20. Diario

Corría sin parar. La lluvia me empapaba de pies a cabeza y el bosque, quien tenía puesta su mirada sobre mí, era más oscuro que la propia noche. Yo tan solo lloraba, mientras las gotas de agua se intercambiaban con mi mejilla y se llevaban los restos de mis sollozos. Así que solo se escuchaba mi respiración agitada, junto a mi piel que yacía tan pálida como la nieve. Ilusionada a que llegará al fin a ese castillo blanco que se aproximaba en mi mirada y que, aunque grande y prominente, reposaba con sus puertas abiertas esperando mi llegada.

Nunca voltee hacia atrás, porque parecía que aquella sombra volaba, pero atravesé aquel jardín a prisa, sintiendo aún aquella cosa persiguiéndome. Manteniendo la mirada al frente, esperando a que aquel monstruo no me tocara mientras subía las escaleras.

La presión se acumulo a mis espaldas cuando un trueno golpeo el cielo gris e intercambiándome con las puertas de madera, tan solo pude voltearme hacia atrás para descubrir que la cosa que me perseguía, mantenía una gran sonrisa al término de las escaleras. Una sonrisa nueva que no era tan bellaca como la de Liam pero que igualmente parecía querer devorarme.

No me detuve ni un minuto para descubrir quién era y cerré las puertas en un sonido sordo frente a su rostro. Los candados y la barra se colocaron solos y, como si esto no fuera nada extraordinario, tan solo suspire de alivio y me deje caer al suelo.

—¿Qué era eso? —solté temerosa, mientras las gotas en mi cabello me empapaban y mi respiración yacía agitada

El eco en el castillo denomino la soledad que me abrazaba. Me levante aún con el corazón a tope y, caminando por el largo pasillo que parecía llamarme, tan solo me mantuve acorde y a la defensiva.

                                        ¿Por qué se me helaba la sangre?

Una puerta apareció de la nada y, sin poder remediarlo, no pude más que abrir aquella puerta que yacía entreabierta como invitación a mi mirada curiosa.

                                   Lo que observe ahí dentro fue traumático.

Karen yacía a pies de su cama, vomitando sin parar. Mi cuerpo pareció congelarse y tan solo pude ver las múltiples heridas que parecían rehacerse en su cuerpo.

Mi mano no pudo evitar llegar a mi boca y, cuando pensaba en desviar mi mirada para no escuchar aquellos gritos de dolor, otra mujer apareció en mi inspección.Ahora era Jade la que estaba a punto de parir y brotes de sangre se arrimaban en su entrepierna. El vampiro quien había visto en la fiesta era quien recibía al pequeño, sin piedad o misericordia de los gritos de agonía de la chica roquera que parecía estar muriendo de congoja.

Estuve a punto de ir a correr a socorrerla pero un nuevo grito me hizo abrir los ojos con sorpresa.

Karla era ahora quien era azotada y humillada. Látigos con picos le desgarraban la piel y, a abofeteadas y mordidas ella gritaba de dolor.

Mi cuerpo no pudo más que pegar un grito. Y, como si aquello fuera el botón de stop, todos pararon. Los vampiros que castigaban a mis amigas me miraron al mismo tiempo. El que acompañaba a Karla dejo de golpearla, el que esperaba a su recién nacido dejo de ver a Jade y, quien hacía los cortes de Karen volteo a verme sonriente.

Mi cuerpo entendío sus ojos lascivos. Aquellos colmillos ajenos a los de mi amo estaban saliendo para el ataque.

Trague con fuerza como pude y, como si mi cuerpo supiera del peligro, tan solo se echo a correr. El pasillo estaba ahora encendido, como si quisiera guiarme más allá del riego a ser devorada. Yo, quien agradecía por esto, tan solo doblaba las esquinas y corría aun más fuerte. Mi tobillo para ese entonces estaba sano así que no me dolía en lo más mínimo.

Mi respiración era clara, así que me detuve un momento a pensar. Ellos tenían un súper oído, así que era más que obvio que me atraparían. Respire con fuerza, intentando de esa manera calmarme y, tocando mi corazón, pensé que si me relajaba todo estaría bien.

Lamentablemente los pasos de los vampiros y sus voces corrompidas por la sed, aseguraron que su estadía estaba cerca a la mía. Mi rostro se deformo y la preocupación fue más que obvia. Sí me quedaba un minuto más ahí, me atraparían.

Levante mi mirada, en búsqueda de algo que me tapara. Para sorpresa mía, frente a mí, a unos cuantos pasos, se encontraba una mujer de cabello largo y unos ojos parecidos a los míos que me miraban con cierta ternura.

—Ven —Su voz era hermosa pero a la vez escalofriante—. No te pasará nada

No hable en lo absoluto y, tragando saliva por la situación en la que me veía presa, tan solo camine lentamente hacía ella.

Mi brazo se estiro a ella y ella, quien parecía más blanca que un fantasma, hizo lo mismo. Sonreí débilmente y, cuando al fin estaba a punto de tocarla. Un gemido me hizo voltear a mis costados.

                           ¿Cuándo había aparecido una puerta de ese lado?

 

Confundida, fije mi mirada al frente. La mujer que estaba llamándome había desaparecido. Anonada por las circunstancias, tan solo pude girarme hacía donde la nueva puerta marcaba mi nuevo camino. Acojonada, tímida pero segura, camine lentamente hacía ella. La puerta pareció abrirse sola con mis pasos y, ya dentro, tan solo pude encontrarme con la terrible imagen de mi madre siendo abusada sexualmente por nada más y nada menos que Liam.

Caí al suelo en un sonido firme, la pareja entonces paro. Mis ojos grises estaban estupefactos. Mi madre volteo a verme.

                                                   * * *

Desperté con el frio del sudor rodeando mi piel. Agitada, sin aire y amarrada de nuevo a aquella cama a la que, inconscientemente, me estaba acostumbrando sin saberlo.

Mis ojos parecían hundirse en lágrimas, pues la mirada de mi madre sin ojos había aparecido en mis sueños para atormentarme. Trague saliva recordando todo lo que había pasado dentro del mundo de Morfeo y no pude más que agitarme en un escalofrió grande y estremecedor. Los gritos, chillidos, gemidos y las caras semi conocidas de todos me estaban atormentando lentamente. Seguramente soñaría eso varias noches seguidas.

Suspire desganada y girando mi cabeza hacia los lados, solo para intentar no invocar aquella fantasía de nuevo. Más el susto rodeo a mi corazón a bombear sangre más rápido. Ahí, justo sentado en la mesa de adjunto, estaba él, mirándome con una grande sonrisa en el rostro.

—¿Haz tenido un mal sueño?

Su voz grave pero juguetona me hizo alzar mis miedos al aire.

—N-No, no los he tenido —Revolví mis recuerdos para una respuesta convincente.

—Claro que sí, he escuchado negaciones de tus labios

—Yo… —Trague saliva nerviosa—. Yo no recuerdo que he soñado

—Tu cuerpo dice lo contrario

Me quede callada. ¡Qué tonta! ¿Cómo rayos se me había olvidado semejante información de primaria? Los vampiros podían oler el miedo, las mentiras, los nervios. Era más que obvio, que con mi sangre calentándose por el pánico a ser descubierta, el iba a saber que todo lo que estaba diciendo era claramente mentira.

—N-No sé de qué habla

                                  ¿Por qué estaba echándole leña al fuego?

—¿Qué clase de sueño has tenido?

—Yo… yo no

Baje la mirada, intentando buscar algún engaño bueno para que pasase el detector de mentiras y que me dejase en paz por al menos un momento, pero justo cuando pensé que ya no me haría ninguna otra pregunta, pude sentir como la cama se movía. Mis ojos voltearon hacia el frente. Liam ya se había subido sobre mí y, yo, como estaba encadenada, no podía moverme ni un milímetro para quitarme de donde estaba.

—Dime qué clase de sueño has tenido

Su petición sonó ahora más como una orden.

—Yo... no sé si debería

—¿Me has soñado a mí sobre tu cuerpo? —soltó de pronto, con una sonrisa amplia en su rostro

—¡¿Q-Que dices?! 

—¿Me has soñado copulando contigo, cierto?


Mis ojos no pudieron evitar mirarlo, asustada pero ofendida al mismo tiempo.

—¡C-Claro que no!

—Lo has hecho —soltó aquello como si hubiera sido ya un hecho y no una pregunta

Aquello mismo me hizo callar, el ya estaba negado. Cualquier cosa que le dijera o hiciese no le iba a cambiar la idea de lo que según él había soñado. Pero no pensaba que aquello llegaría a tanto. Es decir, el se acercó aún más a mí y comenzó a acariciarme el cuerpo, de una forma lasciva y poco respetuosa.

—¡No te he soñado! —Temblé como gelatina

—Entonces dime... ¿Porque soltaste mi nombre entre sueños?

Sentí su mano deslizarse, a subir de nivel sobre mis piernas. Su cuerpo impertinente y musculoso se aproximo más a mí. Trague saliva temerosa, sin poder evitar mirar aquellos ojos que parecían querer sulfurarme, como si aquello no le causara placer sexual, tan solo un gusto enfermizo de atormentarme.

—¡Por favor! ¡No!

Su boca se acerco a la mía, con una sonrisa como devoradora.

—¿No? —Su mano me tocó aun mas arriba— ¿Acabas de negarme?

—No, no he hecho eso —solté pensando de nuevo en mi respuesta para no molestarlo—. Yo…

—¿Estas excitada?

—¿Qué? ¡No!

—Entonces no quieres que te toque

¡Oh Dios! ¿Qué debería decirle para no encolerizarlo y conseguir de ello una nueva represalia? Quede ante respuesta totalmente taciturna y como si fuera lo esperado, tan solo aquello dio paso a que siguiera acercándose. A que aquella sonrisa divertida de mi desorden mental, apareciera de nuevo. Que continuara acariciándome casi cerca de mi privacidad.

Aquellos roces tan solo accionaron a mi cuerpo a moverse, a sacudirse para intentar quitármelo de encima. ¡Pelearía por mi virginidad! Fuera como fuera. Pero era bastante obvio que no ganaría y más con aquella lengua ya saboreando mi cuello.

—¡Soñé con mi madre! ¡Soñé con mi madre!

—¿Solo eso? —Se detuvo al escuchar mis gritos— ¿Por qué has tardado tanto en contarlo?

Para sorpresa mía, se separo ligeramente de mí, solo para observar mis ojos bañados en lágrimas de vergüenza y un miedo infinito.

—¿Y? —soltó molesto— ¿No piensas contarme que ha pasado en tu sueño?

—Iba corriendo de una sombra —Comencé el relato, intentando que de aquella forma se alejase de mi al terminar—. Llegue al castillo en refugio y, caminando por los pasillos, observé a varias chicas que conocí al comienzo de las subastas siendo castigadas por sus vampiros ¡Pero grite por tanta violencia! Alerte a todos por esto, así que comencé a correr por los pasillos… creo que fue entonces cuando la mujer, de largos cabellos y ojos grises me llamaron

—¿Qué has dicho? —Liam me interrumpió furioso— ¿De qué mujer hablas?

—No sé, no logre distinguirla bien, pero tenía una voz muy hermosa

Mi voz viajo en la habitación roja y, con ello, tan solo pude observar como el rostro del vampiro de cabello de fuego se desfiguraba conforme terminaba de hablar.

—¿Quién te ha dado permiso a tocar mis cosas?

—¿Tus... cosas? —respondí confusa pero temerosa por lo que estaba pasando—  No sé de qué estás hablando

—Buena mentira —soltó encrespado—, pero ni con eso podrás engañarme

Ante sus palabras, todo lo demás fue muy rápido. Sus manos llegaron hacía mi y, pensando que me golpearía, tan solo cerré los ojos. Pero en vez de sentir dolor, solo pude percibir que lo que me aprisionaba las manos y los pies desaparecían. Abrí los ojos de nuevo. Liam había destrozado las cadenas que me aprisionan y, como si le importara poco, tan solo me tomo con fuerza del cabello.

Grite de cierto dolor y, él, sin importarle nada, tan solo me paro de la cama y salió conmigo arrastrándome por el pasillo. Patalee para que me dejara, pero él no se detuvo, tan solo, sin hablar, me bajo de aquella forma por todas las escaleras hasta dar con el patio trasero.

—Leíste mi diario y te voy a castigar por ello —Puntualizo con ello el camino

—¿Tu diario? —hable totalmente fuera de órbita— Yo no leí ningún diario 

—Igualmente te voy a castigar

—¡Pero no he hecho nada malo!

—Me estas mirando, y contestas mis acosos ¿No te parece suficiente?

Abrí los ojos desorientada de tal tonta escusa para volverme a penalizar. Trate de hablar, pero concebí a que era mejor callarme de nuevo. Baje la mirada, mirando mi tobillo sangrante.

—Desnúdate

—¿Q-Que? —Volví a mirarlo, esta vez atónita por sus palabras

—No tengo paciencia el día de hoy

—No entiendo que es lo que

—Mira niña, harás lo que se me pegue en gana —Interrumpió ya estresado—  ¡Desnúdate!

 

Mi cuerpo palideció y todo mi ser tuvo un escalofrió tan fuerte que me hizo hasta temblar como una gelatina. ¿Pero qué estaba pasando aquí? ¿Cómo había terminado de esta forma? Mis ojos estaban tan clavados en los suyos como el de los míos. Podía sentir su furia en ellos y, sin poder remediar su estado de ánimo, tan solo hice lo que me pedía.

Con una lentitud increíble, comencé a desabrochar el cierre del vestido que aun tenía puesto de la noche pasada. Los tirantes se aflojaron y con ello, tan solo pude quitármelo poco a poco.

Dentro de pocos minutos, que para mi habían sido horas, quede en ropa interior frente a él. Roja del coraje pero de la vergüenza de estar semi desnuda frente a él. De la persona quien más odiaba.

—Lárgate al patio —Escuche de pronto

—¿Perdón?

—Te duermes así hasta que decida cuando entras de nuevo

—P-Pero está lloviendo

—¿Y?

—Por favor, no hice nada

—Tienes 5 segundos para que te largues al patio

Mordí mis labios intentando comerme las palabras que tenía en la punta de la lengua y, haciendo una mueca, no pude más que agachar la mirada y darme la vuelta hacia la puerta de salida.

La lluvia me empapo con tan solo dar un pie fuera. Mi ropa interior blanca se hizo opaca y, escuchando un portazo tras de mí, pude predecir que no dormiría en ninguna cama esa noche… así que llore junto al aguacero, sin saber que, justo en los matorrales, unos ojos verdes me observaban para empezar pronto un ataque.  

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