Capítulo 8🦋: El malentendido.
— Oh... Despertaste.— Dijo Equis sacando el cepillo de su boca, la tenía cubierta de espuma.
— Yo... Yo...— Tartamudeé, no podía creer que me encontraba en la habitación de Equis, exactamente en su cama.
Inmediatamente levanté la sábana y observé la ropa que llevaba... Un pullover/polera de hombre.
— ¿Esta es tu ropa?— Pregunté con la voz temblorosa.
— Sí.
Oh Dios... Oh Dios, estoy a punto de convulsionar.
— Ayer bebí demasiado... ¿No?
— Como una maldita borracha.— Aseguró regresando al baño.
— No recuerdo nada... Me duele la cabeza.— Dije mientras abría surcos en mi cabello con mi mano derecha.
— Yo, en cambio, recuerdo todo a la perfección... Con exactitud.— Respondió desde donde se encontraba.
Me levanté de la cama y me dirigí al baño algo nerviosa, no sabía cómo formular la pregunta que debía hacerle ante toda costa.
— Equis...— Susurré tocando la puerta con el dedo índice.
De repente esta se abrió y su mano me agarró de la cintura. En menos de unos segundos me encontraba dentro del baño, recostada contra la pared, con el chico del que todos me habían advertido, acorralándome.
— Tienes un compromiso conmigo, mariposa insoportable.— Susurró en mi oído.
— ¿Cuál?— Pregunté mientras comenzaba a sudar frío.
— Estás atada a mí, deberás hacer cualquier cosa que se me antoje.— Respondió agarrando mi rostro con su mano.
— Debo hacerte una pregunta... ¿Usamos condón?.— Finalmente rompí el hielo.
— ¿Qué?— Se apartó de mí por completo.
Flashback: (P.O.V de Equis)
— ¿Podrías guardar silencio? Todos nos están observando...— Regañé a Megan.
Me encontraba caminando de la mano con una borracha, la cual gritaba sin cesar en medio de la calle que era el chico más guapo que había conocido.
¿Por qué estaba en esa situación? Esa chica me sacaba de mis casillas... Era toda una pesadilla, de hecho, de las peores. Perfectamente pude haberla dejado en el camerino dormida junto a los chicos de la banda... Pero decidí llevarla a casa de la mano. No podía dejarla allí, no quería, y eso me hacía enfadar, sobre todo porque no era cualquier chica, era la mariposa insoportable... Me molestaba demasiado.
— ¡Eres demasiado lindo! ¡¿Por qué no tenemos una cita?!— Se soltó de mi mano para saltar a mi torso y rodear mi cuello con sus brazos. Su rostro estaba demasiado cerca.
— Debemos llegar al edificio.— Respondí tajantemente sacándomela de encima.
— Tengo sueño... Mucho, y me duelen los pies... ¡No caminaré!— Comenzó a protestar para luego sentarse en medio de la acera.
— ¡Ey, chico! ¡Levanta a tu novia ebria del suelo!— Exclamó molesto un anciano que casi tropieza con ella.
— ¡Vámonos!— Le grité.
— ¿¡Por qué me odias!? ¡No te agrado ni un poco!— Respondió dando patadas aún en el suelo.
— ¡Eres insoportable!
— ¡Soy muy mala! ¡Por eso me odias!— Comenzó a llorar tras acostarse en la acera por completo.
Intenté levantarla varias veces, pero se negó rotundamente a caminar. Perfectamente pude haberla dejado allí, estaba pasando un mal rato y sacrificándome por alguien que era solo otro: "Humano despreciable"
"Si necesita lanzarte al abismo en algún momento, lo hará sin pensarlo dos veces, y olvidará que la ayudaste esta noche"
Tenía esa mentalidad. Y me odiaba. Me odiaba con todas mis fuerzas y las que no eran mías también... Porque aún así, sentí que debía ayudarla, quería hacerlo, lo necesitaba exactamente.
Sin otra opción la tomé entre mis brazos y la cargué hasta llegar a nuestro destino.
— ¿Me estás llevando en tus brazos?— Preguntó ella somnolienta con la cabeza recostada en mi pecho.
— No es la gran cosa, ya te he llevado antes... Aquella noche que terminaste durmiéndote en la escalera, te llevé hasta tu apartamento y abrí la puerta tras encontrar la llave en tu bolso. Luego te dejé en la cama.
— Es extraño... Le comenté a Gabe sobre que me había despertado en mi cama desconcertada, y él aseguró ser quien me llevó hasta allí.— Cuestionó mareada, tenía un terrible aliento a alcohol.
— Da igual, si quiere hacerse el héroe que se quede con su papel... De todas maneras mañana no recordarás que te confesé que fui yo, y no él. ¿Pero te digo algo? Eso es lo mejor.
Al llegar al sexto piso, Megan agarró mi camisa.
— Bájame, por favor.— Dijo con voz temblorosa.
Inmediatamente la puse en el suelo, aún se encontraba agarrando mi ropa.
— Wuak.— Arqueó.
— ¿Tienes nauseas?— Pregunté temiendo que vomitara allí.— Respira profun...— Su vómito me interrumpió.
"Dios"
— ¡Ves de lo que te hablaba! ¡Ahora eres un vómito andante! ¡Juro que estoy a punto de dejarte tirada!
Sus pupilas castañas se cruzaron con las mías, sus ojos brillaban cristalizados.
— No llores...— Susurré algo arrepentido de haberle gritado.— Tienes todo vomitado el uniforme.
Sin alguna otra opción subimos hasta mi piso, cuando de repente dijo que tenía la necesidad urgente de ir al baño, así que no me quedó otro remedio que abrir mi apartamento y dejar que entrara al sanitario.
Se adentró en el lugar dando trastumbos, tambaleándose de un lado a otro y susurrando boberías.
Unos minutos después decidí entrar para comprobar si todo estaba bien, y la encontré dormida en mi cama sin el uniforme, solo en sostén y bragas.
— ¡Megan!— Exclamé abriendo los ojos como platos.
Su uniforme sucio se encontraba tirado en el suelo.
Aunque intenté levantarla era inútil, ya dormía profundamente. Llevé el uniforme a la lavadora y luego busqué algo de ropa para vestirla.
Un tiempo después me encontraba sentado en la cama, observándola dormir.
"¿Por qué rayos la estoy mirando como idiota mientras ronca y babea mi almohada? Esta chica me provoca demasiadas sensaciones extrañas..."
Se veía tan frágil...
Tan... Hermosa...
Tan ella.
Y con una sonrisa en el rostro me recosté a su lado, acaricié su cabello y sus pómulos con delicadeza. Me odiaba, me odiaba tanto por eso.
Era demasiado... Habladora e intensa. También en ocasiones era sarcástica e indiferente. Era como esos bichos que te revolotean una y otra vez alrededor.
Una mariposa insoportable.
Fin del Flashback contado por Equis.
— Necesito saber si nos protegimos.— Aclaré.— ¿Tienes idea de lo que implicaría un hijo de ambos?
En ese momento noté que Equis se encontraba en un viaje astral. Quizás imaginado cómo sería una vida familiar y de casado a mi lado.
— ¡No!— Se negó rotundamente.— Estás equivocada.
— ¿Entonces si usamos...?
— ¿Qué te hace pensar que tuve sexo contigo?— Me interrumpió.
— Por alguna razón desperté en tu cama, y con tu ropa.
— Es razonable pensar que eso sucedió, pero créeme, fue algo muy distinto... Te embriagaste a más no poder.— Explicó.— Y te traje hasta aquí, dijiste que tenías que ir al baño y no podías esperar, así que te dejé entrar. Demoraste un montón, así que decidí entrar, y te encontrabas dormida en mi cama... En ropa interior.
— Oh Dios.— Suspiré cubriéndome el rostro con las manos.
— Te vestí, por eso traes esto.— Añadió tocando el pullover/polera.— Pero eso no es todo... Vomitaste en tu uniforme.
— ¡Lo siento! ¡De verdad! ¡Lo lamento tanto!— Exclamé arrodillándome en el suelo.
— ¿Sabes por qué te dije que debes hacer lo que te pida? — Preguntó agarrando mi mentón.— Porque tu uniforme...— Hizo una pausa para acercar su rostro al mío.— Está lavado, y colgado en el cordel en el balcón trasero.
Equis salió del baño y se dirigió a la habitación.
— Enserio yo... Lo siento mucho.— Reiteré mis disculpas avergonzada.
— No salgas hasta que te avise, estoy poniéndome algo de ropa.
La curiosidad me picó... Ya le había visto en toalla y sin camisa. ¿Haría algo de diferencia verlo en calzones?
No Megan... No lo hagas. Te ha pedido privacidad.
Me encontraba sin darme cuenta en pleno debate mental.
Debes hacerlo, después de todo anoche te vio en bragas sobre su cama...
Sutilmente asomé mi rostro luego de abrir suavemente la puerta, con mucho cuidado para que el chirrido de las bisagras no me delatara.
Se encontraba en boxers, buscando un suéter en el armario. Mientras tanto yo hacía de tripas corazón en el baño para no reír de mi travesura.
— Deja de espiarme, mariposa insoportable.— Me sorprendió.
— No te espío.— Negué algo nerviosa.
— Ajá, y yo sonrío cada segundo que pasa.— Ironizó.— Ya puedes salir.
Sin tener el valor para mirarlo a los ojos abandoné el sanitario y me senté sobre la cama.
— Sé lo que pensaste, ayer te vi en ropa interior, así que estamos a mano. ¿No es así?— Cuestionó arqueando una ceja.
— Solo olvídalo.
— Por cierto... ¿Así que soy el chico más guapo que has conocido?— Preguntó yendo a la cocina.
Inmediatamente me ruboricé. ¿Cómo rayos sabía que pensaba así?
— ¿Por qué piensas eso?
— Olvídalo. — Me esquivó.
¿Será que ayer se lo confesé cuando me encontraba ebria?
— Bueno... Ya que estoy aquí...— Intenté introducir el tema.— ¿Por qué no me hablas sobre ti?
— Oh no, mariposa insoportable, nuestros lazos terminan ahora.— Regresó a la habitación y me levantó de la cama tras agarrar mi brazo.
— ¿Cómo?— Pregunté desconcertada mientras me llevaba a la puerta.
— Ya es hora de que te vayas.— Hizo una pausa cuando nos encontrábamos en el umbral.— Me gustaría decirte que fue una noche excelente, pero la verdad es que no.
— ¿¡Qué!?— Exclamó Gabe que se encontraba bajando las escaleras.
Entonces noté que se había armado un gran malentendido.
Estaba en la puerta de Equis, descalza y solo con un pullover/polera suyo que me quedaba algo largo, y me estaba diciendo que la noche no le había parecido buena...
— Gabe no es lo que piensas...— Intenté explicar.
— Tranquila, esto no es mi problema...
— Todo esto tiene una explicación.
— No continúes Megan... Puedes involucrarte con quien quieras, solo me decepciona que haya sido con... Justamente la persona que no debías.— Dijo indignado para luego perderse en las escaleras.
— Por eso odio a todas las personas de este edificio.— Expresó Equis con los ojos en blanco.
— Equis... Yo...
— Será mejor que te vayas. — Me Interrumpió.
— Pero...
— ¡Bam!— Cerró fuerte la puerta dejándome desconcertada... Como siempre.
— La ropa...— Susurré.— Los zapatos.— Miré hacia mis pies descalzos.— ¡El bolso! ¿Cómo voy e entrar sin las llaves?
— Toma.— Sacó Equis su mano por la ventana, dejando caer mi bolso con la ropa y los zapatos en el suelo.
— ¿Por qué...?
— ¿Soy así?— Terminó la frase.— ¿Por qué no serlo? Te dije que odiaba las reiteraciones.
Finalmente cerró la ventana impidiéndome responder alguna cosa.
No lo entiendo... Es un odioso, a veces es gentil y me resulta tan tierno... Pero es un odioso. ¡Es un idiota!
Enojada subí las escaleras hasta el piso de arriba, y tras abrir la puerta de mi apartamento me lancé a mi nuevo sofá.
En ese momento mi celular vibró dentro del bolso, había recibido un mensaje de Simon.
Simon: Hola Megan. ¿Cómo estás? ¿Por qué no has venido hoy a la Universidad? ¿Estás enferma?
— ¡La Universidad!— Exclamé revisando la hora en el móvil.
10:00 de la mañana.
Genial... ¿Ahora cómo sales de esta?
Yo: Hola! Tuve que ir a la clínica a por unos medicamentos. Me incorporaré en la tarde.
Simon: Está bien. Debes hablar con la profesora Linda, se puso furiosa tras no verte en su clase, y la verdad es que no pude justificar tu ausencia porque no tenía idea. Temí inventar algo y meter la pata.
Yo: Tranquilo, no pasa nada. Ya me las arreglaré.
Pensativa me encontraba de pie frente al espejo, tragué saliva.
Eres un desastre, Megan Sanders.
Me quedaban tres horas para prepararme y alcanzar los turnos de la tarde en la Universidad, así que aproveché ese tiempo para preparar un almuerzo con todas las de la ley.
Me dirigí a la cocina y tomé algunas especias y polvos en la alacena, y luego busqué algo de carne de cerdo en la nevera.
Mientras esta se cocinaba preparé una vieja receta que mi madre me había enseñado, nunca supe su nombre real, ella solo le llamaba: Ensalada en olla.
Consistía en colocar dentro de una olla en el fogón diferentes verduras, tales como col hervida y zanahoria, además de pequeños cuadrados de tomate y pepinillos, también podían añadirse aceitunas. Finalmente se rociaba un poco de aceite y se mezclaba.
Luego de tener el almuerzo listo, me llegué a la habitación para arreglarme mientras esperaba que los alimentos se enfriaran.
Nuevamente me observé en el espejo.
Este pullover/polera de Equis no me queda nada mal... ¿Sería demasiado descarado de mi parte usarlo?
Tras rehacerme un par de veces la misma interrogante decidí quedarme con lo que llevaba puesto, me puse además unos jeans y acomodé la camisa (ajena) de manera que quedó chic.
Era simple, solo de color negro con la palabra Loser en blanco, en el centro.
Típico de Equis.
En cuanto al cabello decidí hacer un cambio con dos trenzas, como en primaria. Y el maquillaje leve y tierno, con solo gloss y rubor.
Un poco de inocencia no hará daño. Aunque es un poco raro el outfit rebelde y el maquillaje girly... Me gusta.
Después de organizar la mochila y acabarme el almuerzo, bajé las escaleras algo preocupada tras recordar a Gabe.
— ¿Qué quieres?— Preguntó su novia tras abrir la puerta, ya que me llegué al apartamento para si de casualidad se encontraba.
— Hola Abby... ¿Gabe se encuentra?
— No, por si no lo sabes a estas horas la mayoría de las veces se encuentra en el supermercado.— Respondió desagradablemente arqueando una ceja, apoyada en el marco.
— Disculpa las molestias.— Me disculpé presionando los labios con los bolsillos en los jeans, esa mujer era odiosa y antipática... Lo supe desde que me prestó la pastilla de jabón.
— ¿Por qué estás buscando a Gabe?— Preguntó frunciendo el ceño.
— Oh... Es...— Titubeé sin tener la menor idea de qué inventar.— Para aclarar un malentendido.— Terminé diciéndole la verdad a medias.
— ¿Qué malentendido? — Hizo un gesto apático.
— Disculpa Abby, pero eso no es de tu incumbencia. — Respondí tajantemente cruzándome de brazos, mi paciencia estaba a punto de terminarse.
— Todo lo que tenga que ver con...— Hizo una pausa.— Mi novio— Enfatizó de la manera más tediosa posible.— Me incumbe, querida.
— No te lo diré, no es tu problema, no incluye solo a Gabe, sino también a mí. Así que lamento decirte...— Hice una pausa para sonreír.— Que vas a quedarte con las ganas de saber.
Me alejé sin decir una palabra más, mientras Abby permanecía callada en la puerta, indignada.
Arrasa pequeña mariposa...
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