Capítulo 3

Olimpia

Cuándo era pequeña todos los maestros la regañaban por ser distraída y le decían a sus padres que jamás ponía atención durante las clases, les contaban que se pasaba las clases mirando el cielo y susurrando palabras extrañas, algunos se asustaban por su actitud, sin embargo hasta las letras tenían formas extrañas al leerlas y en su mente se formaban palabras en griego antiguo.

Pasó la Universidad sin ningún problema, adora estudiar y leer, cuando se graduó de la carrera de Historia antigua y ese día se sintió inmensamente feliz, a pesar de que jeroglíficos y formas extrañas pasaban por su mente. Sin embargo, el mejor maestro que ha tenido es y será por siempre su abuelo, el mejor arqueólogo ingles de todos los tiempos.

Sonrió emocionada al respirar el olor de su taza de té y se hizo un ovillo en el sillón de la biblioteca de su casa, mientras recarga su barbilla en su mano y suelta un suspiro cansada de todo un arduo día de lectura, está tan cansada porque lleva noches sin poder dormir que cerró los ojos relajándose con el ruido del tic toc del reloj central de la biblioteca, pero abrió los ojos aterrada al escuchar la fuerte carcajada de su abuelo.

— ¿Sabes que es malo dormirse durante las clases? — Dijo su abuelo metiendo todo su material dentro de su maletín — Tu padre hacía lo mismo cuando le hablaba de historia —

Se pasó las manos por el cabello y estiró sus brazos tratando de alejar el sueño mientras escucha la risa de su abuelo

— Lo siento — Dijo lentamente — Últimamente no puedo dormir por las noches, sueño muchas cosas —

Su abuelo cerró di maletín y acomodó algunos libros en los estantes de la biblioteca, algunos de sus alumnos que estaban escuchando su charla se retiraron de su casa dejándolos solos, ese viejo arqueólogo, es tan conocido en los círculos sociales que nadie se duerme cuando él habla de sus historias, nadie a excepción de ella.

— ¿Qué sueñas cariño? — Preguntó — Quizá deberías de darte la oportunidad de salir más. Una fiesta te haría bien, algún joven inglés que te invite a una cita o una amiga para tomar un té —

Negó con la cabeza y se quedó pensativa en su lugar mirando su te, apenas tiene unas cuantas amigas que veía en el universidad, las fiestas no le gustan, el ruido y la música le provoca dolores de cabeza y los hombres, parece que los asusta, nadie quiere salir con una joven demente que alucina cosas.

— Me temo que será soltera y solitaria de por vida, yo veo cosas, siento y escucho diferente a los demás, y esos los asusta, yo les doy miedo — Dijo fingiendo una sonrisa mientras toma un sorbo de su te — Creo abuelo que no encajó en este mundo, me siento diferente, dime por favor de que trato tú clase, de nuevo fue la aburrida historia de Cleopatra y su romance

Su abuelo la miró de reojo con preocupación en su rostro y se acercó lo suficiente para darle un cariñoso beso en la frente .

— No eres una demente, eres especial y amada, pero a veces la gente le teme a lo que no puede entender, estés especial y jamás debes olvidarlo — Su abuelo sonrió — La historia de Cleopatra no debería aburrirte fue la mayor faraóna de Egipto y te he contado su historia muchas veces, te he llevado a Egipto a visitar lugares donde ella estuvo —

De recargó en el sillón mientras el suave aire frío que entra por las ventanas le mueve sus rubios mechones de cabello, su abuelo se dio la media vuelta para extender unos mapas sobre la mesa principal, quizá una nueva expedición a la cual se familia de ira por meses lejos de Inglaterra.

— Ya se abuelo, de cada parte de su Historia, pero yo quiero saber de otras cosas— Dijo poniéndose en pie para mirar el mapa — ¿Ese tesoro tan importante que encontraste en Alejandría, de quien era? Son tantos faraones que tuvo Egipto que me pierdo entre su historia, yo solo quiero irme al desierto y comenzar a excavar tesoros —

Su abuelo la tomó por los hombros con suavidad.

— Para eso tienes que conocer la historia querida, no hay mejor mapa que saber la historia del mundo, tú madre sería perfecta contándotela —

— ¿Mamá? — Preguntó sin entender y con el ceño fruncido— Pero ella no me habla mucho, solo asiste a elegantes fiestas con papá y a sus míticas reuniones espiritistas, no creo que sepa de historia, parece ser más una política

Su abuelo soltó una carcajada como si su comentario fuera tan chistoso que hasta tuvo que recargarse en la mesa.

— Déjame entender, me estás diciendo que tu mamá no sabe de historia, por dios mi niña, tú madre sería la maestra de todos los arqueólogos del mundo —

— Me niego a creer eso de mamá — Replicó con veracidad.

— Claro Olimpia, un día de estos pregúntale sobre Egipto, hazle preguntas sobre los faraones, sobre el extraño lenguaje y sobre Roma, sería bueno que te explique la historia y quizá te platique sólo el tesoro de la reina Cleopatra — Su abuelo tomó su maletín antes de salir de la biblioteca — Hazlo y por fin podrás tender a tu madre —

Antes de irse de la biblioteca se quedó unos minutos observando todas las fotografías de las expediciones de sus padres y sus abuelos. Preguntó a los sirvientes por sus padres pero nadie supo contestarle así que prefirió irse antes de quedarse sola en la soledad y en la oscuridad de su vieja casa.

El clima nublado de Londres y la suave lluvia que pena sus mechones a su frente la ánimo a seguir caminando por sus pasos por las estrechas calles en cuanto salió del metro, claro que podría tomar cualquier auto o pedir a los choferes de su padre que la lleven a cualquier lugar de la ciudad, pero la verdad es que prefiere caminar y distraerse con el ruido y perderse entre la cantidad de personas, de todos modos siempre ha sido amante de las aventuras extremas. Pero cuando sus pasos por ma ciudad la llevaron hasta el cancel del palacio de Buckingham, se quedó de pie un momento y soltó un suspiro bajo la lluvia.

— ¡Maldito, casi me matas! Condenado seas en los infiernos — Se puso la capucha de su chaqueta y miró a ambos lados de la calle solo para asegurarse de que está bien, es una vieja costumbre porque a veces su propia mente se imagina a personas que la siguen y ya desde pequeña tiene el presentimiento de que alguien detrás la espía, así como ahora lo siente, por eso esa extraña sensación le puso los pelos de punta, sabe que esta vez no lo está imaginando, sin duda hay alguien detrás de ella, así que comenzó a caminar rápidamente chocando contra las personas y después de casi correr por las calles por fin vislumbró la cafetería de la amiga de su madre. Buscando un refugio entró llena de nervios y casi sin poder respirar, pero completamente mojada por la lluvia.

— Grace — Dijo al entrar mientras tiembla de frío y su cabello gotea

— Te daré una deliciosa taza de café caliente y necesitas una chaqueta nueva querida — Dijo con felicidad la única amiga de su madre, se secó sobre la barra para llenarla de besos mientras le dejó una bebida caliente — Ahora un pan glaseado para mi aventurera favorita ¿Estas bien Olimpia? —

Miró de nueva a sus espaldas nerviosa pero solo observó a los demás clientes del café, bajó los hombros tratando de relajarse y aferró sus manos a la taza tratando de calentarse porque el frío no la deja hablar.

— Creó que mamá me oculta algo, ella es muy extraña conmigo — Comentó temblorosa.

— Ella no te oculta nada — Dijo Grace sirviendo cafés con normalidad.

— Si lo hacen ¿Tú sabes algo?— Preguntó dándole una fuerte mordida a su pan — ¿Sabes que nunca puedo entrar a la habitación de mamá? Tengo prohibida la entrada, no puedo tocar sus cosas, ni interrumpirla en sus lecturas, tampoco puedo tocarla o abrazarla, se cree tan importante cómo una diosa

— Tu madre te adora, eres todo su mundo Olimpia — Le comentó con cariño

— Quizá pero su actitud es extraña, papá me adora y soy lo mejor en su vida, pero ella, siento que me mira a la cara y ve un fantasma que quiere olvidar, me habla sin cariño, cuida que nunca revise sus cosas y me ordena cómo si yo fuera una esclava — Dijo con una amarga sonrisa— La quiero muchísimo pero está noche descubrire qué esconde, por fin sabré cuál es su secreto —

— Pero hoy es la fiesta en el palacio, en el cumpleaños del Rey y todo el mundo lo sabe — Grace atendió a un par de clientes y volvió su a ella — Tú madre quiere que vayas, sé que compró un vestido especial para ti, pero si no quieres ir puedes quedarte aquí y me ayudas con los clientes y a servir cafés, en ese te día la ciudad es un caos por la festividad, al terminar vamos a mis casa y vemos una película, pero date la oportunidad de ir con ella, te cuida mucho Olimpia y solo quiere lo mejor para ti —

— ¡Ella me está volviendo loca con sus secreto! — Negó con la cabeza y se paso las manos por el cabello — ¡No me importa que estemos en el palacio! ¡Sabré que es lo que esconde! —

La campana de la puerta tintineo anunciando la entrada de otra persona. Ni siquiera volteó a verlo solo se agarró y cubrió su rostro con sus manos, pero puede escuchar como Grace lo antendio de forma especial y con mucha alegría, poco le habría importado sino fuera porque una persona tomó asiento a su lado rozando su hombro.

— Mira que sorpresa ¿Qué haces en lo cafetería favorita de la ciudad? — Dijo ese hombre con tanta confianza que la tomó de los hombros para obligarla a mirarlo, Olimpia parpadeo varías veces y derramó su taza de café sobre el traje del hombre que la atropelló, el hijo de los reyes.

— ¡¿Tú que haces aquí?! — Replicó furiosa alejándolo con fuerza y rudeza de ella, Christian la fulminó con la mirada.

— Condenada seas, tú y toda tu maldita familia, siempre arruinas todo — Dijo con rabia y con sus ojos azules llenos de furia — Está en es mi cafetería favorita, siempre vengo aquí después de ir al parlamento y jamás te había visto aquí ¿Me estás espiando? —

Este hombre está demente, se levantó furiosa mientras lo observa tratando de limpiar su costoso traje hecho a la medida, puede que a veces le falle la memoria pero ella está segura que desde hace años él príncipe nunca había venido a esta cafetería, jamás lo había visto. Y un hombre como él, nunca vendría a una destartalada cafetería como está.

— Tu me estás siguiendo, a mi no interesan en lo absoluto los hombres como tú — Dijo enojada tomándolo del brazo — Ya me pidieron disculpas, deja en paz, no quiero verte, sólo aléjate de una maldita vez —

Ese hombre de rubios cabellos dejó la taza con tranquilidad, aunque se ve furioso se controló como todo un caballero y soltó una sonrisa burlona.

— Haré lo que yo quiera te guste o no — La observo de arriba a abajo de forma horrible — ¿Porqué tu siempre estás llenas de arena? Te ves sucia —

Lo fulminó con la mirada aguantando sus ganas de encajarle un cuchillo en el cuello.

— ¡Es no te importa! —

— Bueno Olimpia, digamos que encontré esta cafetería por casualidad ¿Acaso no es linda? Oscura, tétrica y vieja como en las películas de terror — Christian se giró por completo para verla, acercándose tanto que sus brazos puede rozarse y la cercanía de su perfume la hace querer estornudar — Tienes razón, no te encontré por casualidad, te he ido a ver a tu casa y tu madre me corre peor que a un perro, incluso me amenazo con una serpiente y déjame decirte que como un caballero necesito saber cómo está la joven a la qué casi mató por accidente, aunque esa mujer sea detestable para mí —

Frunció el ceño confundida pero no dijo nada, dejó un par de libras sobre la barra y se colgó su mochila sobre el hombro, pero ese hombre la detuvo tomándola del brazo.

— Se que irás a la fiesta del palacio con tus padres, al cumpleaños de mi padre — Comentó como una advertencia mirándola fríamente a los ojos — No cometas una locura en la casa de mis padres o lo pagarás muy caro, esta noche le pediré matrimonio a mi novia y si haces algo que arruine la fiesta, te las verás conmigo y no te gustará verme enojado —

Ese hombre se fue de inmediato, dejó unos billetes en la barra sin esperar el cambio y se fue sin siquiera mirarla, tan dolida por sus palabras tomó asiento de nuevo.

— ¿Lo vez Grace? Todo el mundo me odia, siento que no pertenezco aquí — Dijo con las mejillas rojas por el llanto mientras se sacude la arena de las botas con fuerza — Siento que hay algo raro en mi —

Grace la tomó de las mejillas con cariño.

— Habla con tu madre, tiene mucha historia para contar, pero a ella le da miedo que tu aún no estés lista, le da miedo perderte. Eres su niña, la luz de su vida y la luna de sus noches —

Olimpia dejó caer su mochila al suelo y se abrazó al cuerpo de Grace con fuerza, llena de miedo y secando sus lágrimas en su chaqueta.

— Yo voy a morir, lo soñé Grace y quizá pasé está noche —

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