[6]
[4 de abril de 2017]
Querido Derek,
Hoy me contaste de tu primer beso con Darcy.
Me dijiste que había sido una noche en medio de un parque. Me contaste con un brillo en tus ojos sobre todo lo que sentiste al besarla bajo las estrellas.
Yo sólo te sonreí. ¿Notaste lo falsa que era mi sonrisa?
Al parecer, no lo hiciste porque seguiste hablando y hablando, sin tan siquiera observarme a mí. Sí, te tenía al frente mío y estabas mirándome. Pero no me estabas observando. Tu mente estaba en otro lado, al igual que tu corazón. Estabas ahí parado frente a mí, pero a la vez, no estabas ahí conmigo.
Luego de que me contaras sobre el beso, me acompañaste a mi casa. Yo no dije nada durante todo el trayecto y tú tampoco te molestaste en sacarnos de ese agradable silencio.
Yo estaba muy sumida en mis pensamientos. ¿Sabes en qué pensaba?
Pensaba en ti, en mí y en nosotros. Me imaginé cómo hubiera sido todo si tú te habrías fijado en mí. Intenté formular en mi mente cómo habría sido nuestro primer beso.
Habría sido suave y lento al principio, pero luego la desesperación de por fin tenernos habría llenado el beso de pasión y desenfreno. Así es como me lo imaginé.
Y luego de imaginarlo, te miré por el rabillo de mis ojos. Tú estabas caminando distraídamente, mirando a todos lados, como siempre solías hacerlo. Tenías las manos metidas en los bolsillos de tu pantalón, algo que se había transformado en una costumbre para ti.
Luego, como si hubieses sentido mi mirada sobre ti, volteaste a verme y sonreíste al ver que yo te estaba mirando.
¿Pudiste notar la forma en que mi corazón estaba casi saliéndose de mi pecho? ¿Pudiste ver como mis manos comenzaron a temblar y como miré a otro lado porque tu mirada me hacía sentir algo indescriptible? ¿Pudiste notar lo nerviosa que me pusiste y el poder que tenías sobre mí? Dime, ¿pudiste notar algo de lo que yo sentía por ti?
Al ver tu sonrisa, una parte de mí me dijo que aún había esperanzas. Una vocecita en mi cabeza me dijo que quizás te darías cuenta de que en realidad me amas a mí, como más que una amiga.
Pero cuando llegamos a mi casa y nos despedimos, pronunciaste las palabras que lograron asesinar todas las esperanzas que aún me quedaban.
«Siempre has sido como la hermana que nunca tuve, Sam. Te quiero»
Tus palabras me cortaron la respiración por un momento. Sólo quería llorar.
Así que me despedí de ti rápidamente y, mientras escribo estas palabras que jamás leerás, las lágrimas aún corren por mis mejillas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top