25. Soy alguien diferente
—Por favor —Intente decir algo, tartamuda—. Yo no, no podía…
—¡Silencio! —Su voz furiosa se alargó por minutos— ¿Qué parte de “no tienes permiso a nada” no entendiste bien?
Observe boquiabierta como, con aquella fuerza tan característica suya, me separaba las rodillas sin problemas. Deje de moverme por el shock, sintiendo aun como todo mi cuerpo temblaba cuando pude apreciar que me tocaba sin un solo gesto de cariño.
¿Por qué a mí?
Intente hablar para que dejase de torturarme, para que detuviera sus roces que pretendía tener con mi piel. ¿Por qué el miedo tenía que silenciarme? Estaba tan perpleja y tan desecha…
¿Por qué no podía huir?
Los segundos se hicieron minutos. Sus manos me lastimaron por primera vez en serio. Las marcas que hacía me dolían, pero no tanto como las que me estaba haciendo mentalmente. No podía moverme, estaba mirando todo como su fuera un trapo.
¿Por qué no tenía esa sonrisa descarada?
¿Por qué estaba tan serio?
Los rechinidos del mueble aturdieron mis oídos, aquella música que querían recrear era escalofriante, sabían que pronto llegaría el momento.
Abrí mis ojos suplicantes cuando el momento llego. El no se molesto en lo absoluto en desvestirse, pero su hendedura bajarse resoplo en mis oídos como un eco interminable.
Quería gritarle, quería decirle un millón de cosas. Tal vez excusarme, decirle que yo no tenía la culpa de que Volker me había violado; que tan solo había sido una víctima más… yo solo era una humana mas.
Pero era predecible, ya que todo lo que deseaba nunca se hacía realidad. Pude sentir, nuevamente, como otro hombre se enterraba del todo dentro de mí. Cada centímetro de su grosor. La violencia en como mi ser le daba la bienvenida. Todo eso me dolía.
El escalofrió que recorrió mi espina dorsal termino por romperme. Solo un ligero suspiro acabo por salir de mí. Mi mirada se opaco en lágrimas mientras intentaba respirar por la reciente embestida. La habitación roja se torno silenciosa. Ninguno de los dos nos movimos. Aquellos ojos de fuego dieron alcance a los míos, que le miraban como quien recae en el hoyo más profundo de todos.
No podía creer que ahora Liam me estuviesen violando.
Aquel vampiro tenso su mirada y comenzó a moverse. Mi alma termino por salirse de mí. Mi cuerpo se movía con cada movimiento suyo. No era brusco ni cuidadoso, tan solo era como si se estuviese dándose placer a sí mismo. ¿Qué debía de hacer entonces?
Trate de hablar, trate de llorar. Intente moverme, gritarle que parara. Pero su voz ronca y su orden al comienzo del castigo, concluyo en mi cabeza una sola cosa: yo no tenía permiso a nada.
No podía quejarme, ni lloriquear. No tenía consentimiento a chillar, ni a agitarme… mucho menos a sentir placer. No podía ser indiscreta, no podía pararlo. No debía hablar, me debía dejar hacer. Mi tarea era, en pocas palabras, no hacer nada.
Mis manos cayeron a mis costados, entendiendo por fin a lo que se refería Bryant al decir que debía pensar como un objeto. Los objetos no tienen sentido común, porque ellos no tienen una vida propia para empezar. Los objetos no piensan en ellos ni en nadie, porque ellos no son nada ¿Eso quería que fuera… tan solo una muñeca sin entrañas? Me quede en silencio, aceptándolo mientras le veía moverse, una y otra vez.
Creo que fue en ese momento, cuando algo dentro mío se rompió en mil pedazos.
No recuerdo si me dolió o no, simplemente estaba ahí siendo usada a su gusto. Tenía la boca cerrada y le miraba de la misma manera en que él lo hacía. Ya que igual, no es que pudiese hacer otra cosa, estaba encima de mí.
El, por otro lado, parecía estar como molesto, porque con cada movimiento que hacía, podía percibir como un disgusto muy leve se mostraba. Trate de no hacer ninguna mueca por esto, y solo espere a que acabase y se fuera, pero eso nunca paso.
El ritmo con el que trataba de poseerme nunca se hizo más fuerte ni más débil. Era como si nunca se cansase o para empezar, ni siquiera estuviese excitado. Mi cuerpo nunca reacciono a sus caricias tampoco, tal vez porque mi ser ya estaba totalmente roto. No sentía nada. Ya estaba demasiado lastimada para poder pensar claramente.
El tiempo se hizo cada vez más lento. Los ojos de Liam estaban tratando de martirizarme, pero los míos tan solo le miraban completamente vacios. No tenía porque tratar de hacerme daño de esta forma, igual ya lo había perdido todo con Volker.
—Maldición —soltó para sí mismo
No entendí el comentario, pero su cuerpo se detuvo justo al decirlo. Por un lado pude sentir alivio, por otro solo confusión. ¿Por qué se había detenido si aun no terminaba?
—¡Llora!
Me quede en silencio, parpadeando sin entenderle.
—¡Haz algo!
¿Hacer? ¿Qué debía hacer? ¿No entendía? ¿Qué se supone que debía hacer?
—Yo… yo no tengo permiso a nada
* * *
Desperté de nuevo teniendo el mismo recuerdo que se repetía una y otra vez. Había pasado una semana desde lo que había pasado con Volker y Liam. Creo que desde ese día no había tenido una comida decente, porque para variar, a la Caroline de ahora ya no le importaba nada.
No quería comer, porque todo lo que consumía me caía mal. Bryant incluso intento apoyarme en mi anorexia hacía unos dos o tres días atrás, pero creo que el verme aún desnuda y llena de semen en la cama solo empeoro las cosas entre nosotros. Me vio con pesadumbre. Pienso que no fue de su agrado ver a su hermanastra hecha pedazos.
Pero claro… ¿A quién le gustaría?
Sonreí en pensamientos con nostalgia cuando recordaba como este mismo me había bañado, cambiado y hasta ayudado a comer, supongo que era lo mínimo que podía hacer por mí.
En ninguno de esos momentos hablamos y yo no le mire, simplemente porque yo ya estaba cansada de todo. No podía moverme y ni dialogar. Se me hacia tan difícil despegar mis labios para entablar alguna conversación porque yo misma sabía que no tenía permiso a hacerlo.
Simplemente estaba intentando sobrellevar mis deseos, mi vergüenza. Siendo tan solo otra persona. Alguien sumiso, doblegado, casi inerte.
—Como una muñeca —pensé—. Eso es lo que tengo que ser. Nada más, nada menos.
¿Y qué hacían las muñecas? Ellas dejaban que les dieran de todo. Si querían darles de comer, bien. Si deseaban desnudarlas, era perfecto. Siendo de esta manera probablemente ya no tendría más problemas. Únicamente tendría que esperar el momento en el que pudiera morir por fin. Ya que, aunque no soportaba todo el dolor que tenía en mi pecho, no podía tirarme por el balcón solo por ser deseo propio.
No tenía permiso ni para matarme.
Trate de respirar y no llorar, pero aquel revoltijo en mi estomago volvió a hacerme sentir viva, nostálgica y finalmente, desdichada e infeliz. Volvería a vomitar pronto y por ciertas razones que sospechaba, la comida que hoy me habían dado no estaba siendo del todo digerida.
Deje de pensar de nuevo, sabiendo que la criatura que seguramente estaba engendrado terminaría por cumplir mi tan deseado sueño de partir finalmente de este mundo. Lo sentía por mi madre o por quien fuese que se preocupase por mí, pero ya no podía más. Me sentía tan sola, tan depresiva… simplemente quería como último, cumplir sus expectativas para fallecer con el poco orgullo y dignidad rota que me quedaba. Solo eso.
Respire profundamente, sintiendo arcadas comenzar. El líquido queriendo salir por mis labios no hizo más que aturdirme, ya que por estar boca arriba, estuvo a punto de ahogarme. La opción restante fue regresarlo. El desazón acido quemo mi garganta como de costumbre. Cerré los ojos intentando agudizar mi mente, pensando de convencerla de que lo que había tragado no había sido nada. Ya que no quería devolver más por el día de hoy, ya había sido suficiente.
¿Qué sería de mi cuando el niño de Volker naciera? Mis labios se mostraron rectos, seguros de que el feto que criaba en mi vientre era de mi primer violador y no del segundo, ¿Cómo sería de él si este no había terminado dentro mío? Liam tan solo había salido enojado de la habitación después de destruirme a su antojo y no había regresado.
No era que esperase que lo hiciera, pero al menos, en ese día, mi ocurrente ser daba por hecho que el castigo aún no había terminado y que cosas peores se vendrían al ocaso, pero eso nunca paso. Simplemente cayó la noche, silenciosa y fría sobre mis hombros y yo no solloce. Estuve día y noche aguardando a que viniese a atormentarme, pero nunca lo hizo.
Creo que esa fue razón suficiente por la que ahora ya no tenía tanto miedo, pero aún así me sentía incomoda. Era obvio que me dolía todo el cuerpo por las veces en las que mi ser fue abrumado, pero lo que más me quitaba el sueño era el saber que Volker había logrado lo que se propuso. Por cómo eran mis síntomas, el me había preñado. Era posible que grandes golpes me esperasen en los meses de procreación… si es que esa cosa no me mataba antes.
Suspire dándome por vencida de nuevo, respirando entre la cama para que, por lo menos, el asco no fuera más fuerte. Acostumbrada al silencio ya parecía, nadie iba y venía. Sabía que olía mal y que mis piernas estaban más flacas que antes.
¿Vendría hoy Bryant a visitarme?
Aquella pregunta dio paso a mis regaños. Ya debería saber mejor que nadie que aunque el fuese mi hermanastro, no siempre iba a poder verlo. Mire de nuevo la ventana, observando las estrellas y la Luna alumbrarme. ¿Qué diría mi madre si me viese así?
Trague saliva, intentando dormir… pero lo interesante de todo, fue que escuche pisadas afuera en el pasillo. No sonreí pero tampoco lo pase desapercibido. Igual, siempre se escuchaba.
Espere unos segundos, captando el sonido aún más fuerte. Ya venían y seguro ya pasaban y se iban. En esta semana eso es lo que ocurría a diario. Respire con fuerza, suponiendo que en cualquier momento, esas fuertes pisadas comenzarían a disminuir en el sonido y pronto desaparecerían en las escaleras, pero justo cuando el sonido se hizo intenso, de repente silencio.
Mi cuerpo no se altero pero en mis pensamientos tuve una pizca de regodeo. ¿Bryant había venido a verme, o no? Con la debilidad de mi cuerpo aturdiendo mi cabeza, pude percibir el giro de la manija y entonces, la puerta de madera azotar en la pared.
—¿Quién te has creído que eres?
Aquella voz tan solo hizo que mi cuerpo reaccionase a como lo había entrenado. No me pare, no me moví ni llore. No hable. Tan solo grite de pavor dentro de mí. ¿Por qué estaba Liam aquí?
El que recién había entrado hizo un silencio. No sabía porque pero no quería averiguarlo. Me quede solo como estaba, perdida entre la ventana y la Luna, queriendo desvanecerme o esconderme al menos en aquel pozo negro a cual no le veía salida.
—Voltéame a ver
¿Debería de hacerlo? Sé que debía, pero era una muñeca. No debería de menearme como si tuviese una vida. Ellas no lo hacían. Dejaría que Liam viniese y si quería golpearme, por mi estaba bien. Así que cerré los ojos, esperando, escuchando todo lo que hacía y decía.
Así que las pisadas entonces fueron escuchadas y el rechinido de la cama recuperando memorias sensibles. Las manos agiles y gélidas tocaron mi barbilla. Mis ojos se abrieron de golpe cuando, con cierta fuerza, me obligaba a que lo mirase fijamente.
—¿Estas sorda?
Parpadee perdida haciendo memoria de que hacía una semana, lo había tenido a la misma distancia. Mis ojos se perdieron de nuevo en la tristeza pero no solté sollozos. El me miro suspicaz, y entonces, cuando menos lo quise, aquellos ojos lo percibieron.
—Estas embarazada —soltó intranquilo pero sin perder su porte
No dije nada, mantuve la mirada como debía de ser. Liam hizo lo mismo y una batalla termine por perder. No porque me moviese, sino porque realmente me quemo por dentro. ¿Ahora que iba a hacerme?
—¿Quieres que te lo saque?
¿Podía desear algo? Parpadee múltiples veces, soltando el aire acumulado en mis pulmones. ¿Para qué me lo preguntaba? Yo no tenía permiso a nada.
La sonrisa cínica de quien me hacía preguntas se esfumo al escuchar mi silencio. ¿Por qué no estaba feliz con lo que hacía nunca?
—¡¿No quieres?! —Volvió a esbozar su característica dentadura, pero al poco rato volvió a deshacerla— Dime niña… ¿Acaso estas ignorando mis preguntas?
Casi media muerta en la almohada, respire más fuerte y parpadee más lento. No lo estaba ignorando, simplemente no sabía que decirle. No había hablado en una semana. No me había movido, únicamente había visto a Bryant 4 veces y solo 5 minutos a cada visita. ¿No quería el que no le hablase? ¿El había dicho que no tenía permiso a nada? ¿Por qué intentaba que desobedeciese a sus palabras? ¿Era una nueva forma para castigarme por no escuchar? Probablemente estaba probando que tan lista era.
—Responde
Levante mi vista de nuevo y aunque me tope con una mirada aterradora, no hice nada. Me mantuve como actuaba cuando nadie estaba. Tan solo me quede ahí como muerta, observando como el echaba humo por los oídos.
—¿Así que no vas a contestar, eh? —Echo sus manos a una herida que siempre estaría abierta. Mi entrepierna— ¿Segura?
Le mire con el rostro perdido. Para que me preguntaba algo que iba a querer negar. Mira a la ventana de nuevo, esperando que sus dedos me quitaran la ropa y me hiciesen suya de nuevo. La cosa quiso ir por su rumbo, pero al ver mi tranquilidad, tan solo chisteo y me agarro de nuevo el mentón, esta vez volteándolo con brusquedad.
—¡Contesta o te violo!
Mi mente temblaba, mi yo inferior, aunque pequeño, quería gritar. Pero simplemente de mi cuerpo no salió ninguna queja, ningún sonido. Me quede estática mientras, viendo mi osadía, daba paso a lo que prometía.
Sus manos comenzaron la hazaña y de nuevo, arranco mi camisa de un solo jalón. No se escucho alguna protesta de mi parte y, separándose por esto un poco de mí, pudo ver mi exánime gesto. No es que fuese insensible o no tuviese miedo, es que me sentía tan perdida. Trataba de persuadirme a mi misma que todo esto era un sueño más. Así que trataba tan solo dejarme hacer, como la última vez, como constantemente hacía en mis pesadillas.
—¿Por qué no gritas? —cuestiono mis acciones, esperando una respuesta que nunca llegaría— Quiero que llores
Mis ojos le miraron sin expresión. No entendía que decía. ¿Tenía permiso o no?
Sus ojos volvieron a conectarse a los míos y una batalla, que creí ahora ganadora, se lanzo. En minutos el del cabello largo y rojo se paró de nuevo y, lanzándome una última mirada, azoto la puerta para dejarme de nuevo sola.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top