Parte 41
Olimpia
— Sabes hija mía, para nosotros los Egipcios la muerte es algo realmente bueno, es la culminación de nuestra misión, el regalo de los dioses, sé que tú aún no mueres y que yo no soy un dios, pero hace muchos años un viejo mercader del mediterráneo me dijo que cuando el alma llega con los dioses solo le hacen una pregunta, y ahora te la pregunto — Su madre le acomodó tan delicadamente el cabello detrás del oído, que es la primer vez que muestra mucha ternura, quizá más de la que jamás mostró con ella — ¿Eres feliz? —
Olimpia sonrió nerviosa y asintió con la cabeza, pero esta tratando de no moverse mucho para que la corona no se le caiga de la cabeza.
— Siempre he sido muy feliz madre — Se puso las manos sobre la corona para detenerla. Su mamá le acarició la mejilla como si fuera algo precioso. Jamás había sido así de dulce y cariñosa, su madre es una mujer de corazón duro y de actitud muy fría, pero sabe que su historia fue muy cruel.
— ¿Y tu vida ha sido buena en este mundo? ¿Fui buena madre, te hice feliz? — Volvió a preguntarle.
Bajo los hombros con desinterés y tomó mucho aire para que las damas del palacio le ayuden cerrar el vestido de novia ya que están preparando los últimos detalles, cortan, cosen, miden su cintura; y prueban su cabello, están revisando cada detalles paga que mañana su boda sea todo un éxito; todo el palacio está vuelto loco, por la tarde vio a las hermanas de Christian corriendo de un lado a otro con vestidos y joyas, la cocina suelta un olor exótico por el banquete que están preparando y si pastel es una sorpresa que aún no ha visto, le habría encantado tener un evento pequeño y privado en el desierto, pero está contenta con todo, de hecha su boda será a nivel mundial y los grandes invitados y mandatarios ya están llegando a la ciudad, por eso el palacio está siendo adornado de manera tan hermosa que parece uno de un cuento, con sus detalles dorados y elegantes, con esas alfombras rojas y esas luces relucientes.
— ¿Porque me preguntas eso mamá? Claro que he tenido una buena vida, me siento muy bendecida, soy la consentida de papá, el abuelo me llena de regalos y cuentos y tu, me quieres mucho — Sonrió divertida cuando un asesor intentó ponerle otra corona sobre la cabeza pero su madre se lo impidió y se puso delante de ella — Estás extraña, no seas sentimental madre, no he sido la única de tus hijas que se casa —
— Bueno, a mi otra hija ya no la vi convertirse en mujer, y tú te conviertes en reina mañana, tengo permitido sentirme así. Serás poderosa —
Su madre tomó asiento en el alféizar de la ventana mirando hacia la ciudad, la noche en Londres es cálida y el clima extrañamente es perfecto, la luces de los edificios a lo lejos lo hacen ver precioso y el aire tiene un olor dulce y especial, su madre se alzó un momento y tomó a su hija en brazos antes de volver a su lugar, la tiene delante de ella y la observa con detalle muestra el aire les mueve el cabello, y por primera vez pudo notar el parecido entre ellas, Selene al parecer será muy parecida físicamente a su abuela.
Y quizá eso a Chris no le agrade tanto, pero son los genes de una verdadera reina. Su madre la miró y esos enigmáticos ojos vibraron con tal fuerza que un auto inundó el lugar, y el idioma que salió de entre sus labios asustó a los empleados, y lucen extraños de verla hablar, pero ella es la única que entiende lo que su madre dice. Las palabras en ese idioma son casi como un cántico, viejo y enigmático.
— Sabes Olimpia, he estado pensando mucho en los que me has dicho hace algunos días, y por fin encontré la respuesta — Los ojos de Cleopatra se llenaron de lágrimas pero las contuvo y habló con determinación — Mi querida hija, a todos mis hijos los quise mucho, desde el momento en que los tuve hasta cuando supe que su destino sería la muerte, pero tú fuiste muy especial desde el momento de su concepción, cuando te tuve entre mis brazos súper que eras diferente, yo traje al mundo con mi sangre y mi piel, con dolor y te di de comer de mi pecho, cure tus heridas y limpie tus lágrimas, pero tú eres un alma incluso más vieja que la mía, oh por los dioses, eres una diosa que fue mandada aquí a este mundo a través de mi vientre —
— Mamá por dios eso es científicamente improbable y suena como una locura —
— No es mentira, eres una diosa y mi propósito en este tierra o por la razón por lo cual regrese a la vida fue para traerte a la vida, los dioses no podían saber el sufrimiento de los humanos, el amor que mueve corazón y el odio que provoca guerras, por eso te mandaron, para a través de tu vida aquí tú les enseñes cómo es ser humano — Su mamá miró hacia el cielo y sonrió con melancolía — Te mandaron a través de mí y descubriste todos los sentimiento que no sentías como diosa, decidiste nacer y pasar cada etapa de la vida humana, quizá tu propósito era volver pero te has enamorado hija, y te aferras a seguir viviendo aquí, y no creo que tener una hija estuviera entre tus planes, pero en algún momento deberás volver a donde perteneces —
Olimpia se alejó de sus damas y tomó de arrodilló delante de su madre, reposar su cabeza sobre sus piernas.
— Mamá —
— Tu verdadera casa está allá en los cielos, por eso de pequeña recordabas cosas y fuiste tan extraordinaria, pero eres una diosa que no quiere regresar a su vida, pero el final está cerca y eso me está matando lentamente, porque ni yo, ni tu hija iremos contigo —
Olimpia levantó la mirada y se tocó el pecho con dolor.
— Los sueños que tengo son visiones de mi vida pasada, por eso los veo, los odios, no me iré de aquí, renuncio a esto o a lo que sea, no me quiero ir — Sus ojos se llenaron de lágrimas — ¿Que hago madre?
— Vivir y amar hasta el último momento y recordar que tu padre y yo siempre estaremos contigo mi pequeña diosa — La tomó de la barbilla y le alzó el rostro — El y yo siempre lo supimos, no podíamos tener hijos, yo bueno, tengo miles de años y mi vientre estaba lleno de arena; y de repente llegaste tú, tan fuerte, tan inteligente y con tanto poder, irradias luz, y luces tan poderosa, de hecho este idioma jamás te lo enseñamos, jamás lo hablamos en casa ni nunca lo escuchaste conmigo, tú lo hablas Olimpia en tu otra vida y me has respondido todo tan perfecto como el inglés que hablan los británicos —
No emitido ni una sola palabra por qué la simple sorpresa la ha dejado sin aire, pero si madre continuó.
— Tu padre y yo nos iremos de Londres, hemos comprado una vieja mansión en Francia, me agrada más el clima de allá, pero puedes ir todas las veces que quieras, es tu casa y nosotros estaremos encantados de tenerte. Hemos viviendo tanto aquí, que ahora que tu padre ya no es primer ministro queremos darnos el tiempo necesario para conocer el mundo — Sin decir nada más se levantó y se abrazó con fuerza de su mamá — Mañana estaremos aquí temprano, sé que serás la novia más hermosa de todas y la reina que Inglaterra necesita —
Se vieron interrumpidas cuando las hermanas de Christian entraron e hicieron una revolución emocionadas, se limpió las lágrimas y mi tío diciendo que eran de emoción, pero esa noche su corazón desborda felicidad. Se miró en el espejo lista y con el vestido preparado, si es una diosa, y parece que irradia tanta luz por cada poro de su piel que podría iluminar una habitación, hasta Helena se abrazó de ella y no se fueron hasta que les contó un asombroso cuento.
Se quitó el vestido, las joyas y la corona, y caminó hasta su habitación con su hija en brazos, pero todos la miran como si fuera diferente, no sabe si es temor o veneración, al llegar cerró la puerta e incluso antes de encender las luces, las ventanas de su habitación se abrieron con tanta fuerza que las cortinas vuelvan por lo alto, su bebé soltó un lloriqueo asustada, así que la acuñó entre su pechos y se asomó para ver pero una brisa le removió el cabello, confirmado que de verdad desde lo alto del cielo la están mirando y se quedo mirando hacia lo alto hasta que su hija lloró y salió de ese transe.
Paseó con su bebé de un lado a otro con una sonrisa en el rostro.
— Ya cariño, estoy aquí contigo, ellos no van a separarnos — Sin pensar paso delante de un espejo y se miró, ella luce dorada como el mismo sol y sus ojos son como el oro más puro, pero su hija, se ve tan normal que aterrorizada se alejó y su respiración se volvió irregular — No me iré jamás mi pequeña, jamás te dejaré, eres mía y te amo muchísimo —
Tomó asiento en la cama y la pegó a su pegó, pero cuando su hija comenzó a tomar la leche que sale de su seno su cabello se volvió de un dorado intenso que también parece que irradia luz. La beso todo lo que pudo y sonrió al verla tan pequeña y hermosa.
— No quiero dejarte Selene, quiero verte crecer, acompañarte a tu primer fiesta y consolarte cuando te rompan el corazón, quiero estar contigo en cada momento — La arropó más cerca de su seno — Quizá eres pequeña para entenderlo pero te amo muchísimo —
Se vieron interrumpidas cuando tocaron la puerta, se cubrió con una manta el pecho y se acercó, quizá es alguno de los sirvientes que trae la cena, así que abrió la puerta despacio.
— Hola Olimpia —
— Hola Christian — Sin querer la niña movió su manita al escuchar la voz de su papá y se quitó la sábana de encima mostrando sus pechos desnudos del que uno de ellos se amamanta, Chris bajó la mirada observando demasiado su piel desnuda — Mi cara está aquí arriba alteza —
Christian sonrió y se acercó lo suficiente para besarla en la frente, pero la tomó del rostro u la besó con fiereza, después se quitó el saco y se lo puso encima para cubrirla.
— Y vaya ojos que tienes mujer, hoy estás resplandeciente, así como un sol — Comentó
— No puedes estar aquí, está prohibido Chris —
— Bueno, técnicamente sí, pero nadie dijo que esté prohibido cenar ¿Quién le puede prohibir algo al rey? — Christian levantó del suelo unas bolsas de comida — Fui personalmente a traerte tu comida favorita ¿Puedo pasar a mi habitación?
Olimpia sonrió y negó con la cabeza, más cuando su estómago dolió de hambre ya que de esas bolsas desprende un olor delicioso.
— No majestad — Se recargó para obstaculizarle el paso — No puede pasar sino besa antes a la novia —
Christian sonrió perverso y la tomó del cuello para besarla, para después cerrar la puerta tras ellos.
— Técnicamente no pueden prohibirme nada porque soy el rey, pero vamos a fingir que dormimos separados ¿Te parece? — Le quitó el saco de encima y besó a la niña en la frente — Hola cariño, pequeña Charlotte —
En cuanto la niña escucho la voz de su papá se alejó del seno y como si fuera mentira alzó las manos hacia el, pidiendo refugio con su padre y cuando estuvo entre sus brazos sus mejillas se hicieron rojas y su pequeño rostro resplandeció como si fuera la única mujer en su vida. Olimpia se acomodó la pijama y comenzó a sacar la comida de las bolsas para preparar la cena.
— Ya había escuchado que las niñas son más cercanas con sus papá, siento algo de envidia por eso — Se acercó y le revolvió el cabello a ese hombre — Te ves muy guapo Chris ¿A qué se debe tanta felicidad? —
— A qué mañana me caso ¿Lo sabías? — Contest con burla
— Pues felicítame a esa joven afortunada — Christian tomó asiento junto a ella en la mesa sin dejar a abrazar a la bebé mientras termina de servir la mesa — ¿Porque saliste a comprar esto?
— Porque son tus favoritos y por mejores cocines que tengamos aquí, no saben igual —
— ¿Y nadie te vio salir del palacio? —
— Estás hablando con un experto en escaparse, eso lo heredé de mis padres — Comentó dando el primer bocado, podría comer mejor si dejara a la bebé en la cama, pero no quiere alejarla de él y la tiene recostada en el pecho — Pero todo afuera es una locura, parece como si todo Londres también se fuera a casar mañana —
Sonrió emocionada con sus suaves mechones de cabello cayendo por su espalda, simpática y juvenil. Dio el primer bocado y suspiró por tan deliciosa comida.
— ¿Porque lo dices? — Preguntó sin dejar de comer, sus ojos se llenaron de diversión al verlo, luce tan resplandeciente y lleno de vida, triste por la pérdida de su padre pero feliz de convertirse en rey.
— Los hoteles están a desbordar de gente, el metro es una locura y el aeropuerto ya no puede con tanto — Comentó — Y en las calles hay fiesta, parece que mi padre no hubiera muerto hace poco y me aterra no ser el rey que mi padre esperaba para este país —
— Ellos vienen a verte a ti, mañana serás su nuevo rey y serás uno muy bueno — Le contestó tomándolo de la mano para confortarlo.
— Creo que ellos vienen a verte a ti Olimpia, pareces una diosa, luces como una verdadera reina y pensar que tú creías que a nadie le agradabas, todos esperan ver a su nueva reina mañana —
La palabra diosa la dejó sin respiración, picoteó su comida y se quedó callada unos momentos hasta que habló en voz baja.
— Mis padres se irán de Londres, estaré sola en esta ciudad —
Christian la acercó a él y la recostó en su pecho.
— No estás sola porque me tienes a mí. Siempre estaremos juntos Olimpia —
Christian
A media noche se levantó de repente, aún siente el cuerpo cansado y el sueño pesado, de paso las manos por el rostro y sus ojos se abrieron al momento justo cuando las ventanas de la habitación se abrieron abruptamente y un extraño viento le dio escalofríos, tomó asiento en la cama y miró a su alrededor, la bebé está dormida completamente junto a él en la cama, así que solo la cubrió mejor para que ese frío no la enferme, pero esa mujer rubia madre de su hija no está por ningún lado en la habitación.
Se levantó de la cama con alerta y cerró las ventanas, después miró por todas partes pero hasta la puerta estaba correctamente cerrada, salió a caminar por los pasillos del palacio pero también están vacíos y al final la única luz encendida es la de la biblioteca, extrañado se adentro silenciosamente por la sala, tiene todas las luces encendidas pero no hay libros usados, ni tazas de café, ni mucho menos los mapas están abiertos, todo está intacto en su lugar, solo lo único diferente es que las puertas del balcón están abiertas y el aire mueve con furia las cortinas.
Salió con cuidado, pensando que algún demente periodista se había metido al palacio para tomar fotos exclusivas, pero de repente la vio, está sentada delante de la mesa que utilizan para dibujar las estrellas, Olimpia tiene una hojas delante y escribe rápidamente, de vez en cuando mira hacia el cielo y baja la mirada para seguir escribiendo, parece estar en un transe y fuera de sí, como si alguien desde el mismo cielo le estuviera diciendo que escribir, se acercó con cuidado y le detuvo la mano para que parara de escribir con frenesí.
— ¿Que haces aquí Olimpia? — Su mano está helada y sus venas se notan. Ella cerró el pesado libro en el que están las hojas y no pudo leer lo que estaba escribiendo, pero poco le importa, está sin palabras y sin aire porque todo en ella resplandece y parece que irradia la misma luz del sol.
Parece desorientada y fuera de sí, además de que un hilillo de sangre baja por su nariz, se lo limpió con mucho cuidado e intentó acercarse, pero cayó sobre sus brazos completamente dormida.
La cargó hasta regresarla a la cama y en cuanto tocó el colchón se sumió en un sueño profundo, pero entre diente dijo su nombre y se removió, solo que en ese acto movió su pijama y dejó su desnudez al aire. Él es un hombre que su cumbre muy rápido a las gestaciones sexuales y al verla así, un calor inundó su entrepierna, pero pensó en miles de cosas, pasó saliva y la cubrió con la sábana para no verla y no pensar en cosas sexuales, aunque puede sentirla cerca de él, y de su piel emana el calor más sensual que ha sentido, es tan seductor que apenas y puede contenderse de hacerla suya sin temor y como un animal.
La besó en la frente, y le puso a la bebé entre sus brazos, mejor tomó su almohada y antes de acostarse en el sillón, aseguró las ventanas y cerró la puerta bastante bien. Sin duda el sillón es incómodo y pequeños pero perfecto para un sueño pequeño.
— Quiero dormir contigo, no me dejes sola — Olimpia aún parece estar fuera de sí, tiene los ojos cerrados y párese sonámbula, por eso ni siquiera le permitió contestar, solo se acostó y se quedó dormida sobre su pecho, hecha un ovillo y apretados, así como dormían antes en el desierto.
Ni siquiera necesitó que le tocaran la puerta para levantarse, tiene tanta energía que en cuanto salió el sol fue el primero en despertarse en todo el palacio y salió a cabalgar por los jardines cubiertos de neblina para poder despejar su mente antes de su coronación, tuvo recuerdos vagos de su padre y se detuvo un momento para pensar las cosa, aún podría escaparse y largarse con su mujer a Egipto, pero eso significa dejar a sus hermanas solas y eso jamás pasará, sonrió por lo bajo y apretó las riendas del caballo para ir lo más rápido posible haciendo el mayor ruido posible para despertar a todos y que todo el mundo se entere que Inglaterra tiene un nuevo Rey.
Horas más tarde tomó una ducha de agua muy fría, acomodó su cabello y puntualmente para el desayuno, en el cual Olimpia claramente no está, ella y la niña se encuentra con sus padres y además los futuros esposo no pueden verse el día de la boda. Cuando entró al comedor sonrió con amplitud y se acercó hasta su madre para besarla en la frente.
— Mamá —
Su madre lo besó en la mejilla, sonríe pero aún se le ve tristeza en su mirada.
— Lo harás bien Chris, no lo dudes ni por un momento, tú padre no se equivocó al elegirte, estaría muy orgulloso de ti —
— Lo sé madre —
El desayuno fue mejor de lo que esperaba, el ambiente es relajado y se puede notar la felicidad en los rostros de los miembros de su familia, un nuevo rey y una boda siempre llega a alegrar el palacio. La mayor parte de su día lo pasó rodeado de su familia y de sus asesores, las ventanas están cerradas mientras todos se arreglan para que ningún fotógrafo sea inoportuno con sus fotografías, y para calmar ese nerviosismo que recorre su piel se tomó una suave copa de su licor favorito.
Lo ayudaron a vestirse y a ponerse el saco correctamente, se puso el perfume que Olimpia siempre adora en el y salió con aires de grandeza. Las bodas de la realeza comúnmente son durante el día, era una situaciones que culturalmente se usaban a desde siglos antes, pero Olimpia llegó para cambiar todo en este palacio, ella eligió que la boda fuera de noche, y aunque a los asesores no les agradó ese cambio, no pudo negarse a esa petición cuando él le dijo que amaba como se veía Londres de noche y que en ese horario fue cuando ellos se conocieron, pero hay cierto encanto y belleza en toda la ciudad a esa hora.
Llego a la Abadía cuando la noche la había oscurecido la ciudad, pero los flashes de las cámaras y las luces que cubren las calles iluminan la ciudad con un todo romántico y a pesar de la hora hay multas de personas esperando por verlos casarse.
Y a pesar que desde pequeño a estado acostumbrado a que todo el mundo lo observe, se siente un tanto inquieto porque la mirada de todos el mundo, literalmente todo, está puesta sobre el, las cámaras y los celulares lo siguen a cada segundo, desde que se bajó del auto principal y saludo a la multitud hasta que se detuvo en la entrada de la abadía.
Las jóvenes lloran al saber que hoy se casa y gritan cuando les sonrió, por eso André su hermano se acercó a él y le habló al odio.
— Hoy estás rompiendo los corazones de Londres, eras el soltero más codiciado del país y estás a punto de dejar de serlo — André miró a todos lados — Y pensar que Olimpia solo quería una boda en el desierto y me hiciste la boda más cara del país, algún día con mi sueldo pagaré esto
— Ya deja de hablar que me dejas más nervioso
Su hermano se burló de él cuando entraron a la abadía, sus pasos son seguros mientras se acerca hasta el altar, con autoridad miró hacia el frente, subió sus hombros y deslumbró a las miradas curiosas, por un lado pudo ver a Paris con su hijo en brazos y cierta mirada de recelo que no todo en cuenta, por supuesto que se detuvo a saludarlo, pero siguió su paso, vi a algunas de sus ex sentadas en las filas principales y desfilan con sus elegantes vestidos como si fuera un evento de moda, también vio a sus hermanas y a su madre, y en esta ocasión y a petición de él, están cuidando de su hija.
No va a permitir que Cleopatra se acerque a ella, y le empiece a meter ideas de momias y cosas antiguas en su pequeña mente, no quiere que ella en especial también tenga pesadillas por la noche, así que su pequeña Charlotte está en el lado bueno de la familia, está ahí y parece una muñeca entre los brazos de su hermana Helena.
También llegó Cleopatra acompañada de su séquito de seguidores, llamando la atención de todo el mundo con cada paso que da y abriéndose camino como la mujer más importante de la abadía, no dejo de observarlo ni un solo segundo advirtiéndole con la mirada que cualquier cosa que le haga a su preciada hija lo matará.
Tragó saliva, vaya suegra que tiene. Tomó una fuerte respiración y soltó el aire no lentitud. Está maldita mente ansioso, la abadía está a reventar de personas y ninguna noticia de la novia.
— Tu único pecado es la impaciencia – Le dijo André con una sonrisa burlona de pie a su lado — Ella llegará, dale su tiempo —
— Malditasea André, tú siempre con tus calmas.¿Y sino llega? — Comentó con algo de angustia detrás de ese rostro perfecto de un rey — Ya lleva diez minutos de retraso, he contado cada minuto
— Bueno, las puntualidad es porque somos muy ingleses pero no es mucho tiempo — Replicó — Quizá se escapo a Egipto...—
Giró su rostro y fulminó a su hermano con la mirada.
— Jamás dejaría a la bebé, pero si se fuera me dejaría en ridículo delante de todo el mundo, no a ti, sería horrible, una desgracia.... —
André lo silencio
— Silencio hermano pequeño, mira ya viene — Le dijo por lo bajo y apretándolo de los hombros para girarlo hacia la entrada de la abadía — Te dije que si vendría, mira que hermosa, y esos ojos, yo que soy médico jamás había visto ese color, diría que ni siquiera es humano, pero son la pareja más cursi de todo Londres, estoy muy contento con ambos, cuando tenga un poco más de dinero les compraré un buen regalo —
Su hermano tan pobre como siempre, pero la verdad es que dejó de escucharlo en cuanto la vio en la entrada de la abadía, los invitados se pusieron de pie, los cámaras de todo el mundo se enfocaron en su figura y su herido blanco y el coro comenzó a cantar, pero su corazón comenzó a latir más rápido y en su mente la vio tan bella como la primera vez que pasaron la noche juntos en el desierto.
Tan ella, sonriente y feliz. Sin muertos que la persiguen, sin temor, sin miedo, luce resplandeciente y llena de luz.
Está tomada del brazo de su padre mientras se acerca al altar, por supuesto que André se burla de él y quizá su cara de tonto enamorado, pero poco le importa. Los invitados no despegan la mirada de ella ni un solo segundo y es que Olimpia a dejado sin apalabras a todo el maldito mundo.
¿Si es una mujer real? Su cabello luce tan rubio y brilloso, su cuerpo y sus caderas se ven tan ardientes, es blanca y con mejillas rosadas, pero sobretodo tiene una amplia sonrisa en el rostro y con cada paso que da hace a todos suspirar por su belleza.
— Felicidades hermano, tu esposa es la mujer más hermosa de toda Inglaterra —
Está absorto, hipnotizado, hechizado o muy enamorado, quizá las cámaras digan que tiene ojos de idiota, pero poco le importa.
— Quita esa cara hermano, te dije que si llegaría— Le dijo André cuando el primer ministro le entregó la mano de Olimpia, la habría besado sin límites pero hay público presente, cuando por fin los dejaron solos en el altar, ella miró en dirección a su hija y comentó.
— Me habría gustado que la niña estuviera con mi madre —
— Te ves hermosa — La interrumpió.
Le sonrió tan ampliamente que le hizo soltar un suspiro masculino enamorado. Después de decir los votos y justo cuando las cámaras enfocaron al otro lado y no a ellos, después de que por fin tienen cinco minutos para ellos solos antes de que sean el foco de atención, ella sacó algo debajo de su manga y le cortó rápidamente la palma de la mano.
— Auch — Miró un hilillo de sangre bajar por su mano — ¿Así son las bodas en Egipto? —
— Shshshs, no seas miedoso y no las bodas no son así — Ella junto sus manos y su sangre se mezcló, le dolió porque la presión es fuerte, también dijo unas palabras que no entendió y lo miró a los ojos — Ahora compartes mi sangre, una parte de mí está en ti, y en el final, ahí nos veremos mi amor —
— ¿Esto es un ritual? — Dijo burlón, ella rodó los ojos y negó con la cabeza.
— Esto es para que vayas al mismo lugar de donde yo soy —
Poco duraron así porque se acercaron a ellos para ponerles las coronas reales de Inglaterra, no solo fue su boda, sino la coronación de ambos, la abadía de lleno de clamor y alegría y durante muchos años podrá decir que fue el día más feliz de toda su vida, pero no se fue de la abadía sin antes robarle un un beso a la novia.
Antes de salir de la abadía, Olimpia fue por su hija y la tomó en brazos, intentaron llevársela lejos con sus nanas pero ninguno de los dos quisieron eso y decidieron tener a la bebé cerca, de hecho, también se trajeron consigo al hijo que tiene con Paris.
Al llegar a la fiesta dejó todo el estrés que había sentido y disfrutó como cuando era un adolescente y sus padres no podían sacarlo de las fiestas callejeras, sin duda todo lo que vuelve o toca Olimpia se convierte en divino, ceno, disfrutó y bebió. Fue muy feliz hasta que se terminó entrando la mañana
Al llegar a la habitación pensó que estaría exhausto y muerto de cansancio, pero cuando labio quitándose el vestido de novia y con aquellos senos rosados al aire, la tomó sin avisarle quizá como un animal hambriento y deseoso, ni siquiera llegó a la cama, sino que la repego a la pared y olvidó que un rey tiene buenos modales.
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