26. Karen Divella

La mirada de Caroline me había devastado y me había hecho sentir infiel al tratar de apuñalarla tras la espalda. Era cierto que la adulaba, ella era mi modelo a seguir. Su gentileza me había marcado el día que la había conocido, cuando Volker me había comprado meses atrás. Creo que por eso mismo, el día de la fiesta de tan gentil amo que le había tocado, pude soltar su nombre con cierta felicidad y envidia.

Volker pudo notarlo tras varios días en los que yo me veía viviendo la vida de tan hermosa y fina mujer. Sabía que no debía de imaginarme siendo otra persona, pero el anhelo de ser mascota de quien ahora le poseía, carcomía a mi yo tímido. 

Pero no creí que decir su nombre en voz alta junto con una especulación positiva de ella pudiera traer tanto caos. Mi amo, quien me había hecho casi de todo, me amenazo a contarle todo lo que sabía y fue entonces cuando caí en su trampa. Mi sonrisa apareció al contarle los pocos momentos que había pasado con la mascota del Lord Dagon, las expectativas que todos teníamos de ella y lo maravillosa que era su madre.

                                                    Aquello fue mi error.

En menos de un día, aquel que no me había golpeado esa mañana, volvió con un humano más a la mansión. Pensé que se había vuelto loco cuando vi a Caroline entre sus brazos, inconsciente y en interiores, pero… ¿Qué podía hacer yo?

—¿Quién está ahí? —soltó políticamente, haciendo un abrumador silencio en mí justamente porque que estuviera aquí, era en parte mi culpa.— Se que está en la entrada, sería mejor que tomase asiento a mi lado

Pegue un brinco de susto. No pensé que diría aquello. Ella era tan diferente a mí. Tan valiente y completa. Respire con cierta fuerza, dejando soltar lágrimas al dejar abrir la puerta por completo.

—¿Karen? —pregunto, creo que con un dije de confusión en su voz

—Lo siento Carol. Lo siento, el te quería aquí y yo… —Mi voz titubeo, perdida en el que decir o hacer  

—¿De qué hablas?

—El fue por ti

—¿Ir por… mí? —Escuche de ella un silencio, estaba intentando recordarlo todo.—  ¿Quién es él? —pregunto tímida

—Volker Green —solté secamente, sabiendo que aquel nombre me traía escalofríos cada que lo decía o pensaba

—¿Q-Qué quiere el de mí?

—No lo sé Carol, solo me ha ordenado a verificar si ya estabas despierta —Mentí, Volker estaba echado en su cuarto, escogiendo algunas cosas con las cuales divertirse esta noche con quien estaba apresada en esta misma habitación

—Prefiero que mientas

Aquella petición me hizo abrir los ojos con fuerza. ¿Debería? Que estuviese aquí eran consecuencias de mi desliz.

—Caroline, creo que sabes mejor que yo que no puedo hacer eso —Soné contrariada—. No quiero que me lastime de nuevo

—¿Es muy agresivo? —Hablo de nuevo, después de un minuto de silencio

—Tal vez nunca has visto a alguien como él —Conteste recordando todas las torturas por las que había pasado. Cortes, jaulas, ayunos intensos. Mi dueño no solo era un vampiro, era un monstruo—. Seguramente cuando comience, quedarás muy traumada

—No lo creo —Sonrió levemente—. Soy fuerte, puedo soportarlo

Le mire insegura. Ser solo fuerte no iba a ayudarla contra quien me había atormentado a cada hora del día, desde hacía 2 meses. Respire ciertamente con fuerza por mis errores, Caroline iba a sufrir de un día horrible. Seguramente iba a perder aquella chispa e iba a quedar como era yo. La lastima en mis ojos me corroyó por dentro.

—Lo siento Carol, en serio lo siento

—No tienes que disculparte —Hablo quien en apariencia externa había cambiado, pero que por dentro seguía siendo tan audaz mujer

—Aún así, creo que esto ha sido culpa mía —Solté, llena de culpa

—No comprendo

—Me ha preguntado por ti ayer —Guarde silencio un segundo—. Creo que me sobrepase con mis cumplidos

Escuche como esbozaba una débil sonrisa tras sus palabras, solo porque las cadenas le estaban haciendo daño. La imagen de aquella chica indefensa me dio con un flechazo en el alma. Partí con la mirada baja, teniendo un duelo dentro de mí misma. 

No podía dejarla sola, sí que trate de ayudarla, pero Volker lo supo de inmediato. Solo fue cuestión de ciertos golpes y una mirada frívola para volverme a ser quien era. La sumisa y cobarde, Karen Divella.

Fui arrastrada en el suelo de aquella mansión que me había visto adelgazar de una manera exagerada en menos de unas cuantas semanas. ¿¡Tratar de decir mentiras!? Que tonta había sido.

Mi dueño no iba a pasar tal error, buscaría la fuente de mis pocas agallas. Así que tras una sola pregunta, su objetivo cambio para mal. Escuche como se rompía la blusa de Caroline y como esta gritaba con desesperación y cierto desconsuelo. Mis ojos se dieron paso con cierto miedo, le rasguñaba de la misma forma que lo había hecho en mí.

Su sangre brotaba de las heridas pero Caroline bailaba sin importarle nada. Gemía y lloraba justo porque también estaba consciente de mis lágrimas a un costado de ellos. Observe sus ojos pidiéndome ayuda. Mi consciencia grito que lo hiciera.

—¡D-Déjala ya!

El vampiro de ojos verdes tanto la chica que estaba por ser violada, pararon al instante. Caroline me veía con un agradecimiento en su rostro pero mi dueño no tenía el mismo gesto en su mueca desubicada.

—¿Qué has dicho? ¿Has dicho que pare?

Di varios pasos hacia atrás, temblando como gelatina. No había pensando en las consecuencias de mis actos de nuevo.

—¿Qué pare? Cuando termine contigo suplicaras nunca haber nacido

Cuantos pasos daba mi amo, cuantos pasos yo retrocedía. Tenía las manos al frente, intentando entre titubeos, remediar lo que había dicho. La pared se intervino en aquel escape como siempre lo hacía y entonces supe lo que iba a pasar.

Me lanzo de nuevo al suelo, arrancándome la ropa entre jalones y malas palabras. Llore de vergüenza solo porque Caroline veía un episodio más de mis torturas. El sonido de la bragueta bajarse fue lo que me hizo vibrar y entonces, el dolor se dio paso.

Aunque ya lo había hecho muchas otras veces, esta vez me había dolido el doble. Tal vez porque ahora había una tercera persona involucrada que me estaba observando con horror en sus ojos.

—¿Te gusta lo que ves… Carol?

Mis ojos mieles pasaron a los grises de ella. Caroline no hablaba pero temblaba casi de la misma forma que yo. ¿Qué debería hacer? Aquella chica estaba viendo como me violaban. ¡Qué vergüenza! Mi visión se hizo borrosa de nuevo. Volker estaba dándome más duro que de costumbre. Esto le excitaba.

—¡No te preocupes! Esto es tan solo una cuarta parte de lo que te haré a ti, así que mira con atención y no te pierdas de ningún detalle

Grite con fuerza, quejándome del dolor. Estaba seca, por lo que cada movimiento suyo, eran como armas a fuego vivo rozándome la entrepierna. Mi dueño estaba intentando partirme en dos. Lo sentía dentro de mí, estaba disfrutando de todo esto.

Mire con suplica a quien tenía encajada su mirada en mi cuerpo. No quería que me viese, no quería que observase esto. Cerré los ojos intentando de esta forma imaginar que nadie estaba ahí, que simplemente debía dejarme hacer como siempre, pero no había recordado el dolor y esto, termino por desmayarme.

                                                                * * *

Me desperté de nuevo cuando un sonido golpeo de lleno contra la pared. Confundida y desorientada observe primero como Caroline, quien estaba apresada en la cama. El mismo semen seco que me había bañado a mí, parecía fresco en ella. Estaba desnuda. Tenía rasguños y moretones por todo el cuerpo. Rastros de lágrimas en su rostro acompañaban a sus ojos grises y, como si fuera poco, entre su entrepierna el color rojizo de la sangre me hizo sorprenderme.

                                               ¿Era lo que creía que era?

 

—¿Podrías recordarme qué fue lo que le hiciste a mi propiedad?

Mis ojos se posaron en quien había entrado en la mansión. Aquel rostro no era para nada como el que yo recordaba. Mire a Caroline intentando que ella misma me diera la respuesta, pero sus ojos yacían en un pánico indescriptible. 

—¿No recuerdas? —El pelirrojo tomo de la mandíbula a mi dueño, obligando a encararlo— ¿No te acuerdas?

No sabía realmente como se había dado, pero cuando me fije en quien me había martirizado desde finales de octubre, este yacía con sangre escurriendo de su boca. El silencio se hizo de nuevo tras sus palabras duras y ciertamente sombrías. Volker endureció su mirada para intentar ganarle en esa batalla que tenían entre ambos. Yo no entendía realmente que estaba pasando. La oscuridad me había abrazado mucho tiempo, no tenía ni idea de que había ocurrido o cuánto tiempo había pasado.

Pero cuando intente recordar, el grito de mi amo sonó con fuerza. El dueño de Caroline le había enterrado aquella daga en su estomago. ¿Cómo había sido capaz de tocarlo si él era tan fuerte?

—¡Recapitaliza Volker, recapitaliza! —Exaspero—. No creo que quieras que te de la respuesta

—Me la cogí… —soltó riendo Volker—. La toque, la cogí y la desvirgue

La carcajada que soltó Volker después me hizo abrir los ojos con asombro. ¿Qué había hecho que cosa? Mire hacia aquella mujer que soltaba pequeños sollozos mientras intentaba decir algo para que los detalles no se soltaran.

—¿Te crees orgulloso de tu sexo? —El pelirrojo hablo entre el alboroto de Volker

—¿Qué si estoy orgulloso? —Pregunto mi dueño— ¡Já! ¡Estoy encantado con él! Si vieras cuanto lloro, cuanto grito, cuando peleo, y yo aún así la rompí en dos

—¿En serio? —Su vampiro volteo a verla— ¿Qué le hiciste?

—¡No, por favor, no! —Caroline chillo desesperada

No entendía que había pasado. Yo tenía la idea de que Caroline se había quitado la virginidad ella misma en las subastas. ¿Cómo es que había terminado así? La culpa indago mi rostro con cada detalle que Volker anuncio a los testigos. Cada comentario, cada acción que le había hecho… nadie merecía aquel trato que se estaba narrando al público.  

—¡Y me descargue dentro de ella como 2 veces! —Soltó lunático quien reía como si fuera una gran comedia— Si esa perra no queda embarazada de mí, es un milagro

—¿En serio? —El giro a ver a su mascota con un rostro muy serio a mi parecer

—¿Qué no escuchaste los detalles, idiota? ¡Me cogí a tu!

Antes de que terminara de hablar, el amo de Caroline se interpuso entre sus palabras. A velocidad de la luz, la navaja que tenía en su mano había roto el pantalón caqui del vampiro que vanagloriaba sus acciones.

—Créeme… me quedo claro 

—¿Qué estás? ¡¿Qué piensas hacer, marica?!

—¿De tu gran habilidad te encanta ufanar, no es así Volker? —Pregunto curioso aquel vampiro, mientras la daga en sus manos permitía una vista clara a lo que había infringido mi cuerpo tantas veces— ¿Me permites hurtarlo?

—¿De que estas? —Volker callo de repente, discerniendo tal vez a lo que se refería—  ¡¿Qué mierda?! ¡Ni lo pienses! ¡Eres un maldito cínico, quítateme de encima!

Abrí mis ojos con esmero y un pavor similar al de Caroline. Mi mirada temblaba, todo mi cuerpo temblaba. Aquel vampiro no era lo que yo creía. No después de lo que estaba viendo. No podía creer lo que estaba pasando. El como Volker se agitaba en el suelo y gritaba, como su sangre se esparcía en el suelo, como los minutos estaban siendo más lentos que de costumbre. Aquella tortura fue horrible, peor de las que yo sufría casi a diario a base de golpes y ayunos tremendos.

—¿Te crees tan orgulloso de tu sexo ahora? ¡Toma! Te regalo tus genitales, a ver si ahora aprendes a no manchar los objetos de otras personas

Tras sus palabras y mi cuerpo en shock, simplemente pude observar como aquel vampiro le aventaba sin piedad alguna, aquello que múltiples veces había rasgado mi interior. Pase saliva mientras le observaba acercarse a Caroline, quien temblaba peor que yo.

—Bryant

Escuche aquel nombre confundida, mirando entonces hacía el umbral de la habitación. Ahí, con una mirada sería, un hombre de cabellera oscura y piel blanca había aparecido como por arte de magia.

—¿Sí, señor?

—Quiero que te quedes con esa perra que esta tirada en el suelo —soltó su dueño, refiriéndose a mí—.  A partir de ahora, puedes hacer de ella lo que te plazca. Feliz cumpleaños hijo

Abrí mis ojos con sorpresa, sin atreverme a más. Tan solo baje la mirada, sintiendo entonces como el recién llamado se acercaba y me tomaba del brazo con gentileza. ¿Extraño? Puede ser. Ningún vampiro del que tuviera consciencia me había tratado de esa manera. ¿Me estaba teniendo lastima? Mi rostro se prendió fuego y el color rojo ardió dentro de mí. Era increíble. Quien sería ahora mi nuevo amo no me sonreía pero tampoco parecía un ser tan temible como quien me había golpeado tantas veces en los últimos meses. Es más, parecía considerado porque me había puesto una manta encima.

—Bryant —La voz grave y ronca del Señor Dagon interrumpió mis pensamientos—. Prepara la limosina, me desagrada este lugar

—Si, mi lord…

—En cuanto a ti —Sus ojos volvieron a quien tenía entre el pecho—. Ni creas que se me va a olvidar esta humillación

Trague saliva con cierto miedo. El vampiro que le había tocado a la paralizada pero temblorosa Caroline me estaba poniendo el cabello de punta. ¿Qué tan sádico podría ser?

—Andando

Mire con cierto temor hacia adelante. El chico de cabello oscuro y una mirada ciertamente misteriosa me ofrecía su mano para caminar. La impresión me hizo piedra. ¿Cómo debería de reaccionar? ¿Qué debería de decirle?

—Muévete…

—L-Lo siento, yo…

—¿Puede caminar?

—Yo… eh, si gracias

—Bien

Guarde silencio tras aquello, no solo porque me sentía algo incomoda sino también porque sentir tanto tacto por alguien que debería de arrastrarme tras el suelo, me era nuevo pero agradable. No pude remediar esbozar una sonrisa. Seguramente a manos de aquellos dos hombres no iba a volver a sufrir tanto…

                                                                * * *

Se cerró la puerta tras de nosotros. Caroline no estaba en el mismo auto que yo y por eso, me sentía algo desubicada. Mi nuevo amo estaba a un lado de mí, observándome. Yo tan solo estaba ahí, mirando mis manos sudorosas, victimas del nerviosismo.

—¿Cuál es tu nombre? —Escuche de pronto

—Karen Divella, s-señor —Titubee al decirlo

—A partir de ahora eres mía. No andarás en la mansión de mi padre a altas horas de la noche —Explico sin emocionarse—. Sus ordenes están más arriba que tu propio amo por tanto, si te es posible, te quiero siempre cerca mía

Mis ojos no pudieron evadirlo. Aquella mirada misteriosa reflejaba preocupación. Mi mirada tembló. Por alguna razón me sentía… querida.

—Si señor

—Bien…

Nuestra conversación termino. Las gotas para ese entonces ya estaban amenazando con mojarnos. Mi mirada pudo verlas, más allá de la ventana y cerca de donde nos dirigíamos. ¿Emoción? Puede ser. Sentía una llama dentro mía, estaba más que satisfecha por haberme cambiado de dueño. ¿Se llamaba Bryant o no? Agraciado su nombre y cuerpo al que le pertenecía.

Respire con cierta vergüenza, pasando así el tiempo. El cielo oscurecido y un rayo a lo lejos previnieron a la lluvia. Observe entonces las rejas abrirse. Habíamos llegado. Trague saliva con cierto nerviosismo. Tras la ventana, pude observar a una Caroline siendo arrastrada por entre el jardín y la lluvia. Sus ojos parecían perdidos, no se movía como usualmente era. ¿Estaría bien?

—Karen —La voz de mi señor me hablo con suavidad—. Llegamos

Baje la mirada, saliendo del auto de donde me había subido. Las gotas comenzaron a empaparme antes de que llegase a la gran mansión blanca que se encontraba frente a mí. Tan majestuosa y limpia. ¿En serio iba a vivir aquí? Di varios pasos inseguros, pasando entonces la puerta de mi nuevo hogar.

Quede por un minuto embelesada por tanta belleza, pero entonces… aquellos ojos de suplica y congoja me miraron. Caroline estaba siendo aperreada al borde de las escaleras. Su amo no tenía una buena cara. Fueron pocos los segundos y entonces, nada. Se había esfumado por el pasillo.

Una gota resbalo por mi mejilla. Entre en pánico. El silencio me torturaba, los gritos de quien sería castigada se escuchaban. Mire mis manos que temblaban. ¿Qué me iban a hacer a mí? Escuche pasos detrás de mí, mi nuevo amo me miraba.

—Marilyn —llamó al vació— Ya sabes qué hacer

En cuestión de segundos. Una nueva mujer había aparecido justo frente a mí. De largo cabello blanco y ojos azules era su belleza. ¿Cómo es que podía existir tan hermosa mujer? Sus labios eran cual carmín y su piel era como de porcelana. Trague saliva sintiéndome amenazada, ya que era lo opuesto a su gracia. Me había chupado toda y me habían quedado ojeras por las noches de desvelo. Mi cuerpo estaba marcado en cicatrices, mi voz no era nada bonita.

—¿Algún cambio?

—Ninguno —hablo quien me miraba—. Aséala y dale algo de comer; la quiero en mi habitación justo al terminar

—Si señor

Mi dueño partió. La bella mujer me miro. Baje la mirada casi al instante. Se escucho su suspiro de molestia y entonces, comenzó a caminar. Mis piernas le siguieron y entonces, subimos las escaleras. El tramo de partida fue largo e incomodo. Marilyn no me dijo nada pero tampoco esperaba que lo hiciera. Es decir, no creo que le diera gusto hablar con una persona como yo… tan fea y esquelética.

                                                                * * *

Me subieron el corsé, ya bañada a estirones y silencio. No sé porque me daba la impresión que a Marilyn no le gustaba pero tampoco podía decirlo al aire. ¿Se estaba conteniendo? Suspire, igual no quería saberlo y al decir verdad, tampoco quería averiguarlo. Tan solo quería pasar desapercibida, para que terminase así el día y poder saber de Caroline… me tenía preocupada.

Es decir, nunca había visto unos ojos tan asustados. Ya no había escuchado su voz, quien sabe en qué lugar la habían escondido. ¿Estaría llorando? Mordí mis labios justo cuando me pusieron el plato de cereal frente a mí. Por alguna razón mi apetito no era grato, seguramente porque en esos momentos, el castigo de mi amiga se estaba llevando a cabo.

                                                   Y había sido mi culpa

—¿Terminaste? —La voz enojada de la mujer se escucho en la cocina— Mueve tus esqueléticas piernas y vámonos

—Si señorita…

Recogí la escudilla y los lave como era debido… aquel plato de comida me había sabido tan mal. La consciencia ya me estaba cobrando mis actos. Que a Caroline la estuvieran sancionando era en parte mi culpa. Trague saliva, sabiendo que no podía hacer o decir nada para impedirlo. Seguramente Caroline iba a odiarme…

Caminamos juntas en silencio. Las escaleras se dieron paso y seguimos el recorrido como siempre me era de costumbre. Podía observar sus ojos observando mi piel descolorida, las cicatrices, mis ojeras. Baje la mirada ciertamente avergonzada de mi misma, ¿Mi nuevo amo iba a satisfacerse con mi presencia?

Respire con fuerza cuando Marilyn dejo de caminar. No sabía en donde estábamos pero aquella puerta grande y de madera no fue gustosa para mí. ¿Me iban a torturar otra vez? Apreté mi mandíbula y entonces el vampiro giro el picaporte.

Una habitación oscura se dio paso y ahí, en el escritorio junto a la cómoda, estaba mi nuevo señor.

—¿Hiciste lo que te he dicho?

—Lo he hecho —Contesto quien me empujaba para que me viese

—Me gusta —Comento seriamente—. Puedes irte

Escuche el eco de la puerta cerrarse tras de mí. El y yo estábamos solos una vez más.

                                                                * * *

Había pasado una semana y medía desde entonces. Siendo aún la nueva inquilina, no había podido salir de la habitación sin permiso. Bryant, quien era mi nuevo amo, me había mordido por primera vez antier. Su toque había sido como la de un niño encontrando un nuevo alimento. Me había dolido pero no tanto como lo había hecho mi anterior dueño tantas veces.

De cierta forma, estaba acostumbrada a sentir los filosos colmillos en mi piel, pero esta vez me había sentido extraña… probablemente porque el que me había mordido no era Volker y además, porque los brazos de mi señor me habían abrazado a la hora en que se enterraba en mi cuello. Era por eso que me había dejado morder desde hacía 2 noches. Sentía como un éxtasis o un ligero alivio cuando sabía que otra persona le gustaba lo que estaba haciendo conmigo. Tal vez aún más porque mi amo era gentil y no sádico como Volker.

Eso mismo me hizo dejar salir un suspiro cuando aquella cabeza volvió a enterrarse en mi cuello. Desde el amanecer me había observado con ansia. No es que fuera experta en ello, pero se podía ver en los ojos de los vampiros cuando tenían sed. Creo que por ahora las mordidas de mi nuevo amo no iban a cesar en una semana. Al fin y al cabo, era un alimento diferente al que normalmente tenía. Seguramente me abrazaría por una semana más… luego, quien sabe, hasta me dejaba en su cuarto olvidada, como solio pasar con el sargento del cual no había recibido noticias desde aquel suceso inolvidable.

Sentí un electroshock cuando recordé la tortura, lo que había hecho el dueño de Caroline. Aquella escena no podía desvanecerse de mi mente, constantemente la soñaba. Era tan desagradable. Si fue capaz de hacerle eso a Volker Green ¿Qué le habrá hecho a Caroline Northon? Trague saliva mientras sentía aún a mi amo morderme.

Pensar en la hija de la sacerdotisa siempre me traía males. ¿Cuánto debía de haber sufrido por mi culpa?

  

Cerré los ojos, esperando que el dolor que me proporcionaba mi hacendado me alejara de la realidad, pero el azote en la puerta me dejo helada.

El que recién había entrado, era más y nada menos que aquel despiadado vampiro que había castrado a mi ex dueño, ese que tanto le había querido destruir en el pasado.

—¿Qué pasa padre? —Bryant no sonó alarmado, más sin embargo limpio su boca, alejándose de mí para que yo pudiera limpiarme sola

—Tu —El dueño de Caroline me llamo, parecía enfurecido—. Ven acá… 

Mire sin saber que hacer hacía Bryant, el tan solo estrecho sus ojos, haciendo un gesto para que me moviera. Trague saliva, bajándome de la cama como si me estuviesen regañando. Respire con cierta fuerza, tímida, sin poder mirar a nada ni nadie. El sujeto que se encontraba frente a mí, maldijo a lo alto. No sabía el porqué de su humor, pero no podía preguntarle. Bryant tampoco lo hizo, creo que era como tabú. Mordí mis labios y fue entonces cuando, entre un grito, sentí que me jalaban del cabello.

Quien era propietario de la mansión y de la mujer que yo tanto había envidiado en un pasado, me arrastro por la habitación hacía el pasillo. Mi cuerpo había ganado algo de peso, por lo que ya no estaba tan débil. Creo que fue por eso que no me dolieron tanto los huesos cuando este camino a prisa haciendo que mis rodillas flaquearan cada que me apresuraba a moverme.

Subimos unas cuantas escaleras. ¿Qué iba a hacerme?

—Hablaras con esa mujer —Hablo más que enfurecido—. Si te responde, está muerta.

Abrí mis ojos con cierto miedo. ¿A-A que se refería? Mis manos temblaron como gelatina. ¿Sería que Caroline le había negado el habla? Me negué a mí misma, no podía ser cierto.

Espere a que llegásemos a nuestro destino en silencio. La torre más alejada de la mansión. No sabía que ahí es que era que Carol se había visto presa tanto tiempo. No sabía qué hacer. Cuando su amo abrió la puerta y me dejo con ella a solas, no pude describir cómo es que la veía. Estaba más pálida y delgada que antes. Tenía ojeras en el rostro, sabía que no había comido lo suficiente. Vibre al caminar y di varios pasos secos pero nada fluyentes. Ella no parecía querer verme. Estaba mirando al techo, parecía como muerta.

—¿Caroline? —Le llame, esperando que voltease. No lo hizo—. ¿Estas bien?

La mujer que postrada en la cama estaba, no me respondió. Un puñal atravesó mi alma, sentí ganas de llorar. ¿Qué le había hecho ese monstruo si le había visto llorando ayer?

—¿Carol? —pregunte por ella, ¿Estaría en coma?— Lo siento, perdóname

No pude evitar soltar una lágrima antes de caerme a pie de la cama. Ella no me miraba, estaba como perdida en el limbo. Esto había sido culpa mía. ¡Y yo que tanto estaba feliz! No me había dado cuenta de que en esta semana y media, quien intento ayudarme había sido torturada por tanto tiempo.

—Si pudiera hacer algo… —Le hable con miedo, mirando sus ojos que veían la Luna—. Haría cualquier cosa

Me quede observando a la muñeca que no se movía, pero que de cierta forma sabía que me escuchaba. El silencio llegue entre nosotras. ¿Qué hacer? Podía tan solo irme, escapar de lo que era mi culpa… pero no era lo que mi consciencia me gritaba. Sabía que debía quedarme, ayudarla, darle de comer, hablar un poco con ella.

—Sabes… Bryant me mordió antier —Comencé a hablar—. Me dolió un poco, pero no tanto como… bueno, como antes. Lo ha hecho desde entonces y no me desagrada. —Trate de sonreír—. ¿Seguro con esta anemia que tengo, no le puedo dar mucho, verdad? Parece tonto de mi parte, pero estoy tratando de ganar peso ¿Puedes ver? Creo que estoy ganándole a la anorexia.

Intente hablar como si estuviese ahí. No sabía si estaba en coma o no, pero no hablaba. Seguro que la habían traumado mucho y no quería moverse. Ese sentimiento lo había tenido yo cuando Volker me había mencionado tantas veces lo inútil que era.

—¿Has comido? Creo que el día de hoy hará pollo rostizado con salsa de cebolla y ajo. Eso es lo que me ha dicho mi señor. ¿Crees que nos darán a nosotras? —Reí— Hace tiempo que no pruebo bocado de verdad, según mi señor aún no puedo comer en grandes cantidades porque me haría mal. Creo que él sabe de qué habla…

Me sentí algo mal porque estaba hablando sola. Observe de nuevo los ojos grises que ahora, me miraban. No me sonreía y no tenía un gesto en su cara, tan solo… me miraba. Trague saliva, ciertamente feliz de que pudiese escucharme.

—Caroline… extraño tu voz —Confesé con cierta pena—. Me hace falta escuchar a alguien que me entiende, creo que te entiendo. ¿Te torturaron mucho? Me pasó una vez, no quería hablar para no enojar a nadie. No te preocupes, no le diré a nadie que hablaste. Será un secreto.

El silencio volvió a ambas. Sus ojos volvieron a la ventana. Creo que no debía de decir aquello.

—Karen… —Su voz quebradiza me puso el cabello de punta—. Yo… ya no soy yo

—No es cierto, sigues siendo tú —Trate de hablar, darle confianza—. Tú sigues tu, mi ídolo

Los ojos de la mujer que parecía quebrada, volvieron a mí. Aquella mirada estaba perdida en la oscuridad. El color gris que tanto me gustaba no brillaba de la misma forma. ¿Qué le había hecho para que perdiese tanta valentía? Mordí mis labios de nuevo por lo que yo le había ocasionado. Si tan solo no la hubiera adulado frente a Volker, todo hubiera estado perfecto.

—Mátame… por favor

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