1-. Nacer en los brazos de la miseria y soledad.
Recordar es volver a vivir. Y yo no quiero hacerlo.
Pero es algo importante, debo recordar para llegar a mi debido final.
Debo recordar lo cruda que a sido mi vida.
En primera recordar que soy un bastardo, el error de mi madre, de alguna loca aventura con algún extranjero o con algún viejo de por ahí.
Pienso mucho en lo que me impulsó a todo esto, y solo se remonta a mi trágica niñez. Niñez que fue marcada por la violencia y la cruda soledad.
Mi madre se casó con un oficinista alcoholico con el que tuvo otros dos hijos, nunca supe a ciencia cierta qué fue lo que mi madre vio en aquel pobre diablo, ¿podría ser su dinero? no lo creo, ya que el no tenia donde caer muerto, tal vez fue el anhelo de sentir cariño y tener compañía para el resto de su vida, alguien se casa por esas razones, creo yo.
Pero fue tal vez el más gran error que pudo cometer, ya que él adornaba su bello rostro con moretones, la marcaba de una manera tan horrible, arruinó su vida de una forma inmensa. Recuerdo muy bien los últimos días que estuvo junto a nosotros, sus ojos siempre estaban cubiertos por ojeras y no existía algún brillo o luz de felicidad en ellos, siempre la veía triste y cansada, ya no nos hablaba, ya no trataba de hacer nuestra situación más llevadera, ella se hundía y nosotros también, el día en el que ella nos abandonó hasta el cielo nos acompañó en nuestras lágrimas, ya que se puso a llorar con nosotros. Era una buena madre, había tratado de pintar nuestro mundo azul de amarillo, pero se cansó y decidió perecer en esta triste y solitaria guerra, de lo único que la culpare es que no nos haya llevado con ella, nos dio la espalda y nos dejo morir ¿que clase de madre haría eso? pero bueno, tal vez no quería el mero recuerdo de todo lo que sufrió, nosotros éramos eso, un recuerdo de todo el dolor qué pasó. Oh madre querida, espero algún día volver a verte y decirte que nos enterraste vivos.
Alguna vez cuando era un niño, llamaba aquel lugar mi hogar, pero desde que ella nos dejó, aquel lugar, aquella casa, era un infierno. Como el hermano mayor y el hijo bastardo, tenía que hacerme cargo de mis hermanos (medios hermanos) ya que mi padrastro se había hundido más en el alcohol tras el abandono de mi madre, y por ende, se había hecho más violento, arremetía sin piedad contra nosotros, contra unos pobres niños de ocho a doce años, ¿que culpa teníamos? para él, teníamos toda la culpa del mundo.
Supongo que la etapa que más me marco en la vida, fue cuando aquel mounstruo había visto en mi a mi madre. Yo me parecía mucho a ella, había heredado sus ojos, su nariz y sus labios.
Aborrecía parecerme a ella, lo odiaba con todo el alma, ya que sus sucios dedos habían recorrido mi pequeño cuerpo más de una vez.
No había nadie que me ayudara, nadie me oía llorar, ni mis hermanos podían ayudarme, estaba solo, jodidamente solo.
Mi niñez muchas veces se reduce a recuerdos en aquel infierno, ya que me marcaron y tuvieron un gran impacto en mi, pero hay algo que siempre atesoraré como lo más hermoso de mi niñez, el único recuerdo que no me duele. Cuando yo tenia cinco años mi madre que aún estaba soltera, me llevo a un parque de diversiones, donde comimos muchos dulces y gané mi primer y último oso de peluche, fui tan feliz aquel día, aún recuerdo lo viva que estaba mi madre.
¿Por donde caminará aquel niño?
Quisiera encontrarlo y abrazarlo, pero creo yo que aquel niño feliz, está perdido por aquellas calles, caminando sin rumbo.
Huí de mi casa a los quince años, ya estaba arto de vivir en un infierno, harto de estar muerto en vida. Lo que más me dolió fue haber dejado a mis hermanos con aquel mounstruo, los había abandonado al igual que hizo mi madre y ahí pude comprender el por que nos parecíamos.
Es tal vez un cliché, aún a los quince años se me consideraba un niño, aún era ingenuo e inocente, creía que todos mis problemas se habrían resuelto después de salir por aquella puerta, que equivocado estaba.
Lo único que desapareció fueron los abusos de mi padrastro, pero los problemas aumentaron, no tenía dinero, no tenía algún lugar para descansar mi cuerpo magullado, no tenía nada, todo lo que conocía y tenía se reducía en aquella casa.
La primera noche en la calle fue la más dura, el frío calaba en mis huesos, casi no sentía los dedos de mis pies y los de mi mano, en cualquier momento creía que me iba a dar una hipotermia y que finalmente iba a morir, pero la vida aún tenía mucho dolor para mi, con mucha suerte sobreviví a aquella cruda noche, claro no dormí nada ya que no tenía un lugar donde descansar. Pasando algunos meses conocí a un gran compañero, alguien que me iba a inculcar un vicio que me llevaría a mi fin, Dohyun se llamaba, era un viejo alcoholico al que habían hechado de su casa, sus propios hijos ya no podían mantener a una carga como él.
Aquel hombre me enseñó muchas cosas, una de las más importantes fue que me enseñó a beber cualquier tipo de alcohol, enseñándome que el alcohol hacía más llevadera nuestra situación, el frío nocturno ya no era tan imponente con mucho alcohol en tu sistema.
Otra cosa que me enseñó fue que la sociedad nos tenía que financiar nuestro vició. Tuvimos muchos problemas con la policía, pero con un poco de dinero todo se solucionaba.
Aquella etapa dura de mi vida, me forjó mucho, con tan solo veinte años, ya tenía la experiencia de alguien de cincuenta, ya había vivido lo suficiente, viendo la cruda y fea cara de la vida, de la vida de un marginado.
Cuando cumplí veintiún años me alejé de las calles oscuras de Busan, quería darme un poco de buena vida con el poquísimo dinero que tenía, viaje a Seúl y ahí me di una pequeña gran vida, aquellos días fueron gloriosos , conocía a compañeros de copa, conocía a buenos polvos los cuales nunca me faltaban ya que tenía un gran atractivo físico, veía que la calle me había hecho alguien de un buen porte, aquella vida me obligaba a tener musculatura, para así defender lo poco que tenía. Trabaje un buen tiempo ahí, hasta llegaba a considerar hacer de Seúl mi nuevo hogar, fue la primera oportunidad de cambiar mi miserable vida, yo andaba eufórico, andaba por las nubes y creía estar en el paraíso. Pero algo se interpuso en eso, Dohyun había muerto, eso me hizo poner los pies en la tierra y salir de Seúl para volver a Busan. Dohyun había fallecido por una intoxicación, algunos decían que se había suicidado, se había encerrado en un cuarto y que había comenzado a beber como si no hubiese un mañana, su hígado estaba deshecho y ya no podía más. Aquello me dio un golpe muy bajo, aquel hombre había sido el padre que nunca tuve, aún así quería pensar que murió por una intoxicación era mejor eso a que se haya quitado la vida.
Había regresado a mi infierno, había vuelto a mi vició, no había día en el que no estuviese borracho, tenía pequeños momentos en los que estaba sano, pero no podía mantenerme así ya que los recuerdos y mis fantasmas se dedicaban a atormentarme. Los amigos de Dohyun se habían vuelto los míos, con ellos jamás me faltaba alcohol.
No puedo recordar muy bien lo que me pasó aquellos días, es como si se hubiesen borrado de mi mente. Tal vez fue por el hecho de que todo lo vivido ahí había sido tan jodido que el recuerdo de mi infancia lo haya borrado, nada podría ocupar el lugar tan horrible que tenía mi infancia en mi mente.
Sin mentir, creía que esos iban a ser mis últimos días de mi vida, creía que mi vida se iba a acabar ahí. Pero no fue así.
Dohyun me había dejado un montón de dinero en el banco junto a una pequeña nota.
"No te hundas aquí Jungkook, sal de esto."
Y fue la segunda oportunidad que tuve de cambiar mi trágica vida.
Trate de hacerlo, compré un pequeño departamento de mala muerte, lo cual no importaba ya que solo lo necesitaba para dormir y protegerme del frío.
También conseguí un trabajo de mesero el cual me pagaba más o menos bien.
Viví bien por unos cuantos días, ya que las noches eran un infierno, fantasmas venían a atormentarme a hacer mi existencia más miserable. Todas las noches cuando eso pasaba, salía a caminar me quería mantener alejado del alcohol, quería salir de esto, pero algo no me lo dejaba. No tenía fuerza de voluntad, prefería vivir intoxicado con alcohol a estar sobrio.
Sentía que necesitaba algo que me levante del hoyo en el que me encontraba. Necesitaba aquella luz que te muestra el final del laberinto.
Aquella luz era él.
Jimin era mi luz.
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hola hola¡! aquí otro nuevo capítulo, todos los martes subiré una actualización así que estén esperándola!
también, gracias por leer esta obra, me hacen muy feliz ♡.
sin más que decir, nos vemos en la próxima ♡.
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