Capítulo 2✔️

En el templo de Júpiter, dios del cielo y de la luz; se encontraban Juno y Minerva, diosas del matrimonio y la sabiduría respectivamente. Debatiendo el comportamiento de Marte, dios de la guerra y la sangre.

— Ya es hora de que detengas a Marte— dice molesta Minerva.

— ¿Y ahora, qué hizo el chico?— pregunta Júpiter, algo obstinado del tema.

— ¿Chico? ¿Hablas del chico causante de miles de millones de muertes? Ó ¿Del chico qué sólo busca su bienestar? ¿Ése chico?— inquiere Minerva, a punto de estallar.

— Vamos a calmarnos. Lamentablemente, Marte, está descontrolado, y es por qué tú has sido muy permisivo— dice con voz baja pero clara, Juno, madre de Marte.

— ¿Permisivo, yo? Tú, eres la que lo animas a que explote sus poderes— culpa Júpiter a Juno.

— Eso no es así, Júpiter— se defiende, Juno.

— Claro que es así. Desde niño lo has animado a que mejore con sus poderes, y si fueran normales como los de nuestros otros hijos, pero no. Él tenía que salir adorador de la guerra y la sangre— bufa Júpiter, molesto.

— No vayan a empezar ustedes dos. Sus problemas familiares y ni hablar de los maritales, que no nos ayudan en nada— dice Minerva.

— Entonces, ¿qué propones, Diosa de la Sabiduría?— pregunta con burla, Júpiter.

— Destituirlo. Quitarle su poder. Qué escarmiente su comportamiento. Qué sepa que hay seres más fuertes que él. Qué deje de pensar como el niño consentido de papi y mami— dice Minerva, obviando el tono de voz de su líder.

— Ya hablas como una maestra. Okey. ¿Y cómo proponen hacerlo? ¿Por qué deben tener un plan? ¿O me equivoco?— pregunta curioso.

— Debes clausurar su templo, así él dejará de tener tanto poder y podrá ser enviado al mundo mortal. Es eso o matarlo. Y no quiero a mi hijo muerto por nuestros errores— dice Juno, segura y triste.

— ¿Y por qué yo?— dice molesto Júpiter— Es su plan, ejecútenlo ustedes.

— Tú eres el Dios soberano de nosotros, es tu deber castigar a quien se lo merezca. Sólo tú puedes— dice Juno— Además es tu hijo. Tú creación.

— Tienes un punto a tu favor, mujer— acepta derrotado, Júpiter— Bien, voy a hacerlo. Pero ustedes dos, me acompañarán.

———

Sin perder más tiempo se fueron a visitar el templo de Marte, que como de costumbre estaba desierto. Pues el dios de la guerra, andaba en una contienda provocada por el mismo. Disfrutando de la agonía de los mortales mientras él se vanagloriaba cada que suplicaban por su ayuda.

— No sé porqué, no me sorprende que esté vacío— dice sombría, Minerva.

— Hijo, lamento que esto llegara tan lejos, pero debes aprender que en la vida, incluso en la de un dios, hay límites y hasta tú debes respetarlos— dice con mucho pesar, Júpiter.

En eso el dios del cielo invoca un gran y poderoso rayo, que desciende sobre el Coliseo de Marte, haciéndolo estallar en un flamante fuego. En pocos segundos, el gran templo quedó convertido en cenizas.

— ¿Y cómo sabremos si funciona?— preguntaban curiosas las diosas.

— Funcionará. Una vez destruido su templo, su llegada al mundo mortal es inminente, sin importar nada— comenta cabizbajo, el padre.

———

Al ser un dios, Marte, tiene la capacidad de alterar el tiempo o viajar en el a diestra y siniestra. El dios de la guerra, se hallaba en una contienda de la antigua Grecia. Una batalla entre los griegos y los romanos, y sólo para cambiar de aires, Marte peleaba por Grecia y no por su pueblo natal. Con su armadura de gladiador, él se encontraba en el bando ganador. Ya que, sin importar, donde Marte se encontrara su equipo sería el vencedor.

...

Desde niño fue instruido en todo tipo de artes marciales, historia, y un poco de literatura. Su padre, Júpiter, siempre vio a su hijo como un gran heredero, su favorito. Y tanto había sido su predilección que Marte, se volvió un ser egocéntrico y déspota. Sin embargo, la sed de venganza y ambición nata del dios de la guerra y de la sangre, hacían que Marte, siempre estuviera metido en problemas. Problemas que siempre soluciona con unas simples disculpas hacia su padre y una mirada triste hacia su madre, bastaban con que sus progenitores fueran benévolos a la hora de impartirle un castigo.

Hasta hoy, cuando Marte, sintió como destruían su templo, su refugio, su hogar. Tanta fue la sorpresa que un guerrero romano logro apuñalarle por la espalda. Haciendo que trastabillara y desapareciera en plena batalla, para acabar en el mundo de los mortales.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top