescente — Se dijo a sí misma — Ni tampoco es tu primer embarazo, ya míralo de una maldita vez —

Cuando por fin movió su mano y su mirada se dirigió a la prueba lo primero que sintió fue que su corazón se hizo añicos y fue inevitable no llorar, dejó caer un par de lagrimas que se habían estado conteniendo en sus ojos y soltó un sollozo desde lo más profundo de su ser. Tomó asiento en la taza del baño porque sus piernas parecían de gelatina y se pasó las manos por el cabello con desesperación y terror. Se siente asfixiada y desolada. Lo que tanto habían soñado esta vez tampoco podrá ser.

— Perdón pero no contestabas, me asustaste — Dijo Helena a en cuanto entró al baño llenando todo el lugar de su costoso perfume, luce asustada — No, no, no llores Olimpia, no pasa nada, supongo que no salió algo bueno, no te ves feliz —

Negativo otra vez — Se mordió el labio nerviosa y tiro la prueba al cesto de basura — No puedo embarazarme, no puedo Helena —

— Lo puedes volver a intentar, te prometo que llegará el niño que todos queremos — Helena estaba a punto de abrazarla pero la puerta se abrió y ambas se quedaron calladas — Hola hermanito, los dejare solos para que puedan hablar, iré con mi sobrina —

Christian asintió sabiendo que su hermana pensó en lo correcto porque en estos momentos si necesitan estar solos. Lo observó recargarse en el marco de la puerta sin dejar de verla hasta que su hermana se fue, cuando se quedaron solos cerró la puerta tras de sí y soltó la respiración que llevaba contenida, como si se quitara un peso de encima.

— Negativo de nuevo — Le dijo cabizbajo y comprensivo, su voz es apenas un susurro que la tranquiliza, a falta de sus padres sabe que él es su lugar seguro — No llores cariño, no vale la pena, lo intentaremos las veces que sean necesarias, pero no me gusta verte así —

— Son demasiadas veces que lo intentamos y siempre sale negativo pero no lo entiendo, en los exámenes médicos no hay nada malo en mi y tú no tienes ningún problema, es tan extraño — Dijo molesta y frustrada — Estay harta y cansada de hacer esto, soy yo la que siempre reciente todo y siempre termino viendo una prueba negativa, ellos no quieren que tenga mas hijos y yo tampoco quiero seguir intentándolo, no puedo resistirlo, ya no mas —

— ¿Y el niño que tanto deseamos? — Preguntó curioso, como un niño esperando una respuesta. Negó con la cabeza y lo tomó de los hombros sin despegar la mirada de sus ojos azules.

— Tu lo deseas, pero ellos no me dejarán embarazarme, ya no, Selene fue el único regalo que nos dieron — Contestó sin pensar y con rapidez.

— ¿Ellos, quienes son? — Indagó frunciendo el ceño.

— Me están castigando — Contesto confusa. Christian se pasó las manos por el cabello sin comprender ni una sola palabra, seguramente habría indagado hasta que le dijera la verdad de sus palabras tan confusas y que lo frustran al no entender pero fuera del baño hay todo un círculo de asesores que lo tienen vuelto loco y además hoy su humor no es el mejor del mundo. Ese siempre ahora es tan ocupado que siempre va de un lado a otro con sus asesores, por eso a veces extraña los años donde solo eran dos jóvenes sin obligaciones y con ganas de descubrir el mundo.

— Si ya no quieres tener más hijos esta bien Olimpia, lo entiendo pero no me hablas de dioses imaginarios o situaciones que solo pasan en tu imaginación, eso sea acabo  — La tomó de las mejillas y la beso en la frente — Además considero que Charlotte es mas que suficiente y a pensar de que es solo una niña, es tan traviesa que se siente como si fuera todo una manada de bebés, así que supongo que a partir de ahora seremos una familia pequeña pero esta bien —

— ¿Y tú quieres eso? — Le preguntó antes de que él saliera del baño, pero Christian solo la miro de reojo y bajó los hombros.

— Ya no se lo que quiero, aunque se sugirió que un rey debe tener más hijos para asegurar la corona, sin embargo,  si ya no quieres seguir intentando lo entiendo —

Se quedó encerrada en el baño unos minutos más hasta que ya no escuchó voces masculinas en la habitación, la verdad es que hoy no tiene fuerzas para ver como esos hombres la juzgan con la mirada por no poder embarazarse, siempre es una mujer fuerte y de carácter, pero al mismo tiempo es el ser más triste de la tierra, es tan sensible que estos temas la ponen muy mal por eso es que otro intento le rompería el corazón en añicos. Cerró los ojos un momento imaginando escuchar la voz de sus padre y tomó su celular para hacerles una llamada pero al igual que las veces anteriores no contestaron y resignada dejó un buzón de voz.

— Papa soy yo otra vez, espero no molestarlos en su emocionante viaje, yo solo... No pude otra vez papá, no puedo embarazarme — Su voz se entrecortó y se cubrió el rostro con las manos para que los sirvientes no vean vulnerable — Los necesito mucho, por favor, necesito que regresen a Londres me siento tan sola... regrésame la llamada cuando puedas, los quiero muchísimo —

Se arregló el cabello y sonrió ampliamente como si nada pasará cuando su hija se abrazó a ella. Sabio su mirada para ver a su pequeño amor tan pequeña y llena de vida, con tanta alegría en su rostro que podría jurar que cuando están juntas ambas brillan como si fueran un mismo sol. Le hizo cosquillas y su corazón vibró de amor al escucharla reír, lleno de besos las suaves mejillas de su hija y la apretó contra su pecho olvidando por completo sus problemas en cuanto la risa traviesa de su hija se escuchó por toda la habitación y su dulce perfume la hizo sentir en cada. Adora a Christian pero es el amor a su hija lo que la detiene de no tomar un vuelo para ver a sus padres, es ese amor maternal y sexto sentido de querer que su hija jamás sufra lo que la mantiene calmada su alma aventurera.

— Mi pequeña Selene — Le dijo con tanto amor que podría derretir un glaciar solo con su voz, la abrazó con fuerza — Mamá te ama muchísimo, no puedo creer que mi bebé ya sea tan grande, el tiempo pasa muy rápido —

Selene soltó su suave risa y se abrazó a su cuello, su pequeño cuerpo se siente caliente, es una pequeña llena de energía que desde que sale el sol hasta el anochecer corre por todo el palacio haciendo travesuras, mueve las cosas, correo por los pasillos, juega con espadas y baila en cada rincón, fácilmente podría ser una gran arqueóloga, pero eso solo es una idea que pasará por su mente, pero ni qué decir, porque la oficina de su papá es su salón de te, es la única mujer que pone a Christian y a sus asesores a jugar a tomar la hora del té. Su hija es preciosa, y al pasar de los años sus facciones no han cambiado, las forma de sus labios y su nariz sigue igual, su piel se volvió más blanca y su cabello creo con fuerza y es igual de rubio que el de ella y sus ojos dorados son únicos, pero a excepción de lo antes mencionado, porque es idéntica a su padre hasta en el carácter, fue su copia perfecta.

— Te amo mami — Selene sonrió mostrando sus dientes de leche, la alejó solo un poco para ponerle su abrigo y le puso un gorro para que no tenga frío al salir a la calle.

— Ahora iremos a comprar lo que te prometí ¿Recuerdas? — Le dijo tomándola de la mano para comenzar a caminar — No nos tardaremos, llegaremos a tiempo para tu fiesta de cumpleaños —

Apenas y miró de reojo los preparativos de la fiesta de cumpleaños no quiere arruinarse la sorpresa desde antes porque cada detalle fue pensado por Christian y quiere ver que tan creativo es con las fiestas infantiles, soltó una carcajada al ver llegar globos rosas y pastelitos, así que le cubrió los ojos a sus hija para que no vea y subieron rápidamente al auto. El clima no es malo pero en Londres siempre hace frío. Su pequeña niña es tan inquieta que durante todo el camino no dejó de cantar y reír, mueve sus pequeños pies y sus manos al son de la música. Su pequeña bailarina.

Al bajar del auto la tomó de la mano y juntas caminaron por la calle principal bordeada de tiendas y al pasar en cada una de ellas su hija suelta exclamaciones de sorpresa y emoción al ver las cosas preciosas. Acaricio el cabello de su pequeña hija y no puede dejar de pensar que en su juventud jamás se imaginó haciendo esto, quería tener las manos llenas de arena y dirigir excavaciones, no quería tener hijos no se consideraba apta para tener un hijo y ahora le da risa pensar que terminó siendo reina y mamá y que en cuanto nació Selene ese instituto materno le enseñó a cuidar de su hija, que graciosas son las vueltas de la vida, ahora no se imagina ni un solo día sin ella.

— No te sueltes de mi mano pequeña traviesa —

— Mamá quiero todos s vestidos, quiero todo — Selene pegó su rostro al cristal de una costosa tienda y abrirá mucho sus ojos sorprendida, vaya que el pequeño retoño del rey tiene gustos muy caros — Mamá, mami, quiero ese vestido, por favor, papi me dio un billete para comprarlo —

Casi soltó una carcajada al ver el billete, se lo dio para que comparar dulces, pero ni de chiste alcanza para ese vestido, pero es su única hija, claro que se lo comprará. Al entrar a la tienda la atención de todos estuvo puesta sobre ellas dos y al momento todos se acercaron para querer atenderlas amablemente, su hija corre entre los vestidos y desde su lugar puede verla, se alejó un poco porque algo la está incomodando, se pasó las manos por el cuello y miró a todos lados antes de sacar su celular y llamar otra vez a sus padres, sin despegar la mirada de su hija en ningún momento.

— Mamá, papá, espero que estén bien y disfrutando de su paseo por el Nilo, hoy es el cumpleaños de su nieta, de Selene, y aunque no estaban en Londres siempre le enviaban regalos y postales, pero este año no ha pasado eso y sé que algo no anda bien, llevo días tratando de comunicarme con ustedes y no me contestan, espero que solo sea un problema en la señal — Se detuvo para pasar saliva y caminó por la tienda siguiendo a su hija — Por favor estoy muy preocupada por ustedes, espero su llamada por favor —

En cuando termino de mandar el mensaje, guardo su celular y se acercó hasta su pequeña rubia, para ayudarla a probarse los vestidos. A Christian le encantará ver a su pequeña.

— Es precioso, te verás hermosa en tu fiesta, déjame tomarte una foto para mandársela a tus abuelos — Selene abrió sus ojos y negó con su cabeza como si fueras algo terrible.

— No podemos mandarle mis fotos a los abuelos, papá no quiere — Le dijo mientras juega con la tela de su vestido — Tampoco puedo ver las cosas que nos mandan ¿Porque papi no los quiere? ¿Son malos? —

Tomó de las mejillas a su pequeña y la miró a los ojos.

— Tus abuelos son las mejores personas que conozco, son amables y divertidos y siempre tiene un nuevo cuento para dormir, además preparan la mejor comida del mundo — Le comentó con ternura — Ellos te quieren muchísimo Selene, tanto o más que yo, pero son le encanta viajar por el mundo. No pienses eso mi amor, hoy es tu cumpleaños y papá y yo te hicimos una gran fiesta porque nuestra bebé cumple años —

La abrazó con fuerza y le acarició el cabello con ternura para transmitirle seguridad mientras deja que la tarjeta del rey pague todos los gustos de su pequeño retoño, al terminar y como un gusto personal entre ambas, pasaron a comprarse su helado favorito y cuando encendió el auto una idea, una muy mala, pasó por su mente.

— ¿A dónde iremos mamá? — Le preguntó su hija mientras come su helado favorito, tiene las mejillas llenas de helado rosa y saca su pequeña lengua para comer más. Se ve tan tierna que podría comérsela a besos. La miró por el espejo y sonrió.

— Daremos una vuelta a la casa de los abuelos, no nos tardaremos cariño, lo prometo —

El viaje a la casa de sus padres fue rápido, realmente creyó que al llegar exactamente igual a siempre, porque aunque sus padres no estaban la casa seguía siendo cuidada por los sirvientes y parecía que ellos seguían viviendo ahí, pero al bajar del auto se asustó y un nudo en su garganta casi la hace llorar al ver todo a su alrededor. ¿Qué está pasando? A su alrededor solo hay desolación y abandono, el jardín que antes era hermoso ahora es una jungla de malas flores, y la naturaleza se está adueñando de todo a su paso, la casa de sus padres esta polvorienta y oscura. Las hojas invaden el suelo y no hay ni un solo rastro de los sirvientes. Hasta el frío corta como una daga y la soledad entristece el corazón. No hay nadie, no hay sirvientes, no están sus padres, ni un fantasma vendría por aquí porque todo está muerto a su alrededor.

Llego hasta la puerta principal y la encontró cerrada, jamás cerraban y por más que quiso no pudo entrar, ya como último recurso acercó su rostro a las ventanas tratando de ver algo pero las cortinas están abajo y cubren todo, frustrada soltó un chillido de desesperación al no poder entrar y de verdad no quiere que su hija la vea en un momento tan vulnerable, respiro hondo y se secó las lágrimas antes de subirse al auto, pensó que su hija le preguntaría algo pero se había quedado dormida. Para cuando llegaron al palacio ya había niños pequeños por todos lados del palacio mientras corren de un lado a otro en los jardines y los pasillos sacando de quicio a los sirvientes, rápidamente cruzaron su hogar sin ser vistas y entraron con rapidez hasta su habitación para preparar a su hija, solo que Christian ya las estaba esperando ahí y por la manera en que está parado y como las observa no está nada contento.

— ¿Donde estaban? — Preguntó con severidad. Se cruzó de brazos y la fulminó con la mirada fríamente — Las busqué por el palacio toda la mañana, llegaron los invitados y no estaban, eso para nosotros los ingleses es de mala educación —

— Pero estamos aquí, no te enojes, no nos sucede siempre — Se puso de puntillas y lo beso mientras se quita el abrigo — Fuimos de compras y la lluvia no ayudó mucho, el tráfico en la ciudad era terrible —

Selene se hecho a los brazos de su papá, y ese hombre cedió al momento bajando su retaguardia, su rostro se relajó y paseó con su niña de un lado a otro de la habitación. Le dio unos cuantos besos y lo abrazó con fuerza.

— Estábamos en la casa de los abuelos, pero me dio un poco de miedo papi  — Christian parece que recibió una noticia que lo dejó como una estatua, sus preciosos ojos azules se llenaron de ira y coraje. A ella solo le quedó cerrar los ojos con fuerza y afrontar la ira del rey.

— Charlotte podrías darnos unos minutos a solas, te dejé unos regalos en mi oficina ¿Puedes ir a verlos? Iremos contigo en un momento — La pequeña asintió y salió corriendo, pero en cuanto la puerta se cerró Christian se acercó hecho una furia — En qué momento se te ocurrió llevar a mi hija a esa casa ¿Que estabas haciendo ahí? Sabes que tienes prohibido que la niña se acerque a ese lugar, esa casa es como un maldito museo lleno de muertos y peligros, le dio miedo maldita seas, espero que no tenga pesadillas después de esto, de verdad no quiero que mi hija sepa nada de tu familia, lo habíamos hablado y acordamos buscar siempre el bienestar de nuestra hija —

— Lo sé Christian, recuerdo todo lo que acordamos, pero fuimos solo un momento, no te preocupes, eso no le causará pesadillas —

Pero en lugar de calmarse, ese rubio se molestó aún más.

— ¿Que no me preocupe? — Tiene el rostro rojo de coraje y las venas de su cuello de marcan — Es a mi hija a la que llevaste ahí, ya lo sabía, los guardias me lo dijeron porque les ordene que te siguieran ¿Lo sabes? No quiero que Charlotte se acerque a tú madre, es peligrosa Olimpia, no quiero que el drama que sigue a su familia llegue hasta mi hija, no quiero que ella viva con miedo y también sea infeliz —

¿Infeliz? Ella tuvo la mejor infancia del mundo llena de cuentos y magia; pero cuando las palabras salieron de la boca de ese hombre todo el peso que llevaba le cayó encima y por fin se quebró. Tomó asiento en el sillón más próximo y entre sus manos se aferra con fuerza a la chaqueta de su hija.

— No quise poner en peligro a nadie — Dijo en un sollozo que contuvo con fuerzas, respiro y se calmó — Fui a buscar a mis padres, pensé que quizá había la posibilidad aunque fuera muy remota de que estuvieran en casa pero ahí no hay nadie, no sé qué sucede Chris, pero algo dentro de mí me dice que algo no anda bien, algo le pasa a mis padres —

Christian tomó asiento a su lado y la pegó a su pecho mientras sus labios reposan en su frente.

— Creí que tus padres seguían de viaje por el río Nilo, tienes que estar consciente de que existe la posibilidad de que no tengan señal, sabes que a ellos les gusta muchísimo conocer lugares exóticos casi perdidos del mundo —

Se alejó y negó con la cabeza, al momento sintió sus mejillas rojas a punto de llorar pero se contuvo para no terminar arruinando su maquillaje.

— No ellos jamás, escúchame, jamás se irían sin decirme, algo les está pasando —

— Pediré que los busquen. Te aseguro que los encontraremos —  No pudieron seguir hablando porque Selene entró con sus regalos entre los brazos, apenas y puede sostenerlos pero le gusta que su hija es terca y perseverante, sonrió al verla tan emocionada y feliz y se sintió culpable por no poder compartir ese mismo sentimiento, pero en este momento en su pecho hay un nudo que la tiene ansiosa y cansada.

Se dirigió al jardín junto con su hija y quedó sorprendida al ver lo bien que arreglaron el palacio, es el primer cumpleaños que festejan en público, antes hacían pequeños pasteles en privado, pero esta vez fue diferente; hay algodones, dulces y muchos niños.  Selene luce tan contenta y radiante mientras se abraza al pecho de su papá el cual la lleva de un lado a otro por los jardines, y fue inevitable que su corazón se llenara de tristeza porque recordó cuando su padre la abrazaba de la misma manera y por primera vez se sintió fuera de lugar, sus ojos se llenaron de lágrimas y miró a su alrededor para ver que Christian siempre está rodeado de su familia y amigos. ¿Y ella? No tiene familia, está completamente sola.

En ese momento se sintió tan vacía, distante y fuera de lugar, que aunque es una mujer adulta extraña el perfume de su padre y el poder recostarse sobre los brazos de su madre. Los extraña con tanta locura que sus ojos se llenaron de lágrimas y dejó de ver unos segundos, cuando cayeron las lágrimas por sus mejillas y reaccionó todo a su alrededor se transformó y lo que antes era una fiesta infantil ahora es el desierto más cruel y abrasador, no reaccionó sino hasta que escuchó el sonido de un cristal. Apretó tanto el vaso que tenía en la mano que lo rompió y la sangre comenzó a salir, pero no siente dolor.

— Te ayudaré — Christian encargó a la niña con unas de sus hermanas y la tomó de la mano para llevarla hasta la cocina, la obligó a sentarse y le limpió la herida, pero está tan desconectada de su realidad que solo mira por la ventana porque solo ve arena y es tal la realidad que siente como si se ahogara — ¿Me estás escuchando? —

Parpadeo varias veces y al reaccionar lo primero que vio fue a su hija corriendo por el jardín, cuando recobró el sentido de su realidad observó el rostro de Christian.

— ¿Qué? — Preguntó

— Por dios Olimpia, ahora te está sangrando la nariz — Inmediatamente le puso un paño en el rostro — ¿Estás bien? Debería llamar al médico, hay algo diferente en ti —

— No — Contestó poniéndose en pie y dejando el paño lejos de ella — Estoy bien, supongo que es la presión del momento, regresaré a la fiesta, no quiero que Selene esté sola —

Durante toda la tarde tuvo la mirada de Christian encima y cuando llegó el momento de partió el precioso pastel, Selene lloro, no sabe si fue la emoción del momento o de verdad está triste, pero se hecho a sus brazos soltando lagrimas desconsoladamente, lo bueno es que ella si tiene una mamá que seque sus lagrimas cuando quiera llorar. Ya al terminar y cuando por fin y después de ver muchos obsequios, Selene se quedó dormida, tomó una ducha y se acercó por el pasillo para ir con el rey, pero al escuchar voces se escondió en el pasillo para escuchar como un par de guardias le comentan a Christian la situación de su padres.

— Es sumamente necesario que mi esposa no se entere de esta situación tan delicada, yo será quien le dé la noticia pero en su debido momento, espero que lo entiendan y si llega a preguntarles le dirán que sus padres están bien y que siguen en una expedición, no la expondré a una locura para recuperar a unos padres que es probable que ya están muertos —

Se le hizo un nudo en la garganta y se repego aún más a la pared para que no la vean porque en ese momento uno de los asesores más cercanos al rey se acercó para hablar.

— También se ha estado rumoreando en el parlamento que la reina no puede embarazarse, sabes de su prueba negativa, así que hemos tomado la decisión de comentarle y sugerirle a usted majestad, buscar un remplazo para ella, alguien que pueda darle hijos con sangre inglesa al cien por ciento, su hija es espléndida y es la luz de este palacio, pero me temo que arrastrará la enfermedad y el drama que lleva su familia materna, podríamos tomar en cuenta el hijo que tiene con la señorita París, pero sería adecuado tener más para asegurar la corona y su linaje —

Cerró los ojos al escuchar aquello y deseo con todas sus fuerzas que Christian los detuviera, pero no fue así.

— Lo pensaré, gracias por la sugerencia — Sintió un dolor en el pecho pero se quedó oculta hasta que apagaron las luces del pasillo, primero lo buscó en la habitación pero no está ahí, así que llena de coraje fue y lo encontró en su oficina y entró con tanta autoridad hasta ponerse delante de él.

— Te escuché — Christian levantó la mirada y la observo.

— ¿Que escuchaste? — Intentó cambiar el tema de la conversación como buen hombre que no sabe mentir — Sabes que estoy planeando un nuevo viaje, te encantará y a Charlotte también —

Se siente tan fuera de sí y el dolor de cabeza es tan fuerte que está perdiendo la razón de sus acciones, sus ojos se sienten llameantes y arden como si el mismo sol saliera de ellos, fuera de sí y bastante furiosa golpeó la mesa con fuerza derramando una copa de vino.

— Quiero que me digas dónde están mis padres, me lo dirás ahora Christian — Lo señaló con el dedo y lo fulmino con la mirada — Y no me mientas — 

— Basta Olimpia. No diré nada — Contestó restándole importancia — Tengo trabajo que terminar. Buenas noches —

— ¿Estás muertos? ¡Dime algo! — Pero harto de esta situación y furioso porque el vino se derramó sobre sus documentos, Christian se puso en pie furioso.

— ¿Que quieres saber? No te dire cosas lindas, te dire la verdad. No están bien, están desaparecidos desde hace más de un mes y nadie sabe nada de ellos, su rastro se perdió en el Nilo como si la arena se los hubiera tragado, quisiera ayudarlos pero no podemos hacer nada,  pero escúchame muy bien porque no lo repetiré dos veces, tú no saldrás de este palacio para ir a buscarlos, te lo prohibo — Le dijo fuera de sí y también golpeando la mesa hasta tirar la copa al suelo haciéndose añicos, acercó su rostro al de ella y le advirtió con la mirada — Olimpia te lo estoy advirtiendo, tú no vas a ir a buscarlos. No te dejaré —

— ¿Que demonios quieres? Que finja ser una hermosa reina que no hace nada, no abandonare a mis padres, no me pidas que haga eso porque no puedo,  son mi familia y yo soy parte de ellos, solo yo puedo encontrarlos — Le dijo inclinándose sobre la mesa, jamás se habían peleado así, pero si es necesario, lo hará — Necesito ir a Egipto, vamos Chris por favor no me dejes sola esta vez, te necesito —

— No puedo, ahora soy el rey y mi deber está aquí, no en Egipto — Le dijo a centímetros del rostro, pareciese que el coraje invade toda la habitación — Soy muy buen hombre Olimpia, pero ni tú, ni mucho menos Charlotte saldrán de aquí y por primera vez en tu vida me vas a obedecer, me escuchaste, llora o grita, lo que gustes, y si tengo que encerrarte en el palacio eso haré, y si te tengo que vigilar eso pasará, pero no saldrás —

— Tu no vas a detenerme jamás — Replicó endemoniada

— Entonces debes estar lista para las consecuencias porque créeme cuando te digo que no te van a gustar — Le advirtió mientras se desabrocha los primeros botones de la camisa y se pone el saco furioso.

— ¿Y el tema del embarazo? Es que mi amor por ti ya no te es suficiente ¿De verdad necesitas un hijo?  — Le dijo con el corazón roto — ¿Que no me pueda embarazar es un problema para ti? —

— Para mí no, para el reino si — Contestó. Siento esas palabras como un golpe en el estómago, pero seguir firme como las mujeres de su linaje. 

— Si ya no me necesitas para que me quieres aquí, déjame ir a Egipto, y tú quédate aquí buscando un reemplazo para mí que si pueda dar más hijos, si eso es lo que quieres hazlo, no te detendré, vete —

Christian se pasó las manos por el cabello furioso parecía que quería matarla con una sola mirada y si, ese hombre enojada da algo de miedo, pero él puede superar eso y más, se ha enfrentado a cosas más terribles.

— Estás demente, no quiero a nadie más y esa es una idea estúpida y ahora estoy furioso contigo, pero mi corazón sigue siendo tuyo y jamás debes dudar eso — Le dijo a centímetros del rostro — Pero no me retes Olimpia, porque no ganarás, haré todo lo posible para defender a mi familia —

Un asesor con cara de miedo y con mucha cautelar al verlos tan alterados, entro a la oficina y hablo en voz baja, cuando salió Christian le dio un leve golpe en el hombro, está más que furioso con ella. Fue a su habitación esperando verlo entrar pero pasaron horas y él no regresó y en todos los años que llevan juntos jamás habían dormido separados, ni siquiera en sus días en el desierto y por más enojados que estuvieran, durante la noche siempre dormían abrazados, pero quizá el amor ya no lo es todo y puede que le hubiera tomado la palabra y que se fuera con una mujer más indicada como todos quieren. Tomó asiento en la cama al escuchar un sonido, busco en cada parte de la habitación, entre su ropa y la de su esposo, pero no encontró nada, hasta que se quedó en completo silencio y se acercó hasta el armario de Christian y con el corazón latiéndole a mil por hora, abrió el cajón de las joyas y más allá del oro y los diamantes, escondido en la parte más oscura, estaba el celular que pensó que había perdido y no deja de sonar, con manos temblorosas lo contestó.

— ¿Olimpia? — Casi suelta el celular al escuchar la voz del sirviente de su abuelo, aquel hombre que le enseñó cada una de sus historias para dormir, es gracias a ese hombre que en cada una de sus historias con más que duerme a su hija existe la magia en sus palabras — Pequeña Olimpia pensamos que te había ocurrido algo a ti también —

— ¿Y mis padres? ¿Dónde están? — Preguntó genética y asustada — Ayúdame por favor, necesito saber que ha pasado con ellos, pero yo estoy bien, eso creo —

Su fiel sirviente tomó una pausa antes de hablar pero el servicio y la señal del teléfono está mal y se corta su voz.

— A su padre lo encontramos a orillas del Río Nilo, está en muy mal estado y se encuentra en un hospital en Alejandría, buscamos por cada parte, pero de su madre no sabemos nada — Dijo con voz cortada por la señal — La hemos llamada y hablamos al palacio pero nos dijeron que estabas ocupada y llamamos al rey pero no quiso contestar la llamada, te hemos buscado todos los días porque tu padre no deja de preguntar por usted... el necesita decirle algo, pero la señal es...es terrible Olimpia

Cuando la llamada se termino y no pudo seguir escuchando esa voz, se quebró por completo y fuera de sí y llena de lagrimas lloró desconsoladamente, cubrió su rostro entre sus manos y gritó abiertamente, todos en este palacio y hasta Christian ya sabían la situación de sus padres y le mintieron a la cara, se lo ocultaron y está furiosa por eso. Se siente tan perdida, que sabe que es medianoche solo porque conoce que el palacio apaga todas sus luces a esa hora, antes de salir de su habitación beso la frente de su hija y la dejo dormida en la cama para salir corriendo por los pasillos y entrar a su único lugar seguro, la biblioteca.

Encendió las luces y buscó libros de Egipto desenfrenadamente, pero no hay nada y lo más cercano a ellos son libros del fantasía, todos sus libros desaparecieron sin dejar rastro, frustrada y enojada, observó todo el desorden que formó en la biblioteca, libro tirados mapas por todos lados y se abrazó a un libro de cuentos pero muestras llora sus lagrimas caen sobre las paginas dejando marcas en ellas. Se siente tan triste que apenas y puede entender las cosas, su pecho duele y sus ojos no puede ver más que lagrimas, así que tomó asiento en el alféizar de ventana y pegó su rostro al cristal mientras observa la luna y le ruega a los dioses que le ayuden a encontrar a su madre.

Pero justo en ese momento algo cambio, sus ojos se hicieron completamente dorados y su cabello brilla con fuerza y como una diosa de la antigüedad, sus lagrimas dejan marcas en todo lo que toca y al mismo son que sus lagrimas la lluvia comenzó a ver en Londres. Se siente con tan divinidad que escondió su rostro entre sus manos para seguir llorando.

Cuando por fin sus lagrimas se habían calmado y solo observaba la luna esperando una respuesta de sus dioses, escucho un par de ruidos que la alarmaron, alguien entro en la biblioteca y tuvo libros en su camino, ese hombre se acerca a trópicones tratando de esquivar todo el desorden que ella hizo, sin embargo, no despegó su mirada de la luna está absorta en verla y en su locura podría jurar que le hablan en voz baja, tan bajo que solo ella puede oírlo, dan un idioma dulce y extraño que la reconforta.

Olimpia — Christian le acaricio el brazo con ternura, pero simplemente no volteó a verlo porque desde su lugar puede detectar el olor a alcohol impregnado en su ropa — Olimpia mírame —

No se giró, tampoco lo miro de reojo, solo movió sus labios suavemente para hablar en voz baja y alejó su brazo cuando el quiso tocarla.

— No vengas a molestarme si tú sentido está nublado por el alcohol, no me interesa escuchar lo que tengas que decir, solo quiero que te vayas, necesito estar sola —

Cerró los ojos para enfocar su atención en las palabras que le dicen, estaba a punto de entender pero el carraspeo de Christian los asunto y dejaron de hablarle, lo sintió tomar asiento a su lado, no piensa irse. Se casó callado unos segundos y le comenzó a acariciar el cuello con ternura.

— Necesito hablar contigo, por favor — Le dijo casi en un ruego — Te lastime y te herí con mis palabras, a pesar de las circunstancias estoy lo bastante cuerdo como para hablar contigo y no me iré de aquí hasta que me mires —

Muy a su pesar se movió lo suficiente para verlo, aunque muy seguramente la vea con los ojos rojos e hinchados y desconsolada, pero él se quedó sorprendido al verla e intentó tomarla de la barbilla pero se alejó, se ve que él tampoco a tenido una buena noche, parece cansado, su cabello está despeinado y su camisa está desabrochada de los primero botones.

— Tu, tus ojos... — Le dijo en un carraspeo — Brillas Olimpia —

— No me toques — Le dijo mirándolo a los ojos — Te di toda mi confianza y me has traicionado, tú al hombre que más he querido, al hombre por el que me arriesgué contra todos y por el que desobedecí a mis... no importa, sabías lo que le sucedía a mis padres y me lo ocultaste y aun así compartías la cama conmigo sin decirme nada, y no solo eso, me hiciste sentir que ni valgo nada por no poder darte otro hijo, quizá debería irme con mi padre y pensar las cosas, me heriste mucho Christian —

Su rostro perdió todo el color y negó con la cabeza.

— Tu crees que necesitas tener un hijo para que yo te quiera y eso no es verdad, quien toma la última decisión soy yo, cuando te conocí sabía lo que eras y la divinidad que ocultabas y quise estar contigo sabiendo que no tendríamos hijos, Charlotte es un regalo, pero yo no  necesito a nadie más que a ti — Le comento acercándose más, sus rostros están a centímetros de distancia, él le acomodó el cabello detrás del oído e involuntariamente ella le acomodó la camisa — Podrás escuchar muchas cosas en el palacio, pero tú no vales por los hijos que tengas, sino por la grandiosa reina que eres y sabes que solo tú tienes mi corazón, en cuerpo y alma, todo lo que hago es para ti —

Bajo la mirada porque apenas puede contener las lágrimas y su respiración es pesada, siente los ojos llenos de agua salada. Christian la tomó de la barbilla con cariño y la consoló con su mirada quitando cada lágrima que baja por su mejilla.

— Tus lagrimas también brillan, eres muy especial Olimpia, ya no se si eres humana o una diosa — Dijo riendo suavemente — Cuando me case contigo tú madre me advirtió que jamás podría hacerte sufrir y eso he cumplido al pie de la letra, ven mírame, lamentó mucho la manera en que te hable y lo duro que fui contigo, no puedo ni imaginarme lo que debes estar sintiendo pero necesito que me digas que sientes para poder ayudarte —

Trato de alejarse pero Christian la tomó de los hombros y fue subiendo sus manos por su cuello hasta poder acercarse lo suficiente y darle un pequeño beso, apenas una pequeña esperanza de que todo está bien y que ambos saldrán adelante y como un niño pequeño y vulnerable se abrazó a su pecho desposando sus labios en su cuello, la abraza con tal anhelo u amor que no pudo resistirse al escucharlo.

— Olimpia mírame por favor — Le dijo en un susurro — Discúlpame —

Bajo su mirada para verlo y se quedó sin respiración porque ese hombre que se recuesta en su pecho no es el rey que gobierna todo un país, sino ese mismo joven que se robó su corazón en el desierto, esos mismos ojos azules llenos de vida y esperanza, sus mejillas rojas por la vergüenza y excitación y su cabello rubio, apenas y sonrió al verlo, pero le acaricio los brazos para sentir su suave piel y sus venas, para poder llegar hasta su rostro y acercarlo a ella para besarlo con tanta intensidad que ese mismo brillo también se lo pasó a él.

— No sabia que mi madre te había amenazado, pero aun así, me lastimaste — Le acaricio el cabello — Eras el hombre más valiente y arraigado que jamás conocí, no tenías miedo a morir , peleabas con el alma y tu habrías sido el primero en llevarme a Egipto a buscar a mis padres y ahora me pides que me cruce de brazos —

— No me puedo permitir arriesgarme como antes —Le dijo con la mirada llena de brillo y esos ojos azules resplandecientes de deseo — Porque ahora soy el rey, una país y una hija depende de nosotros, no podemos ser los mismos de antes, antes no teníamos a Charlotte

El le limpio de nuevo las lagrimas cuando bajaron otra vez por sus mejillas, lo hizo con tanta suavidad para no lastimarla que al final le mostró una amplia sonrisa que la dejó sin respiración, él es perfecto.

— Ya no llores amor, o harás que Londres se inunde — Ella quiso reírse pero termino llorando y recargándose en su camisa haciendo que la lluvia se acreciente.

— Encontré mi celular entre tus cosas—  Dijo en voz baja aferrándose con fuerza a su camisa para escuchar los latidos de su corazón y poder respirar su perfume — Sabías la situación de mis padres y me lo ocultaste, escondiste llamadas y cartas, me mentiste —

  Christian la tomó por los hombros y la alejó solo lo suficiente para poder verla a los ojos, le sonrió pero en sus ojos hay tristeza y como si se quitara un peso de encima le dijo.

— Eso hice, te mentí, te oculté y no me arrepiento — Comentó con la misma seguridad de un rey — Te pido una disculpa por mentirte, pero no por ocultarte la noticia, yo tomé la decisión de no decirte —

— Son mis padres, los necesito conmigo, me siento sola Christian — Le dijo en apenas un hilo lo de voz, él solo asintió con la cabeza y respiró,

— Lo se, pero tenía que hacerlo porque es la primera vez que te veo feliz —

— Siempre he sido feliz — Contesto con el ceño fruncido, solo la miro con una amplia sonrisa y negó con la cabeza

— No Olimpia, no eras feliz, por eso tu madre me permitió casarme contigo para que ambos pudiéramos cambiar tu historia, ella es una maldita genio, por eso se alejó de aquí, tenía que dejarte para que pudieras ser feliz, dime cariño, creciste en una casa que parece un culto, vivías entre libros y momias, vivías entre pesadillas y el peligro — La beso en la frente y la acercó a su pecho para abrazarla — Ahora luces tam radiante, que no te pareces en nada a la del pasado, estar cerca de ellos te ponen mal, son buenos padres pero ese estilo de vida tan arraigado que eligieron te pone en peligro, se que soy un maldito ogro sobre protector pero no quiero que te pase nada porque esta vez no puedo acompañarte a Egipto como lo hacía antes, los encontraron más allá del Valle del Nilo ¿Sabes lo que eso significa? Peligro. Te estoy abriendo mi corazón como nunca antes porque tengo mucho miedo de perderte Olimpia, no me preguntes cómo porque no lo sé, pero estoy seguro que si te vas, ya no volverás —

—  Christian — La obligó a mirarlo sus rostros están separados apenas por unos centímetros y los ojos azules de ese hombre brillan con tal intensidad que no sabe si son lagrimas o es el brillo que ella me transmitió con el beso, pero la sujeta como si su vida dependiera de eso, con veneración y respeto y se sintió tan amada como nunca antes.

—  Estoy aterrado, no me deja en paz el saber que esta vez no podré salvarte porque no puedo ir contigo a Egipto, estoy tan aterrado porque podrías necesitar mi ayuda y yo estoy aquí atado a una corona y a una ciudad que necesita de su rey —Ambos se miraron a los ojos con tanta intensidad que no pueden ocultar su deseo — No quiero perderte amor —

Su momento de conexión fue tan especial que esa noche al hacer el amor en la biblioteca concibió algo más que un simple placer. Lo ve tan aterrado con la idea de perderla que esa noche durmió abrazado a su pecho, aferrándola con sus brazos fuertes para protegerla de todo mal y recostó su cabeza cerca de su corazón para escuchar sus latidos,y segura de que nada le pasará cerró los ojos cayendo en el mismo sueño profundo que el.

Le gusta pensar que estoy años felices han valido la pena, y si pudiera ver su vida desde el principio hasta el final no cambiaría absolutamente nada, pero todo humano y amor por grande que sea tiene un final, los dioses y el tiempo son dos cosas que no perdónan, y sabe que su final esta cerca, lo puede sentir en cada parte de su cuerpo y en cada latido de su corazón. Ya no está segura que las pesadilllas que la aterrorizaban de pequeña fueran terroríficas, realmente aquellas momias que se alzaban sobre ella en la oscuridad no querían más que advertirle el triste final de su historia y las visiones que tenía eran sobre sí misma y su final. Y aun así, a pesar de que desde pequeña supo cual sería su final, no cambió nada de su historia. Sabía que conocer a Christian la llevaría al final de su historia.

Su destino al llegar a este mundo era conocer los placeres de los humanos, tener una vida pequeña y aventurera, llena de peligros junto con su madre Cleopatra, ese era su destino, pero a pesar de que aquellas momias en sus sueños le advirtieron, se ató emocionalmente a un hombre . Y lo permitió, porque sabía que tendría dos recompensas que ningún dios le podría dar, primero su hija, y después su gran amor. Pero este no es el final de una historia, sino el comienzo de otra.

Al amanecer, Christian ya no estaba en la biblioteca pero junto a su cuerpo desnudo le dejó la bandeja con el desayuno, emocionada se mordió el labio. Horas después, tomó uno de sus autos y manejó hasta la casa de sus padres, pero antes de bajar del auto, acaricio las mejillas de su hija con mucha ternura hasta despertarla. Su pequeña hija soltó un bostezo y se abrazó a su cuerpo mientras ambas caminan hasta la entrada

— El cielo me asusta mami — Le dijo escondiendo su rostro en su cuello — Tus ojos me asustan —

La alejó un poco trozo su nariz con la de ella, le besó la frente y le sonrió ampliamente y con el corazón lleno de amor pero su hija no puede dejar de ver sus ojos tan dorados y brillantes, porque soltó una exclamación de sorpresa que la hizo reír.

— No me tengas miedo, mamá jamás te hará daño, eres mi pequeña bebe — Le dijo abrazándola con fuerza — Y aunque el cielo se ve nublado no dejes temer, porque yo siempre te cuidaré siempre Selene —

Las mejillas de Selene se hicieron rojas por el frío y,e dio un beso en la mejilla

— Mami brillas como la princesa de un cuento —

La mansión se alzó ante ellas mientras se acerca a la entrada pero en este ocasión la puerta se abrió al momento y al entrar el polvo la hizo toser y cuando pudo abrir los ojos y observó la casa de sus padres un hombre de cabello rubio estaba delante de ellas.

— Papa — Selene se hecho a los brazos de su padre sintiendo refugio en ellos pero Christian no le despega la mirada ni un solo segundo. Al que tiene delante no es al rey de Inglaterra, sino a ese chico aventurero que conoció en Egipto. Luce tan espléndido y guapo que se estremeció al verlo.

— Te leí la mente, ya sabría que vendrías aquí. En Egipto no puedo cuidarte pero aquí en Londres no debes tener porque yo te voy a proteger — Le dijo sonriendo ampliamente mientras abraza a Selene — Así que me levante antes de que saliera el sol y decidí llegar antes que ustedes, busqué en cada habitación y cada rincón de la casa para que no tengan peligro de estar aquí...—

No lo dejo seguir hablando porque se hecho a sus brazos con tal deseo de besarlo que lo tomó por sorpresa, fue un gesto tan gentil de su parte que sabía que detrás de ese duro rey todavía existía ese rubio aventurero y valiente que le robó el corazón a una diosa. Lo miro con tanto amor que el se quedó sorprendido pero sonrío ampliamente cuando sus miradas se cruzaron.

—  Te amo Christian —

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