Capítulo 5✔️

A las afueras de la ciudad, en un terreno baldío, cada dios desterrado y traicionado yacía, sin comprender donde estaba.

— ¿Quiénes son ustedes?— pregunta Anubis, completamente confundido— ¿Dónde estoy? ¿Qué ocurrió?

A unos pasos de él se hallaba Eris, quién se agarraba su abdomen tratando de contener su hemorragia, producto de la herida de la Horca de Hades.

— Eso no importa ahora, necesito ayuda. No logro regenerarme con la misma rapidez de siempre— comenta Eris, incómoda.

— No eres la única, Reina Oscura— comenta Marte, tocando su espalda dejando un rastro de sangre negra en sus manos.

— Cálmense todos— dice tranquila y segura la reina del Inframundo— Están aquí, por qué de una u otra forma fueron traicionados por sus allegados.

Todos se quedan en silencio, y escuchan las palabras de la diosa nórdica, la cual parecía ser la única en saber lo que allí ocurría.

— ¿Tú sabes qué nos ocurrió? ¿Por qué es anormal esta reunión sin planificación?— pregunta Marte, soberbio.

— Tú debes ser el chico amante de la sangre, hacía siglos que no te veía, has cambiado un poco, por ejemplo, ahora estás herido, antes tu eras quien hería— comenta bufona, Hela— Y ustedes son, la problemática y enigmática Eris, la que odia ser rechazada, y el infiel y sometido de Anubis— continúa señalando a los otros con burla.

— ¿Y tú qué eres? ¿Una mujer podrida?— se burla, Anubis, queriendo desviar la atención de su descripción.

— Así que tú ves a la muerte con temor, interesante, siendo tú, el causante de muchas muertes. Quiénes ven mi rostro putrefacto, son aquellos que temen a la muerte, y quiénes ven mi rostro perfecto, son los que aceptan la muerte como una vieja amiga.

— Yo puedo ver ambas— comenta Eris, ignorando el previo insulto, ella ya se encontraba más recuperada pero aún sangrando.

— Y yo sólo veo a una mujer muy hermosa— comenta galán, Marte.

— En fin, una pitonisa me dijo que cuatro dioses seríamos exiliados y traicionados— empieza a explicar, Hela— Nosotros podemos unir fuerzas y acabar con todos los que nos dañaron, o pueden irse cada quien por su lado, y seguir su venganza de manera individual y poco efectiva.

— Por lo visto, tú conoces bien todo. Y sabes nuestras historias. ¿Me equivoco?— pregunta Eris a lo que Hela, niega— ¿Cómo podremos confiar en ti? Si a ti también te han traicionado. ¿Quién nos asegura qué no harás lo mismo con nosotros?

— Ésa es razón suficiente para que confíen en mí. Yo busco el final de los dioses que me aislaron. ¿Imagino qué ustedes igual?.

— Yo sólo quería divertirme y seguir peleando en las guerras— dice Marte, complacido— Pero mis padres y hermanos, siempre buscaban como refrenar mis poderes, y mi ascenso al liderazgo. Por qué legítimamente, yo soy el heredero de Júpiter.

— En mi caso, fui traicionado por mi padre, esposa y amiga. Ellas querían que me mataran, pero lograron sólo exiliarme.

— ¿Y tú preciosa? ¿Cuál es tu historia?— pregunta Hela a Eris.

— Un poco menos dramática que la del chacal. Mi ex se unió a otro ex resentido y me exiliaron, justo antes de que mi alianza con los Titanes concluyera.

— Veo que a todos nos hicieron los mismo, de una u otra manera. ¿Bien, quién se queda conmigo y quién se va?— pregunta Hela satisfecha.

Todos se quedan mirando fijamente. Por el tiempo que había pasado, tanto Eris como Marte, ya se encontraban regenerados por completo, sin embargo, la herida de Eris había roto su vestido, dejando su vientre con una cicatriz visible, dos puntos que se asemejaban a una mordida.

— Yo sólo quiero que ellos paguen por su traición— comenta Marte, resentido.

— Mi alianza con los Titanes pronto llegará a su cúspide, por lo tanto aún tengo tiempo para acabar con ese par de sanguijuelas— comenta fascinada, Eris.

— Perfecto. ¿Y tú chacal? ¿Qué harás?— pregunta, Hela.

— Veo que tienen inconvenientes con mi forma real, adoptaré una forma más aceptada para ustedes— dice mientras transforma su cabeza en forma de chacal, por la de un humano común— ¿Mejor?— todos asienten— Estoy con ustedes. Quiero averiguar por qué esas bastardas me hicieron eso— confirma.

...

Así pues, cada dios adoptó una forma humana más aceptable para poder caminar entre los mortales, además de verificar que poderes conservaban y cuales no. La primera en descubrir que sus poderes estaban intactos, sobre todo su control sobre el fuego; fue Hela, ella decidió mantener su larga cabellera ondulada y negra, y para evitar malos comentarios respecto a su rostro llamativo, optó por dejarlo de la manera más humana posible, adoptando la figura de una mujer adulta contemporánea.

El que le siguió fue Anubis, él manipulaba el elemento del aire por naturaleza, controlaba a los animales del desierto y a los muertos que momificaba, además de algunos conjuros. Pero con su llegada al mundo mortal sólo conservaba su manipulación elemental y el control en los muertos. En cuanto a su físico, siempre había admirado a los hombres de piel color canela y decidió convertirse en uno de ellos.

Por parte de Eris, quién siempre controló el agua, los animales salvajes, la magia negra y los espíritus siempre fueron sus mejores aliados; y por suerte aún lo seguían siendo, pues sus poderes excepto el control mental estaban intactos. Su figura se transmutó a un tamaño normal, normal para los humanos, su larga y lisa cabellera negra con reflejos azulados, su piel en extremo pálida y sus ojos negros cual espacio, seguían igual.

Mientras tanto, Marte cambió su vestimenta de gladiador por un conjunto deportivo casual, su rostro seguía siendo firme y rudo, muy marcado y varonil, con una barba de estilo candado. Por su lado, él controlaba la tierra y todo lo referente a ella, además de poseer la fuerza de mil hombres, la velocidad de la luz, la teletransportación y el viaje en el tiempo; de sus poderes sólo conservó la fuerza, la velocidad, y el control de la tierra.

...

— Ahora que todos estamos más decentes— dice con burla, Marte— ¿Qué vamos a hacer?

— Sí, ya todos estamos más apropiados para el mundo mortal— comenta seria, Eris.

— Apuesto que la Mujer Muerta, tiene ya un plan— dice Anubis, con resentimiento por la crítica de su rostro.

— Es correcto, Hombre Chacal. La Pitonisa, que habló conmigo, me dijo que debíamos buscar a un humano; un hombre con gran ambición, sed de poder, con un corazón lleno de maldad. Debemos encontrar a alguien con esas características— dice Hela, tranquila.

— Será fácil de encontrar— comenta feliz, Eris— Todos saben que la Tierra está minada de personas egoístas y egocéntricas que cumplirían con esos requisitos fácilmente.

— No ha de ser tan fácil— dice Marte sospechoso— Si lo fuera, Hela, lo habría hecho sola.

— Exacto, Guerrero. Éste sujeto debe tener un corazón completamente oscuro, alguien que no tema a las represalias o las consecuencias.

— ¿Y cómo lo encontrarás?— pregunta Anubis.

— Ergo, mi fiel vasallo está en contacto continuo conmigo. Él me dará las coordenadas para hallar a nuestro hombre— comenta Hela.

— ¿Para qué necesitamos a ese hombre? Aunque hemos perdido algunos de nuestros poderes, seguimos siendo fuertes, y unidos aún más— comenta orgullosa, Eris.

— Ése sujeto nos aportará la energía que necesitamos para contactar con nuestros mundos y nuestras criaturas. Pues supongo que querrán recuperar a sus mascotas— dice tocando un punto débil para los dioses.

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