44. Su diario
Mis piernas temblaron al saber que me hallaba sola. El pequeño pero ya antiguo librito que se encontraba sobre mis manos me llamaba, flameaba mi piel para que lo abriese y empezase a leer. ¿Pero qué si era tan solo una trampa? Volteé hacia atrás preocupada, pensando que regresaría y me amarraría a la cama para hacerme llorar una y otra vez, pero el tiempo corrió por sí solo y a los minutos, entendí que nada pasaría.
¿Pero por qué debía de preocuparme ahora? Yo había vuelto hasta acá para darle la carta, descifrar su historia y ponerle un fin a todo. Eso implicaba el tener que romper muchas reglas que me provocarían incluso la muerte. Así que ahora que tenía la oportunidad para resolver el enigma, no iba a quedarme con los brazos cruzados.
Respiré con profundidad para darme la valentía que necesitaba y mirando con decisión al frente, abrí con lentitud la oscura pasta del diario de Liam. Una hermosa y delicada escritura dio paso a muchos temblores que tenían razón por las primeras oraciones que leía. Oraciones que denotaban el dolor exacto de la muerte y el sentimiento entristecido de una eternidad no deseada.
Al analizar las letras comprendí que Liam no había nacido como un vampiro. Él había muerto como un soldado en la guerra y a como podía entender, el padre de quien me había quitado al virginidad le había salvado antes de fallecer. Mis manos no quisieron saber más aquello por el recuerdo insoluble de aquel hombre, así que con presión y cierta prisa, seguí andando las hojas. Hojas que revelaban miles de asesinatos, su vida como vampiro y un millar de anécdotas sangrientas que había compartido con los chupasangres más codiciados del mundo vampírico: Adam y Volker Green.
¿Debería de leerlo todo? Miré el reloj de péndulo que yacía a un costado mío. Habían pasado cinco minutos desde que el pelirrojo me había dejado sola.
Volví mi mirada hacia las hojas y, agitando mi cabeza para poner mis ideales de nuevo al frente, pasé las hojas aprisa. No supe realmente cuanto tiempo pasó cuando me detuve al mirar aquel nombre que me daba dolores de cabeza y cual había provocado bastantes suicidios en la torre más alta de este castillo.
Evangeline Northon.
Mis ojos se enfocaron aún más en lo que decía aquel libro y, a cuanto leía, más recordaba mis sueños. El diario mencionaba a detalle lo que yo había visto en el primero de ellos. El cómo se habían conocido y cómo Liam se sentía al respecto.
Mi corazón dio una pulsada que me dolió bastante al pasar mis ojos en aquella agraciada escritura. Leerlo era muy diferente que verlo. ¿¡Cuántas emociones me había perdido!? Liam había escrito aquello hacía ya mucho tiempo; podía notarlo por el color de las hojas y la fina ortografía pulcra y sin errores. Era increíble poder leer en palabras enamoradas cuanto la amaba. Tal vez fue por eso, que me sentí incómoda, inestable y algo triste. Ciertamente una envidia pura.
Envidia por el trato que ella había recibido y que yo no obtendría ni en millar de años.
Agité mi cabeza en un suspiro y sin querer indagar el por qué aquel dolor parecía querer hacerme llorar, di vuelta las hojas. No me importaba que era lo que me estaba pasando. No quería enterarme… solo deseaba terminar con todo esto
Respiré con fuerza al releer. La tortura se hizo cada vez más difícil de tragar. Sus frases eran hermosas y expresaban ampliamente cada suceso. Sus risas y sus pláticas… incluso el momento exacto en que se habían dado su primer beso. Me retorcí al recordar su sonrisa amigable y sus ojos verdes prendados por amor. ¿Por qué el Liam del presente era tan diferente a ese? Mis labios hicieron una mueca y con la frente empeñada en hacer arrugas y malas pasadas, no pude evitar apartar la mirada.
¿Qué era esto? ¿Qué era aquello que sentía en el pecho? Por alguna razón, no quería saberlo. No quería ver esto. Seguí volcando páginas con la intención de saltarme su gran romance, pero justo cuando pensaba en brincarme un gran bonche de hojas, aquella frase me hizo enfocar de nuevo la vista en la lectura: “Hoy he ido a ver a Demetrio Rumannoff con el motivo de comprar a Evangeline.”
Recordé la escena. A Volker y Liam cerrando el trato en Rusia. Mi corazón dio pulsadas más aprisa. ¿Al fin había llegado…? Leí con impaciencia justo porque sabía cómo terminaba ese día. Demetrio no había vendido a Eva justo porque la había querido como su esposa.
Creo que ahí fue cuando mi respiración se hizo más densa. La siguiente hoja yacía vacía. Una y otra… ¿Liam había contado los días? Mis manos temblaron con la ansiedad de saber aquello que yo no entendía. Poco fue el tiempo en el que tarde para llegar a aquella hoja; esa que parecía más sucia, doblada y usada que las demás. En ella, Liam narraba un suceso importante que yo no había imaginado en lo absoluto.
“La vi engañándome en aquella torre. Su cuerpo se ceñía al de él con cautela. La escuché gemir y a aquel tipo venirse en ella. Parecerá una tontería, pero escapé sin querer verla. Ella parecía adolorida pero sumamente feliz.”
Me tapé los labios solo por tristeza, negándolo todo incluso. ¿Feliz? ¡No podía ser! Ella no había sido feliz. ¡La habían violado en ese instante! Él había sido espectador de aquello. ¿Qué no había visto sus lágrimas? Traté de ser positivista y darle el favor de la duda. Evangeline no podía haber mentido en su última carta. Ella lo amaba.
“No puedo sacarla de mi mente. ¿Habrán sido solo ideas mías? Tal vez soñaba o estaba cansado. Evangeline no pudo haberme engañado. ¿Será porque no he comido lo suficiente? Seguramente lo he ilusionado.”
Mis lágrimas se acumularon al leer aquello. ¿Liam había sido tan inocente? ¿Sería por eso que no había ido a verla antes? Mordí mis labios antes de girar la hoja. Esta vez, la escritura era menos recta y más suelta. Parecía haber llorado, la hoja no estaba del todo lisa.
“He ido a verla a pesar de todo. He tratado de sonar tranquilo y desinteresado… hacerme de la vista gorda para dejarlo atrás en el pasado, pero justo cuando le insté el escaparnos, ella me pidió disculpas de repente.”
Abrí mis ojos de golpe justo al leer aquello último, recobrando las últimas frases de la carta de Evangeline: “Sé que nunca debí escucharlo y sé que debí haber escapado. Pero no podía, no podía dejar a mi madre. Sé que no tengo excusa y que te hice mucho daño pero realmente lo siento… lo siento mucho.”
Hiperventilé rezagada por el descubrimiento. ¿Era por eso que siempre explotaba cuando alguien pedía perdón? Tragué saliva al contar las múltiples ocasiones en que yo había soltado un “lo siento” como defensa. Me sentí vacilante y culpable. ¿Cada vez que alguien se disculpaba, él se acordaba de ella? Mordí mis labios con cierto recelo. Por alguna razón… yo no quería que él pensara en ella.
“No quise escucharla y volví a rogar para que nos escaparamos. Ella me miró con lágrimas pero me prometió que nos veríamos en nuestro árbol especial. Ella vendrá.”
Dejé de tratar de comprender el por qué me sentía tan extraña cuando vi aquello último. ¿Verse en su árbol especial? Parpadeé sin entender. ¿De qué árbol hablaba? Me quedé un cuarto de minuto en silencio, mirando el suelo de madera y memorizando entonces aquel segundo sueño en donde cobraban vida sus besos sobre el boscaje verde y escondido.
Tuve un mal augurio al recobrar la lectura.
“La esperé en el lluvioso bosque toda la semana pero ella nunca llegó. Me abandonó.”
Mi cuerpo tuvo un escalofrío, uno que me hizo perder la cordura y recordar aquella prueba que me había hecho al comienzo de aquella tortura de hacía ya casi un año. Esa en donde me había dejado a mi suerte en aquel bosque mojado por una semana entera.
¿Liam me había llevado a ese mismo lugar…? Temblé al comparar el gigante encino que me había protegido de la lluvia y aquel árbol pequeño que había aparecido en mis sueños. ¿En serio me había guiado ahí? Mis manos se fueron directo a mis ojos justo al sentir aquellas lágrimas que habían brotado de mi de manera inconsciente. ¿Era posible que Liam hubiera querido que alguien comprendiese su dolor?
Mojé mis labios con saliva y tratando de encontrarle la explicación a todo mientras lloraba, leí entonces aquello que yo había visto perfectamente en mi tercer sueño. En las siguientes cinco hojas —escritas de una manera escalofriante y perfecta para una película de terror—, yacían las narraciones de lo que había hecho su ex mejor amigo. La botella de vino, su discusión e incluso su pelea yacían perfectamente escritas.
“Lo golpeé y vaya que sí lo hice. Instó en que nunca me perdonaría por ello pero a mí no me interesa su perdón. No quiero volver a verlo. Aunque lo haya negado, sé que ha hecho algo que la ha afectado terriblemente. Así que iré a verla, le pediré perdón por desconfiar de ella y la arrastraré conmigo lejos de la vida humana. Aunque me odie, la haré mía por el resto de sus días.”
Ahí fue cuando mis manos dejaron de vibrar y mi rostro se llenó de confusión descomunal. Si Liam entendía que Volker le había dicho algo a Evangeline, entonces ¿por qué nos odiaba tanto? Mi corazón dio mil latidos consecutivos y pude sentir a mi cuerpo llenarse de pavor. ¿Por qué no podía voltear la hoja ahora? ¿Por qué tenía tanto miedo? ¿¡Por qué sentía que algo malo iba a venir a continuación!?
Respiré profundamente, gritándome por dentro para que siguiera. Los treinta minutos iban a escaparse de mis manos y yo no había terminado de leer. «¿No querías comprenderlo todo?», me grité al ver aún la hoja en donde me había estancado. «Da vuelta la hoja, Caroline. Solo da vuelta la hoja».
Escuché a mi cerebro bramando para que lo hiciera pero a mi corazón peleando para que me detuviera. ¿Por qué mi corazón? ¿Por qué estaba llorando? ¿Por qué me dolía tanto el pecho? Respiré con fuerza y tragando saliva cerré los ojos antes de girar la hoja amarilla.
El silencio del cuarto se hizo más espeso cuando abrí los ojos de nuevo. Aunque fuera una locura, pensaba que me estaba ahogando en aquel cuarto encarnado y las palabras que me hacían querer arrogar el libro a un lado. Liam había escrito tan bien lo que había sentido que me había hecho sentirlo en carne propia. Me imaginaba la escena y aquello me hacía deplorar cierta pena.
“Cuando la lluvia se acabo, fui de nuevo a ese castillo. Esta vez, con cierta culpa en el corazón, pero no pensé que estuviera equivocado. Si lo hubiera sabido, nunca hubiera ido a verla. De ningún modo hubiera imaginado lo que iba a ver en aquel cuarto carmesí. Jamás ideé verla… así.”
Giré la hoja aprisa pero mi corazón se paro al entender que la hoja que me faltaba no estaba más en aquel diario antiguo. ¡Esto no podía terminarse así! ¿Qué era lo que Liam había visto? Pasé más y más hojas, teniendo fe en que aún encontraría la respuesta a mis preguntas al final del libro, pero no había nada más que sucesos en donde explicaba a dónde se había ido y a cuantas personas había torturado en el último siglo por represalia.
¿Por qué no estaba aquella hoja? ¡Esto no era lo que yo quería! No había descifrado nada de esta manera. Mis manos temblaron cuando dejé caer el diario a un costado mío. Lloré en silencio hasta que aquella puerta volvió a abrirse de una manera fuerte y amenazante. El de los ojos rojos pareció sorprendido al verme en aquel estado.
—¿Terminaste? —Bramó algo enojado—. ¿Quieres seguir llamándome cobarde o es que…?
—No está. —Le interrumpí de manera cohibida pero fuerte.
—¿Qué cosa?
—La última hoja… no está.
Nuestros ojos se toparon unos con los otros. Liam pareció incómodo ante mi mirada. ¿En dónde había quedado esa última hoja? ¿Qué había visto? ¿Qué había sido aquello que le había dejado tanto rencor en el pecho?
—No tiene importancia.
—¡La tiene! —chillé antes de pararme del suelo y por primera vez, decir lo que mi corazón tanto me pedía—. Lo que viste tiene importancia. A mí me interesa. ¡Nececesito saberlo!
—No sabes de qué estás hablando —soltó tras unos minutos, apartando al mirada. Observando por primera vez el suelo.
Verle así me llenó de un sentimiento de pena y cierta congoja. ¿Sería posible que aún se estaba castigando con su sonrisa y sus gemidos de placer? Mis piernas avanzaron por si solas. No pude detenerme. Mi corazón estaba al mando ahora, así que mi cerebro no pudo explicarme en pensamientos lo que estaba por hacer. ¿Qué rayos hacía? Mis brazos se elevaron en el aire conforme me acercaba. ¿Estaba pensando en abrazarle? Sí, quería consolarlo.
¿Qué haría Liam? Él se veía tan débil, tan solo. Respiré con fuerza, aceptando incluso lo que estaba por hacer. Los segundos se hicieron más largos cuando estuve a un metro de él. Mi corazón le gritaba para que dejase de llorar. Mi cerebro comenzó a idear frases de alivio pero cuando abrí mi boca y estuve a punto de ponerle las manos encima, sentí una las suyas aprisionando mi muñeca con fuerza. Mis ojos se fueron a los suyos. Liam me veía enojado, bastante asqueado.
—No me toques —dejó mi brazo libre de una manera brusca y ciertamente dolorosa—. Nunca vuelvas a este lugar. Donde te vuelva a ver, te voy a matar.
Sentí sus pasos en la madera alejarse. Bajé mi cabeza asustada. Mi respiración estaba calmada pero mi corazón parecía estar en un ataque cardiaco. Yacía tan agitado que estaba a punto de explotar de la desesperación. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué me sentía tan triste, tan decepcionada? Mi rostro se arrugó. Vaya que estaba enojada.
—¡Eres… eres un cobarde! —solté lo que tanto pensaba.
—¿Qué has dicho?
Mordí mis labios a pesar de mirar aún el suelo. ¿Qué más daba ya? Si iba a morir, moriría diciéndolo todo.
—Siempre evades las preguntas y las responsabilidades. ¿¡A esto se refería Evangeline con que la dejaste sola!? Tú sabías perfectamente lo que Volker le había hecho. ¿¡Por qué no fuiste!?
Escuché sus pasos volviendo hacia mí. Mi cuerpo tomó rigidez al escuchar su respiración pesada en mi oreja. Estaba enfurecido, lo podía ver en sus venosas manos empuñadas.
—No te metas en lo que no te incumbe.
—¿Qué viste? —giré mis ojos hacia arriba, topándome con los suyos rojos tratando de hacerme callar—. Si… si me dices que viste, yo misma saltaré por la ventana.
Liam me miró aún más enfurecido que antes. ¿Por qué no lo soltaba de una buena vez por todas? Tener tanta ira por dentro lo iba a destrozar por completo.
—Tú volviste a este castillo ese día y la viste haciendo algo que nunca creíste ver. ¿Qué fue Liam? ¡Responde!
Observé su mandíbula tensarse pero sus labios no se separaron. ¿Es que nunca iba a contestarme?
—Respóndeme —Me acerqué a su cuerpo tomándole de la camisa con sutileza—, por favor.
—No… me toques.
—¡Liam, deja de irte por la vertiente!
—¿Por qué debería de decirte? ¿Quién eres tú para pedir explicaciones? ¡Conoce tu lugar y…!
—¿La dejaste, verdad? ¡Tú, sabías que estaba llorando y la dejaste!
—¡Yo no la dejé! Ella me abandonó.
—¡Sabes perfectamente que eso no es cierto! Ella…
—¡Ella estaba sonriendo!
Nuestros gritos cesaron cuando él me interrumpió con aquello último. Mis ojos se pusieron en los suyos, incrédulos por lo que había escuchado. ¿Sonriendo? ¿A qué se refería?
—Fui a verla todos los días que le quedaban de vida —Liam soltó aquello dándome la espalda—, pero en todos esos días, ella estuvo sonriéndole a él.
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¡Hola chic@s! Primero que nada, muchas gracias a todos por los comentarios que recibio el capitulo anterior. LEÍ cada uno de ellos pero como no encontré nada especifico como una pregunta o eso, no contesté ninguno para no sumar spam en la historia. En serio que les estoy sumamente agradecida por todo el apoyo y por aquellos que aún leen a pesar de lo mucho que me tardo en actualizar. (que solo para que lo sepan, es porque entré de nuevo a la facultad y al comienzo siempre me encargan una infinidad de tareas para recordarnos lo bonito que es estudiar)
Espero poder subir nuevamente cada dos semanas pero comprendan que siempre pretendo dar un capitulo mejor que el pasado y por eso me tardo en hacerlos. xD Espero que les haya gustado el capitulo y recuerden que la paga de todo escritor son las estrellitas. LOS AMO.
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