54. El mesías
El palpitar de mi corazón sonó al caminar. Las velas blancas se movieron a mí andar. Los vampiros me veían, me esperaban. Frente a mí, el altar con las esposas me llamó. Volker sonrió mientras veía mi desilusionada cara deshacerse por la decepción. Nadie vendría, nadie me salvaría.
Bajé la mirada mientras me acostaba en el altar. Pronto, no pude moverme. Volker rio al enseñarme la cuchilla que había sacado de su traje.
—¿Alguna última pregunta?
¿Podía hacerla o realmente quería hacerla? Con el miedo esfumándose de mi cara y una sumisión ya aceptada, dejé que mis últimos momentos corrieran tras el reloj.
—¿Puedo hacerla?
La daga se clavó ferozmente a un lado de mi cara. Pegué un brinco al saber que aquello me había tomado por sorpresa. ¿Soportaría el dolor de aquel filo atravesarme? Tragué saliva al escuchar su burla y su sonrisa. Aquella sonrisa que siempre me había dado asco.
—Pregunta, anda, sé que quieres hacerlo.
Bajé la mirada, sabiendo perfectamente que iba a preguntar. Si moriría por su culpa, al menos tenía el derecho de saber la historia completa.
—¿Qué te hizo Evangeline?
—Qué cómico que antes de morir quieras saber más de ella.
Me le quedé viendo y él lo hizo también. Creo que entendió bastante bien que morir ya no era importante para mí. ¿Es que aún no lo entendía? Yo ya estaba resignada a todo esto desde hacía ya tiempo. Entender la historia, eso sería lo que me iba a destruir al fin. Sí, tal vez era una masoquista... pero mi corazón ansiaba tragarlo todo. Realmente necesitaba tener en mis manos aquel último pedazo del rompecabezas que me había llamado constantemente hasta la muerte.
Desde que había visto aquellas imágenes, esos sueños... todas esas malditas memorias, mi mente se había hecho un caos. Al gato lo mataron por curioso, pero murió sabiendo, ¿o no?
—Por favor, ¿qué te hizo Evangeline? —Repetí, esta vez estando al borde de la desesperación.
Nuestros ojos no dejaron de verse a pesar de que me hundí en lágrimas al escucharlo reírse de una manera más seria y prepotente que antes. Los demás vampiros no entendían de que hablaba y por eso mismo se miraban unos a otros tratando de comprender mi angustia e impotencia. Volker era el único que se carcajeaba.
Respiró como si quisiera decir algo pero entonces, como si se hubiese acordado de que no estaba solo, se hizo hacía atrás. Se tapó el rostro con una sola mano y sonriendo de una manera casi helada, pidió a todos que dejaran el lugar.
Nadie dijo nada. En cuestión de segundos, la puerta se escuchó cerrarse y todo vampiro, que había estado en aquel cuarto, se había esfumado como acto de magia.
Mi corazón se paralizó al saber que tal vez, solo tal vez, Volker estaba dispuesto a cumplir mi último deseo. Aquel hombre, que si bien me aterraba, parecía que ansiaba querer escupir algo. ¿Es que no sabía cómo empezar o simplemente me estaba siendo participe de ilusiones que serían en vano?
Su sonrisa se fue apagando poco a poco. Sus ojos volvieron a mirarme y aquel color verde inundó mi alma. Sin saber por qué, repetí en silencio los sueños y aquella carta casi en cuestión de segundos. Su mirada fría podía revelarme solo una cosa:
—No te hizo nada Evangeline, ¿verdad? —solté, sabiéndome a solas con él—. Ella, ella realmente no te hizo...
—No —soltó tras una gran y socarrona sonrisa—. Ella nunca me hizo nada. Es más, hablé con ella una sola vez... y vaya que era tonta.
Sentí un escalofrió recorrerme la piel. Me sentí desfallecer y enojarme al mismo tiempo. Mis manos temblaron, mis ojos se desvanecieron.
—¿Entonces por qué...? —Lo que deseé que fuese un susurro terminó siendo un agudo grito—. ¿Por qué?
—¿Por qué? —Aumentó el tono rasgado de su voz, molesto—. ¿Quieres saber por qué?
Respirando profundamente, se fue acercando a mí. Aquello me hizo querer unirme con el metal del altar. Yo no estaba cómoda y no deseaba que me tocase. Lo odiaba, ¡realmente lo repudiaba! ¿Por qué se había metido con ella? ¡Esto no tenía explicación! Apreté mi mandíbula esperando que aquello me controlara. Adentro de mí se llevaba a cabo una revolución. Mis sentimientos querían molerlo a golpes, escupirle, maldecirle, hacerle saber bien que anhelaba su muerte junto a la mía... pero la razón me gritaba que me aguantase. Que no importaba que hiciese, que él ya se había salido con la suya. Que nosotros no habíamos venido aquí a pelear, que habíamos venido a conocer simplemente la verdad antes de morir por desamor.
Y no sabía qué hacer. Muchas veces había actuado por mis corazonadas, por lo que mis sentimientos dictaban. Ahora, lamentablemente, la razón no se equivocaba. Yo no había venido aquí a tratar de destruir toda una era. Yo había venido aquí, por mi propia voluntad, solo para conseguir mi momento de paz.
—Será mejor que reformules tu última pregunta, Caroline.
—¿Qué?
—Piensa, cariño. Piensa.
Respiré profundamente al no poder entenderle. ¿Reformularla? Todos los sueños indicaban que él la odiaba. Volker simplemente había destruido su vida. La había chantajeado, pisoteado y engañado y todo para que su mejor amigo...
Callé al unir los hilos. Dejé que el oxigeno de mis pulmones se vaciara en el aire y me sentí más tonta por no haberlo pensado antes. Temblé mientras lo negaba. Esto no era posible.
Volker pareció fascinado por cómo reaccionaba.
—Sí. —Se acercó aún más a mí—. ¿Qué me hizo Liam? ¿Quieres saber realmente la respuesta, Carol?
Me quedé en silencio y sin palabras. ¿Qué le había hecho Liam? Agité mi cabeza al estar al punto de la demencia. ¡Él había sido el primero en meterse con él! El sueño de la lluvia lo delataba. ¡Liam no le había hecho nada! ¡Él era el culpable de tanto sufrimiento! El pelirrojo solo quería ser feliz a lado de la mujer de quién se había enamorado.
No entendía que clase de cosas estaba preguntando ahora Volker Green.
—¿Crees que no me ha hecho nada, verdad? —Parecía que me había leído la mente. Le miré tratando de entender aquella oscura y cruel mirada que soltaba hacía mi. Como si estuviese decepcionado, enojado y desesperado al mismo tiempo por arrojar algo que nunca le había contado a nadie.
¿Realmente Liam Dagon le había hecho algo?
Todo se derrumbo. Aquel momento volvió a repetirse. El rompecabezas que creí que ya estaba por terminar simplemente comenzó a ampliarse. Se hizo cada vez más y más grande. Mil piezas soltaron al aire y esta vez no pude unirlas.
¿Por qué me pasaba esto ahora?
Miré sus ojos, sus manos y aquel cuchillo que estaba esperándome.
Lloré por la incapacidad de cerrar el libro antes de morir. ¿Conseguiría respuestas o iba a matarme de una buena vez? Si seguía atormentándome así, me iba a dar un ataque al miocardio.
—¿Qué te hizo? —Intenté una última vez.
Volker se hecho hacía atrás mientras se acaricia su calvez con cierta indecisión. Mis ojos se clavaron en la suya y por primera vez, pude ver un destello de dolor. El de los ojos verdes se sonrió, pero no de la misma forma que lo había hecho numerosas veces. Esta vez, parecía sonreírse a sí mismo por primera vez.
—¿Por qué no? —Se dijo—. Igual va a morir.
Respiró con fuerza, como si aquello le hubiese dado una respuesta. Tragué saliva al verle acercarse de nuevo a mí, esta vez de nuevo con aquella máscara ingenua y prepotente que creía que no se había quitado.
Nuestros ojos volvieron a conectarse y supe que esos serían mis últimos momentos de vida. Lo pude ver en su mirada: después de que me dijese ese gran secreto, me callaría con una dolorosa muerte.
—Liam es un bastardo. Aquel imbécil era un ser humano, justo como tú. Asqueroso y repugnante.
Parecía aún vacilante, pero siguió mientras tomaba la cuchilla entre sus manos.
—En aquel entonces tenía solo cuatro años. Estábamos en una guerra. Recuerdo que mi padre había estado indispuesto y que yo estaba con ella, corriendo.
Dejó de hablar, mientras miraba el filo del cuchillo perdido en sus memorias.
—Sabes, yo realmente la odié por mucho tiempo. Fui un imbécil al creer lo que mi padre me había dicho. ¿Abandonarme? Ninguna madre hubiese hecho eso.
Sentí un escalofrío al escucharle. ¿Estaba insinuando lo que yo creía que insinuaba?
—Mi padre lo sabía y no quiso decirme. —Volvió a mirarme, esta vez recuperando un poco su tono de voz irritada—. Lástima que me enteré en aquella fiesta, ¿verdad? Mi padre realmente pensó que no había nadie tras él.
No pude apartar mis ojos de él, simplemente no pude. Sus ojos estaban tan vacíos como los de Liam aquel día de lluvia.
—Tenía que vengarme... y lo hice.
Se sonrió como si aquello le diese una débil palmada en su espalda y, tan serio como antes, fijó sus ojos en mí.
—¿Mejor amigo? No, él solo es una rata de la segunda guerra mundial que se aseguró de robarme todo lo que me pertenecía: el respeto del congreso, la atención de mi padre y la vida de una mujer que me hizo odiar a base de mentiras.
Supe que había empalidecido, que tenía los ojos abiertos ya que simplemente, no podía aceptarlo. Mi mirada temblaba, mi corazón golpeaba mi pecho. Mis manos se hicieron más frías y pude escuchar un minuto de un silencio inexistente.
¿Liam había matado a la madre de Volker Green?
—¿Sorprendida? Créeme que yo sentí lo mismo que tu.
Parpadeé mientras le miraba aún negándolo con la cabeza.
—Tal vez él lo ignora o no quiere aceptarlo, pero por ser tan cabeza hueca, va a pagarlo caro.
Me apuntó con el cuchillo sabiendo que aquel objeto me ocasionaba sentimientos opuestos. Ahora que había escuchado su versión, no quería morirme tan pronto. A pesar de que Liam no me amaba, de que moriría en el olvido, deseaba desmanchar su nombre en aquella terrorífica versión. ¡Él no era capaz de semejante cosa! Ahora necesitaba preguntarle a Liam sobre ella; sobre aquella mujer que había ocasionado un desastre, una catástrofe apocalíptica.
—Le voy a hacer sentir de nuevo lo que yo siento a diario.
No pude evitar llorar al escuchar en él a un niño llorando, a un adolescente molesto y a un adulto en pena.
—Él no va a sentir nada, Volker.
—Oh, créeme que lo hará. —Se sonrió, recuperándose de su melancólico yo—. ¿Qué crees que haga cuando te vea muerta en esta mesa?
—Nada porque no vendrá.
—Hagamos una apuesta. —Le vi sonreírme—. Si viene, sabrás que te ama y te dejaré verlo antes de apuñalarte.
—¿Y si no?
—Te apuñalaré cuando me canse de ti. —Se rió antes de tocar mis piernas—. Me harás el mesías tras hacerme venir. ¿Crees que he olvidado lo de antes? Mi amiguito te extraña y quiere darte unos buenos golpes.
Escuché su risa resonar a mis costados mientras me envolvía en temblores y sus manos levantaban mi vestido.
—Cuando me convierta en el mesias, el vampiro más poderoso y el que hará una nueva era, mi padre estará orgulloso de mí y al fin podré vengar a mi madre por lo que le hicieron. Liam lamentará lo que le hizo.
Le miré sin entenderle, antes de que él se parase en seco y se sonriera de nuevo al ver mi ignorante reacción.
—Y cuando la sangre pura caiga sobre el cordero muerto, el mesías tocará la tierra. —Citó cantando mientras me dejaba muda y a su total merced.
Acarició mis piernas y yo no pude más que desbordarme en silencio. Liam no vendría porque él no me quería. Él solo quería estar con alguien a quien los gusanos ya habían devorado hacía mucho tiempo. Volví a llorar en afonía, dejándole ser, sin gritar ni moverme. Cerré los ojos esperando el pinchazo de su ser en la oscuridad y el cuchillo clavarse en los minutos eternos. ¿Cuánto me dolería? ¿Cuánto tiempo faltaría?
Me humilló por algunos minutos más, sabiendo perfectamente que estaba haciendo solo tiempo para lo inevitable. Volker debía de entender bien que yo no le importaba a Liam. Él no iba a aparecer de la nada proclamando mi vida. Él no me quería.
—Él no va a venir.
—¿Cómo es que estas tan segura? —soltó dejando de tocarme.
—¡Mátame...! Solo mátame de una vez. —Lloré al fin—. Él no va a venir, él no... él nunca me ha querido. ¿Qué no lo entiendes? Él no desea estar con alguien más que no sea Evangeline y yo ya no puedo más. Mátame, por favor.
Me aferré de su camisa, estando dispuesta a torturarlo con mis plegarias y a deshacerlo con mis suplicas. Ya no quería saber más de ese rompecabezas. Ya no quería pensar ni unir ni una sola pieza más. Solo quería, como mi razón deseaba, un momento eterno de paz.
—Por favor... déjame servirte de algo y mátame.
Le vi tomar el antiguo pero enorme y filoso cuchillo de plata que yacía clavado en la mesa y, con una sonrisa aún más desenfocada que antes, fijó sus ojos en mí.
—¿Lista para ser el cordero?
Le miré a los ojos al fin, sabiendo terriblemente que aunque lo deseaba, Liam simple y sencillamente no vendría por mí. Sí, la apuesta me había hecho tener un poco de esperanza pero el tiempo me había recordado los hechos. Perdí el brillo en mis pupilas y mis manos cayeron a un costado del altar. Respiré con fuerza y lentitud. Traté de sentirme en armonía conmigo misma, pero no pude.
Mis lágrimas rodaron por mis mejillas.
Le vi levantar el puñal con ambas manos y tras soltar una frase extraña en latín que decía que el Mesías vendría, esperé el final soltando el aire.
Lo que no esperaba fue que las puertas se abrieran en un sonoro y fuerte golpe. Las velas se revolvieron con fuerza hasta apagarse. Él grisáceo humo me hizo voltear hacia la izquierda. Sin poder creerlo, en la entrada del lugar yacía el Liam de mis sueños bañado completamente en sangre.
Temblé al verle porque ya no parecía él. Tenía el cabello corto y sus ojos no eran rojos. ¿Qué había pasado con él? ¿Estaba soñando? Quise gritar pero no supe que más decir. ¡Él no debía estar aquí! No se suponía que llegase a tiempo.
Más lágrimas se desbordaron al verlo. ¿Por qué...?
—¿Qué haces... aquí? —El susurro de mi voz me denuncio. Estaba asustada y estupefacta.
—¡Vaya, vaya! Miren a quién tenemos aquí. Haz llegado gusto en el momento exacto, Dagon. Me convertiré en el mesías y tú serás el primero en verlo.
Mis ojos se conectaron con los suyos. Mis lágrimas se derrumbaron sin creer que estaba ahí junto a mí. ¿Qué debía decirle ahora? Los segundos se me hicieron largos y atroces y no pude encontrar nada que mis labios pudieran decir en tan poco pero eterno tiempo. Le miré sabiendo que lo único que podía hacer ahora era eso: mirarle. Tan solo mirar para recordar su rostro antes de morir.
El cuchillo entró de golpe y yo lloré de nuevo, esta vez por la sorpresa y el dolor que me atravesaba en el corazón. Quise respirar pero no pude. Hiperventilé mientras Volker se reía en un segundo plano y me sonreía.
¿Volker había tenido razón todo este tiempo?
Tosí y eso me hizo tener un dolor bastante agudo en el pecho.
Mis ojos se desenfocaron, no pude ver con claridad. Cada que respiraba sentía mi sangre salirse o perforarme aún más entre las venas. Me sentí helada y no pude evitar temblar sin control. Traté de hablar, de pedir auxilio pero la sangre brotó de mi boca y comencé a ahogarme.
Tosí sin saber quién estaba frente a mí, ya que mis parpados se estaban haciendo pesados y no podía abrirlos.
Lloré con más ganas ya que quería ver su rostro, quería saber en dónde estaba, pero cuando pensé que la oscuridad me envolvería, pude escuchar su voz frente a mí.
—No me dejes, Caroline. No tú.
Aquello me destruyó por completo. El dolor se hizo más fuerte pero no porque el cuchillo me estuviese matando, sino porque estaba haciendo lo mismo que Eva le había hecho. Me estaba yendo y no podía evitarlo.
—Lo....lo, yo... lo... lo si... sien...to.
Quise agregar más, quise decirle más pero sus manos heladas que me tocaban dejaron de sentirse y la oscuridad me envió a un lugar del que yo sabía que no tenía retorno.
Esta vez, yo sería la razón de un nuevo diario.
________________________
T.T
¡Hola chicos! No quiero arruinar el momento depresivo con mis noticias, pero creo que ya se han enterado en mi facebook algunos: el epilogo será el siguiente capitulo. (Osea el final, FINAL) Me había salido algo largo y bueno, lo partí en dos. Si Dios quiere, ya lo tengo listo para la otra semana, pero bueno, nada de apurarme... que ando asi como super sensible por decirle adiós a mi bebe. :c
Los amo a todos y en serio, muchas gracias por esperar a que esta alma caritativa terminará de presentar y hacer sus deberes. Que por cierto, me fue muy bien y pasé mi exámen profesional. Gracias por sus deseos y TODOS esos comentarios que me dejaron. Vuelo a responder quienes tengan preguntas para no llenar de spam. Los amo de nuevo <3
-Nancy A. Cantú
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top