[6 de marzo de 2017]

Querido Derek,

Hoy te vi sentado en medio de un pasillo. Tenías una chica a tu lado.

Al verla, noté que era la chica que siempre solía sentarse en esa misma esquina. Recuerdo que solía sentarse allí con sus amigas, pero ahora sólo se encontraba sola. Excepto hoy.

Hoy tú estabas sentado a su lado.

Cuando te vi sentado con ella, no pude evitar sentir una presión en mi pecho. ¿Acaso te gustaba? Y si era así, ¿entonces yo estaba sintiendo celos?

Al parecer, sí, estaba muy celosa.

No pude evitar parar en seco en medio del pasillo para observarlos a ustedes dos. Ni siquiera me molesté en disimular. Sólo los observé hasta que por fin reíste y no pude evitar irme de allí con el pecho ardiéndome y un nudo en la garganta.

Luego de eso, terminé en el baño encerrada. Y lloré y lloré. Porque sabía que ahora no te tendría jamás.

Durante el resto del día, me enfoqué en intentar descubrir quién era esa chica que había capturado tu atención. Descubrí su nombre: Darcy.

Y entonces me entristecí porque incluso su nombre y el tuyo comenzaban con la mima letra.

Tomé eso como una señal del destino, una señal que me decía que yo nunca te tendría y que tú jamás serías mío.

Disimuladamente, en una conversación, intenté hablar del tema de chicas que te interesaban. Quería saber si ella te interesaba, o si sólo la veías como una amiga.

Pero entonces te pusiste tímido y me dijiste que sí había una chica que logró capturar tu atención recientemente.

Una parte muy ingenua de mí pensó que quizás podría ser yo, que ahora que volvíamos a ser amigos, al fin había conseguido tu atención. Y que en ese tiempo que pasamos apartados, te diste cuenta de que en realidad me amabas como más que una amiga.

Pero entonces dijiste su nombre.

Y mi corazón se rompió, mi mundo se desmoronó, mi alma se partió y mi rostro se entristeció.

Aún me pregunto cómo es que no notaste la destrucción que causaste en mí.