III. BLUE SEA

Por lo visto no iba a parar de llover, no sé cómo había terminado metido en semejante lío. Bueno lo hecho, hecho estaba. Sacudí mis manos sobre el pantalón de deporte que había elegido para ese día.

Sam estaba rodeada de libros en el pequeño escritorio de su habitación en la academia. Dentro de tres días presentaría su examen final y con ello el pasaporte para entrar a cualquier otra compañía que no fuera Big Hit.

Aunque los aprendices ya estaban entrenando nuevamente, después de las vacaciones de fin de año y con el Seollal acercándose, la empresa era un hervidero, por no hablar de nuestro comeback en febrero.

—Es que no lo entiendo, por qué tengo que hacer un examen de álgebra, lengua e historia para terminar mi programa, es frustrante, siempre he sido un asco en la escuela.

Sam echó a un lado su cuaderno y se cubrió el rostro con las manos. Estaba enfurruñada como una niña pequeña y yo sacudí mi flequillo con tal de no pensar en lo adorable que me parecía ese puchero. Contrólate Hob, ya de una vez.

—Sí es un poco difícil de creer, pero son las reglas. Te dije que sería duro no solo en cuanto al entrenamiento, sino a las otras partes...

—Lo sé, lo sé, es que... ya no me hagas caso. Bastante tienes con quedarte atrapado aquí con esta tonta...

—Sam... no digas eso... si quieres te consigo alguien que podría tutorearte a las mil maravillas. Nos quedan tres días, pues deberíamos aprovechar que Rapmon tiene algo de tiempo libre y...

—Espera... hablas de Rap Monster ¿El líder de tu grupo? ¿No crees que eso nos traería más preguntas?

Bueno, era cierto, aparecer con una chica en casa sería hasta cierto punto un pequeño problema. El drama nos había inundado al punto de hacernos insensibles en algunos aspectos.

Rapmon mismo no superaba su ruptura con Issabelle. Tae andaba de cabeza por su pelinegra y los otros ya casi no vivían allí.

Rasqué mi nuca pensando en convertirme en un obseso de las Mates con tal de ayudarle cuando ese par de ojos azules estuvo demasiado cerca como para acaparar mi atención.

Por unos segundos mi corazón me traicionó, bombeando a un ritmo casi doloroso mientras ella se dignaba a hablar.

—Vale, acepto entonces, pero con una condición... digo si es que puedo poner alguna...

—¿Cuál?

—Solo dile que somos amigos de la infancia, aunque será un poco difícil de creer espero...

—Está bien.

Asentí intentando sonar convencido, en realidad solo rezaba para que saliera bien. Ella también respiraba el mismo aire de nerviosismo cuando la fachada borrosa de nuestra casa se reflejó en los cristales del taxi que ocupábamos.

—Puedes arrepentirte aun. No me va a importar...

—Sería una derrota rendirse ahora ¿No es eso lo que me dirías tú?

Algo parecido a una sonrisa comenzaba a aparecer en mi rostro por su comentario. Sam me miró a los ojos fugazmente antes de alzar su puntiaguda barbilla y declarar que no se dejaría vencer por un examen ridículo.

De esa forma alcanzamos el umbral del dominio bangtan, como solía llamarlo Tae y Jimin algunas veces.

Nos cambiamos los zapatos por unas cómodas pantuflas y por un milagro nuestra ropa no se había estropeado tanto.

Hoy parecía un día afortunado. No había nadie en la sala de estar y por eso pude calmar a Sam quien no paraba de retorcerse las puntas de su melenita rubia.

—Seguro que Moni está en el estudio. Con las prisas olvidé llamarle para comprobar, pero con este clima, es casi seguro que esté allá arriba.

Señalé la escalera que serpenteaba sobre nosotros. Ella asintió otra vez y yo crucé los dedos para no equivocarme. A fin de cuentas no entendía por qué me ponía tan nervioso.

No estaba haciendo nada ilegal. Solo ayudaba a una amiga que necesitaba apoyo. Una amiga de la que conocía muy poco, una amiga que te gustaba más de otra forma.

Alejé esos pensamientos a medida que alcanzábamos la segunda planta. Efectivamente un adormilado Rapmon intentaba sacarle notas infructuosamente a un guitarra.

—¡Rayos, hoy no es mi día!

—No digo yo, y tomándola con el pobre instrumento, no es que ayude mucho...

—Ja, ja, ja, debo reírme por tu comentario o probar otro uso de esto en ti...

Mi amigo levantó la guitarra con serias intensiones de lanzarla sobre mí. Estaba a punto de sugerir otra cosa en nuestra extraña broma cuando los ojos del líder descubrieron a la chica que se escondía detrás de mí.

—Mmh... no sabía que teníamos compañía. Disculpa por mis malos modales. Solo bromeaba con este tonto de aquí. Soy Nam Joon, un gusto.

La mano extendida de uno de mis mejores amigos en dirección de la color platino era como vivir un remake de la primera vez que hablamos frente a frente.

Pura timidez de su parte y ganas de descifrarla por la mía. Pensándolo bien, creo que siempre me había sentido atraído por ella, aun antes de saber algo más que su nombre o el color magnético de esos ojos.

—Samantha Pierce, el gusto es mío—dijo la chica aceptando la mano de mi mejor amigo para acto seguido hacerle una reverencia.

Por alguna razón, yo me sentía un poco herido, solo me había comentado su apellido al inventarnos la insólita historia que nos conocíamos desde la infancia. Casi seis meses, Sam y hasta ahora sé tu nombre completo.

—Bueno, Moni, la verdad queríamos pedirte un favor. Sami está por pasar el examen teórico de la Life Style Movement y tiene problemas con las mates. Sabes que a mí me dan un poco de trabajo también y por eso pensé...

—No tienes que complicarte tanto Hob, claro que le ayudaré a la chica. Por cierto, no me habías comentado nada de que tenías una pupila...

—Ehhh... Esto... la verdad...

Creo que ni siquiera recordaba lo que era estar tan incómodo. Solo el insoportable calor en mis mejillas comunicándome que estaba cerca de ser confundido con un tomate cherry y la sonrisa gatuna en el rostro del líder, ayudaba a reforzar el hecho de que era un completo desastre.

—Vale, no faltaba más. Vamos a ver si sigo siendo el de siempre.

Le agradecería a Rapmon por salvarme de esa, aunque técnicamente sus bromas me habían empujado a ese lugar, me era imposible enfadarme con él.

La culpa era mía por ser tan cobarde. Sam también se había ruborizado más de lo normal mientras los tres decidíamos instalar la improvisada sesión de estudio en la terraza del estudio.

Por lo visto iba a ser un día más que coloreado por capas de gris y azul marino.

***

Del uno al diez quizás llevara un doce de cabreo. Esto era lo peor de tener a tu madre lejos y ahora jugar a tomar el té como en la fiesta del sombrerero loco.

—Entonces estos son los diseños que hemos estado evaluando. ¿Verdad que son adorables? Aunque tenemos un problema, con ese vientre no podrás usar nada ajustado. Tenían que haber esperado un poco más...

La mueca que pintaban los labios de Roxanne solo servía para que la sonrisa forzada en el rostro de mi hermanastra y su prometido amenazara con agrietarles la mandíbula de tanta tensión.

Yo por mi parte me había recluido a un rincón de la sala de estar. La escena era más o menos así.

Mi madre en medio del sofá rodeada de folios e impartiendo órdenes, la pareja frente a ella aguantando estoicamente las ganas de gritar, mi  padrastro sobándose las sienes ante un  inminente dolor de cabeza (causado por mi madre), Aaron y su novia en la cocina, espiando de vez en cuando la sesión gratuita de tortura. Sí, iban a ser días muy largos.

Jiji, me gustaría que estuvieras aquí.

Fue lo que mi mente pensó mirando con nostalgia la pantalla de mi celular. Quizás no debí haber sido tan orgullosa esa noche. Quizás tenía que haber pedido otro deseo de navidad.

Ahora no podía más que lamentarlo y tragarme lo que fuera que tuviera que decir cada vez que veía al castaño. Nunca habíamos empezado nada serio y estaba convencida que no tendríamos mucho futuro que digamos.

Nada más allá de nuestro proyecto musical en común o el hecho de que nos hubiéramos besado un par de veces.

Lo cierto es que el viaje a Busan y la noche de navidad volvían a mí con más constancia en los últimos tiempos.

Solo les echaba la culpa a mis padres. Al hecho que a ninguno de los dos les importara un rábano lo que me sucediera o que solo recordaban mi existencia ante estos acontecimientos.

—Y mañana mismo tenemos la primera prueba de vestidos. Eso también te incluye Liliana...

Señaló mi madre elevado su barbilla en mi dirección. Juro que de no ser por mi hermanastra ahora mismo me iría de aquí pitando. La verdad padecía de una especie de alergia cuando se trataba de ir de etiqueta.

Para mí la vida iba de Vans, Converse y pantalones pitillos. No de satén y vestidos que imposibilitan el intercambio gaseoso. Era un asco.

La reunión se prolongó un poco más antes que mi madre, el padre de Lena, Aaron y Mel se fueran finalmente. Suga subió primero, puesto que los párpados se le cerraban por completo o eso quería que yo creyera cuando era evidente que Lena planeaba tener una conversación seria conmigo.

Por increíble que pudiera parecerse, esa chica parecía más mi propia madre que mi hermana en la mayoría de las ocasiones.

—Antes que lo digas quiero que sepas que solo aguanto esto por ti, mejor dicho, por ustedes. Se los debo chicos, pero resistir a Roxanne...

—Te saca de quicio...—completó ella por mí y yo asentí con una sonrisa apenada.

—Lo sé, realmente hay que ser de fierro para no explotar la mayoría de las veces. Pero se está esforzando por llevarse bien con nosotros. En otra situación quién se hubiera encargado de esto. Sabes, la persona que es Roxanne, puede que te suene irritante, pero es mejor que no tener nada Lily. Ahora puede que no lo veas muy claro, pero dentro de unos años te darás cuenta de lo afortunada que eres...

Sabía el trasfondo de aquellas palabras o la capa de niebla que empañaba sus ojos azules. Lena no tenía mamá, es más, creo que nunca la tuvo aun cuando esa señora vivía...

—Si tú lo dices. Creo que es mejor que nos vayamos a dormir ya. Mañana será un día bien largo si pretendemos soportar las exigencias de mi madre.

Ella solo me dedicó otra sonrisa resignada antes de irse escalera arriba.

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